miércoles, 29 de noviembre de 2017

Crueldad (1)

Cruel, dice el DRAE, es quien se deleita en hacer sufrir o se complace con los padecimientos ajenos. Es significativo que, etimológicamente, la palabra cruel (del latín crudelis) enlace con crudo (del latín crudus) y ambas tengan que ver con la sangre. Resulta que en latín, el término sanguis se refería a un líquido claro que discurría por el interior del cuerpo, distinto de la sangre roja que manaba a través de una herida, a la cual se denominaba cruor. Como se ve claramente, las dos palabras latinas tienen, a su vez, orígenes etimológicos muy distintos en ese útero lingüístico que es el indoeuropeo (en concreto, sanguis derivaría de la raíz esr-, mientras que cruor y emparentadas de –kreuhz). Parece que ya en el latín, la palabra cruor amplió su campo semántico para denominar la carne que sangra, es decir, la que no está cocinada sino cruda. Y mediante evoluciones semánticas análogas resultaría que pasaría a llamarse crudelis a quien se recreara en la sangre, sanguinario. El siguiente paso en el significado era casi obligado: quienes obtienen placer de la sangre suelen también obtenerlo del dolor ajeno en general. Así que la crueldad tiene su origen etimológico en la sangre, aunque ya en castellano no nos queden casi alusiones a este significado provenientes de dicha raíz (la que me viene a la cabeza es el adjetivo cruento).

La crueldad, desde el punto de vista psicológico, se define como una respuesta emocional de obtención de placer a partir del dolor ajeno. Leo que la crueldad es considerada como un signo de desajuste psicológico por la American Psychiatric Association. Consulto su conocido "Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales” (DSM-IV) y no encuentro la crueldad mencionada explícitamente, quizá porque no es un trastorno en sí misma, sino un signo que apunta hacia alguno de ellos. En todo caso, a mí sí me parece que algo falla en la mente de alguien que siente placer con el sufrimiento ajeno, no me parece “normal” ni, desde luego, “sano”. Puedo entender que uno sienta alegría, placer, una emoción benéfica en suma, si ves que está sufriendo alguien a quien se odia. Pero, en estos casos, la respuesta emocional no deriva de una característica mental de crueldad intrínseca, sino que viene inducida por otra emoción previa negativa, el odio. Es más, tiendo a pensar que aunque odies a alguien, si la crueldad no forma parte de tu estructura mental, el verlo sufrir puede producir alegría inicialmente pero enseguida se torna en un sentimiento negativo.

Y es que creo no solo que es anómalo (y patológico) ser cruel sino que “lo normal” es ser lo contrario; es decir, lo normal, lo propio de la estructura psicológica humana es sentir emociones negativas ante el dolor ajeno. A las personas “normales” (¿sanas?) ver a alguien sufriendo nos genera una respuesta emocional negativa, nos sentimos mal. Lo contrario de la crueldad es la compasión y, para mí, esta emoción es una de las más propias y valiosas de nuestra especie. No me parece descabellado considerar que lo que llamamos deshumanización se caracteriza principalmente por la pérdida de compasión. Una persona cruel será, biológicamente hablando, tan humano como yo o cualquier otro, pero para mí está deshumanizado. Por cierto, crueldad y sadismo, si no sinónimos, casi. Y el sadismo, cuando se manifiesta en el ámbito sexual, sí está relacionado en la lista de trastornos mentales de la APA, codificado con la clave F65.5 dentro de las parafilias.

Si bien he dicho que compasión y crueldad son contrarios, tampoco los veo como extremos de un mismo eje psicológico. Quiero decir que un proceso deshumanización significa ser cada vez menos compasivo, pero ello no supone que uno pase a sentir placer con el dolor ajeno. Me parece bastante habitual que nos deshumanicemos casi a modo de protección frente a la presencia de tanto sufrimiento en nuestro entorno; digamos que procuramos, conscientemente o no, tanto no conocer el sufrimiento ajeno como amortiguar nuestra sensibilidad compasiva para no sentirnos tan mal ante el que inevitablemente se nos presenta. De hecho, estaremos de acuerdo en que nuestra sociedad fomenta los mecanismos anestésicos de la compasión. Pero que reduzcamos nuestra compasión (que nos duela menos el dolor ajeno, incluso que llegue a no dolernos nada) no lleva en absoluto a que nos produzca placer. Para eso hace falta algo más que no aparece por la pérdida de la compasión.

Para mí, pues, hay una diferencia cualitativa radical entre la compasión y la crueldad. Lo que llamo deshumanización (de la sociedad, de un individuo), con ser grave y triste, forma parte de nuestra naturaleza. Jugando con las palabras: podemos deshumanizarnos (perder compasión) porque somos humanos. La crueldad me parece ajena a esa idea de humanidad. Ciertamente, es una emoción de nuestra naturaleza, pero para entenderme, de una naturaleza que aunque sea la de nuestra especie biológica, me niego a considerar integrada en el concepto de lo humano. La crueldad es un atributo diabólico o monstruoso, como se prefiera. Quien siente placer con el dolor ajeno no está deshumanizado sino inhumanizado, es inhumano.

PS: Las tres imágenes que ilustran este post son los tres primeros grabados de la serie Las cuatro etapas de la crueldad, publicados por el artista inglés William Hogarth en 1751.

9 comentarios:

  1. Diría que lo realmente interesante de la crueldad, cuando es un fenómeno social, es que deshumaniza a la víctima. Si consideras la crueldad a lo largo de la historia, verás que casi nadie se ha recreado en el dolor de su vecino. Se recrea en el dolor del criminal, del esclavo, del judío, de la mujer o del homosexual. Una vez negada su condición humana a la víctima, parece que se vuelve un blanco sin personalidad de la ira ajena.

    En este artículo de Cracked hablaron con antiguos terroristas y casos afortunadamente fallidos tanto de terroristas como de perpetradores de matanzas y se suele mencionar que el elemento que les llevó a dejarlo es que no pudieron deshumanizar a sus víctimas.

    http://www.cracked.com/blog/5-reasons-mass-shooters-are-not-kind-crazy-you-think/

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    1. Creo que no, que lo que describes no es verdadera crueldad. Ciertamente existe y probablemente sea más frecuente que la crueldad verdadera, lam monstruosa. De hecho, esos que llamas crueles no creo que sientan placer con el dolor de sus víctimas y justamente por ello recurren a artificios psicológicos para deshumanizarlos, para alejarlos a fin de poder evitar la empatía con ellos y, por ende, la compasión.

      La crueldad a la que me refiero comparte con la compasión el vínculo emocional con el otro, ha casi de sentir su dolor para sentirse excitado, alegre, recibir placer. Por eso digo que me parece monstruosa, no "deshumana" sino "inhumana".

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  2. Estoy bastante de acuerdo con tu planteamiento, también yo creo que lo contrario de la compasión es la indiferencia (los dos extremos de lo humano), y que la crueldad es un añadido "inhumano". Lo malo es que es un añadido bastante frecuente en los humanos, me temo. Las personas que disfrutan com el sufrimiento ajeno (con el de cualquiera, no con el de alguien especialmente detestado; es decir, propiamente con el sufrimiento, no con la venganza, la "justicia" ni similares) no son tan raras como me gustaría creer.

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    1. Parece que no son tan raras, en efecto. Insisto en ello en el post que publicaré esta tarde noche.

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  3. Se me ocurren algunas puntualizaciones en relación con el comentario de Joaquín.

    La primera: lo que define la crueldad es el dato de que el cruel disfruta con el sufrimiento de otro. Es una disposición, una característica de la personalidad, anterior e independiente de cualquier conducta. Una persona cruel puede tener altos principios morales y abstenerse por completo de provocar sufrimiento a nadie. Sigue siendo cruel, porque sigue siendo cierto que el sufrimiento ajeno le resulta placentero, aunque no practique.

    Y puede también encontrar, como el amigo de Joaquín, alguien que consienta sufrir para provocarle ese placer. No deja por ello de ser cruel, es solo un cruel con suerte.

    La segunda, no estoy seguro de que sadismo y crueldad sean perfectamente sinónimos. El sádico no obtiene del sufrimiento ajeno una satisfacción genérica, sino muy específica: la excitación sexual. Imagino que puede incluso darse el caso de una persona sádica, que se excite sexualmente infligiendo a otro dolor o humillación, pero que no obtenga de ello ninguna otra clase de placer, o incluso que se sienta afectivamente mal por el dolor que causa para excitarse sexualmente.

    Somos muy complicados, y conviene analizarnos despacio y con cierto rigor.

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  4. Más consideraciones: puede haber, y de hecho hay, perfectos hijos de puta que matan, roban y provocan toda clase de sufrimientos movidos por el odio o por la codicia, o por cualquier otro motivo objetivo. Eso no los convierte en personas crueles. Provocan sufrimiento, sí, pero no porque el sufrimiento ajeno, en sí mismo, les resulte placentero, sino porque resulta ser una consecuencia inevitable de lo que quieren hacer para satisfacer su odio, o su codicia, o su lo que sea. No son crueles, son sencillamente mala gente, para lo que no hace falta ser cruel, basta con ser indiferente.

    No todo el que provoca sufrimiento es cruel. Solo el que lo provoca buscando fundamentalmente la satisfacción que le causa el propio sufrimiento, y no ningún otro fin para el que este sufrimiento resulte necesario.

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  5. A Vanbrugh: Sadismo, en un sentido amplio es disfrutar causando dolor, si bien es verdad que en su sentido más específico, se refiere al placer sexual. Así que, manteniéndonos en el significado más esepcífico (que siempre parece el mejor en aras de la precisión), tienes razón. No todos los crueles son sádicos, porque el placer de un cruel puede ser distinto de un sádico. Pero, además, no todos los crueles son sádicos porque puede haber crueles que disfruten (incluso sexualmente) del dolor ajeno sin infligirlo ellos, y pareciera que para ser sádico hay que ser agente. Sin embargo, estaremos de acuerdo en que todos los sádicos son crueles; el sadismo, por tanto, viene a ser una de las categorías de la crueldad, tal vez la más frecuente.

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  6. A Joaquín: El Übermensch de Nietszche, era un hombre liberado de los dictados de la moral convencional. Aunque el tema daría para una discusión larga, yo creo que en muchos de los que podrían calificarse como "súperhombres" encontraríamos ejemplos de terrible crueldad. O, dicho de otra forma, en la historia ha habido no pocos casos de crueles de odiosa inhumanidad que justificaban e incluso jaleaban su propia crueldad (y la de sus colegas) a partir del desprecio de la moral convencional, que sólo valía para los "esclavos" no para ellos, que estaban "por encima del bien y del mal".

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  7. A tu PS: No es exactamente una continuación, pero ciertamente está muy relacionado. Lo puedes comprobar en el que acabo de publicar.

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