K tenía interés por ver películas de Sophia Loren, a ser posible en italiano, y así recordar su infancia romana. Me hice pues una lista de las películas de la Loren (94 desde 1950 hasta 2010, aunque puede habérseme escapado alguna) y a buscarlas en la red. A la fecha me he conseguido 54, lo cual no está nada mal, ya que dudo que pueda ampliar mucho más el catálogo. En la medida de lo posible las he bajado en italiano (con subtítulos cuando los encontraba), pero a veces sólo estaban dobladas al castellano, lo que me hace pensar que va a ser cierto que somos los hispanoparlantes quienes más subimos (y bajamos) pelis a (de) Internet. O sea que me he hecho con una bonita colección que vamos viendo los fines de semana a un ritmo bastante inferior al de descarga: llevamos hasta el momento sólo diecinueve.
La última ha sido
La viuda indomable, por llamarla con el título con que se distribuyó en España, donde, por cierto, se estrenó a mediados del 83, cuatro años y medio después de su primera proyección en Italia. Me acuerdo porque quise ir a verla a los cines Madrid, en la plaza del Carmen pero no sé qué pasó que no fui. En ese tiempo me entusiasmaba el italiano: lo estudiaba en la Escuela Oficial de Idiomas y estaba organizando ir a hacer un curso en la
Università per Stranieri di Perugia. Además, el enorme piso de la calle Velázquez en el que estaba nuestro despacho profesional lo compartíamos con una academia de italiano que llevaban una milanesa y una siciliana, buena pareja eran. Cuando se iban, aprovechaba para meterme en su aula y ver alguna película en italiano en el VHS.
Una de las que vi fue
El Inocente (1976), dirigida por Visconti y con una Laura Antonelli que, desde entonces, se convirtió en uno de mis mitos eróticos preferidos. Creo que fue en esa película en la que por primera vez vi a Giancarlo Giannini, aunque ya al filmarla tenía bastante notoriedad gracias a sus colaboraciones con Lina Wertmüller desde inicios de los setenta. Pero yo a la Wertmüller no la conocía ya que, por más que me declarara un entusiasta del cine italiano, mi “extensa” lista de realizadores de ese país se reducía a De Sica, Fellini, Visconti, Bertolucci, Antonioni, Ferreri, Zeffirelli y Pasolini. O sea, que si quise ver
La viuda indomable no fue por la directora, sino por que intervenía Giannini y también, no voy a negarlo, porque en el cartel publicitario la Loren estaba muy sugerente, con el pelo tipo afro, una escopeta en las manos y el vestido abierto dejándonos imaginar su teta derecha.
La cosa es que no vi la película ni lo hice en los casi treinta años que han pasado desde entonces, como tampoco, en todo este tiempo, he llegado a ver nada de
Lina Wertmüller, lo cual me extraña, no sólo porque cuenta con
un sacco de filmes a su cargo, sino porque tiene reconocimiento suficiente como para que me hubiera llamado la atención alguna vez durante estos años. Pero no, y además era tan ignorante sobre esta directora que, aunque había oído su nombre, ni siquiera sabía que era italiana y por su apellido la suponía tudesca. Escribo tudesco porque es la palabra española más parecida a
tedesco y, también como el término italiano, significa alemán. Aunque dice el DRAE que se refiere más específicamente a los originarios de la Sajonia Inferior, o sea la
Niedersachsen, en la cuenca baja del Elba, en torno a Hannover. Sin embargo, Wertmüller, cuyo nombre completo es Arcangela Felice Assunta Wertmüller von Elgg Spanol von Braueich (Roma, 14 de agosto de 1926: la foto adjunta es de hace un año) no desciende de alemanes, sino de suizos, aunque es enteramente italiana.
La peli está curiosa. Sucede en un pueblo siciliano en 1922, el año de la Marcha fascista sobre Roma. Sophia es Titina, viuda porque nada más empezar el filme el marido es asesinado en su propia cama por un mafioso, Vito Acicatena. La actriz, ya en la cuarentena, está magnífica en plan mujer racial, apasionada, de fuerte carácter; lo que remarca acertadamente un maquillaje de sombras negras en torno a los ojos, que le da un cierto aire a la
Magnani y, en todo caso, una imagen muy distinta de la que presentaba habitualmente. Por supuesto, el crimen de su marido, por más que todo el pueblo sepa quién ha sido el asesino, queda impune ante la Justicia, y Titina clama venganza, impregnada de odio. Aparecen dos hombres muy distintos y de ambos se enamora: el abogado y socialista utópico pese a ser terrateniente, Rosario Maria Spallone, encarnado por un Mastroianni de luengas barbas valleinclanescas; y un primo segundo de su marido que emigró a los USA y, metido a gangster, ha hecho dinero durante la Ley Seca, Nick Sanmichele, papel que le encaja perfectamente a Giancarlo Giannini. Aún con algunos altibajos en el ritmo narrativo, la película es entretenida y evoca bien esos tiempos del primer fascismo (en ese sentido me recordó algo a
Novecento), época que es para la cinematografía italiana como la guerra civil para la nuestra.
Una de las curiosidades de esta película es que ostenta, según el
Guinness, el record del título más largo en la historia del cine (eso dice la wiki, pero en la web del Guinnes no lo he encontrado). Y es que en versión original no se llamaba la
vedova indomabile, ni tampoco
Revenge (venganza) como se presentó en los USA, ni
D'amour et de sang, que fue el nombre que le dieron los franceses. No señores, el título primigenio es, sencillamente
Un fatto di sangue nel comune di Siculiana fra due uomini per causa di una vedova. Si sospettano moventi politici. Amore-Morte-Shimmy. Lugano belle. Tarantelle. Tarallucci e vino. Ahí queda eso, para desesperación de distribuidores y traductores, aunque éstos parece que se las arreglaron bastante bien cortando por lo sano. Desde luego, si suele ser habitual que los títulos de las películas no se traduzcan demasiado literalmente (y España no es el único sitio donde ocurre), en este caso se han roto los moldes y difícilmente puede encontrarse otro ejemplo de tanta divergencia. Aunque verdad es que la Wertmüller jugaba con fuego escogiendo ese “titulillo”, me imagino que no le haría mucha gracia que se lo desvirtuaran tanto. Pero supongo que ya debía estar acostumbrada porque lo de los títulos largos es manía personal suya, que si no basta leer los de algunas otras películas suyas que, sin alcanzar tanta longitud, no tienen desperdicio:
Film d'amore e d'anarchia, ovvero stamattina alle 10 in Via dei Fiori nella nota casa di tolleranza (1973),
Travolti da un insolito destino nell'azzurro mare d'agosto (1974),
La fine del mondo nel nostro solito letto in una notte piena di pioggia (1978) … A mí me resultan sugerentes, me gustan.