William Cavendish, tercer duque de Devonshire y virrey de Irlanda, llevó a sus ojos lacrimosos el pañuelo que Molly le había bordado. Gesto furtivo, mas no lo suficiente para que lady Catherine dejara de fijarse en la prenda ilícita. Por un brevísimo instante cruzaron los cónyuges sus miradas y el fastidio emborronó de golpe la densa amalgama de confortadoras emociones que henchía su alma. No hay derecho, pensó, a que tan desagradables nimiedades domésticas se me entrometan, y de la dignidad ilustre de su cargo y linaje extrajo fuerza para expelerlas. Quería prolongar cuanto posible la exaltación a que había arribado su espíritu durante esas casi dos horas, culminada con la sublime pieza coral que aún resonaba en su cerebro, el más grandioso himno a la gloria de Dios, "Rey de reyes y Señor de señores". A este alemán le ha inspirado el propio Rey David, ésta es la música que ha de acompañar la lectura de los Salmos. Aleluya, musitó sonriendo beatíficamente, doy gracias al Creador y me regocijo en recibir tan grandes favores de su mano. Porque no se le ocultaba al duque que ese 13 de abril de 1742, en el decimosexto año del reinado de su majestad Jorge II, el mundo había visto nacer una obra de arte, aunque el mundo fuera esta maldita tierra irlandesa, plagada de papistas tan poco leales a la Corona británica. Y yo he hecho posible este regalo, se dijo, que es aval de mi eternidad. Se equivocaba el orgulloso Lord Teniente de Irlanda, su mecenazgo fue pronto olvidado. Sin embargo, a principios de la década de 1980, su nombre volvería a sonar en el Reino Unido, por ser el tata-tatarabuelo común del príncipe de Gales y de una bulímica rubia que, pese a su anodina apariencia, daría no pocos problemas a la casa real británica.
Hallelujah (El Mesías) - Handel (Karl Ritcher + London Philarmonic Orchestra)
Habría estado bien asistir al estreno de tan famoso oratorio, pero eso sí, como amigo del Duque gobernador que estaría en algún palco, a salvo de las apreturas del público que llenaba más allá de su capacidad habitual la sala del Musick Hall de Fishamble street, una angosta calle que desde el malecón del Liffey llega hasta la plaza de la Catedral de la Santísima Trinidad (Christchurch place), muy cerca del castillo en el que residían los Cavendish. Cuando estuve en Dublín pateé esa zona del casco viejo y pasé por la curva en donde se erigía la sala de conciertos de Mr. Neal. Ahí sigue el estrecho edificio de ladrillo cuya planta baja sigue ocupada por el mismo comercio (Kennan & sons) tal como se ve en un dibujo del Musical Times de 1903, aunque no creo que date de la época de Handel; pero a ambos lados todos son edificios relativamente recientes y del antiguo teatro no quedan más que las puertas, que son el acceso al patio privado de los edificios de vivienda. Para los despistados, en una de las pilastras que enmarcan el ingreso al adyacente hotel George Frederic Handel (inevitable), grabado en la piedra, se da noticia de la efémeride. Cuentan que unas setecientas personas asistieron a esa primera interpretación, pagando sin rechistar la media guinea que costaba la entrada y saliendo admirados, colmadas sus ya entusiastas expectativas. Porque éstas eran altas, que a Handel le precedía su fama, tanto que se prohibió a las damas usar faldas abombadas con aros y a los caballeros portar sus espadas, a fin de hacer hueco en la sala para que cupiera el mayor número posible de espectadores. Casi un año después el oratorio se interpretaría en el teatro del Covent Garden londinense, pero la acogida no fue ni de lejos tan apasionada como la irlandesa. Desde entonces no se pueden contar las veces que la obra ha sonado a lo largo de todo el mundo, con el Aleluya como pieza estrella, que todos hemos escuchado, especialmente en Navidad, a la que se asocia sin demasiada lógica.
Hallelujah (El Mesías) - Handel (Andrea Bocelli & Cecilia Bartoli, 1997)
Nada que ver la canción del oratorio más famoso de Haendel con el Hallelujah que publicó en 1984 un judío de Montreal, enamorado de Lorca y ferviente lector de la Biblia. Un aleluya profano, una canción de amor acabado que remite al Dios de David que quizá esté allá arriba (maybe there's a god above). Confesaré que me encanta este tema de Leonard Cohen, uno más entre tantos suyos que me gustan empezando por los de los dos primeros albumes que me retrotraen a mis quince años. Gran tipo el canadiense. Pese a mi aprecio, la verdad es que no escuché el Various Positions en su momento (1985); por aquel tiempo, tenía algo distraído a Cohen.
Hallelujah - Leonard Cohen (Various Positions, 1984)
Curiosamente, recuperé la costumbre gracias a un CD de homenaje que me regalaron en el 92 (I am your fan, se llama, aludiendo al que entonces era su último LP). En ese disco oí por primera vez el Hallelujah, pero en la voz de John Cale, el galés que con Lou Reed fue alma mater de la warholiana Velvet Underground para luego dedicarse a componer música inclasificable (desde bodrios infumables hasta genialidades) y a tocar todos los instrumentos iniminagibales. Poco después descubriría a Jeff Buckley en el único álbum de estudio que publicó en vida y ahí estaba también la que muchos consideran la mejor versión del Hallelujah, afirmando incluso que LC la compuso para que una década después la interpretara el malogrado cantautor californiano antes de que el lobo de Memphis se lo tragara para siempre.
Hallelujah - John Cale (I'm your Fan, 1991)
Hallelujah - Jeff Buckley (Grace, 1994)
Es arriesgado, amén de fútil, ordenar de mejor a peor, algo a lo que son tan aficionados los americanos, y con esta canción el ejercicio es bastante complicado, aunque solo sea por la cantidad de cantantes que la han grabado (la wiki inglesa dice que más de 300) con diversas modificaciones y añadidos a los versos originales de Cohen. El propio autor, en una entrevista de 2009, declaraba que le resultaba irónico que se cantara tanto cuando en su momento la discográfica se planteó no incluirla en el disco. Yo tengo diez versiones de esta canción que no son pocas. Algunas bastante recientes, como las de Linda Perry en sus Iphone Sessions (ella sola al piano, un sonido no todo lo bueno que sería deseable), de Neil Diamond (quizá la más flojilla en mi opinión, de su último disco Dreams), de los Tangerine Dream, los abueletes alemanes de la música electrónica (no precisamente uno de mis géneros favoritos) que en su Under Cover de 2010 repasaron unos cuantos clásicos del rock con un resultado más que aceptable, y la que hacen los Bon Jovi en el DVD de su concierto en el Madison Square Garden neoyorkino.
Hallelujah - Tangerine Dream (Under Cover, 2010)
Curiosamente, en 2004 tres cantautores canadienses graban la famosa canción de su paisano: Rufus Wainwright (para la banda sonora de Shrek), Allison Crowe (Tidings) y k.d. lang (Hymns of the 49th Parallel). Los dos primeros son descubrimientos recientes (demasiado jóvenes para mí) y los tengo poco escuchados pero lo suficiente para confirmar que son buenos. A k.d. lang la conozco desde hace bastante más y ya tenía algunos discos suyos, aunque tampoco el country sea lo que más me pone. Pero el disco al que me refiero es otra cosa, una magnífica revisión de los "himnos" de la música reciente canadiense (el paralelo 49 marca la frontera con los USA): Neil Young, Joni Mitchell, Bruce Cockburn, Jane Siberry y, por supuesto, Leonard Cohen y su Hallelujah. Para cerrar el círculo he de citar la brillantísima interpretación del propio autor, con setenta y tres largos, en su sensacional concierto en el O2 Arena londinense.
Hallelujah - k.d. lang (Hymns of the 49th Parallel, 2004)
Hallelujah - Leonard Cohen (Live in London, 2008)
Alabad a Yahveh o Laudate Dominum, en cristiano. Alabar a Dios ha sido siempre, en judíos y cristianos, motivo de alegría. O más bien, diría yo, cuando se está alegre ha de alabarse a Dios quien en su omnipotente magnanimidad nos concede la alegría, así que alabémosle en jubilosa alegría o, quizá, en prevención temerosa de que cambie su voluntad, que desde el Antiguo Testamento es sabido que el Señor es veleidoso. Sea por lo que sea, el Aleluya se entona cuando se está alegre (no confundir con el Eureka de Arquímedes, que procede en ocasiones parecidas pero no iguales).
Algunos aleluyas más, distintos, guardo en mi discoteca que poco a poco voy ordenando en el disco duro. El más añejo (después del de Haendel, claro) es una pieza compuesta en 1927 por Vincent Youmans, Clifford Grey y Leo Robin para Hit the Deck, un musical de Broadway. Tengo una versión de Benny Goodman en un disco remasterizado en los noventa a partir de viejas grabaciones de la década de los treinta (con un clarinete juguetón), otra cantada por una Ella Fitzgerald jovencísima, una tercera del gran Charlie Parker (tan admirado por mi admirado Cortázar) y, por último una magnífica de Lionel Hampton y Oscar Peterson.
Algunos aleluyas más, distintos, guardo en mi discoteca que poco a poco voy ordenando en el disco duro. El más añejo (después del de Haendel, claro) es una pieza compuesta en 1927 por Vincent Youmans, Clifford Grey y Leo Robin para Hit the Deck, un musical de Broadway. Tengo una versión de Benny Goodman en un disco remasterizado en los noventa a partir de viejas grabaciones de la década de los treinta (con un clarinete juguetón), otra cantada por una Ella Fitzgerald jovencísima, una tercera del gran Charlie Parker (tan admirado por mi admirado Cortázar) y, por último una magnífica de Lionel Hampton y Oscar Peterson.
Hallelujah - Lionel Hampton with Oscar Peterson (Verve Jazz Masters 26, 1994)
Pasando del jazz al rythm&blues (por eso de aceptar los encasillamientos), hay que destacar el Hallelujah, I love her so, del primer disco de Ray Charles. Este tema también ha sido versionado hasta la saciedad y encuentro tres más en mi disco duro: de la ya citada Ella Fitzgerald, de un Stevie Wonder que era poco más que un crío en un disco de homenaje a su "tío" Ray, y finalmente, para que no todos sean negros, de la malograda y no demasiado conocida Eva Cassidy.
Hallelujah, I love him so - Eva Cassidy (American Tune, 2003)
Todavía más Aleluyas, ahora del universo rockero. Por ejemplo, la balada heavy de los Deep Purple que tengo en un disco raro de 1978 (Singles) pero que creo que no lo incluyeron en ninguno de los álbumes de su buena época (ésos que sonaban en las fiestas a las que asistía durante la universidad). También los U2 compusieron allá por el 87 su Hallelujah, here she comes, que salió como single y me aparece en el CD The Best of 1980-1990/The B-sides; una cancioncilla muy alegre, desde luego, aunque no tenga nada de sagrada. Y otra más que he encontrado es una compuesta por los chicos de R.E.M. e incorporada como inédita en su doble álbum recopilatorio de despedida del 2011, con la inconfundible e hipnóticamente envolvente guitarra de Peter Buck. Alguna más aparecerá a medida que siga ordenando CDs y archivos informáticos, pero de momento aquí lo dejo.
Hallelujah - Deep Purple (Singles, 1978)
Hallelujah - R.E.M. (Part Lies, Part Heart, Part Truth, Part Garbage, 1982 - 2011)
Bueno, y a cuento de qué viene este post tan aleluyero, a lo mejor se pregunta alguno. Pues a que parece que en pocos días voy yo a poder cantar mi aleluya particular, cerrando una etapa de excesiva intensidad laboral, sobre todo a la edad que ya tengo. De momento éste ha sido el primer fin de semana desde ya ni recuerdo en el que no he dedicado ni un minuto a asuntos de trabajo, sino a escuchar música (muchas aleluyas, como puede comprobarse) y relajarme. Confío en volver a recuperar viejas actividades, entre ellas la de escribir en el blog y participar en los que visito, que los tengo muy abandonados.