El primer grupo de los “fracasos de la inteligencia” lo constituyen, para José Antonio Marina, los “fracasos cognitivos” que vienen a ser las negaciones de las evidencias, las seguridades erróneas e invencibles. Marina describe (y critica) varios comportamientos humanos que califica de fracasos cognitivos. Uno de ellos es la superstición.
La superstición, dice el diccionario, es la creencia en vanos presagios producidos por acontecimientos fortuitos o la propensión, debida al temor o a la ignorancia, a atribuir carácter sobrenatural u oculto a determinados acontecimientos. Añade Marina que las supersticiones suelen ser creencias que vienen de antiguo, que han quedado descalificadas por el progreso del conocimiento humano, y sin embargo siguen operando como certezas incuestionables en la mente del supersticioso.
Hasta aquí, nada que objetar, completamente de acuerdo en que la superstición es un fracaso de la inteligencia. Pero ¿cuál es para Marina el ejemplo paradigmático de la superstición? La astrología; más concretamente (creo deducir) el que haya relación entre las posiciones de los astros y el devenir de los acontecimientos mundanos. Eso ya no lo tengo tan claro. Como tampoco me parece demasiado "inteligente" tildar (aunque sea de forma indirecta) de insensato, cuando no de fanático, a los que dan mínima validez a la astrología.
Conste que no voy a defender la validez de la astrología. Lo que me llama la atención es la simpleza con que se etiqueta algo como superstición. Esa simpleza sí que es un fracaso de la inteligencia. Bien es verdad que estamos ante un ensayo ligero, que pretende ser ameno. Seguramente, Marina simplemente ha escogido un ejemplo dando por supuesto que todos (o casi todos) los lectores (que son serios y rigurosos) estarán de acuerdo con el carácter supersticioso de esa "disciplina"; tampoco le interesa profundizar para demostrar que la astrología es, efectivamente, una superstición. No obstante, por idénticas, si no mejores, razones, podría haber escogido la religión cristiana como otro ejemplo de superstición (más precisamente habría que decir de sarta interminable de supersticiones), en especial cuando se supone que hay relación entre la voluntad divina (a la cual se puede implorar) y el devenir de los acontecimientos mundanos. Pero me imagino que este ejemplo habría levantado demasiadas ampollas y no se trata de eso.
La astrología establece que las posiciones de los astros respecto a una persona en el momento de su nacimiento son relevantes en cuanto a su psicología y en el devenir de su vida. Naturalmente, cada uno es libre de creer o no que los astros, su posición relativa, puedan influir en nuestro carácter y que sus futuros tránsitos (perfectamente conocidos: de ahí la posibilidad de predicciones) afecten a nuestra vida. De hecho, que yo sepa, no hay ninguna ley física o similar que explique mínimamente estas hipotéticas relaciones. Pero por muy absurdo que nos pueda parecer, el que algo sea inexplicable desde nuestros conocimientos "científicos" no necesariamente quiere decir que no sea verdad. Y el negar lo que no se sabe explicar racionalmente no es precisamente una actitud racional.
Una actitud racional ante la astrología consiste, de entrada, en verificar, con una muestra suficiente de casos, si hay o no correlación entre los "supuestos" astrológicos y hechos mensurables o identificables objetivamente. El caso de los tránsitos, por ejemplo: La astrología sostiene que determinados "tránsitos" de astros concretos (o combinaciones de astros) sobre ciertos puntos "sensibles" de la carta natal inducen tendencias a acontecimientos también concretos. Pongamos, para ilustrar lo que digo, los tránsitos llamados "de muerte". Conocida (como se conoce) la frecuencia de estos tránsitos, no es demasiado complicado verificar si existe alguna correlación estadística entre los mismos y las muertes de personas concretas (o situaciones objetivas de muerte); o si, por el contrario, las relaciones entre ambos fenómenos es la que cabe esperar del azar.
Hace ya bastantes años cayó en mis manos un libro que recogía estudios de este tipo y que mostraba (no sé con qué rigor) que las tesis de la astrología, sin ser obviamente infalibles, presentaban correlaciones con la realidad mayores de las que cabían esperar del azar. Es decir, sugerían que "algo debía haber"; o, dicho de otra forma, que no era tan evidente que pudiera decirse simplemente: todo eso son paparruchadas.
Por mi parte podría contar unas cuantas "coincidencias" entre la astrología y vivencias de mi historia personal. Las cuales no me llevan a afirmar que lo que dice la astrología sea cierto, pero sí me despiertan una desazón íntima respecto a nuestras seguridades racionales, así como un interés por conocerla algo mejor (más allá de las boberías de los horóscopos de las revistas del corazón).
En todo caso, y vuelvo a lo que iba, muy arriesgadas me parecen esas fáciles descalificaciones de lo que no se conoce desde actitudes pretendidamente racionales. A veces, tan supersticioso es tener prejuicios sobre la verdad de algo como creer de entrada (prejuicios también) que algo es falso. Seguramente lo más racional es la duda. La realidad (la verdad) es muy compleja y puede que no toda sea explicable desde la razón (o desde los instrumentos racionales de los que de momento disponemos). Suelo decirme que la lógica es como un tenedor, muy útil para comer la mayoría de los alimentos. Pero en la realidad también hay sopa.
La superstición, dice el diccionario, es la creencia en vanos presagios producidos por acontecimientos fortuitos o la propensión, debida al temor o a la ignorancia, a atribuir carácter sobrenatural u oculto a determinados acontecimientos. Añade Marina que las supersticiones suelen ser creencias que vienen de antiguo, que han quedado descalificadas por el progreso del conocimiento humano, y sin embargo siguen operando como certezas incuestionables en la mente del supersticioso.
Hasta aquí, nada que objetar, completamente de acuerdo en que la superstición es un fracaso de la inteligencia. Pero ¿cuál es para Marina el ejemplo paradigmático de la superstición? La astrología; más concretamente (creo deducir) el que haya relación entre las posiciones de los astros y el devenir de los acontecimientos mundanos. Eso ya no lo tengo tan claro. Como tampoco me parece demasiado "inteligente" tildar (aunque sea de forma indirecta) de insensato, cuando no de fanático, a los que dan mínima validez a la astrología.
Conste que no voy a defender la validez de la astrología. Lo que me llama la atención es la simpleza con que se etiqueta algo como superstición. Esa simpleza sí que es un fracaso de la inteligencia. Bien es verdad que estamos ante un ensayo ligero, que pretende ser ameno. Seguramente, Marina simplemente ha escogido un ejemplo dando por supuesto que todos (o casi todos) los lectores (que son serios y rigurosos) estarán de acuerdo con el carácter supersticioso de esa "disciplina"; tampoco le interesa profundizar para demostrar que la astrología es, efectivamente, una superstición. No obstante, por idénticas, si no mejores, razones, podría haber escogido la religión cristiana como otro ejemplo de superstición (más precisamente habría que decir de sarta interminable de supersticiones), en especial cuando se supone que hay relación entre la voluntad divina (a la cual se puede implorar) y el devenir de los acontecimientos mundanos. Pero me imagino que este ejemplo habría levantado demasiadas ampollas y no se trata de eso.
La astrología establece que las posiciones de los astros respecto a una persona en el momento de su nacimiento son relevantes en cuanto a su psicología y en el devenir de su vida. Naturalmente, cada uno es libre de creer o no que los astros, su posición relativa, puedan influir en nuestro carácter y que sus futuros tránsitos (perfectamente conocidos: de ahí la posibilidad de predicciones) afecten a nuestra vida. De hecho, que yo sepa, no hay ninguna ley física o similar que explique mínimamente estas hipotéticas relaciones. Pero por muy absurdo que nos pueda parecer, el que algo sea inexplicable desde nuestros conocimientos "científicos" no necesariamente quiere decir que no sea verdad. Y el negar lo que no se sabe explicar racionalmente no es precisamente una actitud racional.
Una actitud racional ante la astrología consiste, de entrada, en verificar, con una muestra suficiente de casos, si hay o no correlación entre los "supuestos" astrológicos y hechos mensurables o identificables objetivamente. El caso de los tránsitos, por ejemplo: La astrología sostiene que determinados "tránsitos" de astros concretos (o combinaciones de astros) sobre ciertos puntos "sensibles" de la carta natal inducen tendencias a acontecimientos también concretos. Pongamos, para ilustrar lo que digo, los tránsitos llamados "de muerte". Conocida (como se conoce) la frecuencia de estos tránsitos, no es demasiado complicado verificar si existe alguna correlación estadística entre los mismos y las muertes de personas concretas (o situaciones objetivas de muerte); o si, por el contrario, las relaciones entre ambos fenómenos es la que cabe esperar del azar.
Hace ya bastantes años cayó en mis manos un libro que recogía estudios de este tipo y que mostraba (no sé con qué rigor) que las tesis de la astrología, sin ser obviamente infalibles, presentaban correlaciones con la realidad mayores de las que cabían esperar del azar. Es decir, sugerían que "algo debía haber"; o, dicho de otra forma, que no era tan evidente que pudiera decirse simplemente: todo eso son paparruchadas.
Por mi parte podría contar unas cuantas "coincidencias" entre la astrología y vivencias de mi historia personal. Las cuales no me llevan a afirmar que lo que dice la astrología sea cierto, pero sí me despiertan una desazón íntima respecto a nuestras seguridades racionales, así como un interés por conocerla algo mejor (más allá de las boberías de los horóscopos de las revistas del corazón).
En todo caso, y vuelvo a lo que iba, muy arriesgadas me parecen esas fáciles descalificaciones de lo que no se conoce desde actitudes pretendidamente racionales. A veces, tan supersticioso es tener prejuicios sobre la verdad de algo como creer de entrada (prejuicios también) que algo es falso. Seguramente lo más racional es la duda. La realidad (la verdad) es muy compleja y puede que no toda sea explicable desde la razón (o desde los instrumentos racionales de los que de momento disponemos). Suelo decirme que la lógica es como un tenedor, muy útil para comer la mayoría de los alimentos. Pero en la realidad también hay sopa.
CATEGORÍA: Creencias y descreencias
POST REPUBLICADO PROVENIENTE DE YA.COM
Pues cómo te diría yo...ser trece en la mesa, romper un espejo, pasar por debajo de una escalera, que se me cruce un gato negro, derramar sal, regalar algo negro, etc.etc. no deja de producirme un cierto escalofrío, jajaja! Nunca se sabe,como tú bien dices.
ResponderEliminarComentado el Miércoles, 24 Mayo 2006 12:31
Hace años decidí que la astrología no iba a influir en mi vida... es más... (y va en serio) tengo que ponerme a pensar cual es mi signo zodiacal porque no me lo sé, como la gran mayoría de las personas, de memoria. Yo decido mi vida y si hay "algo más", fenomenal, pero no me da de comer.
ResponderEliminarNo rechazo las supersticiones, ahí están y yo estoy aquí, sin mezclarnos. Me gustan los gatos (y los negros son preciosos) y si se derrama la sal, pues se recoge y lo que no se puede, se limpia. Tal vez soy demasiado racional.
Besos de una maia.
Comentado el Miércoles, 24 Mayo 2006 14:05 (Web)
Hola Miroslav,
ResponderEliminarEstamos trabajando en la optimización y limpieza del sitio web https://www.joseantoniomarina.net/.
Hemos detectado que en su sitio aparecen links a nuestra web sin protocolo de seguridad [http://www.joseantoniomarina.net/] necesitamos su ayuda para actualizar o eliminar esos enlaces de su sitio. Su sitio es perfectamente legítimo, solo estamos tratando de corregir el máximo número de enlaces que sea posible ya que es importante que corrijamos/eliminemos los enlaces que dañan el tráfico a nuestro sitio web.
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