El lunes pasado almorcé con P. Hacía tiempo que no nos veíamos y hacía bastante más tiempo que no teníamos ocasión de hablar relajada y largamente (desde bastante antes de mi separación). Tenía ganas de hablar P, tenía ganas de poner sobre la mesa de ese restaurante de pueblo en que sólo estábamos nosotros dos sus desazones que callaba.
Gran parte de la conversación paseó por su matrimonio. A medida que entraba en calor, que íbamos encajando las piezas de la confianza, fue disparando los flashes que reflejaban, aunque fuera en destellos puntuales, su mar de fondo. Quiere a M y M le quiere a él, pero ya no hay pasión, la cotidianeidad agobia en exceso (ambos trabajan y mucho), las tres niñas son una presencia continua y castradora. Por cierto, M lleva un retraso (muy corto todavía) y tiene náuseas. P me dice que no puede ni concebir tener un cuarto hijo, siente pánico ante esa posibilidad.
Las cosas que me contaba me iban dibujando una imagen hasta cierto punto parecida a la de mis últimos años de matrimonio. La principal diferencia: que entre ellos se mantiene la cadena fuerte de las responsabilidades paternales compartidas. La principal semejanza: que la comunicación va desvaneciéndose cada vez más.
Hablamos un buen rato sobre su vida sexual (y también sobre la mía: la actual y la de mis últimos años matrimoniales). En este aspecto se centran varias de sus insatisfacciones. De esas insatisfacciones no habla con M; de hecho, follan apenas una vez al mes. Tampoco mi ex-mujer y yo hablábamos de sexo, y dejábamos que la resignación se fuera imponiendo, que la libido fuera apagándose; en los últimos años, el sexo era poco más que un desahogo ocasional y meramente biológico.
El día anterior había visto una película que es una obra maestra sobre la incomunicación (no estoy hecho para ser amado). Un hombre que deja que su vida transcurra sin ser capaz de expresar sus verdaderos sentimientos; pero ni él ni los personajes con los que se relaciona. Hay una escena brillante, en la que dialoga con la mujer a la que ama (y por la cual es amado) y ninguno de ambos es capaz de decir lo que siente, lo que verdaderamente anhela. ¡En qué gran medida es nuestra gilipollez, nuestra incapacidad de comunicarnos (miedos y pudores absurdos), la causante de nuestra infelicidad!
Pensaba en la película, pensaba en mi propia torpeza comunicativa y emocional, pensaba en la bobería consustancial al ser humano ... pensaba en todas esas cosas mientras P me contaba que se estaba planteando aventuras extraconyugales, que necesitaba recursos externos antes de la resignación abúlica a la que se veía encaminado. Y le dije (¿qué otra cosa le iba a decir?) que buscara esos recursos con M.
Que hablara con M, que le propusiera dedicarse mutuamente tiempo, que ambos se lo tomaran como un deber, como algo que habían de hacer. Que organizara escapadas periódicas, frecuentes. Tienen una chica que se ocupa de los niñas, así que ... ¿por qué no marcharse todos los sábados solos a ocuparse el uno del otro? Y en esas escapadas, vivir las fantasías que no se atreve a plantearle a ella ... En fin, tomarse en serio el divertirse juntos, el recuperar la complicidad, el erotismo. Y sin ponerse límites.
Luego, ya yo solo en el tren, pensaba en lo claras que se ven las cosas después de haberlas vivido (habiendo hecho lo contrario de lo que ahora aconsejo).
POST REPUBLICADO PROVENIENTE DE YA.COM
Buenísimo el post Miroslav, sobre todo el final. ¿Por qué será tan fácil aconsejar sobre los problemas ajenos si cuando nos tocó vivirlos actuamos, con todo el convencimiento, de forma diametralmente opuesta a lo que pensamos ahora? Cuando se toma cierta distancia todo parece más fácil,somos espectadores que se inclinan por la solución más sensata; la sabiduría del desapego. Pero no, si estamos hasta el cuello en un problema, se produce tal bloqueo emocional, afectivo e incluso sensorial, que nos impide optar por una solución cuanto menos sencilla. Cuando nos egulle nustro caos privado nos empeñamos siempre en complicarlo todo.
ResponderEliminarBesitos lindo
Comentado originalmente Viernes, 23 Junio 2006 01:48