La identidad colectiva es el sentimiento de pertenencia a un grupo; hago míos atributos colectivos. Ese grupo puede ser religioso, nacional, étnico, cultural ... Dice Todorov que la identidad colectiva es necesaria. ¿Por qué? Porque el ser humano necesita sentirse reconocido socialmente, sentirse aceptado, reconocerse en la mirada del otro. Y cuando las otras formas de reconocimiento (las basadas en sus cualidades individuales) no le son accesibles, el hombre recurre (requiere) la identidad colectiva.
A mí, las identidades colectivas me dan yuyu. Reconozco que no hay por qué demonizarlas radicalmente. Digamos que, en dosis adecuadas, pueden no estar mal (amén de ser necesarias). Pero, la necesidad de esos atributos colectivos como señas de identidad personal no es, en el fondo, sino la admisión de nuestro fracaso individual, de nuestras carencias personales. Caricaturizando un poco: cuanta más identidad colectiva, menos identidad individual. Otra conclusión, quizás también simplista: a medida que uno crece en su maduración y mejoramiento personal, debe irse desprendiendo de lastres de identidad colectiva.
Lo que sí parece comprobado es que hay una cierta correlación inversa entre el predominio de los valores identitarios colectivos y la capacidad intelectual. Yendo a temas más concretos: hay una correlación entre los votantes de partidos nacionalistas populistas (¿qué partido nacionalista no es populista?) y el bajo nivel educacional. También está más que comprobado como los discursos nacionalistas no son sino la musiquilla que se pone a las masas para que, distraídas, permitan a los dirigentes nacionalistas repartirse entre ellos el pastel. El nacionalismo populista ha conseguido ser de verdad interclasista: votan los pobres para que manden los ricos (y sigan enriqueciéndose).
En esta tierra en la que vivo, el partido que gobierna (nacionalista populista) ya ha empezado su campaña electoral (¡y falta casi un año!). El slogan es “sentir Canarias”. El viejo sofisma nacionalista: si eres canario (si sientes Canarias) sólo puedes votar a Coalición Canaria; o dicho de otra forma: si no votas a Coalición Canaria no eres canario de verdad (no sientes Canarias). En vez de tanto rollo, alguien debería mostrar públicamente las rentabilidades individuales (para los dirigentes de CC) de este emotivo discurso nacionalista.
El caso es que la cantinela funciona electoralmente y, en consecuencia, permite mantener el chiringuito (que no es otro que el control político-económico de la situación). Pero para lograr esta finalidad evidente, el sistema produce, entre otros efectos, la progresiva estupidización de la masa social, la progresiva anulación de la capacidad crítica (con la descalificación pronta de los disidentes que se atreven a hacer uso de la racionalidad). Ya es sabido: cuanto más bajo el nivel cultural y crítico de una sociedad mejor germina el caldo nacionalista, más identidad colectiva necesita.
Dice Vargas Llosa en un artículo de este domingo en El País que las identidades colectivas son campos de concentración (cito de memoria, por aproximación). Me gusta la metáfora.
A mí, las identidades colectivas me dan yuyu. Reconozco que no hay por qué demonizarlas radicalmente. Digamos que, en dosis adecuadas, pueden no estar mal (amén de ser necesarias). Pero, la necesidad de esos atributos colectivos como señas de identidad personal no es, en el fondo, sino la admisión de nuestro fracaso individual, de nuestras carencias personales. Caricaturizando un poco: cuanta más identidad colectiva, menos identidad individual. Otra conclusión, quizás también simplista: a medida que uno crece en su maduración y mejoramiento personal, debe irse desprendiendo de lastres de identidad colectiva.
Lo que sí parece comprobado es que hay una cierta correlación inversa entre el predominio de los valores identitarios colectivos y la capacidad intelectual. Yendo a temas más concretos: hay una correlación entre los votantes de partidos nacionalistas populistas (¿qué partido nacionalista no es populista?) y el bajo nivel educacional. También está más que comprobado como los discursos nacionalistas no son sino la musiquilla que se pone a las masas para que, distraídas, permitan a los dirigentes nacionalistas repartirse entre ellos el pastel. El nacionalismo populista ha conseguido ser de verdad interclasista: votan los pobres para que manden los ricos (y sigan enriqueciéndose).
En esta tierra en la que vivo, el partido que gobierna (nacionalista populista) ya ha empezado su campaña electoral (¡y falta casi un año!). El slogan es “sentir Canarias”. El viejo sofisma nacionalista: si eres canario (si sientes Canarias) sólo puedes votar a Coalición Canaria; o dicho de otra forma: si no votas a Coalición Canaria no eres canario de verdad (no sientes Canarias). En vez de tanto rollo, alguien debería mostrar públicamente las rentabilidades individuales (para los dirigentes de CC) de este emotivo discurso nacionalista.
El caso es que la cantinela funciona electoralmente y, en consecuencia, permite mantener el chiringuito (que no es otro que el control político-económico de la situación). Pero para lograr esta finalidad evidente, el sistema produce, entre otros efectos, la progresiva estupidización de la masa social, la progresiva anulación de la capacidad crítica (con la descalificación pronta de los disidentes que se atreven a hacer uso de la racionalidad). Ya es sabido: cuanto más bajo el nivel cultural y crítico de una sociedad mejor germina el caldo nacionalista, más identidad colectiva necesita.
Dice Vargas Llosa en un artículo de este domingo en El País que las identidades colectivas son campos de concentración (cito de memoria, por aproximación). Me gusta la metáfora.
POST REPUBLICADO PROVENIENTE DE YA.COM
es muy aburido todo lo ke dicen cinceramente todo es un ascooooooooooo!!!!!!!1
ResponderEliminarjejejejeje y +++++ jejeje
Comentado originalmente el Jueves, 3 Enero 2008 23:34