Leo en el blog de Eva que, como ritual de fin de año, escribe en una hoja de papel todos los acontecimientos importantes que le han sucedido y trata honestamente de analizarlos para obtener las adecuadas enseñanzas. Nunca he sido proclive a balances pero, en esta última época de mi vida, estoy escribiendo mucho sobre lo que me pasa y sobre lo que siento (de ahí el blog) justamente para tratar de entenderme, aclararme y, por supuesto, procurar mejorar (o intentar ser lo más feliz posible, que viene a ser lo mismo). Así que voy a intentar copiar el ritual de Eva.
En lo personal, en lo que se refiere a mi estado interior, creo que puedo pensar que el año transcurrido ha significado una progresiva mejora. Desde luego, me siento ahora mucho más en paz y a gusto conmigo mismo y mis circunstancias impuestas que a finales del año pasado. El tiempo lo cura todo (dicen) y, sobre todo, el tiempo va suavizando los acontecimientos, dejándote ver otras perspectivas de los mismos que en su momento no percibías. Pero que haya avanzado no se debe (sólo) al paso del tiempo; ha puesto bastante de mi parte (creo, aunque sea inmodesto decirlo). Hacia el final de la que llaman fase de duelo, el año pasado, me di cuenta de que había de aprovechar el palo recibido para transformar muchas cosas dentro de mí. No fue una conclusión racional; o no lo fue inicialmente, sino en todo caso como reflexión posterior a una serie de fogonazos emocionales, casi a modo de revelaciones sorprendentes (algunas veces me he referido a esos grifos que sentí que se me abrían por dentro). Así que creo que debo estar moderadamente orgulloso de cómo me he portado. Todo lo que nos ocurre en la vida son oportunidades para nuestro crecimiento personal, pero no basta con que ocurran, hay que esforzarse (no es gratis) en aprender de ellas.
Por supuesto el mérito no es sólo mío. Digamos que he tenido suerte en cruzarme con personas que me han acompañado en este año y me han aportado bastante. Las conversaciones con Maricarmen me fueron valiosísimas en la transición del dolor a la ilusión; varios amigos (la mayoría amigas, la verdad) de antes que estuvieron ahí, algunos de ellos sorprendiéndome (y supongo que también yo a ellos) con la nueva relación (más cercana) que se planteaba entre nosotros. Y en abril apareció K, que me ha dado (me sigue dando) tanto, con quien he vivido muchos momentos que -sin cinismos de ningún tipo- he de incluir en el esquivo concepto de felicidad. Y otras personas nuevas que he conocido (que estoy realmente conociendo), algunas de ellas plenas de atractivos y, sobre todo, buenas y honestas.
Así que, gracias a todas ellas porque han contribuido mucho a que ahora me de yo mismo buena nota en este balance anual. La cual no significa que haya llegado a ninguna meta (a donde seguramente no se llega nunca) sino que "progreso adecuadamente".
Ha habido este año también acontecimientos tristes. Ahora me vienen a la cabeza los dos más dolorosos: las muertes de Luis y Ángel ... He dejado de escribir un rato mientras veía sus caras (¡con qué claridad!) en mi mente. Ya no están; no puedo escribir nada más al respecto.
También ha sido triste la retirada de Enrique. Ha sido durante 15 años mi jefe directo, el mejor jefe que una persona como yo podía tener. Es además una excelente persona y un buen amigo. Con su marcha se cierra una etapa en mi trabajo y se acentúa la crisis que vivo respecto al mismo. Todo el año me he debatido entre seguir o irme, pedir una excedencia y probar otros ambientes (tengo algunas ofertas). En materia laboral el balance sería que sigo con parecida confusión a la que estaba a principios de año. Bueno, quizás haya despejado algunas incógnitas, pero permanecen muchas dudas. Imagino que, en un sentido u otro, la cuestión se dilucidará en 2007. Las decisiones son como las manzanas, muchas veces más que arrancarlas conviene dejar que caigan de maduras.
Ha sido este un año de muchas lecturas. Ahora me entran ganas de hacer una lista de los libros devorados, pero es un poco ridículo. En contra de lo que era habitual en mí, seguramente este año los ensayos han superado a las obras de ficción. He leído muy "intencionalmente"; es decir, buscando lo que me iba interesando en cada momento. Soy muy disperso en mis intereses, pero aún así ha habido temas que han acumulado más lecturas, respondiendo a mi etapa psicológica de desconciertos. Pero, además de los libros, este ha sido el año del descubrimiento de los blogs y, sin duda, sus lecturas han llenado muchas de mis horas y avivado mis intereses.
Más cosas; viajes, por ejemplo. No ha estado mal el año. Por supuesto, el viaje más completito fue el del mes de julio: 15 días recorriendo el Lazio (recién hace un mes terminé de ordenar las más de 500 fotos). Pero también varios viajitos cortos a la península (Madrid, Barcelona, Zaragoza), cada uno con su particular motivo al que se sumaban siempre sorpresas, agradables las más. Y además he de contar los saltos a las islas vecinas y las escapaditas de relax de fin de semana. En fin, que (sobre todo comparando con el año anterior), 2006 ha sido bastante más que aceptable en cuanto a mi movilidad. Y me gustaría que la racha continuase o, mejor, se incrementase. Tengo que investigar sobre las ofertas que por ahí pululan (por ejemplo, ir un día al aeropuerto y coger un charter prácticamente gratis al sitio de Europa que sea) y aprovechar de la reciente implantación en mi isla de compañías low cost. Se pasa muy bien viajando; era algo que había ido perdiendo en los últimos años y que he de fomentar.
En el lado de las cosas "malas" que me han pasado tengo que poner el accidente de coche que tuve el 15 de octubre. Por más que me esfuerzo, siguiendo los consejos de Eva, no logro verle el lado bueno. El coche ya ha sido dado de baja (su arreglo costaba más que su valor de mercado), lo cual ha aportado un "argumento" a la rabia de mi ex-mujer. Por suerte, el chaval que conducía el otro parece que ha salido bien parado si pienso en lo que pudo haber sido (fractura de cadera de la que está recuperándose). La ansiedad que sentí durante las dos primeras semanas ya no existe, por supuesto, pero me han quedado algunos efectos: conduzco con cierta tensión e incomodidad y siempre que paso por los semáforos fatídicos me viene el recuerdo desasosegante. La historia no ha acabado porque recibí el viernes una citación para acudir a declarar al Juzgado pasado Reyes. Parece ser que me han denunciado. Obviamente mantendrán que fui yo quien se saltó el semáforo a fin de ser indemnizados por mi seguro (su coche, por cierto, circulaba sin seguro). Procuraré que el trance pase lo más rápido posible y sin que me afecte demasiado en mi tranquilidad anímica. Ya veremos.
Pues me parece que voy a dejar ya esto del balance. Uno empieza a pensar en los acontecimientos del año que se va y, de pronto, se encuentra con que ha escrito demasiado y todavía le quedan cosas por revisar. En fin, como muestra un botón, básicamente porque no tengo más tiempo que hay que hacer otras cosas.
PS: Tendría, por ejemplo, que haber recordado los cines, teatros, conciertos y demás espectáculos de los que he disfrutado este año. Como no hay tiempo destacaré sólo el fantástico concierto del Boss en Las Ventas. Para recordarle ahí va una canción suya en vivo (que, por supuesto, no tocó en Madrid).
Streets of Philadelphia - Bruce Springsteen (Philadelphia, 1994)
CATEGORÍA: Irrelevantes peripecias cotidianas
A mí, hacer balances me estresa
ResponderEliminarComentado originalmente el Martes, 9 Enero 2007 20:54