Tengo una buena amiga que está preocupada por su hija de 17 años y no sabe muy bien cómo actuar. Si bien desde hace unos años había captado signos aislados, en este último mes ha "descubierto" que la chica es lesbiana. Para ser preciso, habría que decir que no es absolutamente seguro, pero hay indicios que son mucho más que esos; tampoco es cuestión de detallarlos, pero permiten llegar a un convencimiento más que razonable de que le atraen sexualmente las mujeres.
Para mi amiga, descubrir la homosexualidad de su hija no ha sido plato de buen gusto, y no puede evitar que se le apelotonen confusamente muchos sentimientos, la mayoría de ellos nada positivos. Las emociones que están sacudiendo a mi amiga son, según compruebo en la web de la AMPGIL, las normales y poco tienen que ver con su actitud ética, ideológica o como quiera llamarse hacia la homosexualidad, sino más bien con los condicionantes culturales que llevamos adheridos muy dentro. Es éste otro ejemplo de la fuerza de nuestros prejuicios casi atávicos que, en situaciones en las que de verdad nos sentimos afectados, desbancan a los que creemos que son nuestros valores, nuestros planteamientos racionales ante la vida.
Aún así, quiero creer que estos "shocks" emocionales son transitorios y reconducibles hasta alcanzar el equilibrio entre lo que se siente y lo que se piensa. Cuando se trata de un hijo, además, imagino que es bastante más que probable que el amor haga modificar, incluso los planteamientos previos de padres homofóbicos, aunque supongo que en un proceso más conflictivo y traumático. Afortunadamente, no es éste el caso de mi amiga.
Pero, más que los sentimientos que le embargan al enfrentarse a la idea de que su hija sea lesbiana, cómo se siente ella es lo que de verdad preocupa a mi amiga. Porque, a partir de lo que ha descubierto, imagina que la chica lo está pasando mal, llena de inseguridades sobre sí misma y sobre los demás. Lo imagina porque su hija no le ha dicho nada; no sólo eso, sino que alguna vez que entre ambas ha surgido el tema de la homosexualidad la chica ha expresado posiciones homofóbicas, de rechazo radical (qué asco). Hace unos días, cuando ya mi amiga empezaba a sospechar, trató de hablar con ella, de darle pie a que le contara, y fue cortada inmediatamente con una negación tajante (mamá, qué estás diciendo, cómo se te ocurre).
Y en este punto está la verdadera preocupación de la madre: en no poder (o no saber) cómo ayudar y apoyar a su hija, quien sin duda la necesita. Poco puedo yo aconsejarla; no he vivido esta situación y, por otro lado, tampoco he sido demasiado afortunado en el tratamiento de mi hijo durante su adolescencia; maldita y complicada etapa. Para colmo, esta madre no puede hacerse conocedora de lo que sabe porque, si su hija supiera cómo ha llegado a averiguarlo, es más que probable que se rompiera toda posibilidad de tender puentes entre ambas. Mi amiga habrá de buscar ayuda entre quienes de esto tengan experiencia y, sobre todo, cargarse de amor y paciencia.
CATEGORÍA: Todavía no la he decidido
Para mi amiga, descubrir la homosexualidad de su hija no ha sido plato de buen gusto, y no puede evitar que se le apelotonen confusamente muchos sentimientos, la mayoría de ellos nada positivos. Las emociones que están sacudiendo a mi amiga son, según compruebo en la web de la AMPGIL, las normales y poco tienen que ver con su actitud ética, ideológica o como quiera llamarse hacia la homosexualidad, sino más bien con los condicionantes culturales que llevamos adheridos muy dentro. Es éste otro ejemplo de la fuerza de nuestros prejuicios casi atávicos que, en situaciones en las que de verdad nos sentimos afectados, desbancan a los que creemos que son nuestros valores, nuestros planteamientos racionales ante la vida.
Aún así, quiero creer que estos "shocks" emocionales son transitorios y reconducibles hasta alcanzar el equilibrio entre lo que se siente y lo que se piensa. Cuando se trata de un hijo, además, imagino que es bastante más que probable que el amor haga modificar, incluso los planteamientos previos de padres homofóbicos, aunque supongo que en un proceso más conflictivo y traumático. Afortunadamente, no es éste el caso de mi amiga.
Pero, más que los sentimientos que le embargan al enfrentarse a la idea de que su hija sea lesbiana, cómo se siente ella es lo que de verdad preocupa a mi amiga. Porque, a partir de lo que ha descubierto, imagina que la chica lo está pasando mal, llena de inseguridades sobre sí misma y sobre los demás. Lo imagina porque su hija no le ha dicho nada; no sólo eso, sino que alguna vez que entre ambas ha surgido el tema de la homosexualidad la chica ha expresado posiciones homofóbicas, de rechazo radical (qué asco). Hace unos días, cuando ya mi amiga empezaba a sospechar, trató de hablar con ella, de darle pie a que le contara, y fue cortada inmediatamente con una negación tajante (mamá, qué estás diciendo, cómo se te ocurre).
Y en este punto está la verdadera preocupación de la madre: en no poder (o no saber) cómo ayudar y apoyar a su hija, quien sin duda la necesita. Poco puedo yo aconsejarla; no he vivido esta situación y, por otro lado, tampoco he sido demasiado afortunado en el tratamiento de mi hijo durante su adolescencia; maldita y complicada etapa. Para colmo, esta madre no puede hacerse conocedora de lo que sabe porque, si su hija supiera cómo ha llegado a averiguarlo, es más que probable que se rompiera toda posibilidad de tender puentes entre ambas. Mi amiga habrá de buscar ayuda entre quienes de esto tengan experiencia y, sobre todo, cargarse de amor y paciencia.
CATEGORÍA: Todavía no la he decidido
Es duro saber algo que no deberías saber, ayudar sin que se note que estás intentando ayudar o preocuparse por algo que no debería preocuparte porque no deberías saber...
ResponderEliminarEn fin, complicada tarea la de tu amiga. Espero que todo le vaya bien.
Un beso.
La sociedad todavía tiene la fuerza de hacer la homosexualidad siga siendo un problema para aquel que la descubre. Y una madre no puede evitar preocuparse por el sufrimiento que le espera a su hijo o hija debido a la orientación sexual que descubre. Ya sea por el propio castigo que se autoimponga la persona o la que encuentra fuera. Yo tampoco sabría que hacer. De todas formas imaginésmosnos por un momento que nuestra oriencia sexual fuera otra, ¿somos conscientes de que el problema ya no sería tener o no tener un prejuicio?, sino soportar las consecuencias de los prejuicios de los demás. Es una herida abierta sin cicatrizar aún, por muchas leyes que hagan de tirita.
ResponderEliminarEstoy con Amaranta. Supongo que lo que ningún padre quiere es que sus hijos tengan una vida complicada. En el fondo supongo que te gustaría allanarles el camino todo lo que pudieras, aunque por otro lado pienses que aprender a superar dificultades te puede venir bien en otro sentido.
ResponderEliminarNo se pueden dar consejos en casos así. ESpero que con ese amor que caracteriza a las madres sepa encontrar el camino para ayudarla.
ResponderEliminarBesos de una maia.
Supongo que lo único que puede hacer tu amiga, de momento, es callar y esperar a que su hija dé el paso adelante y se lo cuente.
ResponderEliminarLuego, lo único que podrá hacer es darle su apoyo y su cariño. ¿Qué otra cosa puede hacer?
Besos
pues tema complicado sobre todo para la madre. lo mejor dar amor en la sombra, las cosas se aclararan cuando se tengan que aclarar.
ResponderEliminary si al final su hija es lesbian, pues habra que hacerse a la idea, tampoco es nada del otro mundo.. o si?
un bso
Si a su hija le gustan las mujeres tarde o temprano tendrá que aprender a aceptarse ella misma. Sin ese paso es muy difícil que la pueda ayudar nadie. Hace poco tuve que pasar el "trago" de contar a mis padres mi condición bisexual y a pesar de que parece que poco a poco van entendiendo y respetando, al principio es un shock para todos. La gente es muy liberal de boca pero a la hora de la verdad es más difícil aceptar lo diferente. La hija tendrá que aprender que salirse de lo que la sociedad llama normal, no es malo. Espero que las vaya bien. Paciencia y mucho apoyo. edinburgh_2007@hotmail.com
ResponderEliminarEfectivamente , muy complicado para ambas.
ResponderEliminarQuizá la madre tan sólo tenga que estar ahí. Obviar el lesbianismo de su hija, lógicamente preocupante para ella y hacer sentir a su hija en todos los demás aspectos de su vida que ella es alguien con quien contar.
Y entonces su hija cuando se encontrara mal, independientemente de si es a causa de su homosexualidad o no, sabría a dónde acudir.
(qué fácil es opinar desde fuera ;))
Un beso Miro.
Yo también soy adolescente (tengo 17 años de hecho) y realmente me da pena que haya situaciones de ese tipo; no poder ayudar a alguien tan querido cuando más te necesita, y no pq no puedas sino pq no te deja...En fin, supongo que el entorno no familiar influye más de lo que debería. Un saludo
ResponderEliminarPD. magnífico blog/exposición