La reciente detención de Roman Polanski en Suiza está generando un intenso debate del que me llaman la atención dos aspectos distintos pero interrelacionados. En primer lugar la confusión de los argumentos y los datos; resulta difícil, leyendo las "noticias" sobre el caso y sus antecedentes, hacerse una idea clara de lo que pasó o, al menos, suficiente como para contar con elementos de "juicio". De otra parte, que la gran mayoría de quienes expresan su opinión manifiestan un posicionamiento extremo, sea defendiendo o condenando al director franco-polaco. Parece que nos gusta juzgar y, sobre todo, condenar, muy especialmente si el "acusado" es alguien que descolla, una persona célebre por el motivo que sea. Ante esa apetencia, consciente o no, lo de menos son los matices que podrían estropear la contundencia de nuestras condenas. No nos interesa conocer la verdad, con toda su complejidad poliédrica, sino tan solo caricaturizar aquellos aspectos de los hechos que propician un posicionamiento nítido. Las cosas son blancas o negras, y para eso hay que recurrir a las palabras apisonadoras, incuestionables: Polanski es un violador de niñas.
Segun leo en El País de hoy, Polanski conoció a Samantha Gailey, una chica de 13 años, en un restaurante californiano y "prometió endiosarla artísticamente con una serie de fotografías para la revista Vogue". El 13 de febrero el director visitó a la cría y a su madre en su domicilio y ambas dieron su consentimiento a la propuesta. La primera sesión fotográfica se desarrolló en una colina cercana a la residencia de Samantha y no pasó nada delictivo salvo, en todo caso, que la chica accedió a quitarse la parte arriba de la ropa en los últimos posados. En su testimonio judicial dijo que no sabía que iban a tomar ese tipo de fotos y que no le gustó, de modo que pensó en no repetir una segunda sesión. Sin embargo, por lo que ella misma declaró, no da la impresión de que tuviera demasiados reparos en cambiarse continuamente de ropa delante del director y cuesta creer que le sorprendiera la petición de que posara parcialmente desnuda. También uno tiende a pensar (por comentarios ulteriores de su declaración) que la madre lo imaginaba.
Dieciocho días después (el 10 de marzo), Polanski vuelve a la casa de Samantha para llevarla a otra sesión fotográfica. Ella no sólo no se opuso, sino que le apetecía ir; más tarde, hablaría con su madre por teléfono ya desde la casa de Jack Nicholson para decirle que estaba bien y que no quería que fuera a recogerla. Imagino que la niña (y la madre) estaría ilusionada de que un famoso director la introdujera en el mundo del star-system hollywoodiense, una gran oportunidad para entrar en el mundo del cine y hacerse famosa. Fueron primero a una casa donde había más gente y en la que Polanski le tomó varias fotos. Pero luego, con el pretexto de que allí la luz no era buena, el director le propuso desplazarse a la cercana residencia de Nicholson (estaban en la zona de Mulholland Drive, famosa por la película de David Lynch). Leyendo su declaración, no parece que Samantha pusiera reparos, aunque es difícil colegir lo que le estaría rondando por su cabecita.
Al llegar a la casa del actor sólo había una mujer que les abre la puerta y luego les dice que se tiene que ir a trabajar. Antes, los tres toman champán que ofrece Polanski después de que la chica dijera que estaba sedienta. En ningún momento la niña se niega a beber alcohol y en el juicio reconoció que ya lo había hecho varias veces y que sabía lo que era estar borracha. Fuera por nervios o porque le gustaba, la cosa es que durante casi todo el tiempo que estuvieron en esa casa Samantha tuvo una copa de champán en la mano (lo cual no justifica el mal proceder de Polanski, quien vería con complacencia que la chica se estaba embriagando). Hubo unas cuantas fotos en el patio de la casa que enseguida fueron de semidesnudos (sólo con pantis), sin que parezca que esta vez se sintiera incómoda por esas poses. Luego Polanski la llevó a ver el jacuzzi de Nicholson y le dijo que le gustaría fotografiarla allí dentro. Fue entonces cuando Polanski le propuso que llamaran a su madre y ambos hablaron con ella. Hasta ese momento me da la impresión de que la chica no estaba incómoda con la situación; cabe suponer que se sentía halagada por la atención del director y seguro de que ya era consciente de que se sentia atraído por ella. ¿Era entonces Samantha una Lolita nabokoviana coqueteando con el cuarentón segura de que controlaba la situación o una cría inocente que empezaba a asustarse al pensar que podía verse en apuros?
Después de la conversación telefónica, Polanski le enseña una pastilla de qualude partida en tres y le pregunta si cree que podrá conducir después de tomarse una porción. El qualude es un sedante que durante los setenta era bastante popular en los Estados Unidos como droga recreativa, usada especialmente durante las relaciones sexuales porque aumentaba la sensibilidad, la relajación y la euforia y tenía ciertos efectos afrodisíacos. De hecho, Samantha lo conocía e incluso ya lo había probado (con apenas once años). Polanski se tomó su trocito de pastilla y le ofreció otra a la chica, que aceptó. Cuando el ayudante del fiscal le pregunta que por qué lo hizo, ella dice que no sabe, que a lo mejor porque ya estaba un poquito borracha. Las intenciones de Polanski parecen evidentes; las de ella, en cambio, no me quedan tan claras. Todavía a esas alturas de la tarde no debía estar asustada (no insinúa siquiera que el director la presionara); quizá algo confusa pero quizá también curiosa. En todo caso, si es verdad su declaración (sobre cómo se sintió luego) no parece que los efectos de la droga fueran en ella los que cabría haber esperado.
La historia (siempre según la declaración de Samantha ante el Gran Jurado de Los Ángeles) continua con fotos de ella desnuda en el jacuzzi, Polanski desnudándose y metiéndose en el otro extremo de la bañera, ella que, a petición suya, se coloca a su lado y él la rodea con los brazos ... Ahí ya debió sentirse a disgusto y, con la mentira de que sufría asma, sale del jacuzzi. Luego, siempre a instancias de Polanski y sin que a ella le apeteciera, se zambulle en la piscina y nada un largo, sale del agua, se pone su ropa interior, se enrolla en una toalla y pide al director que la lleve a su casa. Pero éste le dijo que se fuera al dormitorio principal de la casa y así lo hizo, esperándolo sentada en un sofá. Según declaró, obedeció porque estaba muy asustada y no se le ocurría qué hacer para volver a su casa. A partir de ese momento, según sus palabras, lo único que quería era acabar con eso, pero, salvo unas débiles protestas, apenas se opuso a todo lo que ocurrió a continuación. "Quería decirle que no, que parase, pero estaba tan asustada que no me salían las palabras". Es creíble, pero también es creíble la declaración de Polanski de que ella se dejaba hacer, de que era "sexo consentido". Naturalmente, con todas las reservas que hay que tener respecto al consentimiento que puede dar una niña de trece años.
Así que llega Polanski y se sienta a su lado y la besa. Luego se agacha delante de ella, le quita las bragas y le practica un cunilingus. Pasados unos minutos, sin que ella se mueva, le abre las piernas y la penetra vaginalmente. Con el pene ya en la vagina, le pregunta si toma la píldora y ella responde que no; entonces quiere saber cuándo ha tenido la última regla y ella dice que no lo recuerda. Oh, exclama el director, pues entonces tendré que correrme en tu culo, ¿te parece bien? Así que le levantó más las piernas y la penetró analmente. Mientras estaban en esas, tocaron a la puerta y él se detuvo y fue a abrir. Samantha aprovechó para ponerse la ropa interior, levantarse y empezar a caminar hacia la puerta. Pero Polanski ya regresaba (después de haber dejado pasar a una mujer, lo que Samantha sabía) y le dijo que volviera a sentarse. La chica se colocó en la misma postura y él recuperó el coito anal hasta que eyaculó, derramándose el semen por las nalgas de ella y sus bragas. Entonces se apartó y Samantha se levantó, fue al baño, se puso su vestido azul y salió al exterior de la casa (antes pasó por la sala e intercambió saludos con la mujer que había llegado) para meterse en el coche del director y ponerse a llorar. Al poco rato salió Polanski quien, con toda normalidad, le dijo que esperara un poco que tenía que hablar con la mujer. A los diez minutos regresó y la llevó a su casa.
Toda la historia proviene, como ya he dicho, de la declaración de la chica ante el Tribunal. A mí, la verdad, no deja de parecerme extraña, llena de pequeñas contradicciones e incongruencias. Desde luego, muchas de estas últimas pueden deberse al sistema dirigido del interrogatorio por el fiscal que intenta probar la culpabilidad de Polanski. Pero, ya se sabe, son los detalles los que dan la verosimilitud y, en este relato, los detalles en muchas ocasiones o faltan o chirrían. Sin ir más lejos, si nos esforzamos por apartar las naturales reacciones emocionales de rechazo ante el comportamiento sexual de Polanski con la cría en el sillón, la escena se nos presenta demasiado absurda como para corresponderse con una violación. ¿Es creíble que el tipo, en ese momento, se preocupe por la posibilidad de que la chica se quede embarazada? Y si lo es, ¿resulta verosímil que opte por el sexo anal y encima le pregunte a ella su opinión? Y lo que me creo menos: ¿cómo logra con tanta facilidad, simplemente alzándole algo más las piernas, penetrar analmente a una niña de trece años, para el coito, y volver sin más a repetir la penetración? No puedo evitar pensar que la descripción de ese episodio algo tuvo que ver con que la sodomía fuera un delito en California. Y no digo que no hubiera sexo anal (ni me creo ni me dejo de creer nada), pero me da que, de haberlo, no fue como lo describió Samantha.
De vuelta en casa, Samantha le contó lo sucedido a su madre quien inmediatamente denunció al director. Al día siguiente la policía lo detuvo bajo la acusación de sodomía, abuso de menor y proveer drogas peligrosas a un menor. Quedó libre bajo una fianza de 2.500 dólares a la espera del juicio. Pocos días después, el 24 de marzo, el juez Rittenband le imputó los siguientes seis crímenes: proveer de sustancias ilegales a una menor, comisión de actos lascivos con una niña de menos de catorce años, mantener relaciones sexuales ilícitas, violación mediante el uso de drogas, perversión y sodomía. Como ya he dicho, Polanski reconoció que había tenido sexo con la niña pero que había sido una relación agradable y delicada, con pleno consentimiento de la menor. En base a una institución corriente en el sistema judicial norteamericano (plea bargain), la fiscalía accedió a retirar los cargos y evitar el juicio a cambio de que Polanski se reconociera culpable del segundo de los delitos que le imputaban. Este acuerdo fue propiciado también por la madre de Samantha quien, según declaró a la prensa por entonces, quería eludir la publicidad de un juicio y los efectos negativos de ésta sobre su hija. Así que, en septiembre de 1977, una vez declarado culpable del cargo de relaciones sexuales ilícitas con una menor, Polanski fue internado en un centro penitenciario por noventa días con la orden de que se le sometiera a un examen psiquiátrico previo a la sentencia. En efecto, al director le sometieron durante 42 días a intensas pruebas psiquiátricas que, según dijo luego en París, le dejaron exhausto.
Legalmente, el asunto debería haber acabado poco después con una sentencia punitiva acorde al delito confesado (que probablemente habría implicado la extradición). Sin embargo, aparece en escena un fiscal de distrito que no intervenía en el caso quien convence al juez Rittenband de que había que castigar al director con una dura condena de cárcel. Parece que le muestra unas fotos de Polanski abrazando a una menor, tomadas en Munich unos meses antes. Es más que probable que esa menor fuera la entonces desconocida Nastassja Kinski quien, con quince años, había participado en un menage a trois con el franco-polaco (y tres años después protagonizaría la estupenda película Tess). La cosa es que los abogados de Polanski le dicen que el juez va a saltarse el acuerdo (contra todos los principios deontológicos de la jurisprudencia norteamericana) condenándole a varios años de cárcel. Como es natural, el tipo se acojona y decide largarse lo antes que pueda. Aprovechando que le habían concedido un permiso, vuela a Londres y de ahí a París, a donde llega el 2 de Febrero de 1978. Ese mismo mes, el Gran Jurado de Los Ángeles decidió posponer indefinidamente la sentencia sobre Roman Polanski.
Para acabar quiero dejar claro que no justifico en absoluto (ni me hace la menor gracia) el comportamiento de Polanski. Incluso aunque Samantha fuera de Lolita seductora dispuesta a todo para conseguir sus anhelos "artísticos", el director no deja de ser un repugnante pervertido dispuesto a aprovecharse de su situación privilegiada. Pero no iba de eso el post (lo obvio no requiere gastar palabras) sino de las verdades a medias (y falsedades) en que vivios por mor de la corrección política. Así, por ejemplo, lo cierto es que si bien fue imputado por varios cargos, sólo se admitió uno de ellos (actos sexuales con una menor). No es verdad como he leído en varios sitios (incluso en periódicos de los llamados "serios") que se haya "probado" que es un violador. Su proceso fue, como reconocen los propios americanos, bastante anómalo y con irregularidades, muy probablemente por deseos de notoriedad de los intervinientes dada la relevancia del protagonista. Dudo mucho que tengamos todos los elementos necesarios para poder pronunciarnos y, sobre todo, para ser capaces de condenar tan alegremente (mucho menos para defenderlo por el simple hecho de ser un señor mayor y excelente director cinematográfico). Pero, en el fondo, ¿nos interesa saber la verdad? ¿Nos interesa conocer el alma humana, con sus miserias y contradicciones? ¿O, por el contrario, pasamos de esforzarnos en entender nada para lanzarnos gozosos a despreciar y condenar y, así, creernos mejores?
Mercedes Sosa, la Negra, ha muerto hoy en Buenos Aires a los setenta y cuatro años. Ha sido una de las más grandes intérpretes de la mejor música hispanoamericana. Me entristece que se haya ido, pese a que este final llevaba ya algún tiempo anunciado. Como homenaje y contrapunto al sórdido asunto de este post pongo la maravillosa canción de Violeta Parra (¿alguién la cantó mejor que la Negra?) aunque, después de un buen rato escuchando la voz de Mercedes, siento la tentación de subir muchas más.
Segun leo en El País de hoy, Polanski conoció a Samantha Gailey, una chica de 13 años, en un restaurante californiano y "prometió endiosarla artísticamente con una serie de fotografías para la revista Vogue". El 13 de febrero el director visitó a la cría y a su madre en su domicilio y ambas dieron su consentimiento a la propuesta. La primera sesión fotográfica se desarrolló en una colina cercana a la residencia de Samantha y no pasó nada delictivo salvo, en todo caso, que la chica accedió a quitarse la parte arriba de la ropa en los últimos posados. En su testimonio judicial dijo que no sabía que iban a tomar ese tipo de fotos y que no le gustó, de modo que pensó en no repetir una segunda sesión. Sin embargo, por lo que ella misma declaró, no da la impresión de que tuviera demasiados reparos en cambiarse continuamente de ropa delante del director y cuesta creer que le sorprendiera la petición de que posara parcialmente desnuda. También uno tiende a pensar (por comentarios ulteriores de su declaración) que la madre lo imaginaba.
Dieciocho días después (el 10 de marzo), Polanski vuelve a la casa de Samantha para llevarla a otra sesión fotográfica. Ella no sólo no se opuso, sino que le apetecía ir; más tarde, hablaría con su madre por teléfono ya desde la casa de Jack Nicholson para decirle que estaba bien y que no quería que fuera a recogerla. Imagino que la niña (y la madre) estaría ilusionada de que un famoso director la introdujera en el mundo del star-system hollywoodiense, una gran oportunidad para entrar en el mundo del cine y hacerse famosa. Fueron primero a una casa donde había más gente y en la que Polanski le tomó varias fotos. Pero luego, con el pretexto de que allí la luz no era buena, el director le propuso desplazarse a la cercana residencia de Nicholson (estaban en la zona de Mulholland Drive, famosa por la película de David Lynch). Leyendo su declaración, no parece que Samantha pusiera reparos, aunque es difícil colegir lo que le estaría rondando por su cabecita.
Al llegar a la casa del actor sólo había una mujer que les abre la puerta y luego les dice que se tiene que ir a trabajar. Antes, los tres toman champán que ofrece Polanski después de que la chica dijera que estaba sedienta. En ningún momento la niña se niega a beber alcohol y en el juicio reconoció que ya lo había hecho varias veces y que sabía lo que era estar borracha. Fuera por nervios o porque le gustaba, la cosa es que durante casi todo el tiempo que estuvieron en esa casa Samantha tuvo una copa de champán en la mano (lo cual no justifica el mal proceder de Polanski, quien vería con complacencia que la chica se estaba embriagando). Hubo unas cuantas fotos en el patio de la casa que enseguida fueron de semidesnudos (sólo con pantis), sin que parezca que esta vez se sintiera incómoda por esas poses. Luego Polanski la llevó a ver el jacuzzi de Nicholson y le dijo que le gustaría fotografiarla allí dentro. Fue entonces cuando Polanski le propuso que llamaran a su madre y ambos hablaron con ella. Hasta ese momento me da la impresión de que la chica no estaba incómoda con la situación; cabe suponer que se sentía halagada por la atención del director y seguro de que ya era consciente de que se sentia atraído por ella. ¿Era entonces Samantha una Lolita nabokoviana coqueteando con el cuarentón segura de que controlaba la situación o una cría inocente que empezaba a asustarse al pensar que podía verse en apuros?
Después de la conversación telefónica, Polanski le enseña una pastilla de qualude partida en tres y le pregunta si cree que podrá conducir después de tomarse una porción. El qualude es un sedante que durante los setenta era bastante popular en los Estados Unidos como droga recreativa, usada especialmente durante las relaciones sexuales porque aumentaba la sensibilidad, la relajación y la euforia y tenía ciertos efectos afrodisíacos. De hecho, Samantha lo conocía e incluso ya lo había probado (con apenas once años). Polanski se tomó su trocito de pastilla y le ofreció otra a la chica, que aceptó. Cuando el ayudante del fiscal le pregunta que por qué lo hizo, ella dice que no sabe, que a lo mejor porque ya estaba un poquito borracha. Las intenciones de Polanski parecen evidentes; las de ella, en cambio, no me quedan tan claras. Todavía a esas alturas de la tarde no debía estar asustada (no insinúa siquiera que el director la presionara); quizá algo confusa pero quizá también curiosa. En todo caso, si es verdad su declaración (sobre cómo se sintió luego) no parece que los efectos de la droga fueran en ella los que cabría haber esperado.
La historia (siempre según la declaración de Samantha ante el Gran Jurado de Los Ángeles) continua con fotos de ella desnuda en el jacuzzi, Polanski desnudándose y metiéndose en el otro extremo de la bañera, ella que, a petición suya, se coloca a su lado y él la rodea con los brazos ... Ahí ya debió sentirse a disgusto y, con la mentira de que sufría asma, sale del jacuzzi. Luego, siempre a instancias de Polanski y sin que a ella le apeteciera, se zambulle en la piscina y nada un largo, sale del agua, se pone su ropa interior, se enrolla en una toalla y pide al director que la lleve a su casa. Pero éste le dijo que se fuera al dormitorio principal de la casa y así lo hizo, esperándolo sentada en un sofá. Según declaró, obedeció porque estaba muy asustada y no se le ocurría qué hacer para volver a su casa. A partir de ese momento, según sus palabras, lo único que quería era acabar con eso, pero, salvo unas débiles protestas, apenas se opuso a todo lo que ocurrió a continuación. "Quería decirle que no, que parase, pero estaba tan asustada que no me salían las palabras". Es creíble, pero también es creíble la declaración de Polanski de que ella se dejaba hacer, de que era "sexo consentido". Naturalmente, con todas las reservas que hay que tener respecto al consentimiento que puede dar una niña de trece años.
Así que llega Polanski y se sienta a su lado y la besa. Luego se agacha delante de ella, le quita las bragas y le practica un cunilingus. Pasados unos minutos, sin que ella se mueva, le abre las piernas y la penetra vaginalmente. Con el pene ya en la vagina, le pregunta si toma la píldora y ella responde que no; entonces quiere saber cuándo ha tenido la última regla y ella dice que no lo recuerda. Oh, exclama el director, pues entonces tendré que correrme en tu culo, ¿te parece bien? Así que le levantó más las piernas y la penetró analmente. Mientras estaban en esas, tocaron a la puerta y él se detuvo y fue a abrir. Samantha aprovechó para ponerse la ropa interior, levantarse y empezar a caminar hacia la puerta. Pero Polanski ya regresaba (después de haber dejado pasar a una mujer, lo que Samantha sabía) y le dijo que volviera a sentarse. La chica se colocó en la misma postura y él recuperó el coito anal hasta que eyaculó, derramándose el semen por las nalgas de ella y sus bragas. Entonces se apartó y Samantha se levantó, fue al baño, se puso su vestido azul y salió al exterior de la casa (antes pasó por la sala e intercambió saludos con la mujer que había llegado) para meterse en el coche del director y ponerse a llorar. Al poco rato salió Polanski quien, con toda normalidad, le dijo que esperara un poco que tenía que hablar con la mujer. A los diez minutos regresó y la llevó a su casa.
Toda la historia proviene, como ya he dicho, de la declaración de la chica ante el Tribunal. A mí, la verdad, no deja de parecerme extraña, llena de pequeñas contradicciones e incongruencias. Desde luego, muchas de estas últimas pueden deberse al sistema dirigido del interrogatorio por el fiscal que intenta probar la culpabilidad de Polanski. Pero, ya se sabe, son los detalles los que dan la verosimilitud y, en este relato, los detalles en muchas ocasiones o faltan o chirrían. Sin ir más lejos, si nos esforzamos por apartar las naturales reacciones emocionales de rechazo ante el comportamiento sexual de Polanski con la cría en el sillón, la escena se nos presenta demasiado absurda como para corresponderse con una violación. ¿Es creíble que el tipo, en ese momento, se preocupe por la posibilidad de que la chica se quede embarazada? Y si lo es, ¿resulta verosímil que opte por el sexo anal y encima le pregunte a ella su opinión? Y lo que me creo menos: ¿cómo logra con tanta facilidad, simplemente alzándole algo más las piernas, penetrar analmente a una niña de trece años, para el coito, y volver sin más a repetir la penetración? No puedo evitar pensar que la descripción de ese episodio algo tuvo que ver con que la sodomía fuera un delito en California. Y no digo que no hubiera sexo anal (ni me creo ni me dejo de creer nada), pero me da que, de haberlo, no fue como lo describió Samantha.
De vuelta en casa, Samantha le contó lo sucedido a su madre quien inmediatamente denunció al director. Al día siguiente la policía lo detuvo bajo la acusación de sodomía, abuso de menor y proveer drogas peligrosas a un menor. Quedó libre bajo una fianza de 2.500 dólares a la espera del juicio. Pocos días después, el 24 de marzo, el juez Rittenband le imputó los siguientes seis crímenes: proveer de sustancias ilegales a una menor, comisión de actos lascivos con una niña de menos de catorce años, mantener relaciones sexuales ilícitas, violación mediante el uso de drogas, perversión y sodomía. Como ya he dicho, Polanski reconoció que había tenido sexo con la niña pero que había sido una relación agradable y delicada, con pleno consentimiento de la menor. En base a una institución corriente en el sistema judicial norteamericano (plea bargain), la fiscalía accedió a retirar los cargos y evitar el juicio a cambio de que Polanski se reconociera culpable del segundo de los delitos que le imputaban. Este acuerdo fue propiciado también por la madre de Samantha quien, según declaró a la prensa por entonces, quería eludir la publicidad de un juicio y los efectos negativos de ésta sobre su hija. Así que, en septiembre de 1977, una vez declarado culpable del cargo de relaciones sexuales ilícitas con una menor, Polanski fue internado en un centro penitenciario por noventa días con la orden de que se le sometiera a un examen psiquiátrico previo a la sentencia. En efecto, al director le sometieron durante 42 días a intensas pruebas psiquiátricas que, según dijo luego en París, le dejaron exhausto.
Legalmente, el asunto debería haber acabado poco después con una sentencia punitiva acorde al delito confesado (que probablemente habría implicado la extradición). Sin embargo, aparece en escena un fiscal de distrito que no intervenía en el caso quien convence al juez Rittenband de que había que castigar al director con una dura condena de cárcel. Parece que le muestra unas fotos de Polanski abrazando a una menor, tomadas en Munich unos meses antes. Es más que probable que esa menor fuera la entonces desconocida Nastassja Kinski quien, con quince años, había participado en un menage a trois con el franco-polaco (y tres años después protagonizaría la estupenda película Tess). La cosa es que los abogados de Polanski le dicen que el juez va a saltarse el acuerdo (contra todos los principios deontológicos de la jurisprudencia norteamericana) condenándole a varios años de cárcel. Como es natural, el tipo se acojona y decide largarse lo antes que pueda. Aprovechando que le habían concedido un permiso, vuela a Londres y de ahí a París, a donde llega el 2 de Febrero de 1978. Ese mismo mes, el Gran Jurado de Los Ángeles decidió posponer indefinidamente la sentencia sobre Roman Polanski.
Para acabar quiero dejar claro que no justifico en absoluto (ni me hace la menor gracia) el comportamiento de Polanski. Incluso aunque Samantha fuera de Lolita seductora dispuesta a todo para conseguir sus anhelos "artísticos", el director no deja de ser un repugnante pervertido dispuesto a aprovecharse de su situación privilegiada. Pero no iba de eso el post (lo obvio no requiere gastar palabras) sino de las verdades a medias (y falsedades) en que vivios por mor de la corrección política. Así, por ejemplo, lo cierto es que si bien fue imputado por varios cargos, sólo se admitió uno de ellos (actos sexuales con una menor). No es verdad como he leído en varios sitios (incluso en periódicos de los llamados "serios") que se haya "probado" que es un violador. Su proceso fue, como reconocen los propios americanos, bastante anómalo y con irregularidades, muy probablemente por deseos de notoriedad de los intervinientes dada la relevancia del protagonista. Dudo mucho que tengamos todos los elementos necesarios para poder pronunciarnos y, sobre todo, para ser capaces de condenar tan alegremente (mucho menos para defenderlo por el simple hecho de ser un señor mayor y excelente director cinematográfico). Pero, en el fondo, ¿nos interesa saber la verdad? ¿Nos interesa conocer el alma humana, con sus miserias y contradicciones? ¿O, por el contrario, pasamos de esforzarnos en entender nada para lanzarnos gozosos a despreciar y condenar y, así, creernos mejores?
Mercedes Sosa, la Negra, ha muerto hoy en Buenos Aires a los setenta y cuatro años. Ha sido una de las más grandes intérpretes de la mejor música hispanoamericana. Me entristece que se haya ido, pese a que este final llevaba ya algún tiempo anunciado. Como homenaje y contrapunto al sórdido asunto de este post pongo la maravillosa canción de Violeta Parra (¿alguién la cantó mejor que la Negra?) aunque, después de un buen rato escuchando la voz de Mercedes, siento la tentación de subir muchas más.
CATEGORÍA: Política y Sociedad
Para los americanos tener sexo con una menor, incluso consentido, es una violación. Lo que no sé muy bien es si cuando los hechos ocurren esto ya es así, o esta consideración jurídica es posterior. Realmente, aunque duro, me parece lícito la consideración de violación del hecho de que un adulto mantenga relaciones sexuales con una o un menor, por el simple hecho de que el adulto es el que es responsable de sus actos. Como bien dices da exactamente igual la actitud del menor y es el adulto el que ha de obrar en consecuencia.
ResponderEliminarTambién supongo que el acuerdo primero que se llega con Polansky fue debido a la situación de privilegio que él tenía, porque si hubiera sido un simple mortal hubiera caído sobre él el peso de la justicia. Como así ha ocurrido hace poco sobre una maestra que mantenía relaciones sexuales consentidas con su alumna. Pero las situaciones de privilegios se pueden volver en contra del famoso si algún fiscal avispadillo quiere medrar políticamente por la publicidad que pudiera darle el caso. A mi me parece igual de denigrante librarse de la pena por ser famoso, que el hecho de fomentarla por la misma razón.
Pero vuelvo a repetir en EEUU lo de menos es que la chica mostrara su conformidad en el sexo porque es violación sí o sí. Y supongo que ningún americano que se precie lo desconoce, aunque la ignorancia de la ley no exime de culpa, en todo caso.
La violación no siempre requiere violencia o intimidación agresiva, sobre todo si se trata de alguien de 13 años y drogada, lejos de casa y sin medios para irse. Como bien dices, la verdad reside en los matices y en los detalles y quizás nunca se conozcan. Y como bien dice Amaranta el ser un tío famoso te puede beneficiar, pero también perjudicar. De todo lo leído, incluyendo el un tanto incoherente expediente judicial se puede deducir:
ResponderEliminar1) que lo que hizo era ilegal,
2) y más importante, que legal o ilegal era ilegítimo (usar a otra persona a tu conveniencia, con coacciones, aunque no sean violentas) e inmoral.
3) Que el sistema judicial norteamericano es para echarse a temblar (¿Y cuál no? ¿Acaso no existe la certidumbre estadística de que si eres pobre tienes muchas más posibilidades de cumplir condena que si no lo eres?)
y 4) Algo que olvidan los apresurados firmantes de la carta en su descargo, “colegas”, en los varios sentidos de la palabra, del fugado, y que es mi personal conclusión: que el hecho de ser Polansky ni agrava especialmente ni exime sobre lo que realmente hiciera, pero el hecho de ser Polansky probablemente le permitió hacer lo que hizo.
Que Polansky es quien es resulta una obviedad, tanto como que la niña no era virgen ni ingenua, pero más allá de esta historia en particular, tan bien contada por tí, no estoy de acuerdo con toda la moralina actual, encubridora de prejuicios de toda la vida, ni con la gente bien intencionada que se escandaliza por los abusos sexuales y no por otros, tanto o más corrompidos y destructores, que pasean ante nuestros ojos cada día sin inmutar a nadie.
ResponderEliminarAmaranta: El sexo con una menor y la violación son, en Estados Unidos (y creo que en casi todo el mundo), dos figuras delicitivas distintas. Como digo en el post, Polanski fue acusado de ambos (además de otros cuatro más) y la diferencia es importante justamente por sus efectos jurídicos y las consiguientes consecuencias punitivas. El delito de "relaciones sexuales con un menor" supone, obviamente, consentimiento, pero es delito porque el menor tiene menos de la edad legal de consentimiento sexual que en Estados Unidos (al menos en el 77) era de 14 años.
ResponderEliminarDe otra parte, el acuerdo a que llegaron con Polanski no se debió a su situación de privilegio. El "plea bargain" es una institución muy usual en los USA y se justifica en evitar costes judiciales (eso que se dice tanto en las pelis de ahorar dinero al contribuyente). En la práctica, lo usan los fiscales siempre que creen que alguna de las imputaciones va a ser difícil de probar y prefieren pactar una condena menor a arriesgarse a una derrota en el juicio. De hecho, al contrario de lo que piensas, tengo la impresión de que la (mala)fama de Polanski fue justamente el elemento principal para que el juez se planteara romper el acuerdo previamente alcanzado.
Lanski: Totalmente de acuerdo con tus cuatro concisas y precisas deducciones. De todas formas, el objeto del post no era tanto el caso particular (que me parece sórdido) sino tomarlo como ejemplo de la manipulación y tergiversación informativa.
Dante También totalmente de acuerdo con lo que dices.
Un caso más de efebofilia. ;)
ResponderEliminarNo soy nadie para juzgar ni para saber si Polanski violó o no a la chica. Como tú cuentas la historia, no suena a violación tal cual, pero tampoco suena como a que Polanski fuera una blanca palomita y la chica una Lolita. Creo que las cosas son más complejas. Como bien dices, hay que tener reservas respecto al consentimiento que pueda dar una chica de esa edad. Es cierto que la versión contada por ella está llena de incongruencias y que además ella actuaba raro, pero como dice Cecilia Lisbon en la película Virgin Suicides: "Obviously, Doctor, you've never been a 13-year-old girl". Quién sabe qué pasaba por su cabeza.
Lo que sí me queda claro es que esta detención 30 años después de lo ocurrido es más una cuestión, como decía el otro día alguien en mi blog, de linchamiento mediático que de administración de la justicia. Y no lo digo porque el señor sea un gran director, tenga 76 años y ya haya sufrido demasiado en su vida. Pero esto me parece como vil encono. La misma Samantha dijo que ya dejaran en paz ese tema y que era una falta de respeto a su persona volver a sacarlo a la luz 30 años después cuando ella tiene hoy una vida y una familia. Yo sólo me pregunto, ¿qué afán de joderle la existencia al hombre? En fin... es un tema complicado.
Un beso
La violó.
ResponderEliminarVioló el derecho de una menor.
Un hombre adulto debe tener los pies sobre la tierra y dejarse de hostias .NO se debe parcticar sexo con una menor a menos que sea otro menor el que lo haga.
Un adulto debe tener suficientes recursos para torear el tema ,incluso cuando se trata de una Lolita ardiente.
De lo contrario que acarree con las consecuencias.
Pero vamos a ver, ¿qué clase de basura es esto?. Si la niña aceptó el alcohol es porque se lo ofreció, si la niña aceptó las drogas es porque él se las ofreció, ya basta de doble moral vomitiva. Me encanta cómo le restáis importancia al hecho de que un adulto ofrezca alcohol, drogas y mantenga relaciones sexuales con una niña porque no fue con "violencia". No hace falta matar para ser violento, ¿acaso no es de una violencia extrema drogar y emborrachar a una niña para llevártela a la cama? Si fuera vuestra hija seguro que ninguno hablaría de que si el sexo anal era posible o imposible. Este cerdo es un violador al que debieron colgar de un árbol borracho, drogado y sodomizado. Esa es la verdad, no existe el sexo consentido con una niña tan joven, porque no tiene la capacidad de decidir responsablemente. Además yo que soy adulta puedo estar en medio de in acto sexual consentido y en un momento decir NO. Y no es no, al igual que quiero irme a casa es lo que es. Con vuestra mierda de actitud no hacéis más que quitarle importancia a lo que una violación supone y más en una niña que siquiera está formada.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con el comentario anterior de "Corazón Naxalita". Este artículo es irresponsable, vomitivo y nefasto.
ResponderEliminarAsí es
EliminarArtículo más que deplorable. Leí hace años los documentos completos del juicio, reales, fotografiados, y jamás, JAMÁS hubo penetración alguna, ni siquiera anal.
ResponderEliminarQuien escribió este artículo no es más que un onanista morboso, que se cree sus propias fantasías sobre el caso polanski. Madura hombre! deja de masturbarte un poco, pedazo de imbécil.