Menudo veranito que me ha tocado. Estos últimos tres meses, desde principios de junio hasta el pasado viernes 31 de agosto, merecen un puesto de honor entre los periodos más agobiantes de mi ya no tan corta vida. Por un lado, mi puñetero incidente médico que se tradujo en dos estancias hospitalarias y también dos operaciones, la primera de desatasco de tuberías y la segunda, aparentemente más sencilla pero cuyas secuelas resultaron ser bastante más molestas, de extirpación de órgano superfluo que parece que ya había amortizado. En fin, el inicial dolor agudo de estómago que me llevó a urgencias ha traído larga cola o, al menos, mucho más larga de lo que imaginaba aquella noche del recién iniciado junio cuando me retorcía en la cama. Pero afortunadamente, salvo mínimos incordios, parece que el asunto ya está satisfactoriamente resuelto; confiemos en que la próxima se haga esperar.
Pero lo realmente duro no ha radicado en el capítulo de la salud, sino en el del trabajo. Teníamos el compromiso de entregar a finales de julio el documento del Plan General que había que remitir, a los organismos sectoriales (Aviación Civil, Costas y Carreteras) para que lo informen previamente a su aprobación inicial por el Ayuntamiento. Lamentablemente, como director del trabajo, el Plan depende en exceso de mí. Mea culpa, ciertamente, porque no he sabido/podido conseguir que las personas que colaboran en la redacción fueran suficientemente capaces de hacer el documento que queremos (y que el Ayuntamiento requiere) con mayor autonomía. En mi descargo diré que estamos redactando un Plan bastante innovador, sobre todo en sus aspectos metodológicos y técnicos, con un grado de detalle y exhaustividad tremendo y que, además, casi todos los que están en este empeño son gente joven con todavía poca experiencia.
En fin, el caso es que he currado (no sólo yo) una salvajada, pegado todo el día al ordenador y al teléfono (para dar instrucciones y resolver dudas) y durmiendo no más de cinco horas de media, sin fines de semana ni, mucho menos, vacaciones, salvo una breve escapada de tres días el fin de semana de mi cumpleaños a una casita rural en la vertiente norte de la Isla. Aunque parecía imposible, lo cierto es que el viernes pasado, diez minutos antes de que cerrara el registro de la Gerencia Municipal de Urbanismo, entregamos dos DVD con todos los documentos del Plan. Esa noche dormí doce horas y media, algo que no hacía desde los años universitarios (bien es verdad que la anterior no me había acostado). Que hayamos entregado no quiere decir que el trabajo esté acabado. Ahora, durante los dos meses (como mínimo) que tienen de plazo las administraciones para emitir sus informes habremos de revisar el documento, en colaboración con los técnicos municipales, para que llegue lo mejor posible al pleno de aprobación inicial. Pero, en cualquier caso, se ha cubierto una etapa soportando una presión que espero que no se repita con tanta intensidad (ya no estoy para estos trotes).
Por supuesto, aunque no estoy nada contento de haber pasado el veranito que he pasado, sí creo que el trabajo realizado nos ha permitido aprender (a mí el primero) muchas lecciones de las que habremos de sacar provecho en el futuro, tanto laborales como vitales. Pero no me apetece ahora referirlas, que de lo que tengo ganas es de desahogarme en plan quejica, lamentándome de lo jodido que he estado y de las muchas cosas que me gustan que no he podido hacer por culpa del maldito Plan General. Una de ellas, obviamente, escribir en este blog que, creo, nunca había sufrido, en sus más de seis años de existencia, una sequía tan prolongada. Como de momento me encuentro bastante baldío en cuanto a inspiración, esta primera lluvia no pasa de ser un sirimiri de mínima eficacia regante. Pero por algo se empieza; a ver si retomo mi frecuencia habitual escribidora y publicadora.
Tampoco he escuchado música, apenas he leído por diversión, mi actividad sexual ha caído a niveles preocupantes, no he caminado más allá de los paseos a los perritos de K por el parque adyacente a mi casa, ninguna excursión o salida a un restaurante, cero de actividades sociales ... ¿Sigo? El único entretenimiento ha consistido en ver junto con K, mientras almorzábamos y cenábamos, todos los capítulos emitidos hasta el momento de la serie norteamericana Mad Men (ahora hemos empezado con Los Tudor). No parece un plan de vida muy envidiable, la verdad, y confieso que cuando se mantiene durante tres largos y espantosamente calurosos meses llega a ser tremendamente enervante, con abundantes momentos de irritación en los que estás al borde de ceder a la tentación de mandarlo todo a la mierda.
Además, la dedicación tan exclusiva que me ha exigido este curre ha hecho que posponga bastantes temas pendientes que ahora he de retomar. Entre ellos, por ejemplo, las revisiones médicas anuales (son cinco) que mi edad y defectos de fábrica me imponen. Pero hay también otros más que se me acumulan para este último cuatrimestre de 2012 (¡hay que joderse con lo rápido que pasa el tiempo!)
Bueno, basta ya de quejarme, que no es mi estilo. Pero antes de acabar tengo que hacer un homenaje agradecido a K, la persona que ha pasado estos tres meses prácticamente todo el rato a mi lado, soportando mis nervios, ayudándome en el trabajo y, sobre todo, dándome las fuerzas que a veces, aunque ella ni se diera cuenta, se me escapaban. Muchas gracias, preciosa, y un beso grande.
Si esta canción, en vez de titularse "qué dura noche la de aquel día", fuera "qué duro verano el de aquel año" vendría como anillo al dedo a este post. No obstante, y aunque no sea de las que prefiero de estos chiquitos nuevos de Liverpool, tampoco viene mal como banda sonora.
Me alegra que estés bien y que hayas superado el dichoso verano.
ResponderEliminarEl verano y las vacaciones es ya una cosa para niños y gamberros. En cuanto veo que los medios y los grandes almacenes empiezan a anunciarnos el estío y lo bien que lo vamos a pasar en vista de eso, comienzo yo rambién a trazarme un plan monacal, cerca de lo que es mi paralelepiípedo rectangular y confiar en que no me afecte ninguna marea.
(Ya estoy pensando qué excusas dar para no asomar tampoco las narices por el mundo en navidades... que las huelo y las oigo acercarse.)
De nada Belleza! Todo un placer
ResponderEliminarK
Con lo jodido que has estado este verano, ¿cómo se te ocurre decir que ''tu actividad sexual ha caído a niveles preocupantes''?
ResponderEliminar(Lo siento no he podido resistirme a hacer el chiste fácil y malo)
Ahora en serio.
De los achaques NI CASO. Ya sabes el dicho: "Si después de cumplir los cincuenta, un día te levantas y no te duele nada; es que estás muerto".
Del trabajo.ENHORABUENA. Como nos decían en la mili, no hay nada que gratifique más que la satisfacción del deber cumplido.(O quien no se consuela es porque no quiere)
Un abrazo y mucho ánimo para cumplir todas las tareas pendientes.
Me alegro de que hayas sobrevivido a semejante verano y que estés de vuelta.
ResponderEliminarUn beso