Esta tarde, al azar, he visto la última media hora de la película Matrimonio de conveniencia (Green Card) en la tele. Ya la vi en su día (1990, cómo pasa el tiempo), atraído al cine por la presencia de la preciosa Andie McDowell. En la primera mitad de los noventa disfruté de varias pelis de esta chica: Sexo, mentiras y cintas de video, la que motiva este post, Atrapado en el tiempo, Short cuts y Cuatro bodas y un funeral; luego creo que no he vuelto a verla más, salvo en anuncios de cosméticos (que le funcionan, como puede comprobarse en la foto adjunta, de hace un mes, con cincuenta y cuatro añitos). Su partenaire es Gerard Depardieu, quien ya para entonces era archiconocido en Europa pero sería esta película la que le abriría el mercado americano. La trama, típica de comedia romántica, es previsible lo cual no quita para que se vea con agrado y haya de reconocerse el buen oficio que caracteriza a estos productos hollywoodienses.
A propósito del "buen oficio", me ha llamado la atención una brevísima escena que en su momento me pasó desapercibida. Dura apenas 18 segundos, los que van desde que Andie, cabreada, echa de la casa a Gerard y cierra de un portazo, hasta que, ya a la mañana siguiente, se nos muestran unos planos encadenados de unos peces, unos canarios y ropa interior colgada de un tendedero de tijera en la terraza del apartamento neoyorkino. Se ve a Andie, de espaldas, encajando y corriendo la cadenilla que bloquea la puerta y seguidamente dando una vuelta al pestillo de la cerradura. Entonces la cámara pasa a un primer plano de perfil de la chica que levanta la tapa de la mirilla y acerca a ésta el ojo con cara de mosqueo para ver qué hace Gerard. De inmediato el plano es frontal: el rectángulo oscuro de la pantalla y en el centro un círculo luminoso que enmarca, con algo de deformación de gran angular, la figura de Depardieu de pie en el vestíbulo exterior, con expresión pánfila y suplicante. Vuelve la cámara al primer plano del perfil de la bella quien, con una interjección exasperada, se retira de la vista dando un golpe a la tapa de la mirilla. Esta empieza a rotar a toda velocidad y justo entonces se recupera el plano frontal (aunque más alejado), de modo que las vueltas de la chapita nos van mostrando intermitente la cara de Gerard hasta que finalmente queda oculta cuando aquélla se detiene. Pero en fin, se tarda más en contarlo que en verlo; he aquí la imagen.
En 100 minutos de película, estos breves segundos apenas representan nada; probablemente, a la mayoría de los espectadores les habrán pasado desapercibidos. Y sin embargo, si nos detenemos a pensarlo, revelan un singular ingenio y una cuidadosa ejecución. A alguien se le ocurriría condensar visualmente el cabreo de Andie y el desconcierto de Gerard con la imagen de la mirilla giratoria, una ocurrencia que me parece brillante. Y la ejecución técnica creo yo (desde mi ignorancia sobre cine; espero tu opinión, Grillo) refuerza muy eficazmente el remate de esa escena antes de abordar la parte final de la película. Hay mucho esfuerzo en esos dieciocho segundos que me parecen un buen ejemplo de lo que llamaba "buen oficio". Ésta es la cualidad imprescindible para hacer un buen producto. No basta, desde luego, para crear obras maestras ni tampoco requiere el talento de los genios. Sí, en cambio, obliga a poner atención, dedicación y cariño en el trabajo que se está haciendo, incluso en detalles mínimos que, mientras los preparas eres consciente de que es muy probable que pasen desapercibidos. Lamentablemente, esto del "oficio" está muy desprestigiado en estos tiempos y, sin embargo, para mí es la condición ineludible que se debe exigir a toda tarea. Entre quienes desprecian el cuidado por la obra bien hecho me he topado no pocas veces con pretenciosos que se las dan casi de genios y hasta se ofenden cuando se les reclama que cumplan unos niveles mínimos de calidad. Lo peor es que a bastantes de ellos (ahora estoy pensando en algún arquitecto estrella) se lo consienten.
Ese "oficio" que alabas y reclamas, esa atención cuidadosa puesta en cada detalle de lo que haces, que es la única virtud profesional que podemos tratar de alcanzar y de la que podemos enorgullecernos los que, como yo, carecemos del talento para ser grandes profesionales de nada, pasa lamentablemente desapercibido para casi todo el mundo. Solo muy de vez en cuando se fija en estos detalles de buen oficio algún raro observador entendido, como tú. El resto del tiempo, la obra hecha con buen oficio y la obra hecha de cualquier manera suelen sufrir el mismo trato, bueno o malo, alcanzar la misma aceptación o falta de ella, y formar parte del mismo montón.
ResponderEliminarEl colmo en el perfeccionismo y en el buen oficio lo representa Gaudí, según cuenta en un precioso libro de Oscar Tusquets titulado "Dios lo ve" precisamente porque era lo que contestaba el piadoso arquitecto cuando le reprochaban que rematase artísticamente hasta el último rincón de la última terraza que nadie podría jamás ver desde ningún ángulo.
ResponderEliminarTengo visto con regularidad que los arquitectos jóvenes piensan en diseños y los que tienen unos años de profesión piensan en soluciones constructivas.
ResponderEliminarEl mismo entusiasmo que usan para contar las líneas y los espacios que han imaginado lo aplican luego a explicar cómo resolvieron un techo que no gotea, pese a la pobre disponibilidad de artesanos calificados.
Odio a esta actriz, me aprece el paradigma de la pija insufrible, y en esta peli se representa a sí misma.
ResponderEliminarVanbrugh: Pues te diría que el término "gran profesional" que empleas (o "profesional" a secas) es para mí sinónimo de "buen oficio". Cuestión distinta es el resplandor de los genios- En cuanto al poco aprecio que suele merecer la "obra bien hecha" coincido contigo (ya lo digo en el post); quizá sea ésta una nota más de la cutrez del país que nos ha tocado.
ResponderEliminarHarazem: Conocía esa anécdota atribuida a Gaudí. A mí, en el colegio, me contaban la historieta del ebanista que remataba primorosamente las caras posteriores de los cajones y que, cuando le preguntaban que quién iba a darse cuenta de la calidad de ese trabajo, contestaba "yo lo sé".
Chofer fantasma: Del gremio que citas te podría contar multitud de anécdotas en esa línea. Pero supongo que lo mismo ocurre en todos los demás "oficios".
Lansky: Lo cierto es que Andie, cuando la tratas, te sorprende porque es una chica estupenda: discreta, ingeniosa, cariñosa y muy culta. Bueno, ya en serio, te doy la razón en que sus personajes cinematográficos (al menos los que la hicieron famosilla) tienen todos un cierto aire de familia, que hace sospechar. Sin embargo, se me ocurren otras actrices mejores candidatas a ese paradigma. En todo caso, no tengo ni idea de cómo será la señora ni la considero una gran actriz; pero a principios de los noventa me parecía una preciosidad.
Yo sí creo que es una pija lamentable, precisamente no porque yo confunda sus personajes con ella, sino precisamente por los personajes que ella 'elige' interpertar o para los que es sabiamente elegida. Es como el detestable pscótico Klaus Kinski , que era elegido para hacer de él mismo, un cabrón.
ResponderEliminarProfesional con oficio es el que remata primorosamente los cajones que fabrica, (hasta por donde no se van a ver). Gran profesional es el que inventa un nuevo sistema de cajón...
ResponderEliminarUn caso complementario por lo que tiene de piadoso a Gaudí es el del arquitecto de la Gran Mezquita de Isfahan, en cuya iwan principal es posible encontrar defectos, pequeños desequilibrios en la simetría concebidos ex profeso para no competir con la perfección de Dios.
ResponderEliminarharazem, conocía el caso, pero... Dios puede perder cuidado por ese lado, no hay más que contemplar el mundo
ResponderEliminarA mi la McDowell me parece una buena actriz - sin llegar a eso que se llama 'una estrella'. Sobre todo, me parece guapísima, muy sexy y atractiva. Esa melena, esos ojos listos, la boca, la frente, el cuello de cisne y un cuerpo que te cagas par su edad.
ResponderEliminarNo sé si es pija ¿¿?) ni me importa. Creo que ya hemos discutido y analizado mucho sobre el concepto 'pijo', en el que me ibcluís. os vale. Lo chungo sería un pijo con ínfulas o un falso snob. (Snob = sine nobilitate; o sea que estamos confundidos al respecto, a veces ni sabemos el significado original de muchas palabras. Yo suelo ser perito en muchas ignorancias.)
No ví la peli que menciona Miros porque detesto profundamente al francés Depardieu. No me cae bien en ningún sentido y basta. Pero sí he visto el fragmento que nos brinda Miroslav y me parece un detalle genial como plano de transición. Un gran detalle que ténicamente se resuelve con mucha facilidad en el laboratorio: basta con colocar un catch a cada vuelta de la mirilla con las caras incrustadas y alternadas de ambos. Una idea estupenda que solo detectan quienes a posteriori repasan las películas de su agrado con mucha atención.
Inimaginable la millonada que gana Andie MacD. con su anuncio exclusivo y mundial para L,Oréal, que lleva ya un montón pasándose en todas las televisiones de Occidente, que yo sepa.
Y de Gaudí... me temo que chocaré a muchos si digo en otro post que estaba como una cabra. Podría haber llamado más la atención y haber hecho más edifcios y catedrales con latas vacías de refrescos o con calaveras si las hubiera tenido a mano por cantidaes de miles de millones en vertederos o cementerios. Con esas extravagancias pasas a la historia de la arquitectura o apareces en el Guiness de los récords como otro que es campeón de lanzar bidets con una mano a nás de cien metros. Es solo un poner.
Perdonádme, ortodoxos. O no.
Grillo
Claro, Lansky, pero eso ve tú y díselo a los que a pesar de los pesares de los pesares de los pesares... siguen creyendo en la Infinita Misericordia del Ser Supremo.
ResponderEliminarY Gaudí, como a Orwell que pedía a las milicias que dinamitaran piadosamente la sagrada Familia, me parece un horror contemporáneo.
En cuanto a más aborrecimientos, a mí como actriz y como belleza la Mandoblell esa ni fu ni fa, ahora como prostituta me parece de lo mejor que hay en el sentido extractivo de la palabra "mejor". Entendiendo como prostitución el hecho de que personajes que han adquirido un prestigio, una respetabilidad o una popularidad, conscientes del poder de fascinación que en las masas provocan sus figuras, sean capaces de vender esos valores para promocionar la compra de productos de consumo, y convertirlos así en productos prestigiados simplemente por su recomendación gratuita o el falso testimonio de su bondad. Y en eso una maestra. Los nuestros se han quedado en el yogur pa hacer bien de vientre o el emplasto algodonoso para impedir la pérdida de pipí de las señoras de edad.
Otro que entiende.
ResponderEliminarSer de lo mejor que hay como prostituta a mi me parece un piropazo; (exagerado, claro, y mal traído.)
En cualqier caso, aunque lo seriese, sabemos de miles y miles de putas y putos en la historia, y declararla de LO MEJOR ya sería un triunfazo.
O sea, que Harazem, (que al parecer no compra producto de consumo..., él con consume) la considera también una MAESTRA; (otro sobresaliente.)
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[Consumo (del latín: cosumere que significa gastar o destruir) es la acción y efecto de consumir o gastar, bien sean productos, y otros géneros de vida efímera, o bienes y servicios, como la energía, entendiendo por consumir como el hecho de utilizar estos productos y servicios para satisfacer necesidades primarias y secundarias.]
Yo no he dicho que no consuma, aunque si te interesa te diré que uso la estricta necesidad y no la agresiva publicidad como criterio.
ResponderEliminarEn cuanto a lo de "maestra" de prostitución (mientras no se invente otro término que se refiera al hecho de vender el prestigio como las profesionales de la misma venden su carne) referido a la actriz esa (de la que sólo recuerdo como marca un cierto fruncimiento de entrecejo de falsa extrañeza y poco más), la prisa me ha traicionado, aunque lo aclaré previamente: es una maestra en el arte de extraer beneficio de esa venta, pero desde luego me parece de una completa vaciedad la forma en que lo hace bastante peor que la media de las trabajadoras de la publicidad a las que usurpa el medio de ganarse la vida. A no ser que se considere mérito interpretativo mostrar el careto congelado por los afeites y la cirujía para convencer a las señoras que compren un champú, o lo que quiera que sea que venda.
Si Lansky usó la palabra pija, yo prefiero la de pedorra, que es una palabra que cuando se echa en la sartén adecuada desprende unos aromas significativos mucho más interesantes.
Pobre chica, lo que le estarán pitando los oídos allá en ultramar... Las cremas son muy buenas, de eso que no os quepa duda.
ResponderEliminarPija, puta, pedorra...Lo habéis conseguido: bajo ahorita, ya mismo, a comprérmelas (¡pero si yo tengo 44 años...y parezco su madre!).
ResponderEliminarSe queda uno ojiplático viendo el juego que da el personaje incidental que he traído a este post. Coincido con Barbie (por cierto, bienvenida al blog) en que, Lansky y Harazem, sois excesivamente acres con la "pobre" mujer.
ResponderEliminarLansky: Para que tu conclusión sobre la presunta pijería de Andie se sostenga, habríamos de verificar primero que todos (o una abrumadora mayoría) de sus personajes lo son. Como digo en el post, he visto cinco pelis suyas y, aunque es verdad que en todas sus personajes tienen un cierto aire de familia, también son bastante diferentes y no diría que correspondan al "paradigma" de pija. En segundo lugar, habríamos de asumir que a un actor le dan papeles (o él los escoge) parecidos a su psicología, lo cual me parece demasiado suponer sin contar con datos "personales". Más bien pienso que el supuesto "encasillamiento" (que no es tan rígido a mi modo de ver) se debe a la apariencia física. Pero, en fin, estoy con Grillo en que la McDowell, sin ser una "gran" actriz, no me parece tampoco mala. Por ir al tema del post, yo diría que domina su oficio aceptablemente; hay muchísimos más ejemplos peores que mejores.
Vanbrugh: Acepto tu distinción; al fin y al cabo, es más una cuestión subjetiva. Quizá a causa del escaso nivel medio de la "profesionalidad", me inclino a considerar "gra profesional" a quien remata primorosamente sus cajones y paso a la categoría de genio al que inventa un nuevo modelo.
Harazem: Sabía lo de las imperfecciones voluntarias de los artesanos islamitas (no en concreto el de la Gran Mezquita de Isfahan) para no competir con Dios. Sin pretender compararme, te confesaré quea veces he empleado recursos similares dejando pequeños defectos en trabajos para satisfacer a los "revisores" que así pueden darse el gusto de hacérmelos notar. A la inversa, tengo comprobado que elevar la calidad habitual de un trabajo genera en esos "revisores" una exacerbación de sus capacidades analíticas de marcada orientación crítico-destructiva. A propósito de tu comentario me ha apetecido dedicar un post a este asunto, del cual tengo vivencias muy recientes.
Grillo: Te agradezco tu comentario que me parece muy pertinente. A mí, el Depardieu no me cae tan mal; estaría bien que nos contaras los motivos de tu tirria. En cuanto a la McDowell, comparto plenamente tus apreciaciones sobre la chica, sobre todo las relativas a la apreciación por su físico (aunque el entusiasmo que me provocó hace veinte años ha menguado bastante).
ResponderEliminarComo siempre, muy ilustrativa tu aclaración técnica sobre la escena que motiva este post. Me alegra que, como a mí, te parezca una idea estupenda, pese a su brevedad y que, con toda probabilidad, sus hacedores supieran que iba a ser detectada por muy pocos. Por eso justamente me pareció un buen ejemplo de lo que llamo "buen oficio".
En cuanto a Gaudí, estaba como una cabra sin ninguna discusión. Ahora bien, para nada lo considero, como dice Harazem y parece que tú insinúas, un "horror". Por el contrario creo que es una figura fundamental en la historia de la arquitectura del siglo XX, aunque motivar los criterios de esta conclusión personal me requeriría soltar un rollo demasiado aburrido sobre arquitectura. Dejémoslo en que me gustan sus obras, sin perjuicio de que su concepción sobre la arquitectura no es la misma que la mía.
Harazem: Las prostitutas alquilan (que no venden) sus cuerpos para ganar dinero. La asimilación que haces entre éstos y el prestigio profesional me temo que, más que al ejemplo de Andie McDowell y la pléyade de famosos que anuncian todo tipo de productos, nos es de aplicación a casi todos. El "cuerpo" que exhibimos para que nos contraten un polvo (nos hagan un encargo, nos den un puesto de trabajo) es justamente nuestro prestigio profesional, aunque se concrete en un modesto currículum lleno de exageraciones laudatorias. O, dicho de otra forma, todos somos prostitutos porque tales son las reglas del sistema en que estamos. Las que son calificadas con este término son, en todo caso, las más honestas, ya que poco margen tienen para falsear la mercancía que ofrecen.
ResponderEliminarEl caso de la McDowell y similares sería una vuelta de tuerca a tu concepto de prostitución profesional, ya que su prestigio profesional lo usa para vender productos distintos de lo resulta de su oficio. Es decir, un anuncio de L'Oreal no es un producto de consumo finalista como una película sino instrumental para propiciar otro consumo finalista, el de los cosméticos de dicha marca. Ahora bien, al margen de que mucho habría que discutir si los productos cinematográficos son "solo" finalistas, me parece una frontera demasiado ambigua ésa que pretendes trazar; si nos ponemos a pensar, cuántas veces lo que producimos en nuestros oficios se convierte en instrumento para otras finalidades de las que, al cabo, somos cómplices, bien por ingenuidad, resignación o deshonestidad. En todo caso, como ya he dicho, quienes prácticamente nunca llegan a tales niveles son las prostitutas, por lo que habrías de buscar otro término para calificar a los profesionales que entran a estos juegos.
Por último, en tu último comentario afirmas que la Andie McDowell haciendo anuncios "usurpa" a las trabajadoras de la publicidad el medio de ganarse la vida. Hombre, por trabajadores de la publicidad yo entiendo más específicamente a quienes conciben y producen los anuncios; quienes los interpretan son actores que me parece que es el oficio de la McDowell. El que lo haga mejor o peor es cuestión de gustos
No consigo acordarme de más películas que yo haya visto y en la que salga la McDowell que esta del matrimonio de conveniencia y Cuatro bodas y un funeral. De la del matrimonio no recuerdo otra cosa que el asombro escandalizado que me produjo la mera idea de que la administración pueda meterse en cuáles son los motivos por los que alguien se casa. En mi opinión, ingenua opinión, siendo el matrimonio un contrato entre dos partes, es válido siempre que las partes estén de acuerdo, sin que a nadie competa cuáles son los motivos por los que lo están, amor,nacionalización o mero coleccionismo. Jamás imaginé, cuando la ví, que también en mi país se iba a acabar investigando si la gente se ha casado por los motivos que le parecen correctos al gobierno. De Andie no recuerdo nada, y de Depardieu solo que me provocó la misma ireritación que me produce siempre que le veo, haga de inmigrante francés, de Cyrano o de Bergerac: una especie de prototipo francés de la cazurrería bondadosa y torpe que me pone de los nervios, y más ahora que el muy cabrón se ha hecho ya no sé si belga o ruso para no pagar impuestos.
ResponderEliminarEn Cuatro bodas y un funeral Andie hacía claramente de pija, muy probablemente porque lo sea en realidad, pero no pude evitar quedarme un poco con ella. Mérito, creo, más del guionista y mío que suyo. (Es posible que a alguna parte recóndita y vergonzante de mi personalidad le pongan las pijas, no hay que descartarlo).
Los anuncios cosméticos, esos en los que nos mira con una cara de inequívoco cachondeo -"¿de verdad te crees que yo uso esta mierda?"- me la han echado a perder bastante. Los anuncios, y que he sentado la cabeza, supongo.
En cuanto a Gaudí, lo siento, pero me gusta. El eclecticismo modernista, con todos sus excesos, siempre me ha gustado. Lo que no quita para que la idea de Orwell de dinamitar la Sagrada Familia no acabe de parecerme mal; probablemente habría sido la única forma digna de terminarla.
Creo que la Sagrada Familia aún sigue en obras ¿no es así? Supongo que lo harán para sacarle más pasta al turisteo.
ResponderEliminarEn lo concierne a Andie creo que a algunas mujeres la "prostitución" les sienta de poca madre (como dicen los mexicanos)
A mí también me gusta Gaudi -sí, ya sé que hoy por hoy eso es una vulgaridad o una cosa de japoneses-, sobre todo sus muebles que, como sus edificios, no se pueden usar, pero son rpeciosos.
ResponderEliminarLa susodicha es el paradignma de la pija, no me acordaba de sus anuncios de belleza, que,c omo aquellos antiguos de estrellas de hollywood y el jabón Lux (¿Remenber Grillo) son el nova más del pijerío vacilón