Como es más que sabido, Dios creó el universo completito en seis días y descansó el séptimo, que caía en domingo, aunque los judíos, erróneamente, dicen que era sábado y los musulmanes, aún más equivocados, viernes. Fue un trabajo arduo, incluso para Dios que bien es verdad que todo lo puede, pero de ahí no se sigue que su omnipotencia no le acarree esfuerzos pues si no, para qué habría de tomarse una jornada de reposo. La narración del Génesis, como es natural, se centra en nuestro entorno, así que entiendo que no es herético suponer que se limita a contar la creación de la galaxia en la cual se sitúa nuestro pequeño sistema solar, un mínimo cachito del universo.
Hay que tener en cuenta que, también gracias a la Biblia, sabemos con certeza que esa intensa semana creativa ocurrió hace unos seis mil años. Es conocido que los científicos ateos insisten en que la formación de la Tierra y los demás cuerpos de nuestro sistema solar empezó hace unos 4.500 millones de años; es decir que la edad de nuestro planeta sería setecientas cincuenta mil veces la que le atribuyen las Sagradas Escrituras. Como es más que evidente, no hay que conceder ninguna credibilidad a tan absurdas teorías, ya que parten del erróneo supuesto de que los tiempos de evolución de los indicadores empleados (por ejemplo, el decaimiento radioactivo de isótopos que se usa para calcular la edad de una roca) se han mantenido constantes. Pero, como es obvio, Dios pudo hacer que no fuera así, y de hecho lo hizo, pues Su obra ya estaba acabada (aunque siguiera evolucionando a partir de entonces). Para que se me entienda: si uno de esos presuntuosos científicos tomara muestras de minerales el primer día de la creación afirmaría con vana seguridad que esas rocas primigenias tenían miles de millones de antigüedad.
"En el principio creó Dios los cielos y la tierra". Esta frase inicial de la Biblia encierra una verdad que a mi juicio no se destaca lo suficiente. El nuestro es el primer cachito del universo, antes de él no había nada, salvo Dios. Sé que es difícil de concebir eso de la nada, casi, diría yo, imposible para nuestros cerebros. Desde luego, tampoco los científicos ateos lo explican con la tontería esa del Big Bang (por cierto, no deja de ser gracioso que el primero que la esbozó fuera un sacerdote católico, jesuita tenía que ser). Antes del inicio había un punto, sin espacio ni tiempo, de infinita energía y de pronto surge una "explosión primordial" (que no es tal) que crea el tiempo y el espacio, las dimensiones que acogen la expansión de la multitud de partículas subatómicas que conformarán el universo. Eso ocurrió, según nos dicen los cosmólogos, hace unos 13.700 millones de años. Antes, la eternidad.
La Iglesia Católica, a regañadientes, ha aceptado la teoría acomodándola, claro, a la autoría divina: Dios detonó el big bang. Hay quienes sostienen que se explotó a sí mismo, demencial idea que por mucho que case con concepciones teológicas new wave (por aquello de que todo es Dios), tan del gusto de estos tiempos hedonistas no deja de ser una peligrosa mamarrachada que conduciría a admitir la muerte del Creador, Su desaparición de la historia. Algo que no solo negaría la fundamental y más que evidente intervención divina en el curso de la historia (así como el hecho central de la Encarnación), sino que nos abandonaría a la desesperanza radical. Sin embargo, por más que se aferre tercamente a la continuidad de Dios en nuestro universo espacio-temporal, grave ha sido la concesión del Vaticano a los herederos de Einstein. Mejor hacen, en el cristianismo, las iglesias evangélicas que siguen creyendo con fe encomiable en la infalibilidad de la Biblia.
Fiel a la firme guía de las Escrituras, reitero que fue nuestro sol y sus planetas el primer acto de la creación divina. Dios puso el sol en el firmamento, y así "fue la luz" y "separó la luz de las tinieblas" haciendo rotar los planetas para que en la Tierra alternaran los días y las noches; todo ello el primer día. Luego, durante los cinco siguientes, se dedicó a modelar nuestro planeta y a poblarlo de seres vivientes, hasta culminar Su obra con la creación del hombre a su imagen, "varón y hembra los creó" (aunque, como se aclara en Génesis 2:21, a la mujer la hizo después, a partir de una costilla de Adán, convenientemente anestesiado). Por tanto, en esa semanita de hace seis mil años quedó acabada la parcela que nos toca de nuestro universo que, como mucho, se limitaría a la Vía Láctea, conclusión que deriva de que la Biblia afirma que en el cuarto día también hizo las estrellas.
Ciertamente, el universo es muchísimo mayor que nuestra galaxia. Las especulaciones al respecto (porque no son sino eso) lo acotan en unos ochenta mil millones de años luz (756.858.437.806.464.000.000.000 kilómetros, ahí es nada), mientras que la Vía Láctea "apenas" tiene un diámetro de cien mil años luz. Lógicamente, una vez hecho este primer trocito de universo, Dios se puso a la tarea de completar el resto, lo cual significa que la Creación de la Biblia, siendo la primera, no es la única. Hay que decir que las cifras anteriores plantean un pequeño problema aritmético. Desde la "primera" Creación han transcurrido unas 313.000 semanas y, si suponemos que la productividad creativa de Dios se ha mantenido al ritmo que nos cuenta la Biblia (o sea, 1,164 quintillones de km2 por segundo, que es una barbaridad), habría necesitado seiscientos cuarenta mil millones de semanas (más de dos millones de veces las disponibles).
No he encontrado ningún texto que aborde esta cuestión, así que me veo obligado a la especulación personal. Lo primero que se le ocurre a cualquiera es que Dios incrementó notabilísimamente su ritmo una vez adquirida experiencia con la primera creación. Pero, quizá por mis limitadas facultades, no termina de convencerme tal supuesto, me resulta absolutamente desmesurado que la productividad se multiplique por dos millones. Además, un ritmo de trabajo así Le obligaría a tomarse bastante más de un día de descanso tras cada semana laboral y se nos volverían a descuadrar las cuentas. Podríamos pensar que como Dios está asentado en la eternidad, fuera del espacio-tiempo del universo, no valen los cálculos anteriores. Pero eso sería hacer trampa y cuestionar indirectamente la veracidad de las Sagradas Escrituras. La semana durante la cual llevó a cabo Su primera creación fue un periodo de tiempo real (del que conocemos) ya que estaba operando en el interior del universo que Él mismo había creado. Por tanto, idénticas reglas han de regir para las siguientes fases de Su inmensa obra.
Tengo para mí que la solución a este enigma es que el resto del universo fue creado con la colaboración de los ángeles. Los ángeles, seres espirituales (hechos de luz) fueron también creados por Dios, si bien la Biblia no nos dice en cuál de los días de esa primera y prodigiosa semana; podemos no obstante suponer que lo fueron antes que el hombre, probablemente, el cuarto día, debido a la asociación que en el antiguo judaísmo había entre las estrellas y los ángeles. En todo caso, pasó muy poco tiempo desde que Dios se dotó de su ejército de servidores hasta la primera revuelta angélica, la que acabó con el destierro del soberbio Lucifer y los que se pusieron de su parte. El castigo divino (para toda la eternidad) fue duro pero se demostró eficaz porque que se sepa no han vuelto a repetirse las sediciones celestiales. En todo caso, el incidente muestra a las claras que también Dios está sometido a la ley de Murphy: en pleno curre creativo (o recién acabado éste) y se le amotinan los ángeles. Y enseguida más dolores de cabeza con la desobediencia del que había hecho a su imagen, azuzada por el rencoroso ángel caído. No me extrañaría que Yahveh se dijera a sí mismo: si lo sé, sigo en mi atemporal eternidad inmóvil. Aunque obviamente lo sabía, así que a Dios le va la marcha (o no, que Sus designios son inescrutables).
Los ángeles, en las tradiciones de las tres religiones monoteístas, son los mensajeros del Señor, los que vienen a transmitirnos sus encargos cuando Le es menester y no está para presentarse en persona (o como zarza ardiente, que ya son ganas). Es verdad que tal es la función angélica que más conocemos, no en vano se nos han venido apareciendo con relativa frecuencia desde los tiempos de Abraham, pero pienso que pecaríamos de soberbia si creyéramos que para tal fin fueron creados. Los ángeles existen para ayudar a Dios en sus múltiples y agotadoras tareas y, de ellas, la más importante fue (y supongo que sigue siendo) la de la Creación ininterrumpida. Cálculo que como mínimo debe haber mil millones de ángeles currando sin cesar. No crean que es una gran cantidad, menos que chinos aunque tan laboriosos o más que ellos.
En fin, que ayudado de sus fieles obreros (una vez descontadas las bajas por rebelión desterradas a las Tinieblas), Dios pudo rematar el universo en el escaso tiempo pasado desde que se metió a Creador. Claro que rematar quizá sea exagerado, porque algunos planetas se los curró más que otros, basta comparar lo bonita que dejó la Tierra (ya nos ocupamos nosotros de estropearla) con tantos otros más, áridos y sosos, que parecen obras en estructura a cuyo promotor le pilló la crisis inmobiliaria. Es que, como sabe cualquiera, en las obras lo que más faena da son los acabados y la Creación no se salva de esta regla. Fíjense, quienes lo duden, que en solo los dos primeros días dejó Dios lista la tierra y los cielos, y los cuatro siguientes los dedicó al amueblamiento: vegetación, fauna y demás zarandajas (incluyendo a nuestro padre inicial).
Por eso pienso yo que, a la vista de Su primera experiencia, Dios decidió que tampoco iba a dejar cada astro perfectamente acabadito, que lo prioritario era acabar el Universo (o, al menos, en un tamaño suficientemente inmenso) y luego ir completando un planeta aquí, otro más allá y así, poco a poco. Y en esas anda, dirigiendo su inmensa empresa de creación, la que imagino con ángeles especializados en cada una de las diversísimas tareas. Al principio, en el primer milenio, por decir algo, la gran mayoría de los ángeles se ocuparían de las grandes obras estructurales, que había que disponer muchos cuerpos celestes y afinarlos de acuerdo con las leyes físicas (también creación Suya, desde luego). Poco a poco, a los más manitas los iría reconvirtiendo a labores más delicadas; de ellas, probablemente, las más selectas serán las de diseño y confección de especies inteligentes para colocar en planetas tan bonitos o más que el nuestro. Que el universo siga expandiéndose (¿o no?), como dicen los físicos, se explica porque todavía hay ángeles dedicados a los trabajos más bastos, los que no superaron el curso de reciclaje profesional.
Lamentablemente la Biblia no nos refiere nada de esto, lo cual es lógico pues a cuento de qué habría de informarnos Dios de lo que no nos concierne. Son pues éstas meras elucubraciones que me llevan a la conclusión personal de que tenemos motivos para estar orgullosos por haber sido creación directa del gran artesano jefe y, además, los primeritos de todos. Pero tampoco me dejo llevar por la gratificante vanidad porque enseguida me percato de que, como toda primera prueba, hemos salido bastante chapuzas; seguro estoy de que las sucesivas creaciones Le han quedado bastante mejor. Nos queda el consuelo de pensar que siempre al primer trabajo, por mal que nos haya salido, se le coge cariño. Pero no estoy del todo convencido de que el Creador siga preocupándose por nuestra suerte; yo diría que se ha hartado de nosotros y, la verdad, tampoco tenemos argumentos para reprochárselo.
Notas: La primera foto es del jesuita belga Georges Lemaître (1894-1966), uno de los padres del Big bang (para disgusto de Einstein). En cuanto a la segunda, se trata de unos ángeles terrenales que en los setenta trabajaban para un tal Charlie. No creo que los que lo hacen para Dios se les parezcan demasiado, peor es que las imágenes que hay de ellos no terminan de convencerme.
Knockin' on heaven's door - Ben Sidran (Dylan Different, 2009)
Me han hecho llegar vía informática un disco de un tal Ben Sidran, cuya existencia desconocía. Se trata de un tipo de 69 tacos que lleva toda su vida en la música y que, aunque vinculado sobre todo al jazz, ha trabajado con las principales figuras del rock (Clapton, los Stones, Van Morrison ...) Este album contiene doce temas de Dylan en versiones que, como reza el título, suenan bastante diferentes a las que habitualmente hacen tantos otros músicos (como saben quienes me sigan, aparte de las originales de Bobby, "colecciono" sus canciones en voces de otros intérpretes). El resultado, con un aire smooth jazz, es cuando menos interesante, quizá un poco edulcorado a lo easy listening. Elijo este tema porque, de todos, es el que pega más con la temática del post.
Me han hecho llegar vía informática un disco de un tal Ben Sidran, cuya existencia desconocía. Se trata de un tipo de 69 tacos que lleva toda su vida en la música y que, aunque vinculado sobre todo al jazz, ha trabajado con las principales figuras del rock (Clapton, los Stones, Van Morrison ...) Este album contiene doce temas de Dylan en versiones que, como reza el título, suenan bastante diferentes a las que habitualmente hacen tantos otros músicos (como saben quienes me sigan, aparte de las originales de Bobby, "colecciono" sus canciones en voces de otros intérpretes). El resultado, con un aire smooth jazz, es cuando menos interesante, quizá un poco edulcorado a lo easy listening. Elijo este tema porque, de todos, es el que pega más con la temática del post.
Veo un feo pecado de soberbia, y ninguna base bíblica, en la gratuita pretensión de que fuera nuestra galaxia la primera creada. También en la de que fuera la única directamente manufacturada por Dios, sin delegación en subalternos angélicos. ¿Por qué no podría ser la semana del Génesis una más, la número mil, o la un millón, de las muchas semanas que según tu propia hipótesis dedicó y sigue dedicando el Creador su obra? ¿Qué nos impide suponer que cuando la Biblia dice "Dios" no está usando una simple figura retórica de las que nombran el todo por la parte, como quien dice "el Ayuntamiento cerró el local" cuando quien verdaderamente lo ha cerrado es un simple cabo de la Policía Municipal, y que no fuera una de las muchas brigadas especializadas de ángeles quien en realidad separó el cielo de la tierra... etc?
ResponderEliminarY ya hablando de todo un poco ¿qué redundancia por completo fuera de lugar es esa de la "eternidad inmóvil"? Para que haya movimiento ha de haber tiempo y espacio, por definicion. Ninguna de las dos cosas se dan en la eternidad, por lo cual decir de ella que es inmóvil es de una innecesariedad tan inoportuna que trasluce graves errores de concepto. Errores que, por otra parte, trasudan indisimulables de cada una de las líneas de este post, escrito con más atrevimiento que acierto y con menos prudencia que vanidad. ¡Ay de estos incrédulos cuando se meten en teologías de once varas..!
¡Qué ignorancia especulativa, bizantina, la de Vanbrugh y tú! Hay un Dios por cada Galaxía, el nuestro es un pato de goma, de ahí la confusión de la Biblia, los patos de goma no escriben coherentemente
ResponderEliminarDemoledor, efectivamente.
ResponderEliminarpor cierto, Ben Sidran es un grande.
ResponderEliminarVanbrugh: ¿Qué no ves ninguna base bíblica? Pues los párrafos iniciales del Génesis. Dios creó los cielos y la tierra en el principio; o sea, que antes no había nada. Ese "principio" duró una semana y los trabajos de dicha semana son descritos pormenorizadamente a lo largo del primer capítulo, limitándose a nuestro planeta y astros adyacentes; o sea, el sistema solar y algunas estrellas de nuestra galaxia.
ResponderEliminar¿Que qué nos impide suponer que cuando la Biblia dice "Dios" no está usando una simple figura retórica de las que nombran el todo por la parte? Pues el propio estilo literario del Libro, que es bastante preciso a tal respecto y distingue sin asomo de dudas cuando se trata de Dios en persona o de ángeles. Ese argumento al que recurres, en todo caso, es justamente la trampa a la que reiteradamente apelan quienes tratan de disimular las contradicciones de las Escrituras con el resultado de que, al final, resulta que la Biblia puede interpretarse según convenga en cada caso lo que a la postre equivale a negarle a Dios, su autor, toda veracidad. Mucho más serios son los cristianos evangélicos, desdeñando valientemente esas concesiones vergonzosas al materialismo ateo.
Y sí, tienes razón: "eternidad inmóvil" es una redundancia. En lo que no estoy de acuerdo es en que sea innecesaria o inoportuna. Se trata de un pleonasmo que enriquece expresivamente la calidad de mi texto (lo he dado en el taller de literatura creativa del centro de mayores que han abierto en el barrio). De otra parte, tiene una intención didáctica: llamar a la reflexión sobre la incapacidad ontológica para la acción (incluyendo la creativa) de los seres asentados en la eternidad (y también sobre nuestra imposibilidad para concebirla).
En fin, que sin duda peco de atrevido con este post, pero no veo que trasude errores de bulto, que mucho me cuidé frotándolo repetidamente con un eficaz desodorante teológico. Además, mañana empiezo, también en el centro de mayores, un seminario en once sesiones (o varas) sobre teología bíblica. Te vas a enterar de lo que vale un peine.
Lansky: Lo tuyo sí que es atrevimiento gratuito. ¡Un Dios por cada galaxia! Reconozco que es ingenioso, aunque se te ve demasiado el plumero de tu tendencia politeísta. En cuanto al pato de goma, queda del todo explicado para quienes sabemos de tu reciente adhesión a la iglesia de Leo Bassi.
Enrique: Eres sintético, sin duda.
Lansky (again): Desde luego, me ha llamado la atención este Ben Sidran. Trataré de hacerme con discos suyos. ¿Conocías este álbum de versiones dylanescas?
Sí, lo conozco y lo tengo muy oido
ResponderEliminary no es politeismo, la teoría de los 'multiversos' está muy en boga entre los cosmólogos modernos, como Michio Kaku (Cf.)
ResponderEliminarTú mismo me has dado en el post el argumento con que refutar tus débiles objeciones a mi luminoso comentario anterior. Es lógico, dices, que la Biblia no nos refiera "nada de esto" -de tus teorías sobre brigadas angélicas estajanovistas- "pues a cuento de qué habría de informarnos Dios de lo que no nos concierne". Aplícalo a nuestro Génesis, que se refiere solo a nuestra galaxia porque Dios habrá juzgado, con el buen sentido que suele caracterizarle, que lo sucedido fuera de ella no era asunto nuestro ni tenía por qué contárnoslo. Cuando dice "en el principo" se refiere, claro, al principio de nuestra galaxia, que es de lo que quiere que nos ocupemos.
ResponderEliminarEn cuanto al estilo literario del libro, es notorio que, aunque obra de un único Autor divino, la redacción material de la Biblia ha sido subcontratada con un montón de amanuenses humanos que han dejado en ella su impronta, en ocasiones no solo variando el estilo literario sino hasta sembrando cierta confusión en cuanto al fondo. (La coordinación de obras de esta envergadura es siempre difícil y no es raro que queden pequeños cabos sueltos, que las prisas con las que se suele trabajar no dan tiempo a pulir. Creo que tú mismo sabrás por experiencia hasta qué punto esto es así.) Así que tu argumento del estilo no hace al caso, y sigo pensando que cuando el Génesis habla del Dios creador muy bien se puede estar refiriendo a algún coro angélico delegado, igual que decimos que una autopista la ha hecho el Gobierno sin necesidad de que sean los ministros los que manejen la maquinaria.
Y tanta alharaca con los evangélicos, por cierto, me está resultando herética, filomasónica y paraluterana. Por menos ha ardido gente, no te digo más.
Por último: para que el adjetivo 'inmóvil' aplicado a la eternidad cumpliera esa función didáctica y enriquecedora del texto que ahora pretendes que tiene, debería ir situado delante, y no detrás, así: inmóvil eternidad. Es bien sabido que son los adjetivos así colocados, los epítetos, los que realzan una cualidad intrínseca de lo adjetivado ("la blanca nieve", "el majestuoso Aconcagua"), algo que todo el mundo sabe que lo adjetivado es, aunque el epíteto lo recuerde para lograr un efecto estilístico u ornamental. Es la función explicativa de los adjetivos. Mientras que colocado tras el sustantivo, como tú lo has puesto: "eternidad inmóvil", el adjetivo tiene una función especificativa, es decir, sirve para segregar, de todas las posibles eternidades, aquella que tiene la cualidad de ser inmóvil, y diferenciarla de las otras que no lo son. Igual que decimos "el perro verde" para distinguirlo de los perros marrones, negros o blancos; mientras que, si todos los perros fueran verdes, deberíamos decir "el verde perro", o bien omitir cualquier mención al, en este caso, irrelevante color del animal.
Vanbrugh: No me asustan tus insidiosas advertencias inquisitoriales. Recurso, por otra parte, demasiado empleado por la Iglesia cuando no bastan los argumentos para imponer sus dogmas.
ResponderEliminarTampoco me terminan de convencer los que repites para justificar la descoordinación estilística (y de contenido) de la Biblia. Sí aciertas en que las obras de envergadura cerradas con prisas quedan plagadas de cabos sueltos (y yo mismo efectivamente lo acabo de vivir). Pero, hombre, achacarle a Dios nuestras limitaciones sí que me parece descaradamente herético.
En lo que sí te doy la razón es en tu magistral lección sobre el orden correcto de los adjetivos. Ciertamente, no funciona en este caso la propiedad conmutativa. Mañanaa lo plantearé en mi curso del centro de mayores; seguro que la profe me pone buena nota.
¡Ah, te parece herético achacarle a Dios nuestras limitaciones! ¿Y qué otra cosa haces tú cuando afirmas que Dios necesitó adquirir experiencia para aumentar su ritmo de producción, y que su elevado ritmo de trabajo le obligaría a tomar más de un día de descanso cada semana? ¿A qué otro motivo más que a las limitaciones que atribuyes a Dios se debe esa teoría tuya de la colaboración angélica? ¿Y eso de que Dios decidió no dejar cada astro perfectamente acabadito?
ResponderEliminarNo son amenazas, no. Ando muy alejado de la Ejecutiva, últimamente, y no tengo casi mano en a quién se quema y a quién no; y si la tuviera, la emplearía, puedes estar seguro, en tratar de evitarte a tí ese penoso trámite o, al menos, hacer que se te estrangulara antes, para eso están los amigos. Es una simple advertencia, para que no andes por ahí diciendo esas cosas, que pueden comprometernos a todos...
¡Y todo esto por un pato de goma! Con superpoderes, claro, y con grandes conocimientos de mitología, mecánica cuántica, epigenética, evolución y biología molecular y cosmología, pero pato de goma al fin!
ResponderEliminarNo he sido 'creyente' ni cuando era creyente, allá por los años de mi cole religioso. La Historia Sagrada era una de mis asignaturas preferidas, me la sabía de pe a pa e incluso añadía detallitos de mi cosecha que gustaban a mis profes, descreídos también pero obligados en su fe quizás abrazada a empujones, como ocurrió en mi Mili: - aquí estan los voluntarios para cabo. - Okey, que los desaten y les echen de comer.
ResponderEliminarEs más, Dios, la Creación, todas las distintas biblias que se han escrito hasta que un Papa, ¿quizá en Trento?, dijo 'ya está bien de cachondeo: esta es la fetén y olvidad las demás', me han interesado y divertido mucho, bastante más que todos los cómics habidos y por haber.
Me apunto a tus teorías, me parecen más elocuentes, más técnicas (o científicas) y más simpáticas que las del Dios bíblico y que los enjuages constructores de El Pocero.
Vas a chiflar, en los dos sentidos: gustar y enloquecer, a esos alumnos adultos a los que te diriges con todo esto. Me pilla un poco a trasmano tu ciudad, pero con gusto iría de monaguillo, angel o demonio, para pasarte las páginas, echarte incienso o alargarte un vasito de agua cuando lo necesites.
Son estas la disquisicines que podrías colgar en el blog de Susan, a ver que dice tan profundo teólogo, ('Susan' siempre es para mí Su San.tidad el Papa de Roma.)
Te bendigo. O dame tu bendición Miros. para que mi asesor fiscal lo haga bien otra vez y así burlemos a la Haciennda pública el máximo posible, durante un par de evos más.