Hasta el inicio del juicio, el 19 de marzo de 2007, Phil Spector permaneció en libertad bajo una fianza de un millón de dólares. Las sesiones se celebraron en la Corte Superior de Justicia de Los Ángeles y el juez permitió que fueran televisadas. El productor contrató al abogado Robert Shapiro, célebre por haber logrado la absolución del jugador de fútbol americano O.J. Simpson, acusado de matar a su mujer y al amante de ésta en 1994 (por cierto, diez años después de salir absuelto, en 2007, Simpson fue arrestado en Las Vegas por robo a mano armada y sentenciado a 33 años de prisión; en la actualidad el ex-deportista profesional cumple condena en el Lovelock Correctional Center de Nevada). Durante los seis meses que duró este primer juicio, Spector tuvo dos abogados más y, por lo que he leído, no fue un cliente fácil, que se plegara a las estrategias de defensa que le planteaban. No obstante, no fue condenado porque el Jurado no alcanzó un veredicto unánime –diez lo creían culpable y dos no– y, consecuentemente, se ordenó la celebración de un nuevo juicio, que comenzó un año después (20 de octubre de 2008) y acabó el 13 de abril de 2009, esta vez sí con veredicto de culpabilidad. El músico fue sentenciado a 19 años de prisión hasta poder obtener la libertad condicional y encerrado inmediatamente. En ese momento Spector tenía 69 años, por lo que podrá salir de la cárcel con 88, en 2028, si es que llega vivo a esa fecha. Naturalmente, sus representantes legales han promovido diversas iniciativas para revisar la condena, insistiendo en anomalías durante el proceso que violaron los derechos de defensa de Spector; pero en todos los casos las respectivas autoridades judiciales se han pronunciado negativamente. El principal artífice del sonido de la música pop sigue encerrado sin demasiadas perspectivas a la vista.
Durante el juicio, tanto o más que las pruebas, pesaron la personalidad y los antecedentes del acusado. Parece que la jurisprudencia norteamericana prohíbe por regla general que en un proceso se presenten comportamientos previos del reo que puedan perjudicarle; sin embargo, el juez admitió que el fiscal expusiera un retrato de Spector que para nada le favorecía. El productor era conocido por su carácter airado y bruscos cambios de humor, lo que resultaba bastante peligroso cuando además tenía el hábito de ir con armas de fuego y no cortarse en blandirlas. De otra parte, su conducta con las mujeres no era precisamente ejemplar. Dos de ellas testificaron en ese sentido. Melissa Grosvenor, una camarera de Nueva York que salió con él a principios de los noventa, relató que tras una cena en Beverly Hills, al decirle que estaba cansada y quería irse, Spector le puso un revólver entre los ojos y le aseguró que si intentaba marchar la mataba. Una vez de regreso en Nueva York, el músico la llamaba insistentemente para que volviera y, ante sus negativas, le dejó mensajes amenazadores (tengo pistolas y sé donde vives). La otra mujer, Stephanie Jennings, era una fotógrafa del mundo de la música; Spector la invitó en 1994 a una fiesta en Nueva York con celebridades del pop y le reservó una habitación en la misma planta de su hotel, el Carlyle. Cuando ya estaba durmiendo, un guardaespaldas la despertó para decirle que el músico quería que fuese a su habitación. Como se negó, al cabo de un rato apareció un ebrio Spector y mantuvieron una violenta discusión a empujones en el cuarto de baño que el hombre zanjó sacando la pistola. Parece que cuando las cosas se calmaron la chica llamó a la policía pero no le hicieron mucho caso (dijo que la trataron como si fuera una prostituta). Pero aparte de estas testigos, el fiscal presentó otros casos de mujeres que tuvieron relación con Spector y a las que amenazó con pistolas o maltrató de diversos modos. Salió a colación, naturalmente, la malsana convivencia matrimonial con Ronnie Spector, la que fue vocalista principal de las Ronettes (la tenía prácticamente encerrada en su mansión de lujo, violentamente celoso de todo lo que hiciera). Incluso se citó el testimonio de un antiguo guardaespaldas del músico al que éste le confesó que en sus citas siempre llevaba un arma porque todas las mujeres merecen morir. En fin, que el fiscal tuvo fácil presentar al acusado como un hombre con demostrada hostilidad y violencia hacia las mujeres, de modo que el asesinato de Lana Clarkson no fuera sino la culminación natural de ese patrón de conducta.
Naturalmente, a Spector no se le condenó sólo por su reputación, sino también porque las pruebas convencieron al jurado de que fue él quien disparó la pistola dentro de la boca de la infausta Lana Clarkson. Sin embargo, parece que las pruebas no fueron absolutamente concluyentes. Por ejemplo, la ropa del músico tenía muy poca sangre, lo que no casaba con que hubiera empuñado el revólver junto a la mujer. La defensa sostuvo que Lana se había suicidado –aunque la acusación atacó convincentemente la tesis ya que el comportamiento previo de la actriz (incluyendo mensajes en su página web) no hacía pensar para nada que estuviera deprimida– y pretendió demostrar que la trayectoria de la bala correspondía mucho más a que hubiese sido ella la que sostenía el arma. También los abogados mostraron que si la chica se hubiera introducido la pistola en la boca, aún sin ánimo de suicidarse (jugueteando irresponsablemente con el riesgo), y Spector, tal como él aseguraba, le hubiese gritado para que la sacase, el brusco movimiento de ella habría hecho que la mira (el pequeño resalte al final del cañón) tropezara con los dientes e involuntariamente el dedo activase el gatillo. En esta hipótesis el productor habría sido la causa de la muerte pero de forma accidental. En resumen, que pese a la famosa frasecita que el chófer dijo que dijo Spector, a su carácter y repugnante comportamiento anterior con las mujeres, y a que todos los indicios apuntaban como la explicación más lógica que, por cualquier motivo, el productor hubiese perdido los estribos (estaba bastante ebrio) y disparado en un arrebato, en el primer juicio hubo dos miembros del jurado que no pudieron convencerse, más allá de cualquier duda razonable, de que la había asesinado. Es decir, que pensaron que cabía la posibilidad, aunque fuera remota, de que Lana se hubiese suicidado o muerto accidentalmente. En el segundo juicio, en cambio, ninguno de los miembros del jurado tuvo esas dudas razonables y por eso el músico fue condenado.
En 2013, la HBO produjo una película dirigida por David Mamet que se centra en la relación de Phil Spector con la abogada Linda Kenney Baden durante el primer juicio. La peli hace hincapié en la versión de la defensa y fue por ello fue muy criticada, hasta el punto de que en la presentación se dice: "Ésta es una obra de ficción. No está basada en hechos reales. Es una obra dramática de ficción inspirada en el juicio real de personas reales. No es un intento de descripción de personas reales, ni del juicio, ni de su resultado". Por supuesto, está descaradamente basada en hechos reales, y tengo la impresión de que recreadas las actuaciones del equipo de la defensa de forma bastante fiel (al menos, por lo que he podido verificar en internet). Tanto que, efectivamente, logra que al espectador le surja la duda razonable que lograron los abogados instilar en las mentes de dos jurados. Después de verla me dije que probablemente Spector era culpable pero, al mismo tiempo, tuve que admitir que no podía descartar absolutamente que la mujer se hubiera suicidado o que hubiese sido un accidente, por muy poco sentido que tuvieran esas otras dos opciones. Justamente eso es lo que dice el personaje de la abogada cuando le preguntan si cree que su cliente es inocente: no estoy convencida de que sea culpable. Pero entonces, insisten los periodistas, ¿cómo ocurrieron las cosas? Y ella: eso no me corresponde a mí; mi trabajo es simplemente demostrar que los hechos pudieron ser de otra forma. Por cierto, la película es muy recomendable (la hora y media se pasa muy rápido), muy en especial por la excelente interpretación de los dos protagonistas: Al Pacino, caracterizado espléndidamente como Spector, y Helen Mirren, magnífica.
Pues nada, si tengo la oportunidad, veré la película "no basada en hechos reales". Pocas advertencias encierran tantas mentiras.
ResponderEliminarMás que mentira, yo diría que es una advertencia a medios entre irónica y defensiva (ya sabes cómo la gastan los americanos con las demandas legales):
EliminarMe parece una historia muy peculiar ,y si es que fue accidental , esta clarísimo que darle un beso a una pistola es muy peligroso ( a mi me asustarían hasta las de plástico ) ,cuanta verdad se asocia al dicho " las armas las carga el diablo " ,y se le echa la culpa al diablo cuando ha sido evidentemente una imprudencia o despiste humano . Y es que " quién evita la ocasión evita el peligro " , sin ser causa directa de lo que se intenta evitar, puede causarlo o propiciarlo.No en vano dice otro refrán que " a la fuerza ahorcan".
ResponderEliminarCuesta creer que fuera un suicidio o accidental. Sin embargo, la sombra de la duda persiste, aunque no bastó para conseguirle la absolución a Spector.
EliminarHaré por ver la película. Mamet me gusta mucho
ResponderEliminarEs recomendable, desde luego.
EliminarGracias por la historia. Muy bien expuesto todo. Ya no tengo la sombra de "¿qué pasa con Spector?" ;-)
ResponderEliminarGracias a ti. Como dije en el primer post, ni siquiera estaba al tanto del hecho y de que Spector estuviera en la cárcel. Por eso el post.
EliminarEl camino que va de escribir y grabar canciones como "Seven Lonely Days" o "To Know Him Is To Love Him" a terminar cumpliendo veinte años de cárcel, tras pagar una fianza de un millón de dolares, por matar a una actriz de serie B, sólo puede recorrerlo alguien nacido y criado en los Estados Unidos de América.
ResponderEliminarLa película tiene muy buena pinta, el tema parece ideal para Mamet.
Del cielo al infierno, vienes a decir. Aunque no creo que sólo sea posible en los EEUU pero, sin duda, es el lugar donde más probabilidades hay de que ocurran historias como ésta.
EliminarLa pelí está muy bien. Mamet me gusta, aunque apenas he visto dos o tres pelis dirigidas por él, pero en cambio bastantes más (y buenas) como guionista.