Cabe imaginar que todavía hoy existen personas que
están en contra del servicio militar obligatorio
e incluso desean la abolición de los ejércitos,
que no entienden cómo algunos perciben rentas millonarias al día mientras a otros los más agotadores esfuerzos apenas les alcanzan para comer,
y piensan que no deben admitirse estas diferencias de fortunas.
Cabe imaginar que todavía hoy queden quienes
defienden el amor libre,
sin necesidad de adecuarlo a moldes religiosos o civiles.
Y ven injustas las herencias económicas.
Y se oponen a cualquier forma de opresión del individuo por el Estado, llámese fascismo o comunismo o con cualquier otro calificativo. Y no digamos por caciques, grupos sociales o corporativos, instituciones, iglesias y demás engendros.
Cabe imaginar que todavía hoy hayan gentes que, en suma,
pretenden lograr la máxima libertad del individuo
sin más imposiciones que las absolutamente imprescindibles.
Si hay partidos políticos que contienen en sus idearios y programas estas utopías, es que aún quedan opciones de izquierda. Por el contrario, los partidos políticos que no propugnen estas metas son la derecha, por muchas siglas confusas con las que se disfracen.
Esta tarde he empezado a ordenar la inmensidad de papeles que almaceno en mi despacho. Testimonios en celulosa de los últimos cuarenta años, desde los últimos años del bachillerato. Voy encontrando muchas cosas olvidadas. Por ejemplo, en un cuaderno en el que durante una época tomaba apuntes de los asuntos más variados encuentro el texto anterior. Según consta de mi puño y letra al final, son palabras de Fernando Fernán Gómez el 23 de diciembre de 1992 en Antena Tres, transcritas por mí de memoria (no es cita textual). Ya no me acuerdo de esa intervención televisiva (probablemente una entrevista), pero sin duda me impactó, tanto que al acabar de verla quise fijarla en el cuaderno que ahora recupero. Fernán Gómez tenía 71 años y aún le quedaban casi quince de vida. Han pasado algo más de 23 años; ¿qué diría hoy?
F.F.G. es uno de mis ídolos, y no sólo como actor, director y escritor (sus memorias, El tiempo amarillo son una maravilla), sino como persona
ResponderEliminarA mí también me caía muy bien FGG.
EliminarQué reconfortante oir a alguien que reivindica la máxima libertad del individuo como una aspiración de izquierdas, aunque haya que remontarse a los desahogos de un utópico inclasificable de setenta y tantos años, que encima ya está muerto. Y que aprecía estar cabreado casi todo el rato, y siempre con razón.
ResponderEliminarÚltimamente tengo la impresión de que ser de izquierdas consistiera en quererlo prohibir todo y en querer organizar la vida de la gente sin pararse antes a enterarse de cómo la quiere vivir ella. O parándose, para mejor llevarle la contraria.
No tengo yo esa impresión, pero bien es verdad que ya cada uno decide a su gusto lo que es ser de izquierdas.
EliminarLa máxima libertad del individuo sí me parece un ideal de izquierda. Cuando lo enuncian los actuales neocons, lo que ocultan es que esa máxima libertad es la de poder oprimir a otros.
Desde luego, la máxima libertad del individuo que predican los neocons, que consiste en ser libre de trabajar donde encuentres, si lo encuentras, y de cobrar lo que te quieran pagar, si algo quieren, no es la que yo deseo. La libertad necesita, para ser efectiva, de una regulación que se ocupe de compensar las diferentes capacidades, porque cuando esta regulación no existe o no funciona la de los más fuertes anula la de los más débiles.
EliminarPero mi ideal de libertad tampoco coincide con el de los que llevan esta regulación hasta la asfixia y pretenden disponer quién y cuando debe limpiar los colegios y recoger las colillas, cómo deben celebrarse adecuadamente las fiestas populares, qué nombre debe ponerse a las calles y hasta qué desinencias de género es correcto usar para no pecar de machismo. Sobre todo si, además, no parecen servir de gran cosa en ningún otro terreno que en el de las chorradas.
Debe de ser que me estoy haciendo viejo, o facha, o algo.
Vanbrugh, siempre ha habido dos 'izquierdas', que además se odiaban a muerte. Sin matizar demasiado se pueden definir como la izquierda autoritaria (ej. típico el marxismo-leninismo) y la no autoritaria, que va desde los comunistas libertarios o anarquistas, hasta los lierales de izqierda y los socialdemócratas comeme il faut
EliminarMi problema es con la realidad, la teoría la tengo más o menos clara. En la práctica supuestos anarquistas libertarios van del brazo con gentes que pretenden ser el "leninismo amable", oximoron repugnante donde los haya, los liberales de izquierda cenan regularmente con sus primos y socios neocom y los representantes de lo que ocupa el lugar donde deberían estar los socialdemócratas comilfó son guaperas estúpidos que hablan como el delegado de curso de PREU el día de la entrega de premios de fin de curso...
EliminarY todos encuentran y esgrimen, para explicar sus conductas, los argumentos indefectiblemente más inoportunamente necios e improcedentes que pueda imaginarse, y algunos que jamás habría imaginado. Es descorazonador.
EliminarTienes toda la razón
EliminarMi próximo post toca ese tema desde las ideas económicas