Poco he averiguado de los antecedentes familiares de Stephen Stills. Que los ancestros (Stills) eran sureños acomodados de Louisiana, arruinados al acabar la Guerra Civil y obligados a emigrar al Norte, desperdigándose por Indiana e Illinois. Que William, el padre, hacia mediados de los treinta se enrolló con Talitha, la madre y que ingresó en la Universidad del Sur de Illinois para estudiar ingeniería. Que a los dos les encantaba la música: trataban de ganar algo de dinero colaborando en la organización de actuaciones de bandas e iban a cuantos conciertos podían. También sé que William no llegó a graduarse; decidió que tenía que sacar rendimiento de lo que había aprendido –ya tenían una hija, Hannah– y se metió en el negocio de la construcción. Poco después, la familia se mudo a Dallas, Texas, donde nació Stephen, el 3 de enero de 1945. William era un “culo inquieto”, no aguantaba mucho en ningún lugar; los más nítidos recuerdos infantiles de Stephen son montado en el coche familiar. Por lo visto, el padre pasaba de forrarse a arruinarse acto seguido, y a volver a cambiar de residencia, siempre con música de fondo. (Por cierto, en la Wikipedia en inglés afirman que el padre de Stephen era militar y que por eso viajó tanto durante su infancia; Dave Zimmer, el autor de la más conocida biografía del futuro trío de folk-rock no dice nada de esto. Será que a veces fallan los mecanismos de verificación de la Wiki).
De la infancia de Stephen tampoco tengo demasiados datos. No debió vivir mucho tiempo en Dallas porque he encontrado una foto con dos años tomada en Illinois. Entre los cuatro y cinco años tuvo que estar en San Antonio (de nuevo Texas) porque en esa ciudad nació su hermana menor, Tai, a finales de 1949. Poco después lo tengo localizado en Covington, una pequeña ciudad de Louisiana (al Norte de Nueva Orleans y separada de ésta por el gran lago salobre de Pontchartrain. Allí cursó los primeros años de la escuela elemental. Una de las primeras anécdotas que he encontrado del crío es que no paraba de seguir el ritmo del tocadiscos familiar con las palmas o, armado con dos palillos, bateando los muebles de la casa familiar. William, en vez de regañarle, le compró una batería; tenía ocho añitos. Durante esos años de primaria, también le pusieron una profesora de piano, que adoraba a Brahms peor no consiguió que el niño se aficionara. Por último, sé que hacia mediados de los cincuenta la familia se mudó al área central de Florida. Por entonces, Stephen era un chavalín bastante salvaje y loco por la música. Su madre pensó que le convenía un poco de disciplina y con doce añitos lo enviaron a la Academia Militar Admiral Farragut. No es propiamente lo que aquí llamaríamos una academia militar, sino más bien un colegio privado regido por militares, algo así como el Leoncio Prado chalaco, aunque seguro que las condiciones del norteamericano serían bastante más suaves que las que describió Vargas Llosa en La ciudad y los perros (de hecho, Stills recuerda positivamente su paso por esa institución).
No creo que Steve estuviera más de un año en ese colegio militar de St. Petersburg, pero fue un curso decisivo, tanto en la formación de su carácter como en el definitiva afianzamiento de su vocación musical. A este respecto fue decisiva una excursión colegial a Tampa (Tampa está enfrente de San Petersburgo, cada ciudad en una orilla de laOld Tampa Bay cruzada por tres puentes). En esta ciudad se encontró con un guitarrista viejo y ciego que tocaba blues para conseguir monedas de los transeúntes. El niño se olvidó de sus compañeros y se sentó junto al músico completamente embelesado por su forma de tocar su vieja Silvertone negra. Estar escuchando a un bluesman en Tampa le convenció de que se trataba del mismísimo Tampa Red, uno de los grandes. No podía ser él, claro; por aquellas fechas Hudson Whittaker estaba en Chicago, alcoholizando su depresión por la muerte de Frances, su mujer. También en esos tiempos, en algún viaje a la casa familiar, conoció a un tipo que trabajaba para su padre y que tocaba un ragtime tremendo. Así que, de vuelta en el Admiral Farragut, y pese a que había adquirido no poca destreza a la batería, se aferró a la guitarra de su compañero de habitación y se dedicó frenéticamente a practicar hasta que empezó a dominarla. Al mismo tiempo, gracias a los discos de otro condiscípulo, se empapó de los grandes bluesmen de Chicago: B.B. King, Muddy Waters, Jimmy Reed.
El verano del 58, con trece años, Stephen lo pasó en la granja de melocotones de su tío, conduciéndo un tractor y cantando a todo volumen para que su voz se oyera sobre el ruido del motor. Ahí desarrollé mis pulmones, cuenta. Un par de años después, se apuntó al coro del monasterio benedictino de San León, situado en el pequeño pueblo del mismo nombre muy cerca de Tampa. Allí le educaron la voz, que le permitía alcanzar diversos registros, casi siempre de barítono pero incluso algunas partes de tenor. Por lo visto, el chico quedó fascinado con el canto gregoriano (pero no tanto para que su futura carrera se orientara hacia ese género). Ya con quince años se traslada a la High School de Gainesville, unos 200 kilómetros al Norte del área de Tampa. Para entonces ya estaba acostumbrado a moverse continuamente, a dejar amigos y conocer otros nuevos. Contra lo que es habitual en los adolescentes, las frecuentes mudanzas no sólo no le molestaban sino que eran para él un estímulo. Stephen se consideraba un músico y lo que más le atraía era encontrar otros aficionados con los que poder tocar, divertirse, como se dice en inglés: to jam. Esas ganas de hacer música con cualquiera que encontrase contribuyó a que desarrollara una fuerte capacidad de adaptación a distintos estilos y amplió sus gustos. En esos años de instituto Stephen formaría su primera banda –se llamó The Radars y naturalmente no existen grabaciones– y, aunque seguía dándole a la batería, cada vez se centraba más en una guitarra eléctrica de segunda mano que se había comprado.
Estamos, calculo, en 1960 (es difícil asegurar las fechas de los datos dispersos que he ido recopilando). En el curso 60-61 Stills volvería a Tampa, al Henry B. Plant High School. Pero antes, según la biografía de Dave Zimmer, estuvo cuatro meses tocando con The Continentals, una banda ya casi profesional que actuaba por Gainesville y sus alrededores. Para mí, que la participación de Stills en esa banda fue unos años después, hacia el 63 o el 64 cuando, tras finalizar el Instituto en Costa Rica, estuvo matriculado unos meses en la universidad de Florida. Me baso en que en ese grupo el guitarrista principal era Don Felder, quien años más tarde formaría The Eagles, el famoso grupo de country road, y éste en su biografía dice que empezó en The Continentals con quince años (mientras que en la primera mitad de 1960 solo tenía 12). También Tom Petty, originario de Gainesville, habla de la banda en sus memorias, pero fechándola unos años después. En todo caso, lo que nos importa es que al inicio de la nueva (y prodigiosa) década, Stephen Stills tiene clarísimo que quiere dedicarse a la música y que ésta es lo único que realmente le motiva. No es malo en los estudios, pero selecciona lo que le interesa aprender, lo que cree que le servirá para su carrera, mientras aprovecha para vivir a tope, de juerga en juerga (coches, chicas y alcohol) al estilo American Graffitti. No obstante, tiene problemas en el Instituto (no consigue que le permitan dirigir la orquesta pese a sus evidentes capacidades) y decide largarse a San José de Costa Rica, donde desde hacía unos meses se había instalado su familia. Stephen tiene dieciséis años, ya no es un niño, la vocación está más que confirmada. Empiezan ahora los acelerados años de formación.
No creo que Steve estuviera más de un año en ese colegio militar de St. Petersburg, pero fue un curso decisivo, tanto en la formación de su carácter como en el definitiva afianzamiento de su vocación musical. A este respecto fue decisiva una excursión colegial a Tampa (Tampa está enfrente de San Petersburgo, cada ciudad en una orilla de laOld Tampa Bay cruzada por tres puentes). En esta ciudad se encontró con un guitarrista viejo y ciego que tocaba blues para conseguir monedas de los transeúntes. El niño se olvidó de sus compañeros y se sentó junto al músico completamente embelesado por su forma de tocar su vieja Silvertone negra. Estar escuchando a un bluesman en Tampa le convenció de que se trataba del mismísimo Tampa Red, uno de los grandes. No podía ser él, claro; por aquellas fechas Hudson Whittaker estaba en Chicago, alcoholizando su depresión por la muerte de Frances, su mujer. También en esos tiempos, en algún viaje a la casa familiar, conoció a un tipo que trabajaba para su padre y que tocaba un ragtime tremendo. Así que, de vuelta en el Admiral Farragut, y pese a que había adquirido no poca destreza a la batería, se aferró a la guitarra de su compañero de habitación y se dedicó frenéticamente a practicar hasta que empezó a dominarla. Al mismo tiempo, gracias a los discos de otro condiscípulo, se empapó de los grandes bluesmen de Chicago: B.B. King, Muddy Waters, Jimmy Reed.
El verano del 58, con trece años, Stephen lo pasó en la granja de melocotones de su tío, conduciéndo un tractor y cantando a todo volumen para que su voz se oyera sobre el ruido del motor. Ahí desarrollé mis pulmones, cuenta. Un par de años después, se apuntó al coro del monasterio benedictino de San León, situado en el pequeño pueblo del mismo nombre muy cerca de Tampa. Allí le educaron la voz, que le permitía alcanzar diversos registros, casi siempre de barítono pero incluso algunas partes de tenor. Por lo visto, el chico quedó fascinado con el canto gregoriano (pero no tanto para que su futura carrera se orientara hacia ese género). Ya con quince años se traslada a la High School de Gainesville, unos 200 kilómetros al Norte del área de Tampa. Para entonces ya estaba acostumbrado a moverse continuamente, a dejar amigos y conocer otros nuevos. Contra lo que es habitual en los adolescentes, las frecuentes mudanzas no sólo no le molestaban sino que eran para él un estímulo. Stephen se consideraba un músico y lo que más le atraía era encontrar otros aficionados con los que poder tocar, divertirse, como se dice en inglés: to jam. Esas ganas de hacer música con cualquiera que encontrase contribuyó a que desarrollara una fuerte capacidad de adaptación a distintos estilos y amplió sus gustos. En esos años de instituto Stephen formaría su primera banda –se llamó The Radars y naturalmente no existen grabaciones– y, aunque seguía dándole a la batería, cada vez se centraba más en una guitarra eléctrica de segunda mano que se había comprado.
Estamos, calculo, en 1960 (es difícil asegurar las fechas de los datos dispersos que he ido recopilando). En el curso 60-61 Stills volvería a Tampa, al Henry B. Plant High School. Pero antes, según la biografía de Dave Zimmer, estuvo cuatro meses tocando con The Continentals, una banda ya casi profesional que actuaba por Gainesville y sus alrededores. Para mí, que la participación de Stills en esa banda fue unos años después, hacia el 63 o el 64 cuando, tras finalizar el Instituto en Costa Rica, estuvo matriculado unos meses en la universidad de Florida. Me baso en que en ese grupo el guitarrista principal era Don Felder, quien años más tarde formaría The Eagles, el famoso grupo de country road, y éste en su biografía dice que empezó en The Continentals con quince años (mientras que en la primera mitad de 1960 solo tenía 12). También Tom Petty, originario de Gainesville, habla de la banda en sus memorias, pero fechándola unos años después. En todo caso, lo que nos importa es que al inicio de la nueva (y prodigiosa) década, Stephen Stills tiene clarísimo que quiere dedicarse a la música y que ésta es lo único que realmente le motiva. No es malo en los estudios, pero selecciona lo que le interesa aprender, lo que cree que le servirá para su carrera, mientras aprovecha para vivir a tope, de juerga en juerga (coches, chicas y alcohol) al estilo American Graffitti. No obstante, tiene problemas en el Instituto (no consigue que le permitan dirigir la orquesta pese a sus evidentes capacidades) y decide largarse a San José de Costa Rica, donde desde hacía unos meses se había instalado su familia. Stephen tiene dieciséis años, ya no es un niño, la vocación está más que confirmada. Empiezan ahora los acelerados años de formación.
Love the one you're with - Stephen Stills (Stephen Stills, 1970)
PS: Este post ha sido construido siguiendo básicamente lo que cuenta Dave Zimmer en su "Crosby, Stills & Nash, the biography", en el primer capítulo de la edición revisada de 2008 (la edición original es de 1984) y que he consultado en Googlebooks. Aparte de darle mi propio estilo, he verificado y completado los datos a través de internet (hasta donde he podido porque mucho no hay); pero vamos, pocos argumentos para reclamar autorías. Las dos fotos de Stephen de niño, con trece y quince años, también las he cogido de ese libro (eran propiedad de Talitha Stills, la madre o la hermana).
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