For what it's worth - Buffalo Springfield (Buffalo Springfield, 1966)
Hubo una vez una banda llamada Buffalo Springfield. Seguro que a más de uno, a cualquiera con afición al rock, le suena. En esta ocasión no hablo de un grupo desconocido como el que protagonizó el post anterior, sino uno de los que, pese a su breve vida, merece un capítulo relevante en la historia de la música popular. Pero ahora no voy a centrarme en este primer esbozo de supergrupo, con tres estrellas de primer orden (o que, al menos, querían serlo) como Stephen Stills, Neil Young y Richie Furay (pero aprovecho para subir el tema más conocido de los BS). Lo que quiero contar es que se separaron de bastante mal rollo y probablemente el que peor lo llevó fueron Furay y Messina que, ya disuelto el grupo, recopilaron grabaciones descartadas para publicar el que quedó con tercer álbum de estudio (Las Time Around), publicado en julio de 1968. Es el año mágico, están en Los Ángeles, que borbotea de psicodelia y hipismo. Mientras Stills empezaba a coquetear con Crosby (despedido de The Byrds) y desde Inglaterra aparecía Nash para formar el famoso trío, Richie y Jim decidieron que también ellos tenían que crear su propia banda, y sumaron a otro Young (pero este se llamaba Rusty), al batería George Grantham y al bajista Randy Meisner (al que en pocos meses sustituiría Timothy B. Schmit, como ya conté en el post anterior). Ya tenían grupo al que bautizaron con el modesto nombre de Poco; debutaron en el Troubador de LA en noviembre de ese año mítico. La primera canción que grabaron, composición de Furay, se tituló Pickin’ un the pieces (recogiendo los pedazos). No tuvo demasiado éxito comercial pero se la considera la que inauguró un nuevo sub-género musical: el country rock (por supuesto, no deja de ser una opinión más que discutible; yo, por ejemplo, diría que ya Bob Dylan alumbró el country rock en John Wesley Harding el año anterior, pero no entremos en discusiones estériles).
Pickin' up the pieces - Poco (Pickin' Up the Pieces, 1969)
En algún lado leí que el título de la canción aludía a la disolución de Buffalo Springfield: o sea, que Furay y Messina, los dos supervivientes de la banda, recogían los pedazos de ésta para formar Poco y dar continuidad al proyecto original. Bueno, lo mismo podrían haber dicho Stills o Neil Young y, en todo caso, la letra no da muchas pistas al respecto: es un mensaje optimista en el que no queda muy claro de qué son los pedazos o las piezas que “tú y yo” vamos a recoger. Pero si traigo este tema a colación es porque, como ya dije, con motivo de mi investigación sobre Redwing me conseguí el único álbum publicado por el grupo Glad el antecesor de la banda de Sacramento. Pues bien, en ese disco (Feelin’ Glad) hay un tema que se titula justamente Pickin’ up the pieces, compuesto por Ron Floegel también en 1968, pero unos meses antes. Esta canción de Glad nada tiene que ver, ni en la música ni en la letra, con la de Poco, pero me llamó la atención que con tan poca diferencia de tiempo y de distancia espacial se parieran dos tema con idéntico título. A raíz de esto se me ocurrió preguntarme si habría más repeticiones. Al fin y al cabo, pese a mi inicial extrañeza, eso de “recogiendo los pedazos” parece muy apropiado para encabezar una canción: enseguida uno piensa que se trata de los trocitos del corazón roto por el desamor, uno de los asuntos más manoseados en la música popular (me rompiste el corazón y ahora estoy recogiendo los pedazos). Aunque, la verdad, ninguna de estas dos canciones va por ahí.
Pickin' up the pieces - Glad (Feelin' Glad, 1968)
Hoy en día es posible saber en poco tiempo cuántas y cuáles canciones se han publicado con un determinado título: basta consultar cualquier web de internet apoyada en la correspondiente base de datos (hay tantas que sería absurdo mencionar ninguna). Es más, también es posible escuchar inmediatamente casi cualquier canción que se haya publicado, a través de los servidores de música. Este fin de semana hice la prueba con Spotify, probablemente el más popular en la actualidad. Aluciné con los resultados: tras teclear tanto pickin’ up the pieces como picking up the pieces encontré aproximadamente ciento cincuenta, quizá alguna más. ¡¡¡ 150 canciones distintas tituladas Pickin’ up the pieces !!! Me pareció –y me lo sigue pareciendo– alucinante. ¿Qué pasa, que todo cantante en inglés se siente en la obligación de contar con un “recogiendo los pedazos” en su repertorio? Y me seguí preguntando: ¿es éste un caso anómalo o podría encontrar muchísimos títulos que se repiten tantas veces en canciones distintas? Me cuesta creerlo; cinco o seis coincidencias es razonable pero 150 es una pasada absoluta. No obstante, propongo el juego de encontrar otros títulos de canciones que alcancen o siquiera se aproximen a éste que hoy traigo aquí; canciones distintas, eh, no valen versiones de la misma. Pues bien, después de la sorpresa tan inesperada me dije a mí mismo: dediquemos un tiempillo a escuchas todas estas picking up the pieces, que a lo mejor descubrimos algunas joyas ignoradas. Claro, la tontería exige una buena dedicación, en torno a diez horas. No lo conseguí, estuve a ratos durante las tardes del sábado y del domingo. Escuchaba un tema mientras buscaba en internet datos sobre el intérprete. Pero hacia la mitad de la lista me rendí; suficiente, en todo caso, para aumentar mi asombro.
Yo creía que tenía una aceptable cultura en lo que a la música cultural se refiere, pero resulta que de los más de 150 intérpretes que están en Spotify cantando alguna picking up the pieces, sólo conocía a los dos grupos que ya he citado (Glad y Poco). He de decir que la inmensa mayoría de ellos ni siquiera cuentan con página en Wikipedia que, a estas alturas, es lo mínimo exigible para ser alguien en el show-bussiness. Todos, sin embargo, tienen sus discos (a veces no es más que un single) en las tiendas de comercio electrónico. Y es que, en la actualidad, para ofrecer tu música ya ni siquiera hace falta que te comercialice una discográfica. Cuestión distinta es, claro, que cualquiera de estos muchísimos desconocidos logre ventas suficientes o que su popularidad supere el ámbito geográfico de su pueblo o de su barrio. Al final –no nos engañemos–, la fama como condición para el negocio musical (y otros) sigue contralada por las multinacionales, que son las que “imponen” lo que hay que escuchar, incluso haciendo que parezca que el éxito de algún recién llegado es debido a un espontáneo y viral “boca a boca”; para nada. Pero en fin, volviendo a mis descubrimientos, ¿alguno recomendable? Pues hay de todos los géneros y hasta de varias nacionalidades (predominan obviamente los anglosajones), entre ellos unos cuantos suecos, unos pocos menos noruegos y alguna polaca. Lo cierto es que varios temas me han resultado agradables, la mayoría me han dejado indiferentes y unos pocos (música rap, house o electrónica) me han parecido francamente repulsivos. Puestos a mencionar a alguien, me inclino por Paloma Faith, una británica treintañera (pero hija de padre español), que se dedica sobre todo al soul con composiciones propias. Empezó en 2009 y se hizo conocida por un marcado estilo excéntrico y retro, aunque la fama le llegó justamente con la publicación en 2011 del single con la canción a la que se dedica este post (compuesta por ella junto con Wayne Hector y Tim Powell). Por lo visto no ha llegado a los niveles de popularidad de la difunta Amy Winehouse ni tampoco de Adele, pero a lo mejor va a la par de Joss Stone, por ejemplo. En todo caso, ésta sí tiene página en la Wikipedia.
Yo creía que tenía una aceptable cultura en lo que a la música cultural se refiere, pero resulta que de los más de 150 intérpretes que están en Spotify cantando alguna picking up the pieces, sólo conocía a los dos grupos que ya he citado (Glad y Poco). He de decir que la inmensa mayoría de ellos ni siquiera cuentan con página en Wikipedia que, a estas alturas, es lo mínimo exigible para ser alguien en el show-bussiness. Todos, sin embargo, tienen sus discos (a veces no es más que un single) en las tiendas de comercio electrónico. Y es que, en la actualidad, para ofrecer tu música ya ni siquiera hace falta que te comercialice una discográfica. Cuestión distinta es, claro, que cualquiera de estos muchísimos desconocidos logre ventas suficientes o que su popularidad supere el ámbito geográfico de su pueblo o de su barrio. Al final –no nos engañemos–, la fama como condición para el negocio musical (y otros) sigue contralada por las multinacionales, que son las que “imponen” lo que hay que escuchar, incluso haciendo que parezca que el éxito de algún recién llegado es debido a un espontáneo y viral “boca a boca”; para nada. Pero en fin, volviendo a mis descubrimientos, ¿alguno recomendable? Pues hay de todos los géneros y hasta de varias nacionalidades (predominan obviamente los anglosajones), entre ellos unos cuantos suecos, unos pocos menos noruegos y alguna polaca. Lo cierto es que varios temas me han resultado agradables, la mayoría me han dejado indiferentes y unos pocos (música rap, house o electrónica) me han parecido francamente repulsivos. Puestos a mencionar a alguien, me inclino por Paloma Faith, una británica treintañera (pero hija de padre español), que se dedica sobre todo al soul con composiciones propias. Empezó en 2009 y se hizo conocida por un marcado estilo excéntrico y retro, aunque la fama le llegó justamente con la publicación en 2011 del single con la canción a la que se dedica este post (compuesta por ella junto con Wayne Hector y Tim Powell). Por lo visto no ha llegado a los niveles de popularidad de la difunta Amy Winehouse ni tampoco de Adele, pero a lo mejor va a la par de Joss Stone, por ejemplo. En todo caso, ésta sí tiene página en la Wikipedia.
Picking up the pieces - Paloma Faith (Fall to Grace, 2012)
Una última curiosidad respecto a la abundancia de cancioncillas distintas con este mismo título es que todas son posteriores a la primera de los Glad (al menos, todas las que aparecen en Spotify). ¿Qué pasa? ¿Qué fue a partir de los setenta cuando a mogollón de músicos se les ocurrió que tenían que componer temitas sobre recoger los pedazos y antes a nadie? Lo dudo, digo yo que en las décadas anteriores, preñadísimas de canciones de amor y desamor, más de una debería haber llamada así; tal vez –no lo sé– Spotify no se va más atrás de los sesenta. Una de las que sí recoge es interpretada por Patti Page, una de las grandes estrellas del pop norteamericano de los 50; sin embargo, la canción que nos ocupa la grabó en el 69 o en el 70, después en todo caso de las de Glad y Poco. De hecho, el tema lo compuso Paul Anka y lo publicó en su LP de 1969, Goodbye my Love. Desde luego a Anka sí lo conocía pero llamativamente esta canción no está en Spotify (pero sí en Youtube, lo que me ha permitido escucharla, porque no la conocía). Y hasta aquí estas divagaciones a partir de una tontería que me llamó la atención y me llevó a entretenerme unas cuantas horas; qué manera de perder el tiempo, ¿verdad? Pero antes de acabar, de yapa, como se dice en Perú, un último dato inútil: resultaque también existe una película del año 2000 llamada Picking up the pieces, del mexicano Alfonso Aráu, y con un reparto muy atractivo encabezado por Woody Allen y con la participación de la espectacular italiana Maria Grazia Cuccinotta; una comedia esperpéntica que no la ponen mal algunas críticas: habré de verla.
Se podria decir que a los que nos gusta demasiado la musica perdemos el tiempo en pavadas que nos hacen pasar un rato agradable .
ResponderEliminarTu opinion de pickin up the pieces es bastante acertado y cuesta encontrar en internet quien es la primera voz de cada uno de estos temas de este primer deisco de poco
Creo que ni ellos mismos se esforzaron demasiado para hacerlo saber
En fin otra forma de perder el tiempo feliz...