El pasado viernes 27 de octubre , en el Parlament, con la ausencia de los representantes de C’S, PSC y PP, se declaró unilateralmente la independencia de Cataluña. Muchos vimos la retransmisión de tan “histórica” jornada: cómo fueron llamados los parlamentarios a depositar su papeleta en una urna sobre la mesa de la Presidencia (porque el voto fue secreto), cómo luego se contaron los votos y Carme Forcadell proclamó que la resolución había sido aprobada (70 votos a favor, 10 en contra y 2 abstenciones), y cómo, para finalizar, unos emocionados políticos se abrazaban entre sí y remataban el acto cantando Els Segadors. Nada más acabar la votación, todos los medios difundían a España y al mundo la noticia: se había declarado la indepenencia, se había proclamado la República Catalana. Durante este fin de semana, hemos tenido ocasión de escuchar incontables voces que nos confirmaban –unas con alegría, otras desoladas– que, en efecto, lo que los independentistas llevaban tanto tiempo amenazando con hacer por fin lo habían hecho. Conviene recordar que hubo muchos que pensaron que el pasado día 10 ya se había producido la Declaración. Incluso así lo pensó el Gobierno de Rajoy aunque sin estar seguro del todo y por eso, con el requerimiento que exige el artículo 155, preguntó a Puigdemont si la DUI había sido o no (ya comenté en el post de hace una semana que me pareció una chapuza patética). En fin, para mí está claro que hace veinte días no hubo DUI, pero el viernes pasado, tras el suspense negociador que nos tenía a todos en ascuas, llegó la tan temida declaración, el apocalipsis ya estaba aquí. ¿O no?
Vaya por delante que yo creí que sí, supongo que como caaaaaaaasi todos. Pero hoy leo un interesante artículo en lainformación.com que viene a sostener que no, que tampoco el pasado viernes se produjo la catastrófica (u orgásmica) Declaración de Independencia. La argumentación es bastante convincente: ninguna de las dos propuestas que se sometieron a votación contenía en su texto declaración alguna de independencia. La primera propuesta (la que se votó al final en secreto) se limitaba a instar al Govern a que adoptase “todas las resoluciones necesarias para el desarrollo de la Ley de transitoriedad jurídica y fundacional de la República”, mencionando algunas medidas en particular. Puede decirse que esas medidas no serían coherentes si no está declarada la independencia (y la República catalana), pero lo cierto es que en la propuesta que se votó no se produce expresamente tal declaración (y, a estas alturas, sacar conclusiones basándose en que el comportamiento de los parlamentarios catalanes es coherente me parece excesivamente arriesgado). La segunda propuesta (la que se votó primero mediante el sistema electrónico habitual) sí es una declaración, pero no de la independencia ni de la República, sino del proceso constituyente. Del mismo modo podría sostenerse que el proceso constituyente se inicia una vez declarada la independencia, pero lo cierto es que mientras éste si lo declaran, aquélla no.
¿En ninguna de esas dos propuestas que fueron votadas el pasado viernes se habla de la declaración de Independencia o de la República Catalana? En realidad sí, en la primera. Previamente al texto que constituye la “propuesta de resolución” aparece una “Declaración de los Representantes de Cataluña” que no es sino el texto que firmaron fuera del hemiciclo los parlamentarios de Junts pel Sí y de la CUP el 10 de octubre, al que añaden la siguiente frase: “Asumimos el mandato del pueblo de Cataluña expresado en el Referéndum de Autodeterminación del 1 de octubre y declaramos que Cataluña se convierte en un Estado independiente en forma de República”. Es una declaración en toda regla, desde luego, pero está en la parte del texto que fue objeto de votación, sino en el preámbulo a la propuesta de resolución que, como aclaró la propia Presidenta, no se vota. De hecho, la declaración de independencia estaba fuera de la propuesta de resolución (a diferencia de la declaración de iniciar el proceso constituyente que sí está dentro de la segunda propuesta) precisamente para que no fuera objeto de votación, tal como confirmaron el mismo día 27 fuentes de Junts per Sí a ara.cat. Es decir, se pretendía dar la impresión de que los parlamentarios votaban y aprobaban la independencia sin que en realidad lo hicieron. Un truco de trileros, como se sostiene en el artículo que cito, pero bien pensado y bien ejecutado ya que no cabe duda de que ha conseguido su propósito. Ya veremos cómo en pocos días, cuando les toque defenderse, los imputados por rebelión, sedición y malversación sostendrán que nunca votaron la independencia; el mismo argumento que estoy seguro que se presentará ante el Tribunal Constitucional para cuestionar el 155 ya que el Gobierno lo basa en la previa declaración de independencia que tampoco fue.
Desde luego, que las autoridades catalanas (tanto del ejecutivo como del legislativo) llevan ya mucho tiempo infringiendo la Constitución es evidente y así lo deja claro el escrito del Fiscal a lo largo de más de cien páginas. Pero aún así, sigo pensando que los poderes del Estado no han sido lo suficientemente sagaces para evitar caer en las trampas de trilero que les han tendido. Y, la verdad, sería lamentable que algún Tribunal pusiese de manifiesto las carencias jurídicas de quienes se erigen en los defensores del Estado de Derecho. Porque los independentistas pueden saltarse las leyes (a eso juegan desde el principio), pero el Gobierno de la Nación, no. En fin, en todo caso, nadie puede negar que la películas está francamente interesante; un estupendo guión, sí señor.
Me hiciste acordar a los señores diputados celebrando la declaración de default en 2002. No digo que sean lo mismo digo que el alegre bullicio, como cuando la orquesta en el Titanic empezaba un Rag, me hizo acordar.
ResponderEliminarSí, todo el mundo está diciendo que esto es una película de Berlanga. No hay más que la sorpresa que nos ha dado Puigdemont hoy, habiendo huido con su equipo a Bélgica, país desunido por excelencia. De hecho, debería decir mejor que ha huido a Flandes, ¡qué porras!
ResponderEliminarIba oyendo por la radio la famosa sesión del parlamento catalán, y ya me sorprendieron las palabras, creo que de Forcadell, cuando especificó que se sometía a votación "la parte dispositiva de la propuesta", o cosa similar. Me chocó la especificación por inhabitual, lo normal es que las resoluciones se voten íntegras, la distinción entre parte expositiva y parte dispositiva es, creo, bastante anómala. Me quedé con la mosca detrás de la oreja, hasta que al día siguiente me llegó un artículo, no sé si el mismo que citas, en el que se señalaba que, como bien dices, en ninguno de los textos votados se declaraba la independencia. Ahora creo que es así y que, efectivamente, ninguno de estos gallardos patriotas ha llegado nunca a declarar la república independiente de Cataluña, aunque todos ellos se han tomado grandes molestias -y nos las han producido aún mayores a los demás- para que pareciera que sí. De ahí que no se arriara la bandera española en el palacio de la Generalitat, y de ahí las caras de velorio con las que se vió a Junqueras, Puigdemont y compañeros mártires entonar Els Segadors después de realizada la función.
ResponderEliminarDebo de ser muy tonto pero, sinceramente, no se me alcanza cuál puede ser su objetivo. Dices que es "un truco de trileros bien pensado y bien ejecutado ya que no cabe duda de que ha conseguido su propósito". A mí me cabrían menos dudas si fuera capaz de imaginar cuál es ese propósito. ¿Qué creen haber logrado con todo esto? Quizás sea muy optimista, pero en mi opinión, después de este costoso e inútil proceso que ha reforzado a Ciudadanos, PP y PSOE, hundido en el ridículo a lo que quedaba de Convergencia, mostrado las contradicciones de Podem, arrasado el tejido empresarial de Cataluña y agotado estérilmente las emociones nacionalistas de uno y otro lado, la causa del independentismo está peor, y no mejor, que antes de él.
En mi opinión, "su propósito" es simplemente aumentar la intensidad y cantidad de los sentimientos independentistas entre la población catalana. No creo que con esta nueva "no-declaración" agoten esterilmente -como dices- las emociones nacionalistas; al contrario, pienso que las exacerban, que es de lo que se trata. Además, furzan las reacciones del Estado que contribuirán a vender la película de los agravios que, a su vez, genera nuevos independentistas.
EliminarComo llevo ya tiempo diciendo, no creo que el objetivo ahora sea la independencia, sino propiciar que haya cada vez más independentistas para llegar a un punto en que no haya otra alternativa que la independencia (obviamente, pactada con el Estado a través de las imprescindibles reformas legales). Creo que esa es la estrategia del independentismo, lo cual no quiere decir que sea acertada. Y en esa estrategia importa un carajo mostrar contradicciones o caer en el ridículo (entre otras cosas, porque el público al cual va dirigida la obra de teatro no lo percibe así).
Pues si es ese su objetivo, la estrategia para lograrlo me parece desastrosa. Es posible que a la parroquia ya independentista toda esta farsa le parezca muy bien -aunque me imagino que los menos tontos estarán ahora mismo bastante decepcionados, y con razón, porque les han tomado el pelo- pero dudo mucho que haya nadie no independentista que decida serlo después del espectáculo. Y, a cambio, los no independentistas se han animado a salir a la calle en masa por primera vez, el PSOE parece haber despertado mínimamente de su delirio según el cual basta oponerse sistemáticamente al PP para ser de izquierdas y ganar elecciones... Los daños me parecen mucho mayores que los beneficios, suponiendo que haya algún beneficio. Ellos sabrán.
EliminarEn cualquier caso, es muy discutible desde el punto de vista jurídico que excluir de la votación la parte expositiva de la resolución, en la que se declaraba la independencia, tenga ningún efecto. Hoy en El País hay varios juristas que lo niegan, argumentando, a mi juicio con razón, que las exposiciones de motivos, votadas o no, tienen un valor interpretativo que ayuda a explicar la parte dispositiva. Personalmente dudo mucho que un formalismo técnico como este impida que se aprecie, en la declaración del Parlamento catalán, la clara intención de declarar la independencia. A efectos políticos es obvio que la independencia se entendió como proclamada por todo el mundo; que se lo pregunten si no a cualquiera de los independentistas que celebraban el milagro en Plaza de Sant Jaume la noche del 27, y que hoy se preguntan qué rayos ha pasado con su república, que no se la ve por ninguna parte. Y a efectos penales, dudo mucho que la triquiñuela de haber escamoteado la declaración propiamente dicha entre la bambolla de disparates jurídicos tenga más efectos que los que tendría para un atracador argumentar que llevaba el arma descargada.
ResponderEliminarMe gusta y me parece muy atinada tu comparación. Sí, también yo creo que la triquiñuela no tenga más efectos que el que un atracador llevara la pistola descargada. Ahora bien, esos efectos pienso que suponen un atenuante no menor.
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