Zapeo y caigo en un debate en la televisión canaria. Me entero de que está a punto una nueva Ley de protección de animales y que se prohibirán en el archipiélago los espectáculos circenses con animales. Luego compruebo que sí, que es verdad: el artículo 8 establece que “de acuerdo con la prohibición establecida por esta Ley, los circos que incluyan en sus espectáculos animales de cualquier tipo, no podrán ser autorizados para ejercer su actividad en Canarias con tales animales y se impedirá que se anuncien con carteles que incluyan imágenes de actuaciones con animales”. Deduzco que la prohibición a que se refiere es una de las comunes relacionadas en el artículo 6; en efecto, la letra c) prohíbe “la utilización de animales de cualquier especie o raza en peleas, espectáculos o cualesquiera actividades que comporten maltrato, crueldad o sufrimiento” y, para que no haya dudas, se aclara que se “entienden incluidos en esta prohibición los espectáculos circenses en que se empleen animales de cualquier tipo”.
Esta prohibición viene justificada en la Exposición de Motivos con el siguiente texto: “Se ha considerado que la imagen que proyectan hacia el público –especialmente el infantil– los circos que realizan espectáculos con animales, en los cuales se les muestra en actitudes contrarias a su etología, distan mucho de lo que hoy se entiende por el respeto y la protección de los animales”. A continuación, el legislador dice que la Ley deja fuera de su ámbito de aplicación los parques zoológicos porque es competencia básica del Estado (Ley 31/2003, de 27 de octubre, de conservación de la fauna silvestre en los Parques Zoológicos), además de que el parque zoológico no es sólo una actividad lucrativa (como el circo) porque “sin dejar de ser espectáculo, aporta un indudable valor científico, cultural y divulgativo; y realiza inversiones en investigación, respetando lo cuidados que el animal merece”. No termina de ser muy convincente la explicación, máxime cuando en Tenerife hay un complejo zoológico (Loro Parque) que es un negocio privado tremendamente lucrativo y en el que se realizan espectáculos con animales.
En todo caso, la futura Ley canaria no hace sino subirse a un carro que lleva ya unos años rodando, aunque he de reconocer que no me había enterado. Parece que los defensores de los “derechos” de los animales llevan ya tiempo oponiéndose a los espectáculos circenses, en particular con animales salvajes. Hoy, la escena del domador con látigo encarándose con tigres o leones o elefantes resulta demasiado rancia cuando no hiriente a muchas sensibilidades. En este contexto, leo que la mayoría de los países de la Unión Europea han prohibido ya estas prácticas. No es el caso de España, al menos no a nivel estatal. Hay una razón jurídica y es que la competencia legislativa sobre protección de los animales es de las Comunidades Autónomas. La mayoría de las normas autonómicas son de la década de los noventa y naturalmente no prohíben específicamente los espectáculos circenses con animales (todas prohíben con carácter general “maltratar a los animales o someterlos a cualquier práctica que les cause daños”). Pero las cosas van cambiando, empezando por Cataluña que introdujo esta prohibición concreta mediante una modificación de 2015 (aclaro que prohíbe los espectáculos con animales de la fauna salvaje, mientras que la futura ley canaria va más allá y prohíbe cualquier tipo de animales). Posteriormente, en los últimos meses, la misma prohibición ha sido incorporada a leyes autonómicas de Baleares, Galicia y Murcia.
No me resisto a comentar a modo de paréntesis que, si bien como ya he dicho la competencia en protección de animales (y en espectáculos, dicho sea de paso) es exclusiva de las Comunidades Autónomas, el Estado siempre puede recurrir ante el Constitucional normas de esta materia alegando que invade la competencia estatal en materia de defensa del patrimonio cultural, artístico y monumental español, como hizo –con éxito– para oponerse a la prohibición de los espectáculos taurinos en la Ley catalana ya citada (la sentencia del TC es del 20 de octubre del año pasado y merece ser leída y, en mi opinión, criticada). Es decir, cabría que el Estado declarase que los espectáculos circenses con animales salvajes son parte del patrimonio cultural común de los españoles si es que quisiera oponerse a que se prohibieran. Yo supongo que al PP no le hace ninguna gracia esta prohibición, pero también me da la impresión de que, a diferencia de lo ocurrido con los toros, no va a dar pelea en este asunto. Así que cabe esperar que la prohibición canarias, de ser finalmente aprobada, no sea recurrida por el abogado del Estado.
Aunque, como ya he dicho, la prohibición legal diste mucho aún de consolidarse en España, desde hace ya tiempo se viene extendiendo un estado de opinión contra los circos con animales cuya expresión más visible es que cada vez son más los ayuntamientos que aprueban ordenanzas que impiden (con dudosa legalidad) estas actuaciones en sus términos municipales. La página infoCIRCOS (coalición contra la utilización de animales salvajes en actuaciones circenses) aporta la lista de más de 450 municipios del Estado que han aprobado ordenanzas que impiden la instalación de circos con animales en sus términos municipales. A principios de este año hubo cierta polémica con el anuncio del grupo de gobierno del Ayuntamiento de Madrid de que se estaba redactando una ordenanza que prohibiría estos espectáculos. Todo lo que ocurre en la capital del reino tiene mucha repercusión mediática (un poco por el exceso de centralismo de este país y otro poco por Carmela y sus muchachos); sin embargo ignoraba hasta hace un momento que desde abril del año pasado esta prohibición rige en Santa Cruz de Tenerife, la ciudad en que resido, pero también en otros cinco municipios de la Isla, en la totalidad de Fuerteventura y en 9 más del resto del archipiélago. Así que, al fin y al cabo, la futura Ley no va sino a generalizar una prohibición que, desde la escala local, está ya bastante extendida en Canarias.
Hasta aquí una breve reseña de la situación legal a la fecha. Pero lo que me ha motivado a tratar este asunto es conocer los argumentos al respecto y lo cierto es que ni he empezado a revisarlos. Lo dejo para la siguiente entrega.
Aunque, como ya he dicho, la prohibición legal diste mucho aún de consolidarse en España, desde hace ya tiempo se viene extendiendo un estado de opinión contra los circos con animales cuya expresión más visible es que cada vez son más los ayuntamientos que aprueban ordenanzas que impiden (con dudosa legalidad) estas actuaciones en sus términos municipales. La página infoCIRCOS (coalición contra la utilización de animales salvajes en actuaciones circenses) aporta la lista de más de 450 municipios del Estado que han aprobado ordenanzas que impiden la instalación de circos con animales en sus términos municipales. A principios de este año hubo cierta polémica con el anuncio del grupo de gobierno del Ayuntamiento de Madrid de que se estaba redactando una ordenanza que prohibiría estos espectáculos. Todo lo que ocurre en la capital del reino tiene mucha repercusión mediática (un poco por el exceso de centralismo de este país y otro poco por Carmela y sus muchachos); sin embargo ignoraba hasta hace un momento que desde abril del año pasado esta prohibición rige en Santa Cruz de Tenerife, la ciudad en que resido, pero también en otros cinco municipios de la Isla, en la totalidad de Fuerteventura y en 9 más del resto del archipiélago. Así que, al fin y al cabo, la futura Ley no va sino a generalizar una prohibición que, desde la escala local, está ya bastante extendida en Canarias.
Hasta aquí una breve reseña de la situación legal a la fecha. Pero lo que me ha motivado a tratar este asunto es conocer los argumentos al respecto y lo cierto es que ni he empezado a revisarlos. Lo dejo para la siguiente entrega.
A la inversa quelos veganos, yo creo que algunos animales están para alimentarnos o hacernos compañía o ayudarnos en nuestras tareas, además de -lo más importante- para compartir nuestro mundo, pero no están para divertirnos (a su costa y a cualquier precio) o a torturarlos.
ResponderEliminarQue los animales estén "para" no me parece una expresión muy correcta, pero entiendo lo que quieres decir. Yendo a lo central, ¿debo pues interpretar que estás a favor de que se prohíban los circos con animales?
EliminarEstoy de acuerdo, aunque a Miroslav parece interesarle más el hecho de que esto haya pasado sin apenas notoriedad, mientras que los toros se han visto envueltos de una absurda polémica que no ha hecho sino aumentar porque se ha relacionado con la identidad nacional.
Eliminar¿Que los animales "estén para" no te parece una expresión muy correcta? ¿Por qué, exactamente, si eres tan amable?
EliminarPues porque ese “para” lo interpreto como finalidad, justificación de su existencia. Creo que no es lo mismo decir que el hombre mata animales para alimentarse que los animales están para que el hombre se alimente. Es decir, los animales (entre ellos el hombre) no están para nada, están porque están. Estar (existir) para satisfacer necesidades humanas me parece una manera excesivamente antropomórfica de ver las cosas. Pero, en fin, es mi opinión.
EliminarPor cierto, Vanbrugh, aprecio en ti un afán especialmente quisquilloso con muchas de las cosas que escribo, como si te irritasen o les vieras una intención que no tienen. En este caso, por ejemplo, aunque no tengo ningún inconveniente en explicarme, creo que entiendes de sobra lo que quería decir con que no me pareciera muy correcto usar la expresión “estar para”.
Capolanda: En efecto, si no hubiera visto de casualidad ese debate al que me refiero en la tele canaria, ni me habría enterado de que vivimoes un proceso legislativo de prohibición de los circos con animales. En cambio, ciertamente sí me enteré de la bronca con los intentos de prohibir por ley los toros en Cataluña. Evidentemente, los antitaurinos hacen más ruido que los anticircenses, aunque en realidad son básicamente los mismos.
EliminarVaya, siento parecerte quisquilloso. De verdad que no es mi intención. Y las cosas que escribes nunca me irritan, en el mal sentido de esta palabra (si es que tiene alguno bueno). Lo que sí les pasa casi siempre es que me hacen pensar. En este caso concreto pasa, simplemente, que también a mí me ha llamado la atención lo de que los animales estén o no "para" algo, y conocer los motivos de que a tí no te parezca un modo muy correcto de plantear el asunto, he pensado, me podía ayudar a comprender por qué a mí me parece, precisamente, su meollo.
ResponderEliminarEso es, en realidad, lo que suele pasarme con lo que escribes: que con frecuencia rozas, sin explicarlas demasiado o dándolas por sentado, cuestiones previas (anteriores, en el proceso lógico) a las que que tratas más a fondo, cuestiones que a mí me parece necesario aclarar antes de entrar en estas otras de las que te ocupas más explícitamente. Y como soy polemista y toca pelotas, mis invitaciones a que las aclares suelen sonar quisquillosas e irritadas. Pero sentiría que vieras nada personal en ello. Al contrario, personalmente no puedo estarte más agradecido por llevarme tan directamente al centro de las cuestiones que me interesan.
Efectivamente, todo lo existente, animales y seres humanos incluidos, está porque está. En principio, nada está "para" nada. Y casi nada de lo existente se plantea "para qué" está. Los animales, y mucho menos los vegetales, o las cosas inertes, no necesitan imaginarse un "para qué" son. Se limitan a ser.
Pero los hombres somos más complicados, podemos elegir. No nos basta con ser, nos empeñamos en averiguar -o en inventarnos, según los puntos de vista- "para qué" somos, cuáles de las cosas que podemos hacer están "bien" -porque se encaminan al "qué" "para" el cual hayamos decido que estamos- y cuáles "mal" -porque se desvían de ese supuesto "para qué" sin el que tendemos a sentirnos incómodos y desorientados-. Y, una vez decido, más o menos explícita y conscientemente, "para qué" estamos nosotros, tendemos, irremediablemente, a extender esta "orientación", este finalismo, a todo lo demás.
¿Antropomórfico, dices? Pues sí, pero no me parece mal. Ni bien; me parece inevitable. Claro que tenemos una manera antropomórfica de ver las cosas, cómo la íbamos a tener ¿animalmórfica? ¿Vegetomórfica? Este planeta es nuestra casa ¿cómo no vamos a plantearnos "para qué" están los seres con que lo compartimos, si no podemos dejar de plantearnos "para qué" estamos nosotros mismos?
Resumiendo, creo que en esa cuestión de si los animales están "para " algo o no, y, en caso afirmativo, de cuál es ese algo, de "para qué" están, se encuentra, como digo, el meollo del asunto que empiezas a exponer en el post. De manera que, en mi opinión, no solo sí es una expresión correcta, sino que es la expresión correcta. Gracias, muy sinceras, por ayudarme a llegar a esta conclusión. Y no te mosquees, hombre.
No, no me había mosqueado, más bien me dio la impresión de que tú te habías mosqueado. Pero con este comentario me aclaras sobradamente que estaba equivocado. Probablemente tienes razón: doy por sentadas cuestiones que pueden no ser tan obvias para el lector. De hecho, reconozco que me pareció obvio por qué no me parecía muy correcta la expresión "estar para" y ciertamente no lo es.
EliminarDicho lo anterior, yendo al fondo de tu comentario, como puedes imaginar disiento en algunos puntos. Coincido contigo en que los seres humanos "nos empeñamos en averiguar -o en inventarnos, según los puntos de vista- "para qué" somos" y extendemos esta búsqueda de "finalidad" al resto de seres. Pero el que los seres humanos tengamos esa manía no quiere decir que ni nosotros ni el resto de seres estén "para" nada, como tú mismo reconoces.
Pero el problema, a mi modo de ver, es que pensar que los seres están para algo, su existencia obedece a una finalidad, está en la base de multitud de actuaciones del ser humano muy poco "correctas". En el asunto de los animales, en la base del debate que me gustaría revisar someramente en una próxima entrada.
Huelga decir que, aunque no tengo excesivamente claro para qué están los animales -ni siquiera tengo excesivamente claro para qué estoy yo- sí tengo claro para qué no están: para que nos divirtamos viéndoles hacer cosas que ellos no necesitan ni harían sin que les obligáramos, y que les alejan y les privan de sus formas espontáneas de vivir; y mucho menos para que nos divirtamos haciéndolos sufrir o matándolos. De manera que estoy totalmente a favor de que se prohiban los circos con animales, y de que se prohiba la tauromaquia en todas sus manifestaciones, sean o no cruentas (y si alguna de ellas forma parte de alguna "identidad nacional", pues con más motivo).
ResponderEliminarTengo serios problemas morales con que los utilicemos, explotemos y matemos para fines "necesarios", y hasta a veces me cuestiono mi derecho a haber convertido a mi perro en un ser urbanita y doméstico de tres paseos al día, y compañía y sofá el resto; con que mal podría estar de acuerdo con que los utilicemos cuando, encima, los fines no son necesarios desde ningún punto de vista respetable.
No huelga, no huelga.
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