viernes, 20 de marzo de 2009

El Ser y el Olvido

Recibí un mensaje a través de feisbuc de una mujer que quería saber si yo era un antiguo compañero de universidad. Le contesté que sí, que había estudiado en esa universidad, pero que me disculpase porque no la recordaba. Pasados unos días vuelve a escribirme y me cuenta que éramos muy amigos en los primeros cursos de la carrera, citando nombres de los que me acuerdo (y otras cosas de las que no guardo ninguna memoria). Pese a que el texto está muy confusamente escrito, me convenzo de que esta mujer tuvo que ser, efectivamente, una amiga cercana entre los años 76 a 78 (más o menos); y, sin embargo, no logro evocar ni el más mínimo recuerdo de ella.

No es un caso aislado. Mi memoria vital, la que debería guardar las escenas de mi propia vida (imágenes, sonidos, emociones), pareciera que tiene activado uno de estos programas de optimización del disco duro que cada poco tiempo se dedican a borrar parte del mismo. Lo malo es que ese programa borra demasiado, tanto que a veces pienso que conservo poquísimo de lo que he vivido, no creo que fuera capaz de reconstruir ni un 5% de mi existencia pasada. Por culpa de esta minusvalía tengo la sensación de que mi ser (lo que soy) se diluye, se disuelve. En fin, procuro no pensar mucho en ello, porque las angustias ontológicas son muy jodidas.

Pero, claro, no puedo evitar que de vez en cuando personas con sus yoes más consistentes (o, si se prefiere, con discos duros en buen estado) me hablen de ese que yo fui y que ya no soy, no porque haya evolucionado (que supongo que también), sino porque se me han borrado los recuerdos. Me viene a la cabeza esa cita de Antonio Porchia, el gran aforista, que dice que lo que no se convierte en recuerdo no fue, y por más que me deprima, me parece bastante apropiada. Ergo, lo que fui no fue y lo que soy es un ser discontinuo, incapaz, por tanto, de colmar mínimamente el gran anhelo metafísico de la eternidad del ser (Spinoza dixit).

La continuidad hacia el futuro ya sabemos que ineludiblemente ha de quebrarse; que al menos me quedara hacia atrás. Me pregunto cómo llego a saber qué soy, cuando ese ser mío ha perdido sus orígenes. Fantaseo con la idea de que haber estado siendo distintos seres, como si dieran el cambiazo a mi ser cada noche, mientras duermo (tanto no, no exageremos). Si así fuera, y me he ido acostumbrando a vivir así, cabe aceptar una eternidad de nuestros yoes en otros seres, sin recuerdos. ¿Por qué temer la nada de la muerte que no es sino el olvido de uno mismo si ya, en lo que creo que es la vida, me voy cotidianamente olvidando, disolviendo?

Entre estos pensamientos absurdos, releo el librito Voces y me topo con otra cita de Porchia: se vive con la esperanza de llegar a ser un recuerdo. Así que, si uno llega a ser un recuerdo, evita el no ser o, lo que es lo mismo, sigue siendo (mientras sea un recuerdo). Esa esperanza que para Porchia motiva nuestras vidas sería pues la del ansia del ser por seguir siendo. Aunque sea en recuerdos ajenos. No es que me consuele mucho, pero mensajes como el de esta antigua amiga son anclas a mi esencia. Me recuerdan, aunque yo no lo haga, y con ese recuerdo me hacen más real. Me siento agradecido.

CATEGORÍA: Recuerdos

14 comentarios:

  1. Porchia...
    tú también, Miroslav?
    muy pocos lo conocen

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  2. Eh!! Que Porchia no es ningún desconocido, si bien no es popular, claro, y comparto facilmente con Miroslav la idea de ser recuerdos, con la salvedad de incluir en el comentario a mi esposa. Nosotros le cmbiamos un poco la frase a Don Antonio, y nos gusta decir que pretendemos con el presente que nos toca vivir a diario, fabricar futuros recuerdos que nos permitan sonreir cuando, siendo dos viejos achacosos, los recordemos, siempre y cuando tengamos la memoria suficiente, claro está, algo que parece se pone dificil a medida que pasan los años. UN abrazo

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  3. Te recuerdan aunque tú no lo hagas, pero seguramente tú también recuerdas a otros que no te recuerdan.

    Y sí, lo que nos hace humanos son precisamente los recuerdos. Acuérdate de los replicantes de Blade Runner que tenían recuerdos falsos.

    Un beso

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  4. No sé... También somos, en parte, lo que somos en los demás.
    Fíjate en el supuesto de tu amiga. Que tú no recordaras su amistad no implicó que tu amistad no fuera en ella y con ella durante todo este tiempo. Diste y estuviste en ella, aun sin saberlo, durante este tiempo. ¿No es eso, también, ser?

    :) Un besazo y buen sábado, Miroslav.

    (Me ha encantado escuchar a Veloso).

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  5. Me ha provocado la reflexión tu pregunta "¿Por qué temer la nada de la muerte que no es sino el olvido de uno mismo si ya, en lo que creo que es la vida, me voy cotidianamente olvidando, disolviendo?". Quizá esa sea la fórmula para aceptar y acercarnos a la muerte sin temor a la nada... y tu forma de actuar con los recuerdos (que se parece mucho a la mía) no sea más que un proceso de evolución del ser hacia la muerte. Quizá los recuerdos no existan al igual que deja de existir nuestro pasado cuando deja de ser presente...

    Una buena reflexión, besos,

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  6. ¡Qué me ha gustao la última frase! Somos reales porque otros nos recuerdan, o simplemente porque interferimos en las vidas de otros.

    Cuando nos hayamos de encontrar con alguien, aunque sólo sean unos pocos minutos u horas, sería fantástico que nos pudieran recordar durante muchos años tan solo porque nos esforcemos en hacerle esos minutos más agradables.

    Un beso.

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  7. Panciutti, un consejo de amigo.
    Vete pidiendo cita con el tal Alzheimer, que te veo un poco mal.

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  8. Todo lo que has escrito me ha hecho reflexionar un poco, tanto por tu propia experiencia como por las alusiones a Porchia y Spinoza.

    Hace un tiempo pensé mas o menos lo mismo y, desde entonces, llevo una especie de "agenda casi diario". Me agobiaba no recordar ni lo que había hecho la semana anterior. A lo mejor deberías probarlo.
    En fin, a este paso acabamos planteándonos, como Heideger, "El ser y el tiempo".
    Un beso (¿todo bien por méxico?)

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  9. Sobrevaloras la memoria, que además no es un disco duro ni como metáfora, porque los recuerdos se reelaboran drásticamente, si no se olvidan. Te recomiendo un estupendo libro de divulgación de un neurobiólogo: Marco Iacoboni: 'Las neuronas espejo'

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  10. Vaya, a mí me pasa lo mismo. Curiosamente he recuperado la conexión con alguien que, en otra vida, fue muy importante para mí y, hablando con él, me doy cuenta de que conservo ni la centésima parte de lo vivido en aquellos días.

    ¿Quizás sea en esos otros que nos recuerdan y que nosotros no recordamos donde queda nuestro ser y no en nosotros mismos?

    No sé, pero al menos alguien nos recuerda...

    Besos

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  11. Hay recuerdos que desaparecen, sin quererlo o al menos sin que borremos conscientemente, noscuentan cosas y es como si tuvieramos amnesia, por mas detalles que nos dan no somos capaces de vernos en aquel momento en aquella historia, sientes como si te hubieran robado algún pedazo de vida sin saber por qué ni siquiera pertenece a nuestro pasado o peor aún perteneciendo a nuestra historia no forma parte de ella. Hay gente a la que e hemos podido marcar, nos cuenta con pelos y señales encuentros que no conseguimos, quizás ellos no marcaron. Pero... ¿por qué no olvidamos lo que si queremos olvidar?

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  12. Hace un tiempo me dió por investigar sobre lo que se iba descubriendo sobre la memoria y llegué a la conlusión de que casi prefería la ignorancia.

    La cuestión es que no sólo efectivamente el cerebro borra literalmente recuerdos para hacer sitio a los nuevos sino que además borra y reescribe continuamente de forma que lo que tu recuerdas nitidamente es muy probable que ni siquiera sucediera. O al menos no sucediera exactamente como tu lo recuerdas.

    Es curioso y un poco inquietante cotejar tu recuerdo de un determinado acontecimiento de tu vida con alguien que lo compartiese y ver las diferencias que hay entre un recuerdo y otro.

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  13. Al principio me ha parecido terrorífico leer que pierdes tanta memoria. Mi capacidad memorística supera a la media (gracias a pensamientos asociativos) y me asusta la idea de, aquello que recuerdo con bastante claridad, pueda quedar perdido en un vacío.

    Dicen que parte de nuestra memoria es reconstruida por nuestra propia imaginación; que no recordamos exactamente lo que ocurrió, sinó que empleamos unos filtros que quitan y añaden información al recuerdo, que nunca es completamente riguroso. Pero, de ahí, a no recordar nada. Me viene a la cabeza "Vals con Bashir", aunque en este caso media el trauma.

    Sin embargo, como todo, tiene algo positivo. Tu día a día no está tan determinado por el pasado, a veces una carga muy pesada. Eso te puede ayudar a disfrutar más del presente.

    Pese a todo, es inquietante.

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  14. Siempre me he considerado una persona de buena memoria, y me he recreado mucho en los buenos recuerdos. Creo que llevaría mal el ser consciente de que olvido mucho, si acabase con un Alzheimer, por ejemplo. Me hago la ilusión de que la memoria se puede acrecentar ejercitándola y me he especializado un poco en la memorización de letras de canciones que es algo que siempre me ha gustado. Pero también me doy cuenta de lo que dicen algunos comentaristas de este post: lo que yo recuerdo no es siempre igual, ni siquiera parecido, a lo que recuerdan otras personas que compartieron conmigo las experiencias pasadas. cada uno vive las cosas desde su punto de vista. Y creo que los recuerdos son más intensos y duraderos cuando hemos vivido con mucha concentración aquello de recordamos. Por eso casi siempre recordamos la infancia con más claridad que otras épocas de la vida, porque cuando somos niños vivimos plenamente enfrascados en el presente, sin que nos distraiga nuestro pasado (tan breve a esa edad) ni nuestro futuro (que aún no acertamos a imaginar más que como una continuación identica a ese presente).
    También estoy convencida de que ayuda lo que dice Mery: el pequeño esfuerzo de anotar cada poco tiempo lo más relevante que se ha hecho refuerza la memoria, y ayuda a organizar los recuerdos. Por lo menos a mi.

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