¿Quién usa la palabra avocar? Yo, desde luego, no la había usado nunca y ni siquiera recuerdo haberla visto escrita hasta hace un mes. Y desde entonces, me la he encontrado cuatro veces. Así que he tenido que enterarme de lo que significa que, según el DRAE, no es otra cosa que "dicho de una autoridad gubernativa o judicial: atraer a sí la resolución de un asunto o causa cuya decisión correspondería a un órgano inferior". Se trata, naturalmente, de un vocablo jurídico. El María Moliner apunta como sinónimo el verbo reclamar. Avocar pues supone ejercitar una competencia jerárquica ya que el "avocador" ha de ser superior en rango a aquél a quien le reclama el asunto de que se trate. No he encontrado apenas textos en los que se use (correctamente) este término y no me siento lo suficientemente seguro para proponer ejemplos de mi cosecha. Me da la impresión de que en España, ni siquiera en el ámbito jurídico, se emplea demasiado, aunque sí parece que abunda más entre los letrados hispanoamericanos, como suele ocurrir con muchas palabras del castellano (algunas preciosas) que casi hemos abandonado entre nosotros y en cambio gozan de buena salud al otro lado del charco. Curiosamente, buceando en internet, descubro algunos ejemplos nacionales que no son precisamente modernos. Gracias a uno de ellos me entero de que una de las competencias de la Real Audiencia y Chancillería de Valladolid eran aquellos asuntos cuyo conocimiento se avocaba el rey, por privilegio o inferioridad manifiesta de alguna de las partes.
Que avocar es término jurídico lo avala hasta su etimología. Al igual que abogado proviene del verbo latino advocare (y éste, a su vez, de vocare, llamar) que significa convocar. Parece que ya desde Roma se especializó una acepción de advocar para referirse a la acción del abogado, imagino que porque la más característico de éstos sería convocar a testigos en los juicios. De hecho, todavía el DRAE recoge, si bien como acepción en desuso, que advocación es sinónimo de abogacía y que advocar significa abogar. O sea que la evolución romance de advocare divergió en dos palabras: la vigentísima de abogar (y todos sus derivados) que mediante transformaciones fonéticas y de grafía normales pierde la d, cambia la v por b y la c por g; y la mucho más extraña (al menos para mí) de avocar que, curiosamente, ha sufrido bastantes menos alteraciones respecto al vocablo latino original.
Pero, hecha esta introducción pedante (aprovechando que, como ya conté en otro post, soy el feliz propietario de un ejemplar del Corominas), voy a lo que motiva esta entrada. Y para ello introduzco otro verbo que suena igual (salvo para quienes distinguen entre la b y la v) aunque no tiene nada que ver y que, por supuesto, es abocar. Abocar viene obviamente de boca y ésta de la palabra, también latina, bucca que curiosamente significa mejilla (no me puedo resistir a compartir la sorpresa del descubrimiento). La primera y más precisa acepción de esta palabra es "verter el contenido de un cántaro, costal, etc., en otro y más propiamente cuando para ello se aproximan las bocas de ambos". Es bonita la definición porque nos retrotrae a tiempos en los que sería habitual referirse específicamente a estas operaciones de trasvase; hoy, en cambio, una de las notas del empobrecimiento del lenguaje (el que hablamos) es el olvido de términos concretos, sustituyéndolos descuidadamente por las que creo que llaman "palabras baúl", esas que sirven para todo tan genéricamente que casi no aportan información, además de hacer que el discurso se vuelva insoportablemente monótono y repetitivo. Pero de las ocho acepciones que registra el DRAE para este verbo, la que a mi modo de ver presenta una cierta frecuencia de uso (y no demasiado alta) es la intransitiva de "desembocar, ir a parar" y normalmente refiriéndose a un final poco halagüeño. "De acuerdo a los indicadores económicos, la economía española está abocada a una recesión", sería un ejemplo de este significado.
Ya digo que tampoco es que sea muy habitual el empleo de esta acepción y, cuando ocurre, suele dársele un matiz que todavía no ha recogido el diccionario; cuando decimos que algo está abocado (o nos aboca, en reflexivo que es más usual) a algo, solemos dar a entender que dicho resultado es forzoso. Así, en la mayoría de los casos, podríamos sustituir este vocablo por "venir obligado", "dirigirse necesariamente" o cualquier otra combinación de verbo de movimiento más adverbio de necesidad. De hecho, en unos cuantos textos en los que he encontrado el término abocar, si se sustituye por desembocar no se entiende suficientemente la frase, la cual, en cambio, adquiere todo su sentido si optamos por la acepción que acabo de definir. Cabría preguntarse entonces si quienes escriben abocar dándole un significado que no cuadra bien con ninguna de las acepciones de esta palabra saben realmente lo que están haciendo o simplemente la eligen porque se sienten más "cultos" en vez de optar por cualquiera de las opciones sustitutorias que sí significan lo que ellos quieren decir. Por ejemplo, en un manual jurídico leo que "es conocido que las obras ejecutadas sin licencia y no legalizables están abocadas a la demolición" y quizá habría resultado más claro y preciso que se hubiera escrito que dichas obras necesariamente deben ser demolidas (lo que pasa es que, de esta última forma, se entendería demasiado claramente y más de uno se asustaría).
Pero lo gracioso es que en estos mismos textos jurídicos, además del forzamiento semántico inofensivamente pedante de la palabra, abunda el error ortográfico. O sea, que queriendo decir abocar van y escriben avocar. Y no se crea que se trata de informes de recientes licenciados en derecho, sino del mismísimo Tribunal Supremo español que nos regala joyas como "... ya que es conocido que aquellas obras e instalaciones que provienen de situaciones de ilegalidad o indisciplina urbanística se ven avocadas al régimen de fuera de ordenación" (SSTS 4 de junio 1994) o esta otra: " las obligaciones previstas ... se imponen ... como lógica consecuencia de las necesidades a que avoca el establecimiento en el Plan de una ordenación radicalmente distinta..." de la antes existente (STS 31 de mayo 2006). Es más que evidente que en ninguno de estos dos ejemplos el Tribunal está reclamando ningún asunto sino que se refiere a las consecuencias a las que conducen (abocan) determinados supuestos. De otra parte, tengo para mí por seguro que los magistrados están convencidos de que no cometen ninguna falta de ortografía y su alta autoridad hace que muchos juristas, habituados a leer montones de sentencias, se aficionen por un lado al empleo de la palabreja y, por otro, a escribirla con v. Todo esto pese a que he encontrado más de una página en internet sobre corrección lingüística que denuncia este error e insiste en no confundir ambas grafías (para ser honesto, diré que también he encontrado un manual de estilo en la web que pone ambas palabras como sinónimos, admitiendo las dos grafías).
En fin, no me enrollo más que el tema no debiera haberme dado ni para la mitad de lo que he escrito. Como dije al principio, ha sido una tontería que recientemente me ha llamado la atención y me apeteció dedicar un ratillo a darle alguna vuelta.
Que avocar es término jurídico lo avala hasta su etimología. Al igual que abogado proviene del verbo latino advocare (y éste, a su vez, de vocare, llamar) que significa convocar. Parece que ya desde Roma se especializó una acepción de advocar para referirse a la acción del abogado, imagino que porque la más característico de éstos sería convocar a testigos en los juicios. De hecho, todavía el DRAE recoge, si bien como acepción en desuso, que advocación es sinónimo de abogacía y que advocar significa abogar. O sea que la evolución romance de advocare divergió en dos palabras: la vigentísima de abogar (y todos sus derivados) que mediante transformaciones fonéticas y de grafía normales pierde la d, cambia la v por b y la c por g; y la mucho más extraña (al menos para mí) de avocar que, curiosamente, ha sufrido bastantes menos alteraciones respecto al vocablo latino original.
Pero, hecha esta introducción pedante (aprovechando que, como ya conté en otro post, soy el feliz propietario de un ejemplar del Corominas), voy a lo que motiva esta entrada. Y para ello introduzco otro verbo que suena igual (salvo para quienes distinguen entre la b y la v) aunque no tiene nada que ver y que, por supuesto, es abocar. Abocar viene obviamente de boca y ésta de la palabra, también latina, bucca que curiosamente significa mejilla (no me puedo resistir a compartir la sorpresa del descubrimiento). La primera y más precisa acepción de esta palabra es "verter el contenido de un cántaro, costal, etc., en otro y más propiamente cuando para ello se aproximan las bocas de ambos". Es bonita la definición porque nos retrotrae a tiempos en los que sería habitual referirse específicamente a estas operaciones de trasvase; hoy, en cambio, una de las notas del empobrecimiento del lenguaje (el que hablamos) es el olvido de términos concretos, sustituyéndolos descuidadamente por las que creo que llaman "palabras baúl", esas que sirven para todo tan genéricamente que casi no aportan información, además de hacer que el discurso se vuelva insoportablemente monótono y repetitivo. Pero de las ocho acepciones que registra el DRAE para este verbo, la que a mi modo de ver presenta una cierta frecuencia de uso (y no demasiado alta) es la intransitiva de "desembocar, ir a parar" y normalmente refiriéndose a un final poco halagüeño. "De acuerdo a los indicadores económicos, la economía española está abocada a una recesión", sería un ejemplo de este significado.
Ya digo que tampoco es que sea muy habitual el empleo de esta acepción y, cuando ocurre, suele dársele un matiz que todavía no ha recogido el diccionario; cuando decimos que algo está abocado (o nos aboca, en reflexivo que es más usual) a algo, solemos dar a entender que dicho resultado es forzoso. Así, en la mayoría de los casos, podríamos sustituir este vocablo por "venir obligado", "dirigirse necesariamente" o cualquier otra combinación de verbo de movimiento más adverbio de necesidad. De hecho, en unos cuantos textos en los que he encontrado el término abocar, si se sustituye por desembocar no se entiende suficientemente la frase, la cual, en cambio, adquiere todo su sentido si optamos por la acepción que acabo de definir. Cabría preguntarse entonces si quienes escriben abocar dándole un significado que no cuadra bien con ninguna de las acepciones de esta palabra saben realmente lo que están haciendo o simplemente la eligen porque se sienten más "cultos" en vez de optar por cualquiera de las opciones sustitutorias que sí significan lo que ellos quieren decir. Por ejemplo, en un manual jurídico leo que "es conocido que las obras ejecutadas sin licencia y no legalizables están abocadas a la demolición" y quizá habría resultado más claro y preciso que se hubiera escrito que dichas obras necesariamente deben ser demolidas (lo que pasa es que, de esta última forma, se entendería demasiado claramente y más de uno se asustaría).
Pero lo gracioso es que en estos mismos textos jurídicos, además del forzamiento semántico inofensivamente pedante de la palabra, abunda el error ortográfico. O sea, que queriendo decir abocar van y escriben avocar. Y no se crea que se trata de informes de recientes licenciados en derecho, sino del mismísimo Tribunal Supremo español que nos regala joyas como "... ya que es conocido que aquellas obras e instalaciones que provienen de situaciones de ilegalidad o indisciplina urbanística se ven avocadas al régimen de fuera de ordenación" (SSTS 4 de junio 1994) o esta otra: " las obligaciones previstas ... se imponen ... como lógica consecuencia de las necesidades a que avoca el establecimiento en el Plan de una ordenación radicalmente distinta..." de la antes existente (STS 31 de mayo 2006). Es más que evidente que en ninguno de estos dos ejemplos el Tribunal está reclamando ningún asunto sino que se refiere a las consecuencias a las que conducen (abocan) determinados supuestos. De otra parte, tengo para mí por seguro que los magistrados están convencidos de que no cometen ninguna falta de ortografía y su alta autoridad hace que muchos juristas, habituados a leer montones de sentencias, se aficionen por un lado al empleo de la palabreja y, por otro, a escribirla con v. Todo esto pese a que he encontrado más de una página en internet sobre corrección lingüística que denuncia este error e insiste en no confundir ambas grafías (para ser honesto, diré que también he encontrado un manual de estilo en la web que pone ambas palabras como sinónimos, admitiendo las dos grafías).
En fin, no me enrollo más que el tema no debiera haberme dado ni para la mitad de lo que he escrito. Como dije al principio, ha sido una tontería que recientemente me ha llamado la atención y me apeteció dedicar un ratillo a darle alguna vuelta.
CATEGORÍA: Entretenimientos gramaticales
Avocar no lo había visto en mi vida. Abocar es también para mí 'conducido', destinado, como por un conducto hacia algo, un tanto inevitablemente.
ResponderEliminarPor cierto, vistos algunos últimos 'casos' lo procupante de los jueces no es sólo que hablen o escriban mal (y pedantemente y en jerga), sino que 'piensan' mal
En la Administración hay un caso relativamente frecuente en el que se usa con normalidad el verbo avocar, con v: cuando un órgano tiene permanentemente delegada una de sus competencias en otro distinto, pero para un caso concreto o durante un período determinado decide ejercerla por sí, el término exacto y comúnmente usado para esta recuperación parcial o temporal de su competencia es, precisamente, la avocación: el delegante avoca la competencia que había delegado. También se usa si esta recuperación es total y definitiva, es decir, cuando se revoca (palabra obviamente también emparentada) la delegación efectuada con anterioridad. Creo que este es el significado exacto, y no el que da el DRAE, porque un órgano, por muy superior que sea, no puede normalmente "atraer a sí" el ejercicio de una competencia que corresponda a otro, aún inferior, si no es porque originariamente le corresponda a él, y el otro la ejerza solo por delegación. Y, en cambio, puede existir delegación de competencias, y posterior avocación, entre dos órganos que no tengan una relación jerárquica, es decir, que no sean respectivamente superior e inferior.
ResponderEliminarDesgraciadamente los señores académicos no solo no saben mucho de dereccho administrativo, cosa más o menos normal, sino que con frecuencia parecen no saber tampoco mucho de cómo se usa de verdad el idioma. Como lo prueba esa omisión que señalas, en su definición de abocar, con b, del importante matiz de necesidad o inevitabilidad del que, en la práctica, es inseparable. Nadie usa "abocar" como "desembocar" o "conducir", a secas, sino, precisamente, como desembocar o conducir irremediablemente. Pero la RAE da a veces la impresión de complacerse en negar lo que todo el mundo usa y en aceptar, en cambio, excentricidades o novedades sin casi arraigo. No sé si son ganas de llevar la contraria o mera ineptitud.
Y, efectivamente, como señala Lansky, la burricie lingüística de que dan muestras algunos distinguidos juristas, y especialmente algunos jueces, es para echarse a temblar. Habida cuenta de que el idioma es la materia prima del derecho, ver cómo emplean los ingredientes es como para preocuparse seriamente por la calidad de los resultados.
ResponderEliminar(Mi opinión personal, en la que me afianzo cada día, es que es imposible pensar bien si se habla y se escribe mal. En Derecho, en fontanería, en filosofía pura y en Física cuántica, una mala sintaxis y un vocabulario escaso son garantías bastante firmes de un razonamiento erróneo. Pero quizás sean manías mías...)
Sin desmerecer ninguno de los anteriores comentarios, a la hora de juzgar los errores ortográficos ajenos, no olvidéis que algún hijo de puta tubo la genial idea de poner la v junto a la b y por lo tanto es fácil cometer determinado tipo de errores por un tuvo sin que haya corrector ortográfico que te los detecte.
ResponderEliminarGracias, Vanbrugh, por la precisión del significado de avocar. Y se me ocurre que los académicos debieran asesorarse cuando les toca ajustar los significados de palabrejas de ámbitos específicos, como lo es ésta.
ResponderEliminarNúmeros, el que la b esté junto a la v no es, en este caso, explicación del error ortográfico. Te aseguro que en los textos en que he leído abocar por avocar, el autor lo escribía con v a propósito.
Que tienes un ejemplar del Corominas? Qué suerte! Yo también colecciono cómics, pero ése no lo tengo...
ResponderEliminarBesotes!
Números: Y por eso es bueno siempre rebisar lo que se escribe, o sea, bolber a ber...
joder, Zaffe, que has escrito 'escribe' con 'b', un poco de atención, mujer.
ResponderEliminarEs que me confundí de tecla... Y además... ¡no lo rebisé!
ResponderEliminarUn beso grande, Lansky!
Por una vez, y sin que sirva de precedente, me adhiero a las consideraciones de Vanbrugh. Lo que pasa es que hay mucho abogado, u operador jurídico, "gafapasta", o que se cree que lo es. Y no hay nada peor que el que cree que por tener un discurso ininteligible va a ser más importante.
ResponderEliminarAlgunos de estos operadores jurídicos deberían recordar a cierto presidente del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña que recomendaba que las sentencias fueran claras, no para los abogados, sinó para los interesados.... aunque entonces no sé de qué vivirían algunos.