Existe una web llamada I feel myself (viene a significar algo así como que me siento a mí mismo o, para ser más precisos, a mí misma) que, según sus organizadores, tiene por objeto mostrar representaciones reales, naturales y "éticas" (?) de la masturbación femenina. El proyecto cuenta hasta la fecha con 1768 videos, agrupados en seis categorías, y en todos ellos (supongo) se puede ver a mujeres reales teniendo orgasmos reales. Dicen que todas las mujeres que aparecen filmadas han querido participar en este "inventario audiovisual". Debe ser curioso e imagino que muy instructivo estudiar unos cuantos de esos videos a fin de convertirnos (los hombres) en expertos identificadores del placer femenino (si es que hay síntomas invariantes en todos los orgasmos) de modo que nunca se nos quede la cara de tonto de Harry en la antológica escena de Meg Ryan. Lo malo es que para ver estas grabaciones parece que hay que suscribirse y la gracia sale a 24 dólares mensuales, así que va a ser que no. Además, lo cierto es que aunque seguro que tengo mucho que aprender, no necesito que me convenzan de la espectacular belleza de las mujeres en el orgasmo, esa belleza que parece iluminarlas de dentro hacia afuera y te deja anonadado ante tan infinita maravilla, ante ese mar de cálida luz en el que te gustaría disolverte.
Además de los videos, la web tiene un foro en cual las participantes (¿también hombres?) plantean los más diversos asuntos. Me ha llamado la atención la cantidad de cuestiones que se traen a colación y, sobre todo, que se traten con todo detalle y sin pelos en la lengua. Con motivo de algunos comentarios a mi reciente post sobre el clítoris me quedé pensando sobre lo difícil que sigue siendo hablar con naturalidad y franqueza sobre sexo; pareciera que, por mucha desinhibición aparente de que presumamos, sigue resultándonos perturbador hablar "del tema" de forma directa y explícita, resulta (por usar un término de Atman) profanador. Pese a mi probable disenso de fondo, creo que Atman acierta con el adjetivo porque, en efecto, hablar de sexo implica profanarlo en el sentido literal del término, es decir, despojarle del carácter sagrado. Y eso, pienso yo, es muy conveniente, no sólo para desmontar tantas mistificaciones sexuales que sólo han aportado sufrimiento a los humanos, sino para que todos follemos mejor o (para no decirlo tan bastamente) para que aprendamos a disfrutar más y mejor de nuestros placeres sensoriales. Apunto en todo caso que esa profanación puede llevar, una vez que nos volquemos en el conocimiento del placer erótico, en una nueva sacralización del sexo, pero desde luego desde bases y criterios totalmente distintos (hasta opuestos) a los que nos han vendido durante los últimos milenios.
Pero dejemos el rollo, que no iban por ahí mis intenciones al decidirme a escribir este post; quería tan sólo comentar uno de esos asuntos que se tocan en el foro de la web citada. Se trata, como digo en el título, de las canciones con las que correrse (songs to come to): quien inicia el hilo propone a los participantes que digan sus músicas preferidas para llegar al orgasmo. Nunca me había puesto a pensar si tengo determinadas preferencias musicales para mis prácticas eróticas y he de adelantar que todavía no tengo ninguna conclusión al respecto. Sí es verdad que me gusta que haya música (aunque no siempre) y me parece lógico pues por qué vamos a privarnos de integrar en la experiencia los placeres auditivos (si bien, la música no debe impedir oír sonidos más íntimos). Por ejemplo, entre una de mis mejores sesiones de sexo tocó la discografía de Nora Jones, cuya preciosa voz se entrelazaba (y realzaba) con magnífica armonía entre nuestros placeres. De ahí que intuya que, por lo general (no me atrevo a ser categórico), prefiera músicas suaves, melódicas.
En este hilo de la web sólo han participado, contando al iniciador, cuatro personas y las músicas que para ellas son erógenas, de una heterogeneidad absoluta, me han resultado de los más curiosas. De entrada, salvo una (y muy poco), no conocía las canciones y ni siquiera a los cantantes. Me he tomado la molestia de conseguirlas y escucharlas durante el fin de semana, además de documentarme mínimamente sobre ellas. Aquí van mis impresiones.
La primera persona dice que el tema que le pone es Música para 18 Músicos, de Steve Reich. Reich (no confundir con el famoso sexólogo) es un compositor neoyorkino considerado uno de los grandes genios del siglo. La obra en cuestión la compuso entre 1974 y 1976 (mientras yo oía rock continuamente) y, según la wiki, "se organiza alrededor de un ciclo de once acordes introducidos al principio, seguidos por un pequeños trozos basados en cada acorde, y por una vuelta final al ciclo original". Seguramente mi amigo Vanbrugh encontrará ideas interesantes en la composición y me atrevo a decir que hasta yo, pese a mi deficiente educación musical, intuyo aspectos sugerentes (Reich hablaba de "efectos psicoacústicos"). Ahora bien, hay que tener mucha vocación musicóloga para pasar un largo rato colgado de esta composición y, desde luego, que a alguien le alimente la libido me resulta un enigma de dimensiones cósmicas. Baste decir que, al menos en mí, con su terrible machaconeo sónico, los efectos son todo lo contrario a relajantes. Aquí tienen los primeros diez minutos la obra; imagínense las sensaciones que se pueden lograr durante algo más de los 67 que dura (conste que las he experimentado y he podido aguantar sin masturbarme).
Pero dejemos el rollo, que no iban por ahí mis intenciones al decidirme a escribir este post; quería tan sólo comentar uno de esos asuntos que se tocan en el foro de la web citada. Se trata, como digo en el título, de las canciones con las que correrse (songs to come to): quien inicia el hilo propone a los participantes que digan sus músicas preferidas para llegar al orgasmo. Nunca me había puesto a pensar si tengo determinadas preferencias musicales para mis prácticas eróticas y he de adelantar que todavía no tengo ninguna conclusión al respecto. Sí es verdad que me gusta que haya música (aunque no siempre) y me parece lógico pues por qué vamos a privarnos de integrar en la experiencia los placeres auditivos (si bien, la música no debe impedir oír sonidos más íntimos). Por ejemplo, entre una de mis mejores sesiones de sexo tocó la discografía de Nora Jones, cuya preciosa voz se entrelazaba (y realzaba) con magnífica armonía entre nuestros placeres. De ahí que intuya que, por lo general (no me atrevo a ser categórico), prefiera músicas suaves, melódicas.
En este hilo de la web sólo han participado, contando al iniciador, cuatro personas y las músicas que para ellas son erógenas, de una heterogeneidad absoluta, me han resultado de los más curiosas. De entrada, salvo una (y muy poco), no conocía las canciones y ni siquiera a los cantantes. Me he tomado la molestia de conseguirlas y escucharlas durante el fin de semana, además de documentarme mínimamente sobre ellas. Aquí van mis impresiones.
La primera persona dice que el tema que le pone es Música para 18 Músicos, de Steve Reich. Reich (no confundir con el famoso sexólogo) es un compositor neoyorkino considerado uno de los grandes genios del siglo. La obra en cuestión la compuso entre 1974 y 1976 (mientras yo oía rock continuamente) y, según la wiki, "se organiza alrededor de un ciclo de once acordes introducidos al principio, seguidos por un pequeños trozos basados en cada acorde, y por una vuelta final al ciclo original". Seguramente mi amigo Vanbrugh encontrará ideas interesantes en la composición y me atrevo a decir que hasta yo, pese a mi deficiente educación musical, intuyo aspectos sugerentes (Reich hablaba de "efectos psicoacústicos"). Ahora bien, hay que tener mucha vocación musicóloga para pasar un largo rato colgado de esta composición y, desde luego, que a alguien le alimente la libido me resulta un enigma de dimensiones cósmicas. Baste decir que, al menos en mí, con su terrible machaconeo sónico, los efectos son todo lo contrario a relajantes. Aquí tienen los primeros diez minutos la obra; imagínense las sensaciones que se pueden lograr durante algo más de los 67 que dura (conste que las he experimentado y he podido aguantar sin masturbarme).
El segundo participante en el tema afirma que las mejores sesiones de sexo que ha tenido han sido oyendo a todo volumen el disco Mutter del grupo alemán Rammstein mientras follaba en el sofá (cómicamente curioso dice; imagino que porque la portada del disco muestra la cara de un feto muerto). Hasta el sábado desconocía completamente la existencia de estos alemanes originarios del antiguo Este y cuya música, de nuevo según la wiki, se basa en el metal industrial (?) aunque también incorpora elementos de otros estilos. Me conseguí el disco Mutter y la verdad es que, aunque para nada es mi estilo (yo lo calificaría sencillamente de heavy con tintes progresivos, pero es que no suelo transitar por esos paisajes) he de reconocer que me ha resultado interesante. Además, el video de la canción Mutter (la que da título al album) tiene una estética bastante sugerente y unas letras atractivas, siempre que seamos condescendientes con la inevitable pedantería pretenciosa tan frecuente en muchos rockeros. Pero, alegrándome de haber descubierto a estos tipos (bastante polémicos, por cierto), para nada los pondría como fondo musical de un polvo salvaje en el sofá (tampoco echaría un polvo salvaje en mi sofá: es demasiado mullido). Sin embargo, a un/a tal hyperballad, aún reconociendo que es algo insensato, la canción le pone muchísimo.
La tercera persona afirma que una de sus canciones preferidas en esos menesteres es She's lost control (ella se ha descontrolado) de Joy Division. A esta banda inglesa sí la conocía, aunque no demasiado, y también la canción. Lo que no sabía es que el nombre del grupo (División de la Alegría) alude al grupo de mujeres usadas como esclavas sexuales en los campos de concentración nazis y que su elección les valió ser acusados de neonazis, algo que también les pasó a los alemanes de Rammstein (ambos grupos lo negaron). La canción que tanto excita a una tal ngaio es seguramente de las más famosas de estos chicos de Manchester (después, en todo caso, de Love will tear us apart) y, en este caso, he de admitir que puedo entender que la letra y la cadencia rítmica del tema puedan poner caliente a alguien, pero sigue sin ser mi caso. (demasiado machaconeo). Por cierto, esta tercera persona, después de decantarse por She's lost control añade que hay varias otras canciones que le ponen pero que prefiere no decirlas porque "tiene una relación muy personal con la música y no le gusta compartirla"; menuda chorrada que, además, es absurdamente improcedente en un foro como ése.
El cuarto y último participante nos informa de que le gusta enchufarse con Ali Farka Touré, un cantante y guitarrista de Mali ya fallecido. Tampoco lo conocía y, de los cuatro que he descubierto este fin de semana mediante este asunto es, sin ninguna duda, el que me ha resultado más atractivo. Hace blues en idiomas locales integrándolo con influencias africanas, con una calidad muy alta. No me atrevería a calificarlo de erótico aunque, como el blues me encanta, no descarto que disfrute de algún polvo futuro con su guitarra de fondo. Sexo al margen, realmente un músico muy recomendable.
Una vez más tu post no tiene desperdicio.
ResponderEliminarMeg Ryan está para comérsela ahí mismo, en el restaurante. A efectos del 'misterioso' orgasmo femenino los interesados podrían aclararse en la wiki respecto al arranque, la meseta y la caída de los orgasmos masculino y femnino; tan parecidos en el objetivo como distintos en su práctica o consecución.
Es cierto, no simpre es necesaria la música para follar. A veces no deja oír otro 'quejíos' más íntimos. Yo he preguntado siempre a mis parejas si querían música o no, y casi todas tenían sus preferencias: Yo Yo Ma al chelo, chill out, Mahler, Camarón, Chopin...
Si Vanbrugh piensa intentar nuevas creaciones musicales adaptadas por él mismo, le sugiero que tome el palo flamenco de la bulería, pues aunque siendo bullicioso se puede adaptar a cualquier tempo, ritmo o melodía.
A mi no me gusta mezclar según qué placeres. Me encantan por ejemplo, el queso de Cabrales y el chocolate, pero nunca se me ha ocurrido saborearlos al tiempo, y no creo que me gustara.
ResponderEliminarCon la música y el sexo me pasa lo mismo. Ambas cosas necesitan, para disfrutarlas a fondo, de toda mi atención, y la que le prestara a una de ellas dejaría de prestársela a la otra. De modo que, salvo que esté ya puesta y las cosas sucedan de tal modo que ninguno de los dos tenga ganas de ocuparse de quitarla, lo que también tiene su gracia, rara vez suena música durante mis polvos y la verdad es que, cuando suena, le hacemos bastante poco caso.
Y viceversa, casi nunca follo en los conciertos.
Sí. Me encantan los corridos. Como "Caballo prieto afamado" o "Yo soy de San Luis Potosi", de Chayito Valdez. Me extraña que no aparezcan en tu lista de éxitos. Hay uno que se llama "La pistolona", que está para comérselo!
ResponderEliminarBesotes! No sabía que te gustara la música mexicana! El post me lo he leído de corrido también.
Vaya, Vanbrugh, esperaba conocer tu opinión sobre la pieza de Steve Reich (yo tampoco suelo follar en los conciertos).
ResponderEliminarY, Zafferano, así que a ti lo que te gusta para las corridas son los corridos... Vaya, vaya.
Tuve una amiga que tocaba la viola de gamba, como es lógico con las piernas suficientemente abiertas.
ResponderEliminarAl sexo no conviene quitarle su secreto, no por profanarle ni demás leches, sino porque si no se quedaría en lo que decía una feminista adusta con cara de no haber sentido nunca un orgasmo: se trata de empujar y que te empujen (o te 'empijen', siendo ocurrentemente grosero) para conseguir muy poco finalmente ( o sea, como en las rebajas).
En cuanto a la música y prescindiendo de obviedades como el consabido bolero de Ravel hay que dejar el CD (soy un antiguo) que estuviera desde los prolegómenos y si se 'acaba' la faena antes que el dichoso disco, pongamos en el primer o segundo tema, ay, entonces, amiguitos, el orgasmo de la tipa es tipo Meg Ryan, de premio a la mejor interpretación. En cualquier caso yo voto por la musica de corno de Mozart o cualquier batucada brasileira y por el queso de cabrales y el chocolate extendidos sobre una moza a la que lamer y que me cante algo mientras tanto, Vanbrugh, sorry, es que yo funciono con pilas solares y a mi el campo...
10 de noviembre de 2010 07:11
Ayer, cuando leí este post, algo le pasaba a mi ordenador que no me dejó ver ninguno de los videos. Hoy, tras oir la pieza de Reich, pienso que probablemente fue el antivirus.
ResponderEliminarLansky: Lo siento, pero no estoy de acuerdo con que hayan de mantenerse los presuntos "secretos" del sexo y mucho menos en que, si eso ocurre, se queda en mero empujar. Yo casi diría lo contrario, que cuantos más secretos haya (o, para no jugar con elegantes y mentirosos eufemismos, cuanta más ignorancia) más será sólo empujar y empujar.
ResponderEliminarVanbrugh: Excelente tu respuesta.
Miroslav; tan exhaustivo como siempre y tan intenso.
ResponderEliminarHe de ponerme a pensar en eso de la música y el sexo, auqneu una cosa tengo clara: el heavy no iría muy bien con mi sexualidad.
Pasaré con mas tiempo a ver los vídeos.
Un beso y buenas noches