El pasado fin de semana descubrí el blog de Thelma: Hasta las tetas de poeta de bragueta y revolcón (cómo ser mujer y no morir en el intento...). Me ha resultado interesante la forma en que aborda los temas así como la agudeza que demuestra en sus opiniones; quizás un pelín agresiva, pero mi apreciación no deja ser la de un hombre y, además, de una generación más pasada que la suya (seguro). En fin, que la referencia viene a cuenta de un post reciente (del pasado 15 de mayo) en el que cuenta la historia de una amiga suya que se enamora de un compañero de trabajo que tiene novia (el enamoramiento “tenía la parte idílica pero no la rutinaria, era casi perfecto”); coqueteo mutuo hasta que ella le plantea la cuestión y él la confiesa que estaba muy atraído por ella, que no dejaba de pensar en ella ... pero que no podía dejar a su novia porque le caía bien.
Y ahora viene la opinión de Thelma, tan contundentemente clara que es inevitable transcribir literalmente: “El tío es un crío, emocionalmente inmaduro, no hace falta ser muy inteligente para darse cuenta. Se siente seguro con su relación y su pareja no representa un reto para él. Sabe que le quiere y que no va a dejarle. Tú, sin embargo, eres puro riesgo. Eres una mujer atractiva que puede abandonarle en cualquier momento. Se nota que no eres emocionalmente estable y que tu vida sentimental es similar a una montaña rusa. A ti, querida, no te van los compromisos... eso se huele. Le asusta, le aterra enormemente dejar la estabilidad que tiene por algo que puede o no puede ser. Es cierto que le gustas pero, sinceramente, si no piensa dejar a su novia por ti... ¿qué puede ofrecerte ese hombre? ¿Un hombre que cataloga a su propia pareja de "me cae bien" mientras no duda en tontear con otra? No te ofendas pero, viendo lo que ves, es triste que no hayas decidido alejarte de él mucho antes. Nunca, nunca jamás te creas capaz de romper una relación. Si no deja a su novia por ti en el momento apropiado, no merece la pena seguir a la espera. Terminarán por romper porque, obviamente, es una relación condenada al fracaso... pero después, no serás más que el premio de consolación. Te mereces mucho más que eso. Mejor sola que mal acompañada, ¿no crees?”
Por supuesto, estoy de acuerdo con lo que dice y, sin embargo, no termino de “sentir” que sea verdad. Quizás perciba un tono demasiado pontifical, dogmático; quizás sea que me parece demasiado aguafuerte, sin opción a los matices. Lo cierto es que yo puedo contar una experiencia relacionada (obviamente, esa es la razón de que el post me haya interesado) sobre la que no me atrevería a emitir juicios tan tajantes. Como dije antes, la diferencia puede estribar en que seguro que soy unos cuantos años mayor que Thelma ...
Mi historia es sencilla y repetida hasta la saciedad. Pareja que lleva junta algo más de 16 años. La mujer ronda los 50, acaba de superar un cáncer de mama (mastectomías y quimioterapia incluidas), “siente” que necesita vivir intensamente, ansía “sentir” (emulando a Thelma diría que no es emocionalmente estable y que su vida emocional es similar a una montaña rusa). El hombre sabe que, durante los últimos años, su vida de pareja (sexual incluida) se había ido deteriorando, si bien la aparición del cáncer había cambiado dramáticamente las prioridades; pese a ello, el muy idiota no valora acertadamente cuan alejada de él se va situando su mujer.
En este marco, aparece un tercero. Aparece en internet, compartiendo con la mujer una afición que al marido no le interesa. La relación virtual, al principio, se centra en la afición compartida pero poco a poco ... Según ella confesó meses más tarde, lo que él le decía llenaba el vacío emocional que sentía. Y empezaron a hablar por teléfono y a enviarse sms y a enamoriscarse mutuamente. Viven en distintas ciudades, pero un día viajaron para conocerse. E hicieron el amor y para ella fue una revelación orgásmica y se sintió mucho más enamorada.
Así que, tras unas semanas de encuentros clandestinos propios de un sainete clásico, ella “rompe” con su marido ofreciéndole argumentos que son verdad pero no toda la verdad. Él se derrumba (al principio), pero esa es otra historia. Luego, un mes después, descubre la existencia del tercero. Ella, otro mes más después, reconoce estar enamorada como una adolescente y saber que esa historia no va a ninguna parte. Que es simplemente una oportunidad que se le ha presentado de sentir de nuevo el enamoramiento y vivir un sexo mucho más rico y satisfactorio que el que tenía (o no tenía) con él. El otro hombre está casado, vive en una ciudad muy distante ... Ninguno de los dos se plantea nunca que puedan convertirse en pareja estable. Y, entonces, ¿qué se pueden ofrecer mutuamente? Pues lo que se ofrecen.
Esto que se dan mutuamente puede parecer triste desde una visión romántica; y seguramente es triste porque aparece como manifestación de carencias emocionales de una relación de pareja preexistente. Pero, prescindiendo de este aspecto, creo que el asunto tiene mucha más complejidad de la que parece. Y aunque esa mujer era mi mujer, y aunque sé que en su historia hay mucho de dolor enquistado y de ansiedad emocional y de muchos más sentimientos, creo que hizo lo que tenía que hacer.
No sé si la relación continua (ya tampoco me importa demasiado). Lo que sí es cierto es que el matrimonio de él (y su vida cotidiana anterior) continúa (supongo). Y me pregunto (y no me atrevería a responder) lo que la relación entre ambos ha aportado a cada uno, a su maduración y crecimiento personal. Porque si ha contribuido positivamente (mi ex-mujer piensa que en su caso sí, y yo me inclino por coincidir con ella) no me resulta tan fácil condenar. A lo mejor, en el segundo tiempo, no necesariamente los “compromisos” entre personas son los mismos que en la primera parte del partido.
Y ahora viene la opinión de Thelma, tan contundentemente clara que es inevitable transcribir literalmente: “El tío es un crío, emocionalmente inmaduro, no hace falta ser muy inteligente para darse cuenta. Se siente seguro con su relación y su pareja no representa un reto para él. Sabe que le quiere y que no va a dejarle. Tú, sin embargo, eres puro riesgo. Eres una mujer atractiva que puede abandonarle en cualquier momento. Se nota que no eres emocionalmente estable y que tu vida sentimental es similar a una montaña rusa. A ti, querida, no te van los compromisos... eso se huele. Le asusta, le aterra enormemente dejar la estabilidad que tiene por algo que puede o no puede ser. Es cierto que le gustas pero, sinceramente, si no piensa dejar a su novia por ti... ¿qué puede ofrecerte ese hombre? ¿Un hombre que cataloga a su propia pareja de "me cae bien" mientras no duda en tontear con otra? No te ofendas pero, viendo lo que ves, es triste que no hayas decidido alejarte de él mucho antes. Nunca, nunca jamás te creas capaz de romper una relación. Si no deja a su novia por ti en el momento apropiado, no merece la pena seguir a la espera. Terminarán por romper porque, obviamente, es una relación condenada al fracaso... pero después, no serás más que el premio de consolación. Te mereces mucho más que eso. Mejor sola que mal acompañada, ¿no crees?”
Por supuesto, estoy de acuerdo con lo que dice y, sin embargo, no termino de “sentir” que sea verdad. Quizás perciba un tono demasiado pontifical, dogmático; quizás sea que me parece demasiado aguafuerte, sin opción a los matices. Lo cierto es que yo puedo contar una experiencia relacionada (obviamente, esa es la razón de que el post me haya interesado) sobre la que no me atrevería a emitir juicios tan tajantes. Como dije antes, la diferencia puede estribar en que seguro que soy unos cuantos años mayor que Thelma ...
Mi historia es sencilla y repetida hasta la saciedad. Pareja que lleva junta algo más de 16 años. La mujer ronda los 50, acaba de superar un cáncer de mama (mastectomías y quimioterapia incluidas), “siente” que necesita vivir intensamente, ansía “sentir” (emulando a Thelma diría que no es emocionalmente estable y que su vida emocional es similar a una montaña rusa). El hombre sabe que, durante los últimos años, su vida de pareja (sexual incluida) se había ido deteriorando, si bien la aparición del cáncer había cambiado dramáticamente las prioridades; pese a ello, el muy idiota no valora acertadamente cuan alejada de él se va situando su mujer.
En este marco, aparece un tercero. Aparece en internet, compartiendo con la mujer una afición que al marido no le interesa. La relación virtual, al principio, se centra en la afición compartida pero poco a poco ... Según ella confesó meses más tarde, lo que él le decía llenaba el vacío emocional que sentía. Y empezaron a hablar por teléfono y a enviarse sms y a enamoriscarse mutuamente. Viven en distintas ciudades, pero un día viajaron para conocerse. E hicieron el amor y para ella fue una revelación orgásmica y se sintió mucho más enamorada.
Así que, tras unas semanas de encuentros clandestinos propios de un sainete clásico, ella “rompe” con su marido ofreciéndole argumentos que son verdad pero no toda la verdad. Él se derrumba (al principio), pero esa es otra historia. Luego, un mes después, descubre la existencia del tercero. Ella, otro mes más después, reconoce estar enamorada como una adolescente y saber que esa historia no va a ninguna parte. Que es simplemente una oportunidad que se le ha presentado de sentir de nuevo el enamoramiento y vivir un sexo mucho más rico y satisfactorio que el que tenía (o no tenía) con él. El otro hombre está casado, vive en una ciudad muy distante ... Ninguno de los dos se plantea nunca que puedan convertirse en pareja estable. Y, entonces, ¿qué se pueden ofrecer mutuamente? Pues lo que se ofrecen.
Esto que se dan mutuamente puede parecer triste desde una visión romántica; y seguramente es triste porque aparece como manifestación de carencias emocionales de una relación de pareja preexistente. Pero, prescindiendo de este aspecto, creo que el asunto tiene mucha más complejidad de la que parece. Y aunque esa mujer era mi mujer, y aunque sé que en su historia hay mucho de dolor enquistado y de ansiedad emocional y de muchos más sentimientos, creo que hizo lo que tenía que hacer.
No sé si la relación continua (ya tampoco me importa demasiado). Lo que sí es cierto es que el matrimonio de él (y su vida cotidiana anterior) continúa (supongo). Y me pregunto (y no me atrevería a responder) lo que la relación entre ambos ha aportado a cada uno, a su maduración y crecimiento personal. Porque si ha contribuido positivamente (mi ex-mujer piensa que en su caso sí, y yo me inclino por coincidir con ella) no me resulta tan fácil condenar. A lo mejor, en el segundo tiempo, no necesariamente los “compromisos” entre personas son los mismos que en la primera parte del partido.
CATEGORÍA: Reflexiones sobre emociones
POST REPUBLICADO PROVENIENTE DE YA.COM
Si con "compromisos" te refieres a las ganas de compartir cosas con otra persona, creo que eso es algo que no cambia,ni en el segundo tiempo ni en la prórroga, si la hubiere; es el compromiso de corazón, que nunca se pierde. ¿Cómo era eso de tropezar dos veces con la misma piedra?
ResponderEliminarComentado el Miércoles, 31 Mayo 2006 15:05