Pues eso: qué vaya última semanita previa a nuestro viaje. Todo son presiones y requerimientos imposibles. Y lo peor es que sé que el trabajo que se nos exige es inútil. Simplemente se necesita que estén nuestros informes en los expedientes, digan lo que digan, porque en el fondo no importa nada, salvo cumplir el trámite. En estas condiciones es difícil mantener la moral, es casi imposible no frustrarse, no cabrearse.
Mi ventaja es que ya soy perro viejo y, además, estoy forrado con traje de seguridad. Por decirlo claro, no me pueden hacer prácticamente nada y eso te da una notable sensación de seguridad. Para ser más precisos, sí podrían tomar represalias (y sé de más de uno a quien incomodo que le gustaría), pero no se atreven, se les vería mucho el plumero. Por otra parte, en mi fuero interno, casi hasta me apetece que las tomen, que me den una excusa para mandarme mudar.
Quienes conmigo trabajan lo pasan algo peor; son más jóvenes, están menos afianzados en este mundo, su seguridad es menor. No obstante están dando el tipo con nota alta y eso que, a veces, les trato con dureza, les exijo sin los convenientes paños calientes (sé usar, cuando es necesario, el puño de hierro, pero suelo olvidarme del guante de seda). En todo caso, me gustaría pensar que se sienten amparados por mí, que no fallo cuando hay que dar la cara para defender la integridad del grupo. En fin, estamos en una punta y es inevitable que los ánimos no sean todo los serenos que deben, pero estoy convencido que estos agobios no resquebrajan la amistad del grupo.
El caso es que ahora estoy agotado. Ya son unas cuantas noches de dormir menos de lo debido, ahora que había empezado a recuperar mi habitual sueño corrido (el de antes de la crisis) y me noto cansado, con la cabeza a punto de explotar. Pero quedan sólo dos días: el jueves y el viernes. Mañana, la ponencia técnica, en la que se aclararán varias incógnitas (entre otras hasta dónde son capaces de llegar estos políticos impresentables que nos gobiernan); visita al estudio de J para organizar las tareas durante mi ausencia; revisar y terminar el informe de S. El viernes, acabar el informe de C e informar al consejero de la situación: compromisos cumplidos. Y despedirme de los compañeros hasta finales de julio.
En mi ausencia habrá acontecimientos relevantes para bien o para mal ¿triunfarán las fuerzas del lado oscuro o las del bien? Si hubiera sabido hace un par de meses que el mes de julio se iba a presentar así de movidito no habría reservado el viaje para estas fechas. Pero lo hecho, hecho está y seguro que es para bien. De momento ya es un primer paso hacia uno de mis objetivos a corto plazo: aprender a deshabituarme de mi adicción profesional, aflojar en mi dedicación laboral y llenar mi vida con tantas otras cosas que (siendo más importantes) he descuidado.
Así que ánimo, que ya casi no queda nada. El lunes a coger un avión hacia Roma con parada intermedia en Girona. Y a pasear por la ciudad eterna y a recorrer el Lazio. Que con tanto agobio ni tiempo me está dando para pensar en lo bien que lo vamos a pasar; voy a tener que enterarme de golpe.
Mi ventaja es que ya soy perro viejo y, además, estoy forrado con traje de seguridad. Por decirlo claro, no me pueden hacer prácticamente nada y eso te da una notable sensación de seguridad. Para ser más precisos, sí podrían tomar represalias (y sé de más de uno a quien incomodo que le gustaría), pero no se atreven, se les vería mucho el plumero. Por otra parte, en mi fuero interno, casi hasta me apetece que las tomen, que me den una excusa para mandarme mudar.
Quienes conmigo trabajan lo pasan algo peor; son más jóvenes, están menos afianzados en este mundo, su seguridad es menor. No obstante están dando el tipo con nota alta y eso que, a veces, les trato con dureza, les exijo sin los convenientes paños calientes (sé usar, cuando es necesario, el puño de hierro, pero suelo olvidarme del guante de seda). En todo caso, me gustaría pensar que se sienten amparados por mí, que no fallo cuando hay que dar la cara para defender la integridad del grupo. En fin, estamos en una punta y es inevitable que los ánimos no sean todo los serenos que deben, pero estoy convencido que estos agobios no resquebrajan la amistad del grupo.
El caso es que ahora estoy agotado. Ya son unas cuantas noches de dormir menos de lo debido, ahora que había empezado a recuperar mi habitual sueño corrido (el de antes de la crisis) y me noto cansado, con la cabeza a punto de explotar. Pero quedan sólo dos días: el jueves y el viernes. Mañana, la ponencia técnica, en la que se aclararán varias incógnitas (entre otras hasta dónde son capaces de llegar estos políticos impresentables que nos gobiernan); visita al estudio de J para organizar las tareas durante mi ausencia; revisar y terminar el informe de S. El viernes, acabar el informe de C e informar al consejero de la situación: compromisos cumplidos. Y despedirme de los compañeros hasta finales de julio.
En mi ausencia habrá acontecimientos relevantes para bien o para mal ¿triunfarán las fuerzas del lado oscuro o las del bien? Si hubiera sabido hace un par de meses que el mes de julio se iba a presentar así de movidito no habría reservado el viaje para estas fechas. Pero lo hecho, hecho está y seguro que es para bien. De momento ya es un primer paso hacia uno de mis objetivos a corto plazo: aprender a deshabituarme de mi adicción profesional, aflojar en mi dedicación laboral y llenar mi vida con tantas otras cosas que (siendo más importantes) he descuidado.
Así que ánimo, que ya casi no queda nada. El lunes a coger un avión hacia Roma con parada intermedia en Girona. Y a pasear por la ciudad eterna y a recorrer el Lazio. Que con tanto agobio ni tiempo me está dando para pensar en lo bien que lo vamos a pasar; voy a tener que enterarme de golpe.
CATEGORÍA: Irrelevantes peripecias cotidianas
POST REPUBLICADO PROVENIENTE DE YA.COM
Del puente de Libertad, salté al tuyo. Son las cosas que tiene esto de navegar entre barcos amigos...
ResponderEliminarEra como tú, como te describes, exactamente igual (sé que con las lógicas diferencias de carácter), pero en el trabajo, clavado.
He dicho "era". Y sí, ¿me permites llamarte amigo?, las empresas "idean" tramas para dañarnos, para desembarazarnos de nosotros. Yo rendía, daba resultados brillantes, estaba confiado... Y me estaban segando la hierba bajo los pies.
Nada merece más la pena que el propio interior. Así es que disfruta de ese bien merecido descanso, callejea por Roma u otras ciudades y ¡olvida el móvil y lo que representa!
Suerte.
Que quede entre nosotros.
Comentado el Viernes, 7 Julio 2006 10:11 (Web)
Corren malos tiempos a nivel laboral. Todo el mundo está exaltado y el futuro se presenta incierto. Esto crea inseguridad y una gran ansiedad, que trasladamos fuera del trabajo.
ResponderEliminarDisfruta de tus vacaciones y haz una cura de 'desenganche laboral'
Besos
Comentado el Viernes, 7 Julio 2006 19:55 (Web)