Mi ex-mujer y yo tenemos un único coche y, como todavía varias cosas, seguimos compartiéndolo. En principio mi idea ya comentada con ella es que el coche se lo quede ella, ya que fue ella la que quiso comprarlo. Es un coche grande (demasiado grande), muy cómodo, de conducción tranquila y poca potencia. A mí me apetecería tener uno más pequeño; fantaseo con un deportivo biplaza descapotable, pero, salvo locura repentina, no me daré un capricho tan caro.
De otra parte, ni ella ni yo usamos apenas el coche. Tiene algo más de 4 años y no llega a los 20.000 km (y un tercio de ellos se hicieron en el primer verano viajando por Francia). Voy a trabajar andando o en autobús y así son también la mayoría de los desplazamientos por mi ciudad, complementados ocasionalmente con algún taxi. Usar el coche en la ciudad es algo que me repugna, tanto por convencimiento “ideológico” como por las incomodidades prácticas que supone (y que cada vez serán mayores, como debe ser).
Así que, en mi caso, la posesión de un coche es más tener la seguridad de que puedo disponer de él cuando quiera (salidas de fin de semana, excursiones, etc) que lo que realmente lo uso (y lo usaré, porque no es previsible que mis hábitos cambien mucho en este aspecto). ¿Y si renunciara a tener coche? En los movimientos urbanos o metropolitanos siempre puedo coger un taxi y, cuando quisiera conducir autónomamente, un coche de alquiler.
El tipo de coche que probablemente me compraría puede situarse (nuevo) en torno a los 25.000 euros. El alquiler de ese tipo de coche en mi área puede oscilar en torno a los 100 euros diarios, todo incluido. Es decir, que sólo el precio de compra equivale a unos 250 días de uso de un coche de alquiler. Y no cuento el seguro, la ITV, las revisiones, etc, etc; digamos que ese otro dinero lo reservo para taxis.
Si los 250 días los pongo en fines de semana (de viernes por la tarde a domingo por la tarde), me da para 125 alquileres; dos años y medios completos. Pero como dudo que alquilara más de 16 findes al año (que ya es bastante) el plazo se alarga hasta casi 8 años. Y cambiando de coche.
Naturalmente, alquilar un coche no es lo mismo que bajar a tu garaje y arrancar el propio. Hay una serie de molestias, no es tan inmediato. Sin embargo, cuando se ve en términos estrictamente económicos, la verdad es que es difícil defender las ventajas de tener coche (al menos para gente que lo usa lo que yo).
Sin embargo, a pesar de los análisis fríos, de mis propias convicciones sobre la maldad intrínseca del automóvil, de mi rechazo al simbolismo publicitario del coche (tan arraigado en la psique masculina), no consigo imaginarme sin coche, se me hace durísimo. ¡Qué poco consecuente soy!
De otra parte, ni ella ni yo usamos apenas el coche. Tiene algo más de 4 años y no llega a los 20.000 km (y un tercio de ellos se hicieron en el primer verano viajando por Francia). Voy a trabajar andando o en autobús y así son también la mayoría de los desplazamientos por mi ciudad, complementados ocasionalmente con algún taxi. Usar el coche en la ciudad es algo que me repugna, tanto por convencimiento “ideológico” como por las incomodidades prácticas que supone (y que cada vez serán mayores, como debe ser).
Así que, en mi caso, la posesión de un coche es más tener la seguridad de que puedo disponer de él cuando quiera (salidas de fin de semana, excursiones, etc) que lo que realmente lo uso (y lo usaré, porque no es previsible que mis hábitos cambien mucho en este aspecto). ¿Y si renunciara a tener coche? En los movimientos urbanos o metropolitanos siempre puedo coger un taxi y, cuando quisiera conducir autónomamente, un coche de alquiler.
El tipo de coche que probablemente me compraría puede situarse (nuevo) en torno a los 25.000 euros. El alquiler de ese tipo de coche en mi área puede oscilar en torno a los 100 euros diarios, todo incluido. Es decir, que sólo el precio de compra equivale a unos 250 días de uso de un coche de alquiler. Y no cuento el seguro, la ITV, las revisiones, etc, etc; digamos que ese otro dinero lo reservo para taxis.
Si los 250 días los pongo en fines de semana (de viernes por la tarde a domingo por la tarde), me da para 125 alquileres; dos años y medios completos. Pero como dudo que alquilara más de 16 findes al año (que ya es bastante) el plazo se alarga hasta casi 8 años. Y cambiando de coche.
Naturalmente, alquilar un coche no es lo mismo que bajar a tu garaje y arrancar el propio. Hay una serie de molestias, no es tan inmediato. Sin embargo, cuando se ve en términos estrictamente económicos, la verdad es que es difícil defender las ventajas de tener coche (al menos para gente que lo usa lo que yo).
Sin embargo, a pesar de los análisis fríos, de mis propias convicciones sobre la maldad intrínseca del automóvil, de mi rechazo al simbolismo publicitario del coche (tan arraigado en la psique masculina), no consigo imaginarme sin coche, se me hace durísimo. ¡Qué poco consecuente soy!
CATEGORÍA: Irrelevantes peripecias cotidianas
POST REPUBLICADO PROVENIENTE DE YA.COM
Yo siempre he pensado que los coches tienen que sernos prácticos, pero por eso no tienen que estar reñidos con algún capricho. He tenido dos coches descapotables porque me encanta sentir el aire cuando conduzco, que me envuelva.
ResponderEliminarUn beso
Comentado el Jueves, 10 Agosto 2006 15:29 (Web)
Me pasa lo mismo con las botas de piel y tacón muy altas: no sirven para nada más que para alimentar mi autoestima, mi ego y poner cachondo al personal.
ResponderEliminarComentado el Viernes, 11 Agosto 2006 09:30