El otro día, conversando con una amiga, salió el tema de las infidelidades conyugales. Ella sostenía que el número de casados infieles es bastante mayor al de casadas. Aclaro que no nos referíamos a canitas al aire ocasionales (si las contáramos todavía aumentaría más el desequilibrio cuantitativo, según ella), sino a relaciones con cierta durabilidad, lo que suele llamar un lío (o tener un amante). Pues bien, yo enseguida le dije que no podía ser, porque si hay más o menos el mismo número de hombres que de mujeres a cada casado infiel le debe corresponder una casada infiel. Pues no, me replicó, porque mientras que el hombre casado mantiene líos tanto con casadas como con solteras, la mujer tiene muy mayoritariamente amantes casados.
Este fin de semana, en un rato tonto, me puse a juguetear algebraicamente con la tesis de mi amiga. Efectivamente, y suponiendo que quien tiene un amante no tiene más de uno (o, al menos, los casos en que hay entrecruzamientos de amantes son poco significativos a efectos estadísticos, lo cual parece creíble), si es verdad que las casadas tienen menos líos que los casados, entonces también es cierto que la proporción de amantes casados es mayor en las mujeres que en los hombres. Es fácil de entender: llamemos m y h, respectivamente, al porcentaje de mujeres y de hombres casado/as infieles; cada uno de estos porcentajes puede expresarse como la suma de otros dos (m1/h1 y m2/h2) que se corresponderían, respectivamente, al porcentaje de mujeres/hombres cuyo amante es casado y al de mujeres/hombres cuyo amante es soltero. Obviamente, m1 y h1 son iguales (o, al menos, las diferencias no son significativas estadísticamente), luego para que m (el porcentaje de esposas infieles) sea menor que h (el porcentaje de maridos infieles), necesariamente m2 tiene que ser menor que h2.
En este esquema elemental llamo casado/as a cualquier persona que tiene una relación de pareja (esté o no oficializada). Es decir, que los solteros son hombres y mujeres sin ningún compromiso de fidelidad. Suponiendo una población con el mismo número de hombres y mujeres en disposición de tener relaciones sexuales (lo cual es suficientemente aproximado), hay el mismo número de casados que de casadas (no vale la poligamia/andria) y también de solteros que de solteras. Por tanto, si la tesis de mi amiga es cierta, también ha de ser verdad que hay más mujeres solteras enrolladas con casados que hombres solteros enrollados con casadas. Por otro lado, el número de solteros (y solteras) existente en una población puede limitar la supuesta "ventaja" de los casados. Nótese que si casi todos tuvieran pareja, los casados tendrían difícil "encontrar" solteras y las infidelidades serían mayoritariamente casado - casada, disminuyendo consiguientemente la teórica diferencia a favor del hombre. Pero en cambio, no influiría demasiado en las mujeres infieles si es verdad que la mayoría rechaza amantes solteros (a lo mejor habría más mujeres infieles al ser más presionadas por los casados que no encuentran solteras). En todo caso supongo que el número de solteros/as no influye demasiado en la práctica, salvo que, en mismo periodo de tiempo, el porcentaje de maridos que mantiene relaciones extraconyugales sea muy alto y el porcentaje de personas sin pareja sea significativamente inferior al de casadas.
Bueno, todo el rollo que he soltado no es más que un divertimento que explica la tesis de mi amiga. Pero, aunque se refiere a su verosimilitud, no aclara para nada si es o no verdad. Una pista en tal dirección la puede dar pensar no en los casado/as que sabemos que tienen amante, sino en las personas solteras que conozcamos que mantienen una relación con alguien casado. De estos yo, desde luego, conozco más mujeres que hombres, lo cual avalaría la tesis de que los casados son más infieles que las casadas.
Y, por supuesto, si se pudiera confirmar la tesis, faltan las respuestas claves que siempre son los porqués. ¿Por qué la mayoría de las mujeres, cuando son infieles, prefieren serlo con hombres casados? ¿Por qué, en cambio, en los casados no hay esta preferencia tan marcada? ¿Por qué tantas solteras se deciden a tener una relación con un hombre casado? ¿Y por qué los hombres solteros apenas se enrollan con casadas: porque ellas no los aceptan o porque ellos no están dispuestos? Se me ocurren muchas respuestas (de cachondeo la mayoría) que, además, deberían funcionar combinadamente (desde la óptica de cada uno de los amantes). Pero no es este el momento.
Y para acabar, aunque todo el post se mantiene en el plano frío y generalista de los grandes números, uno no puede menos que pensar en comportamientos individuales y, especialmente, en los que le ha tocado vivir. Aunque no debamos olvidar que los ejemplos concretos no hacen estadística, pese a que solemos encajar en la regla mucho más de lo que nos gustaría.
Este fin de semana, en un rato tonto, me puse a juguetear algebraicamente con la tesis de mi amiga. Efectivamente, y suponiendo que quien tiene un amante no tiene más de uno (o, al menos, los casos en que hay entrecruzamientos de amantes son poco significativos a efectos estadísticos, lo cual parece creíble), si es verdad que las casadas tienen menos líos que los casados, entonces también es cierto que la proporción de amantes casados es mayor en las mujeres que en los hombres. Es fácil de entender: llamemos m y h, respectivamente, al porcentaje de mujeres y de hombres casado/as infieles; cada uno de estos porcentajes puede expresarse como la suma de otros dos (m1/h1 y m2/h2) que se corresponderían, respectivamente, al porcentaje de mujeres/hombres cuyo amante es casado y al de mujeres/hombres cuyo amante es soltero. Obviamente, m1 y h1 son iguales (o, al menos, las diferencias no son significativas estadísticamente), luego para que m (el porcentaje de esposas infieles) sea menor que h (el porcentaje de maridos infieles), necesariamente m2 tiene que ser menor que h2.
En este esquema elemental llamo casado/as a cualquier persona que tiene una relación de pareja (esté o no oficializada). Es decir, que los solteros son hombres y mujeres sin ningún compromiso de fidelidad. Suponiendo una población con el mismo número de hombres y mujeres en disposición de tener relaciones sexuales (lo cual es suficientemente aproximado), hay el mismo número de casados que de casadas (no vale la poligamia/andria) y también de solteros que de solteras. Por tanto, si la tesis de mi amiga es cierta, también ha de ser verdad que hay más mujeres solteras enrolladas con casados que hombres solteros enrollados con casadas. Por otro lado, el número de solteros (y solteras) existente en una población puede limitar la supuesta "ventaja" de los casados. Nótese que si casi todos tuvieran pareja, los casados tendrían difícil "encontrar" solteras y las infidelidades serían mayoritariamente casado - casada, disminuyendo consiguientemente la teórica diferencia a favor del hombre. Pero en cambio, no influiría demasiado en las mujeres infieles si es verdad que la mayoría rechaza amantes solteros (a lo mejor habría más mujeres infieles al ser más presionadas por los casados que no encuentran solteras). En todo caso supongo que el número de solteros/as no influye demasiado en la práctica, salvo que, en mismo periodo de tiempo, el porcentaje de maridos que mantiene relaciones extraconyugales sea muy alto y el porcentaje de personas sin pareja sea significativamente inferior al de casadas.
Bueno, todo el rollo que he soltado no es más que un divertimento que explica la tesis de mi amiga. Pero, aunque se refiere a su verosimilitud, no aclara para nada si es o no verdad. Una pista en tal dirección la puede dar pensar no en los casado/as que sabemos que tienen amante, sino en las personas solteras que conozcamos que mantienen una relación con alguien casado. De estos yo, desde luego, conozco más mujeres que hombres, lo cual avalaría la tesis de que los casados son más infieles que las casadas.
Y, por supuesto, si se pudiera confirmar la tesis, faltan las respuestas claves que siempre son los porqués. ¿Por qué la mayoría de las mujeres, cuando son infieles, prefieren serlo con hombres casados? ¿Por qué, en cambio, en los casados no hay esta preferencia tan marcada? ¿Por qué tantas solteras se deciden a tener una relación con un hombre casado? ¿Y por qué los hombres solteros apenas se enrollan con casadas: porque ellas no los aceptan o porque ellos no están dispuestos? Se me ocurren muchas respuestas (de cachondeo la mayoría) que, además, deberían funcionar combinadamente (desde la óptica de cada uno de los amantes). Pero no es este el momento.
Y para acabar, aunque todo el post se mantiene en el plano frío y generalista de los grandes números, uno no puede menos que pensar en comportamientos individuales y, especialmente, en los que le ha tocado vivir. Aunque no debamos olvidar que los ejemplos concretos no hacen estadística, pese a que solemos encajar en la regla mucho más de lo que nos gustaría.
CATEGORÍA: Sexo, erotismo y etcéteras
POST REPUBLICADO PROVENIENTE DE YA.COM
Pues Feliz Navidad para ti también.
ResponderEliminarEn cuatno al tema de la infidelidad, pienso como tu amiga, hay más hombres infieles por lo menos en esta etapa de la historia. Vivimos o estamos intentando salir de una etapa histórica donde la vida está ordenada para facilitar la vida del hombre. Y sí todos podemos decir que las cosas están cambiando, que el machismo ya se ha acabado, que bla bla bla. Pero la educación, las costumbres no son algo que se pueda cambiar en un par de añitos, en un par de décadas y yo hasta diría un par de siglos. Hay comportamientos que derivan de algo muy profundo en el ser humano, de esas enseñanzas subliminales que se nos quedan grabadas debido a comportamientos o frases adecuadas de los que nos educan. Y esto es así, un amigo mio me dice siempre que a la mujer se nos educa para servir. Que nuestro comportamiento servicial es derivado de todo un vagaje educacional de muchos siglos y que hemos acoplado a nuestra personalidad. Y puede que el tema de la fidelidad sea otro tema que también hayamos acoplado a nuestra personalidad porque es lo que la sociedad nos ha demandado y para lo que nos ha preparado. Otra cosa es lo que el ser humano sienta y piense y no diga y preserve. Cualquier revolución lleva su tiempo, conlleva rupturas internas, más que externas y sociales, y estas rupturas nos duelen. El hombre tiene capacidad para amar a mucha gente a lo largo de su vida (hablo del hombre como especie) y podemos hacerlo simultánemente además. Pero también podemos decidir no hacerlo y en cualquiera de los dos supuestos no somos ni peores ni mejores, sino libres al decidir.
Comentado el Lunes, 27 Noviembre 2006 11:20
El problema de estas diferencias estadísticas, si es que existen, y por las que discutías con tu amiga, sean derivadas a que realmente la mujer ha sido menos libre al decidir ser infiel o no serlo, y no tiene por qué escandalizar el que la mujer no haya sido libre en este sentido porque tampoco lo ha sido en otros sentidos y como ya he dicho no creo que esto se pueda cambiar de la noche a la mañana. Aunque el tema de la infidelidad también puede ser un tema diferente según las clases sociales donde evidentemente varían los motivos por los que nos emparejamos.
ResponderEliminarComentado el Lunes, 27 Noviembre 2006 11:32
Con el permiso de Miroslav, voy a intentar explicar mi teoría a Amaranta (teoría que, evidentemente, es mía y como tal puede, o tal vez es, errónea de cabo a rabo). Amaranta, tienes razón en que las mujeres fuimos educadas para servir, de hecho actualmente se sigue dando, cada vez menos pero todavía perdura. El caso es que la discusión la planteé en igualdad de condiciones, es decir, en el caso de que una persona decida rellenar sus huecos como le plazca. Partiendo de esta base, creo que las mujeres, a la hora de echar un polvo fuera de su ámbito conyugal, se inclina más por hacerlo con hombres con los que tiene plena certeza de que no le van a crear más que el problema de follar con o sin condón, es decir, con hombres que no van a comprometerlas cuando su única aspiración es pasar un buen rato y fin, cada uno a su casa a cumplir con el roll establecido. Por ello, las mujeres, para pasar un buen rato, nos inclinamos por hombres casados.
ResponderEliminarDistinto es en su caso, ya que ellos suelen inclinarse a disfrutar de aquello que les apetece en ese momento sin pensar en el que qué pasará mañana y, por ello, acceden también al campo de las mujeres no comprometidas (y que a veces se creen sus mentiras).
Por ello yo redondearía este post diciendo que es mucho mayor el número de follones que tienen los "casados" cuando sus mujeres descubren sus aventuras, que el de "casadas" descubiertas por sus contrincantes en algún desliz.
Pero esta es mi opinión, basada en experiencias y conocimientos propios, nada significativo a nivel estadístico, pero que me sirve a mí para defenderlo.
Comentado el Lunes, 27 Noviembre 2006 21:40
Con permiso del anfitrión....Alysha yo sin embargo pienso que quitando estas diferencias educacionales que nos hacen diferentes en este aspecto de la sexualidad, creo que la sexualidad funciona de manera similar tanto en hombres como en mujeres. Nos movemos por instintos y por intereses e intentamos salvaguardar nuestros intereses pero no a costa de nuestros instintos. Estoy de acuerdo contigo en que la "discreción" es un arte del que la mujer sabe sacarle provecho, pero también es algo aprendido. La mujer ha pasado mucho tiempo sin ir a las universidades, pero no cabe duda que lo que tenía que aprender para desarrollar su labor como mujer se han convertido en cualidades muy sutiles. El hombre no ha necesitado de esa sutiliza o de esa discreción porque para eso tenía mujeres que consentían, que hacían la vista gorda para seguir manteniendo un determinado nivel de vida. Y digo sí, un determinado nivel de vida (o posición social o moral) porque la que no tenía estos intereses que salvaguardar, tampoco tenía por qué hacerle la vista gorda a dicho sujeto. Por eso pienso que este tema de la infidelidad cambia mucho si nos movemos entre las diferentes clases sociales, igual que pienso que también los conceptos morales en cuanto a la sexualidad son diferentes en los diferentes estratos de la sociedad......Me voy del tema verdad???. Bueno lo que te quería señalar también, es que siempre se ha dicho que la mujer mantenía menos relaciones de amantes porque cuando encontraba a alguien fuera del matrimonio se enamoraba, dejaba al marido y formaba otra familia. De este tipo de mujer también me la he encontrado yo en la vida, pero creo que la diferencia está en aquello de los intereses, cuando la base del matrimonio es el amor, solo el amor (clases más bajas de la sociedad) evidentemente si encontramos el amor en otra parte (entiéndase amor-pasión) pues se acabó el matrimonio. Sin embargo conforme ascendemos en la escala social el matrimonio además de una relación afectiva incluye muchos más intereses, tanto económicos como sociales, por eso si la persona encuentra amor-pasión fuera del matrimonio, su relación conyugal sigue teniendo sentido porque hay otros intereses y compromisos en juego. Bueno no sigo que me enrollo.
ResponderEliminarComentado el Martes, 28 Noviembre 2006 09:41