En El País de hoy se informa que el pasado martes murió John Templeton. En realidad, según compruebo en la web del Premio Templeton, fue el martes de la pasada semana; es decir, el 8 de julio (no el 15). Falleció de neumonía en el Hospital de Nassau, Bahamas a la edad de 95 años. Templeton, nacido en Winchester (Tennesse), se había nacionalizado británico en 1968 y fijado por esas fechas su residencia en las Bahamas por motivos fiscales. En 1987 fue nombrado caballero por la reina Isabel II.
John Templeton fue uno de los más importantes financieros del siglo pasado. Por lo visto, poseía un agudísimo instinto inversor y sus actuaciones eran audaces y poco convencionales. Fue pionero en el desarrollo de los fondos de inversión y en globalizarlos por todo el mundo. Hacia los años sesenta ya era multimillonario y desde entonces, aunque nunca abandonó los negocios, dedicó su tiempo preferentemente a sus personales preocupaciones filantrópicas.
Templeton, presbiteriano, era un hombre profundamente religioso y ansiaba el progreso de la espiritualidad. En 1987 creala Fundación Templeton con el objetivo de "servir de catalizador filantrópico para la investigación cientifica sobre lo que los científicos y filósofos llaman las Grandes Preguntas". La Fundación fomenta los esfuerzos para lograr la convergencia entre ciencia y religión, obviamente desde la convicción de una realidad trascendente que explica y da sentido al universo, la naturaleza y, por supuesto, al ser humano. Templeton declaró que apenas conocemos un 1% de lo que podríamos saber sobre las realidades espirituales y que, por tanto, merece la pena usar los métodos científicos en esa investigación que, como en otros ámbitos, resultarían enormemente productivos para el progreso de la humanidad.
De todas las actividades de la Fundación Templeton, la más famosa es sin duda la concesión del "Premio para el progreso en la investigación o descubrimientos sobre realidades espirituales", más conocido como Premio Templeton. Viene entregándose desde 1973 (actualmente en el Palacio de Buckingham) y tiene la nada desdeñable dotación económica de 1.170.000 €. Entre los ganadores se cuentan la Madre Teresa de Calcuta (1973), el predicador evangelista norteamericano Billy Graham (1982), el escritor disidente soviético Aleksandr Solzhenitsyn (1983) y el físico y divulgador Paul Davies (1995); entre los galardonados hay muchos científicos, varios incluso premios Nóbel (por cierto, la cuantía económica del Nóbel es inferior).
Los criterios para optar a este jugoso premio son creatividad, innovación, rigor ... Naturalmente, estas cualidades del trabajo deben dirigirse en el sentido que se propicia desde la Fundación: hacia el conocimiento de las realidades espirituales. El objetivo último sería llegar a demostrar científicamente la existencia del Dios personal de las religiones occidentales; entre tanto, merecen el premio cuantos trabajos avancen en la compatibilidad entre el conocimiento científico y la llamada realidad espiritual. Por supuesto, se parte de un presupuesto poco científico. Por eso, las investigaciones y descubrimientos que sugieran la inexistencia (o incompatibilidad o improbabilidad científica) de tal realidad seguro que no son merecedoras de este premio, por mucha creatividad, rigor e innovación que tengan.
El último premiado, en mayo pasado, es un sacerdote y cosmólogo polaco, Michal Heller quien, tras una dura vida de investigación acosado por las autoridades comunistas, parece haber alcanzado durante los últimos veinte años un prestigio internacional arropado por el Vaticano (sí, gracias al anterior Papa). En su discurso de agradecimiento dijo lo siguiente: "Siempre he querido hacer cosas importantes y ¿qué hay más importante que la ciencia y la religión?La Ciencia nos da el Conocimiento, y la Religión nos da el Sentido. Ambos son requisitos imprescindibles para una existencia decente. La paradoja es que esos dos grandes valores parecen a menudo estar en conflicto. Me preguntan frecuentemente cómo puedo reconciliarlos. Cuando esa pregunta es planteada por un científico o por un filósofo, siempre me asombra que personas educadas puedan estar tan ciegas para no ver que la ciencia no hace otra cosa que explorar la creación de Dios".
Creo que con estas palabras cualquiera se puede hacer idea de por dónde van los tiros. Hay mucha relación entre los objetivos de la Fundación y los intereses del actual Papa (véase mi post sobreLa Iglesia y la búsqueda de la Verdad ). Como es natural, el premio Templeton es objeto de muchas críticas, siendo de las más ácidas las de Richard Dawkins, científico británico empeñado en un apostolado ateo. En todo caso, descanse en paz Sir John Templeton. Seguro que su generosa contribución al sostenimiento intelectual de la religión (en una época en que tanto se mina su prestigio) encontrará su recompensa en esa otra realidad espiritual en la que ahora habita.
CATEGORÍA: Creencias y descreencias
John Templeton fue uno de los más importantes financieros del siglo pasado. Por lo visto, poseía un agudísimo instinto inversor y sus actuaciones eran audaces y poco convencionales. Fue pionero en el desarrollo de los fondos de inversión y en globalizarlos por todo el mundo. Hacia los años sesenta ya era multimillonario y desde entonces, aunque nunca abandonó los negocios, dedicó su tiempo preferentemente a sus personales preocupaciones filantrópicas.
Templeton, presbiteriano, era un hombre profundamente religioso y ansiaba el progreso de la espiritualidad. En 1987 crea
De todas las actividades de la Fundación Templeton, la más famosa es sin duda la concesión del "Premio para el progreso en la investigación o descubrimientos sobre realidades espirituales", más conocido como Premio Templeton. Viene entregándose desde 1973 (actualmente en el Palacio de Buckingham) y tiene la nada desdeñable dotación económica de 1.170.000 €. Entre los ganadores se cuentan la Madre Teresa de Calcuta (1973), el predicador evangelista norteamericano Billy Graham (1982), el escritor disidente soviético Aleksandr Solzhenitsyn (1983) y el físico y divulgador Paul Davies (1995); entre los galardonados hay muchos científicos, varios incluso premios Nóbel (por cierto, la cuantía económica del Nóbel es inferior).
Los criterios para optar a este jugoso premio son creatividad, innovación, rigor ... Naturalmente, estas cualidades del trabajo deben dirigirse en el sentido que se propicia desde la Fundación: hacia el conocimiento de las realidades espirituales. El objetivo último sería llegar a demostrar científicamente la existencia del Dios personal de las religiones occidentales; entre tanto, merecen el premio cuantos trabajos avancen en la compatibilidad entre el conocimiento científico y la llamada realidad espiritual. Por supuesto, se parte de un presupuesto poco científico. Por eso, las investigaciones y descubrimientos que sugieran la inexistencia (o incompatibilidad o improbabilidad científica) de tal realidad seguro que no son merecedoras de este premio, por mucha creatividad, rigor e innovación que tengan.
El último premiado, en mayo pasado, es un sacerdote y cosmólogo polaco, Michal Heller quien, tras una dura vida de investigación acosado por las autoridades comunistas, parece haber alcanzado durante los últimos veinte años un prestigio internacional arropado por el Vaticano (sí, gracias al anterior Papa). En su discurso de agradecimiento dijo lo siguiente: "Siempre he querido hacer cosas importantes y ¿qué hay más importante que la ciencia y la religión?
Creo que con estas palabras cualquiera se puede hacer idea de por dónde van los tiros. Hay mucha relación entre los objetivos de la Fundación y los intereses del actual Papa (véase mi post sobre
La cuestión es ¿debemos aspirar a la trascendencia?
ResponderEliminarO solo es una parte más del engreimiento de esta especie que destruye el planeata
No, la cuestión es si la única forma de trascendencia es la rudimentaria que ofrece la iglesia y otros irracionalismos.
ResponderEliminarHay un miedo irracional en todo esto, el miedo principal no es la no existencia de Dios, sino que la verdadera existencia de Dios contradiga toda la construcción conceptual que se han hecho desde las distintas iglesias sobre la espiritualidad y sobre Dios. La ciencia no necesita de concialición con la espiritualidad, o mejor dicho para la verdad se hace innecesaria teorías que sirvan de puente entre el mundo material y el espiritual. Cuando más cerca estemos del conocimiento menos conciliaciones necesitaremos siempre y cuando aceptemos nuestros errores.
ResponderEliminarNo, el miedo principal tampoco es, creo, el que señala amy: esa extraña incoherencia entre dios y el mundo, sino la mera extinción, la muerte pura y simple, como bien sabían los epicúreos y combatían con excelentes argumentos
ResponderEliminar¿Dónde se echa la instancia para optar a ese premio?
ResponderEliminar