El otro día, un amigo publicó en su blog una reinterpretación personal de las pirámide de Maslow aplicada a las necesidades urbanas. Al margen de las reflexiones de índole profesional, su lectura me hizo recordar la vieja teoría de la jerarquía de las necesidades humanas (ya me había olvidado del nombre de su autor), tan llevada en la psicología y en disciplinas derivadas. Abraham Maslow estableció cinco niveles de necesidades del ser humano (fisiológicas, de seguridad, sociales, de reconocimiento y de autorealización) y afirmó que el humano busca satisfacerlas secuencialmente: las de un nivel inferior antes de plantearse las del nivel inmediatamente superior. Obviamente, la estructura piramidal de las necesidades responde a que cuanto más "altas" están, menos gente las siente y busca satisfacerlas. Así, Maslow decía que la "autorrealización" la alcanza no más del 1% de las personas.
En mi opinión, la teoría es bastante discutible, sobre todo en cuanto a su validez universal; no obstante, creo que en términos estadísticos (para la mayoría de la población) es una aproximación suficientemente acertada y por eso es la base de muchas técnicas de motivación, por ejemplo, en el mundo de la empresa. Pero podría disentirse sobre si es ineludible sentir esas necesidades y en ese orden y si la satisfacción de las mismas es el único (o principal) motor que explica el comportamiento de cada uno de nosotros. A ese respecto, cabe plantear que más que buscar la satisfacción progresiva de las necesidades, mejor enfoque sería reducir dichas necesidades (en especial algunas de nivel alto).
En todo caso, el recordatorio de estos asuntos me vale para enlazarlo con mi lechuga del post anterior. La necesidad de ser amado se adscribe, en la jerarquía de Maslow, al tercer nivel, al grupo de las necesidades sociales, relacionadas con el desarrollo afectivo del individuo y que comprende, además, las de pertenencia a un grupo, las de sentirse integrado, etc. El cuarto nivel de Maslow incluye las necesidades que tienen que ver con el reconocimiento, con la autoestima. Es claro que ambas necesidades, la de ser amado y la de ser reconocido, encuentran (o pueden encontrar) satisfacción en la pareja. Ambas, en las versiones en que aparecen en las ensaladas amorosas, me parecen muy similares; tanto que, si la necesidad de ser amado es la lechuga, diré que la necesidad de ser reconocido podría ser, por ejemplo, la escarola.
La teoría de Maslow tiene que ver con la motivación humana; nuestras necesidades son, a la vez, carencias e impulsores a la acción (actuamos buscando satisfacerlas). Pasando a otro autor, el chileno Manfred Max-Neef, en su estupendo libro Desarrollo a escala humana, nos dice que las necesidades humanas son siempre los mismas (sin variar ni en el tiempo ni en el espacio ni según las circunstancias) y que lo que cambia, lo que está culturalmente determinado, son los satisfactores de esas necesidades. Bajo esta óptica, es claro que la pareja aparece como un satisfactor (además, un satisfactor sinérgico en la terminología de Max-Neef, toda vez que da respuesta a muchas necesidades).
Cuestiones que no tengo claras son, por ejemplo, si esas dos necesidades a que me he referido son realmente universales y se mantienen a lo largo de toda la vida de un humano. Supongo que, como enseña la psicología, es importantísimo para el desarrollo armónico de la personalidad recibir amor y autoestima, pero esas necesidades ¿no podrían llegar a desaparecer o a minorarse mucho durante la vida adulta? Otra duda es si la pareja (o la relación amorosa del tipo que sea) es un satisfactor adecuado, máxime cuando estas necesidades son las principales motivadoras de la relación; a este respecto, intuyo que no, pero la mayoría de las personas con quienes he hablado de esto me dicen que estoy equivocado.
Es curioso, ya puestos, que ni Maslow ni Max-Neef citen expresamente entre las necesidades la de amar (no la de ser amado), la de desear el bien de alguien. Es, por supuesto, el tomate de mi ensalada. Quizá (no lo sé) la necesidad de amar pertenezca al quinto nivel de la pirámide, el que se refiere a la autorrealización y que tanto tiene que ver con el desarrollo de la libertad y completitud individual. Conviene señalar que mientras que las necesidades de los cuatro niveles inferiores, denominadas "de déficit", se van satisfaciendo (y dejan de ser tales), las necesidades de autorrealización, denominadas "del ser", son motivaciones que no se agotan. Si la necesidad de amar perteneciera a este quinto nivel maslowiano, cabría concluir que: 1) aparece de verdad cuando se han cubierto las necesidades inferiores y 2) es una fuerza motivadora inagotable.
Si estos simplistas corolarios los aplico a mis ensaladas, me atrevería a sostener que no puede haber tomate de verdad si hay lechuga o, dicho a la inversa, si uno busca una relación amorosa con lechuga, esas cosas rojas que está poniendo parecerán tomate pero quizá no lo sean del todo. También, aunque no me apetezca desarrollar la idea ahora, podemos apoyarnos en Maslow para justificar que cuanta más lechuga menos tomate (o, en una versión habitual en muchas relaciones, el exceso de lechuga pudre el tomate) y si empezamos a quitar lechuga el tomate crece en todo su esplendor.
En mi opinión, la teoría es bastante discutible, sobre todo en cuanto a su validez universal; no obstante, creo que en términos estadísticos (para la mayoría de la población) es una aproximación suficientemente acertada y por eso es la base de muchas técnicas de motivación, por ejemplo, en el mundo de la empresa. Pero podría disentirse sobre si es ineludible sentir esas necesidades y en ese orden y si la satisfacción de las mismas es el único (o principal) motor que explica el comportamiento de cada uno de nosotros. A ese respecto, cabe plantear que más que buscar la satisfacción progresiva de las necesidades, mejor enfoque sería reducir dichas necesidades (en especial algunas de nivel alto).
En todo caso, el recordatorio de estos asuntos me vale para enlazarlo con mi lechuga del post anterior. La necesidad de ser amado se adscribe, en la jerarquía de Maslow, al tercer nivel, al grupo de las necesidades sociales, relacionadas con el desarrollo afectivo del individuo y que comprende, además, las de pertenencia a un grupo, las de sentirse integrado, etc. El cuarto nivel de Maslow incluye las necesidades que tienen que ver con el reconocimiento, con la autoestima. Es claro que ambas necesidades, la de ser amado y la de ser reconocido, encuentran (o pueden encontrar) satisfacción en la pareja. Ambas, en las versiones en que aparecen en las ensaladas amorosas, me parecen muy similares; tanto que, si la necesidad de ser amado es la lechuga, diré que la necesidad de ser reconocido podría ser, por ejemplo, la escarola.
La teoría de Maslow tiene que ver con la motivación humana; nuestras necesidades son, a la vez, carencias e impulsores a la acción (actuamos buscando satisfacerlas). Pasando a otro autor, el chileno Manfred Max-Neef, en su estupendo libro Desarrollo a escala humana, nos dice que las necesidades humanas son siempre los mismas (sin variar ni en el tiempo ni en el espacio ni según las circunstancias) y que lo que cambia, lo que está culturalmente determinado, son los satisfactores de esas necesidades. Bajo esta óptica, es claro que la pareja aparece como un satisfactor (además, un satisfactor sinérgico en la terminología de Max-Neef, toda vez que da respuesta a muchas necesidades).
Cuestiones que no tengo claras son, por ejemplo, si esas dos necesidades a que me he referido son realmente universales y se mantienen a lo largo de toda la vida de un humano. Supongo que, como enseña la psicología, es importantísimo para el desarrollo armónico de la personalidad recibir amor y autoestima, pero esas necesidades ¿no podrían llegar a desaparecer o a minorarse mucho durante la vida adulta? Otra duda es si la pareja (o la relación amorosa del tipo que sea) es un satisfactor adecuado, máxime cuando estas necesidades son las principales motivadoras de la relación; a este respecto, intuyo que no, pero la mayoría de las personas con quienes he hablado de esto me dicen que estoy equivocado.
Es curioso, ya puestos, que ni Maslow ni Max-Neef citen expresamente entre las necesidades la de amar (no la de ser amado), la de desear el bien de alguien. Es, por supuesto, el tomate de mi ensalada. Quizá (no lo sé) la necesidad de amar pertenezca al quinto nivel de la pirámide, el que se refiere a la autorrealización y que tanto tiene que ver con el desarrollo de la libertad y completitud individual. Conviene señalar que mientras que las necesidades de los cuatro niveles inferiores, denominadas "de déficit", se van satisfaciendo (y dejan de ser tales), las necesidades de autorrealización, denominadas "del ser", son motivaciones que no se agotan. Si la necesidad de amar perteneciera a este quinto nivel maslowiano, cabría concluir que: 1) aparece de verdad cuando se han cubierto las necesidades inferiores y 2) es una fuerza motivadora inagotable.
Si estos simplistas corolarios los aplico a mis ensaladas, me atrevería a sostener que no puede haber tomate de verdad si hay lechuga o, dicho a la inversa, si uno busca una relación amorosa con lechuga, esas cosas rojas que está poniendo parecerán tomate pero quizá no lo sean del todo. También, aunque no me apetezca desarrollar la idea ahora, podemos apoyarnos en Maslow para justificar que cuanta más lechuga menos tomate (o, en una versión habitual en muchas relaciones, el exceso de lechuga pudre el tomate) y si empezamos a quitar lechuga el tomate crece en todo su esplendor.
Love is all there is,
it makes the world go around
Love and only love it can't be denied
No matter what you think about it
You just won't be able to do without it
Take a tip from one who's tried.
CATEGORÍA: Reflexiones sobre emociones
Interesante.
ResponderEliminarDesconcertante también.
Desde luego, sí que me parece que la mayor parte de los seres humanos nos mantenemos en los niveles más bajos de la pirámide.
Y eso para toda nuestra vida.
Existió, a mitad del siglo XX, una 'filosofía' pre-maslowiana cuyo lema (cantado) era: 'tres cosas hay en la vida, salud, dinero y amor...' la-ra-la. Ha quedado bien establecido que dicho mensaje, simple pero certero, fue indudable precursor de la pirámide a la que Maslow aportó dos nuevos pisos.
ResponderEliminarEmpero, no obstante, si en el 5º pino, digo piso, sólo habita el 1% de la población y si la necesidad de amar no aparece por ninguna parte, como bien resalta el autor del blog, habremos de concluir que tal necesidad no sería inherente a los seres humanos, ni tal vez necesaria, lo que me hace preguntarme, vista la situación, cómo la gente sigue pretendiendo que la amen si lo cierto es que nadie pretende amar, y los únicos que podrían, los privilegiados del ático, prefieren dedicar su tiempo a auto-realizarse. Así que... como decían los pioneros, 'el que tenga un amor, que lo cuide, que lo cuide...'
“más que buscar la satisfacción progresiva de las necesidades, mejor enfoque sería reducir dichas necesidades (en especial algunas de nivel alto”
ResponderEliminarYo creo que no es una cuestión de reducir necesidades con el tiempo, sino de satisfacerlas en la medida de lo posible cuanto más bajas están en la escala piramidal y buscarlas cuando más altas se encuentran.
De hecho creo que cuando empezamos a dejar de necesitar, empezamos a dejar de vivir.
Las necesidades en sí mismas no son impedimentos o cortapisas, lo es sin embargo el miedo que genera la escasez cuando existe. Si ese miedo nos paraliza o nos frustra o nos demanda o hace demandar demasiado. Si ese miedo en vez de para construir sirve para destruir. Entonces hace que la necesidad en sí misma se convierta en un fin. Y ahí es cuando la cosa empieza a ir mal.
La lechuga no es mala en sí misma. Son los extremos los problemáticos. Los desequilibrios. Teniendo siempre en cuenta que el punto de equilibrio es distinto en cada relación, en cada persona. Y que probablemente el que esos equilibrios sean similares es lo que hace que una relación exista.
Al tomate es al único al que realmente no le importa la cantidad de lechuga que hay o no hay en la ensalada. Al amor no le importa que le necesitemos o que no, simplemente existe. Aunque le neguemos o no queramos llamarle por su nombre porque no nos encaje en la ensalada estándar .
No se, la Pirámide de Maslos nunca me ha convencido del todo. Hay gente que apenas tiene sus primeras necesidades cubiertas y se siente realizado, coincide cuando su desarrollo es en familias en las que hay amor. Seré una romántica pero yo siempre añadiría en cada uno de los estamentos, la necesidad de amar, en realidad el amor cuando no tiene otros ingredientes (posesión, celos,..) no espera ser correspondido.
ResponderEliminarLa Pirámide se carga ese "contigo pan y cebolla" que no se si somos capaces de poner en práctica pero que sin embargo nos gustaría llegar a ese sentimiento.
Con los años la ensalada tiene demasiados ingredientes...
Me llama la atención Marta que digas que hay gente que apenas tiene sus primeras necesidades cubiertas y se siente realizado. Y me llama la atención porque dependerá mucho del concepto de elementos de primera necesidad que tengamos. En el "primer mundo" tendemos a meter en estas primeras necesidades humanas demasiadas cosas que pertenecen a tramos superiores de la pirámide, posiblemente por eso tú creas en esa afirmación. Si nos ceñimos a lo que pone exactamente en esta pirámide en la base de ésta, que serían estrictamente las primeras necesidades, respirar, alimentarse, descansar, tener sexo, dudo mucho que a alguien que no haya cubierto ni siquiera esto en su vida pueda sentirse realizado. Otra cosa es que de los cuatro primeros escalones nos falte alguna que otra cosilla y sin embargo podamos sentirnos realizados, perfectamente puede pasar, pero si tienes tanto (sin llegar a entrar en el grado que tienes cubierto esas necesidades, lo importante es que las tengas cubiertas y te sientas satisfecho con ello) lo que sería ilógico es no sentirte realizado.
ResponderEliminarChass mano! Mira que confudir la piba con el tomate.
ResponderEliminarMasiao saaes! No aguanto mas este rollo tarr.