Hace calor, un calor espantoso. Al mediodía, un termómetro urbano marcaba 41ºC, algo que pocas veces se ve en La Laguna. Y hace un momento oigo en la tele que se esperan temperaturas más altas para estos próximos días. Al calor criminal se le suma la humedad, mucha menos que en invierno, desde luego, pero la suficiente para intensificar la sensación agobiante de bochorno. Está siendo un verano insoportable, bastante más que los últimos, aunque no me atrevo a otorgarle ningún record porque uno siempre tiende a rebajar los sufrimientos pasados frente a los presentes. Pero desde luego está haciendo mucho más calor del normal en estas latitudes por estas fechas. También este invierno hizo bastante más frío que los pasados. La eterna primavera de estas "islas afortunadas", ¿dónde se ha escondido?
A mí el calor me mata, me deja sin fuerzas, me baja la tensión, me produce dolores de cabeza e irritabilidad. Hace ya una semana que he interrumpido mi hora de caminata del mediodía; sería casi un suicidio o, por lo menos, un ejercicio de masoquismo demasiado cruel. Procuro estar lo menos posible al exterior y, cuando no hay más remedio, lo hago caminando apretado a las paredes, acogiéndome a las exiguas sombras que apenas reducen en uno o dos grados el horno ambiental. Por eso intento estar todo el rato en la oficina, un local profundo en planta baja con ventanas al patio central de una casa antigua. Es para seguir asombrándose de la sabiduría climática de los constructores de antaño; sin ningún tipo de aparato eléctrico, sólo con su disposición, dimensiones y materiales de sus gruesas paredes, la oficina logra mantenerse a unos 10ºC menos que la temperatura de la calle (y en invierno es probable que la diferencia sea parecida, pero al revés).
Aun así, paso calor y sufro los efectos que me producen estas temperaturas odiosas. El cansancio, al que ya me referí hace dos posts, se agrava y consecuentemente mi productividad cae por los suelos. Y lo malo es que llevamos retraso y se nos acaba julio, así que habrá que echar mano de agosto y postergar unas vacaciones que creo merecerme. Eso sí, me permito una escapadita rápida. Este domingo un avión me llevará a Barcelona y durante tres días me esforzaré en desconectar. No sé si me quedaré en la capital catalana o quizá alquile un coche y me dé alguna vueltecilla, conducir dejando vagar la mente. De eso se trata, de estar solo unos pocos días y perderme conmigo mismo. Cuando vuelva habré ya cruzado la raya del medio siglo. Ojalá que no haga demasiado calor.
A mí el calor me mata, me deja sin fuerzas, me baja la tensión, me produce dolores de cabeza e irritabilidad. Hace ya una semana que he interrumpido mi hora de caminata del mediodía; sería casi un suicidio o, por lo menos, un ejercicio de masoquismo demasiado cruel. Procuro estar lo menos posible al exterior y, cuando no hay más remedio, lo hago caminando apretado a las paredes, acogiéndome a las exiguas sombras que apenas reducen en uno o dos grados el horno ambiental. Por eso intento estar todo el rato en la oficina, un local profundo en planta baja con ventanas al patio central de una casa antigua. Es para seguir asombrándose de la sabiduría climática de los constructores de antaño; sin ningún tipo de aparato eléctrico, sólo con su disposición, dimensiones y materiales de sus gruesas paredes, la oficina logra mantenerse a unos 10ºC menos que la temperatura de la calle (y en invierno es probable que la diferencia sea parecida, pero al revés).
Aun así, paso calor y sufro los efectos que me producen estas temperaturas odiosas. El cansancio, al que ya me referí hace dos posts, se agrava y consecuentemente mi productividad cae por los suelos. Y lo malo es que llevamos retraso y se nos acaba julio, así que habrá que echar mano de agosto y postergar unas vacaciones que creo merecerme. Eso sí, me permito una escapadita rápida. Este domingo un avión me llevará a Barcelona y durante tres días me esforzaré en desconectar. No sé si me quedaré en la capital catalana o quizá alquile un coche y me dé alguna vueltecilla, conducir dejando vagar la mente. De eso se trata, de estar solo unos pocos días y perderme conmigo mismo. Cuando vuelva habré ya cruzado la raya del medio siglo. Ojalá que no haga demasiado calor.
CATEGORÍA: Irrelevantes peripecias cotidianas
Barcelona... ¡Dios mío, qué calor! Saludos termosolidarios e hipotensionados.
ResponderEliminarEn Barcelona te garantizo que el calor y la humedad son bastante iguales a lo que explicas. Creo que deberías planificar alguna excursión en coche, con aire acondicionado.
ResponderEliminarFelicidades! Aunque no nos parezca posible que seamos tan mayores (bueno yo no lo soy tanto :) )y ya el futuro nos dará menos sorpresas de las que nos ha dado en el pasado, merece la pena seguir cumpliendo años. Que disfrutes de tu soledad pero no hagasmuchos balances, cuando se cambia de década y en la soledad tendemos a desanimarnos. Sonríe y disfruta del calor que cuando no se trabaja es más llevadero.
ResponderEliminarSi cruzas la raya del medio, vas a tener el mismo calor. A lo mejor si dibujas la raya un poco más arriba...
ResponderEliminarEn todo caso, disfruta de tu media raya del siglo! Y enhorabuena!
Besos!
En Madrid también hace calorcito, pero la sequedad del ambiente lo hace más llevadero. En mi casa (antigua y sabia, como bien dices) hay que echarse una sabanita por las noches, de tanto como refresca, ya ves qué suerte. Tómalo con filosofía, mucha agua y pocos sofocones al sol. Buenas vacaciones
ResponderEliminarPues aquí te dejo mis mayores felicitaciones para que te las apliques el día exacto en que cruces el medio siglo.
ResponderEliminar50 besos y buen viaje.
FELIZ CUMPLEAÑOS.
ResponderEliminarEstás en una edad magnífica, aunque tu madre te pariera en medio de todos los calores.
Un beso enorme
Extrañas temperaturas para esas tierras. Me cuenta mi familia que no se puede (o podía) ni dormir ni dar un paso.
ResponderEliminarYo tampoco soporto el calor excesivo. Es lo que peor llevo en esta meseta castellana :)
Besos
P.S.: No sé por qué mi blog no te deja -o dejaba comentar- no eres el primero que me dice algo así pero no tengo ni idea de por qué ocurre.