En un artículo del pasado sábado en Público (que he conocido gracias al enlace facilitado por Harazem), Ernesto Ekaizer nos presenta su teoría de la trama urdida por los letrados de los corruptos del caso GURTEL para suprimir a Garzón. La intriga tiene todos los elementos para convertirse en un trhiller judicial de los que Hollywood ha producido algunas muestras excelentes. En síntesis: imputan a Garzón y no a Pedreira, el instructor del Tribunal Superior de Justicia de Madrid que prorrogó el auto "prevaricador" durante más tiempo incluso, porque tenían previsto renunciar a su condición de aforados para que el proceso judicial regresara a la Audiencia Nacional, pero ya sin el molesto juez justiciero. No es nuevo, en todo caso, que más allá de la discusión sobre la justicia de la sentencia, hay una evidente injusticia que ensucia todo el proceso. Como bien hace Ekaizer, basta constatar dos hechos para probarlo: que no se haya imputado a Pedreira y que la querella obedezca a manifiesta mala fe. No estoy tan seguro, en cambio, de que, como afirma el periodista, el Supremo debiera haber ampliado de oficio la imputación al juez del TSJM ni tampoco de que la mala fe, por muy evidente que sea, imposibilite la admisión a trámite de una demanda (esto último me parece bastante inverosímil, pero Ekaizer lo afirma muy tajantemente). Pero, ciertamente, es bastante evidente que la cacería de Garzón obedecía justamente a que con él como instructor tenían bastantes posibilidades de ser condenados como casi todos pensamos que merecen. Nada nuevo, en todo caso.
Ahora bien, mientras es bastante creíble que tal fuera el plan puesto en práctica por los letrados demandantes, mientras no se aporten pruebas es más difícil aceptar, como muchos están repitiendo, que los siete magistrados del Supremo (o al menos una mayoría suficiente de ellos) estaban conchabados a priori para empurar a Garzón. No tendría reparos en admitir que Garzón les resultara antipático y que no se sintieran a gusto con sus métodos de instrucción, demasiado tenaces y con frecuencia rayando la heterodoxia y que hasta más de uno deseara, aunque fuera en lo más recóndito de su conciencia, que le cayera un palo como escarmiento. Pero me cuesta mucho creer que estos señores se atrevieran a condenar por prevaricación si no había elementos probados suficientemente claros. Hasta el propio Ekaizer lo reconoce sin tapujos: "Los autos de Garzón en los que se ordenaba y prorrogaba la grabación de las conversaciones de los detenidos de la trama Gürtel, primero con dos abogados imputados y después con otros letrados sobre los que no pesaba imputación alguna, se cargaron lisa y llanamente el derecho de defensa. Porque, como ya advirtiera en su auto el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, el 25 de marzo de 2010, al declarar nulas esas conversaciones, la orden de Garzón requería una justificación razonada, habida cuenta de que estaba en juego un derecho fundamental, el de la defensa. Y esa justificación brilló por su ausencia". Añado yo que la sentencia argumenta hasta la saciedad y sólidamente lo mismo, recurriendo a jurisprudencia del Supremo, del Constitucional y del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
O sea, que en mi opinión (y en la de muchos juristas que lo dijeron antes de la sentencia e incluso el propio Vanbrugh en un comentario a otro post mío en el que hablé de Garzón) la sentencia estaba bastante cantada, pero no porque los magistrados quisieran cargarse al juez estrella (aunque quisieran), si no porque la prevaricación parecía bastante clara. Por eso, hasta que haya nuevos elementos de juicio (especialmente los argumentos y pruebas que Garzón dice que no le admitieron en el proceso), sigo pensando que querían ahorcarlo, sí, pero él les facilitó la soga. No obstante, en un blog de un abogado de Cartagena, José López Palazón, en el que caído gracias a los laberínticos enlaces internáuticos, me encuentro con una tesis que para mí es novedosa. Dice este hombre, con razón, que en la tipificación del delito de prevaricación (artículo 404 del Código Penal), para que ésta exista, se requiere que la autoridad o funcionario público dicte una resolución arbitraria a sabiendas de su injusticia, no de su ilegalidad. Obviamente, es relativamente fácil concluir sobre la ilegalidad de una orden (en este caso el auto de Garzón, opuesto frontalmente a una disposición inequívoca que prohíbe intervenir las comunicaciones entre recluso y defensor) y también, consecuentemente y dado el personaje, convencerse de que sabía que la estaba contraviniendo. Más difícil, en cambio, es pronunciarse sobre si Garzón pensaba que estaba dictando una orden injusta, al margen de su legalidad. Si aceptamos que un acto puede ser justo aunque sea ilegal, sentenciar a Garzón por prevaricador se hace muy cuesta arriba. Es más, bajo ese prisma, yo me inclinaría por absolverle.
Me estoy imaginando a Vanbrugh con gesto desdeñoso, porque si separamos tan radicalmente la justicia del derecho positivo nos quedamos casi sin agarraderas, salvo recurrir a un buen polígrafo que nos permita descubrir sin asomo de dudas si Garzón, cuando dictó sus dos autos, estaba convencido de verdad de que eran justos aunque supiera que eran ilegales. Pero la distinción entre justicia y legalidad tiene su miga en la historia de la producción legislativa pues, según afirma Palazón, anteriores redacciones de nuestra normativa penal definían como prevaricadores a quienes a sabiendas juzgan contra la ley; también asegura que en la mayoría de los códigos foráneos no se habla de resolución injusta sino ilegal. En el blog referido sostiene que la redacción española es heredera de la evolución del Derecho alemán a partir del Tribunal de Nüremberg, que entendió que los nazis habían delinquido no porque incumplieran las leyes (que no lo hicieron, pues se las habían hecho a medida) sino porque cometieron actos injustos por muy legales que fueran. Claro que este antecedente (sin que entre a discutir su veracidad como antecedente de nuestro código penal) ejemplifica más bien lo contrario –que alguien puede prevaricar aún cumpliendo la letra de la Ley– pero no tanto que alguien puede no prevaricar incumpliendo la Ley. O dicho de otra forma, la "originalidad" de la definición del delito de prevaricación en nuestro código podría entenderse para ampliar su ámbito, siendo más difícil imaginar que es para reducirlo. Claro que para evitar esta disquisición interpretativa, hubiera bastado que el artículo añadiese algo así como que todo acto ilegal se presume injusto.
En todo caso, aunque me ha resultado interesante esta tesis, su única aplicación real, me parece, es dar apoyo moral a quienes piensan que Garzón no prevaricó. Pero difícilmente puede sostenerse (como sí hace Palazón) que los magistrados del Supremo en aplicación del código penal español deberían haber absuelto a Garzón (o incluso no haber admitido a trámite la querella) porque no haya pruebas de que el ex-juez dictara sus autos a sabiendas de que eran injustos. Y es que los magistrados vienen obligados por la abundante jurisprudencia que, como ya he dicho, deja claro que prevarica la autoridad que a sabiendas dicta una orden ilegal. Además, ni siquiera Garzón, que yo sepa, ha esgrimido esta tesis (pero sería muy interesante que lo hiciera en el recurso que ha anunciado).
Ahora bien, mientras es bastante creíble que tal fuera el plan puesto en práctica por los letrados demandantes, mientras no se aporten pruebas es más difícil aceptar, como muchos están repitiendo, que los siete magistrados del Supremo (o al menos una mayoría suficiente de ellos) estaban conchabados a priori para empurar a Garzón. No tendría reparos en admitir que Garzón les resultara antipático y que no se sintieran a gusto con sus métodos de instrucción, demasiado tenaces y con frecuencia rayando la heterodoxia y que hasta más de uno deseara, aunque fuera en lo más recóndito de su conciencia, que le cayera un palo como escarmiento. Pero me cuesta mucho creer que estos señores se atrevieran a condenar por prevaricación si no había elementos probados suficientemente claros. Hasta el propio Ekaizer lo reconoce sin tapujos: "Los autos de Garzón en los que se ordenaba y prorrogaba la grabación de las conversaciones de los detenidos de la trama Gürtel, primero con dos abogados imputados y después con otros letrados sobre los que no pesaba imputación alguna, se cargaron lisa y llanamente el derecho de defensa. Porque, como ya advirtiera en su auto el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, el 25 de marzo de 2010, al declarar nulas esas conversaciones, la orden de Garzón requería una justificación razonada, habida cuenta de que estaba en juego un derecho fundamental, el de la defensa. Y esa justificación brilló por su ausencia". Añado yo que la sentencia argumenta hasta la saciedad y sólidamente lo mismo, recurriendo a jurisprudencia del Supremo, del Constitucional y del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
O sea, que en mi opinión (y en la de muchos juristas que lo dijeron antes de la sentencia e incluso el propio Vanbrugh en un comentario a otro post mío en el que hablé de Garzón) la sentencia estaba bastante cantada, pero no porque los magistrados quisieran cargarse al juez estrella (aunque quisieran), si no porque la prevaricación parecía bastante clara. Por eso, hasta que haya nuevos elementos de juicio (especialmente los argumentos y pruebas que Garzón dice que no le admitieron en el proceso), sigo pensando que querían ahorcarlo, sí, pero él les facilitó la soga. No obstante, en un blog de un abogado de Cartagena, José López Palazón, en el que caído gracias a los laberínticos enlaces internáuticos, me encuentro con una tesis que para mí es novedosa. Dice este hombre, con razón, que en la tipificación del delito de prevaricación (artículo 404 del Código Penal), para que ésta exista, se requiere que la autoridad o funcionario público dicte una resolución arbitraria a sabiendas de su injusticia, no de su ilegalidad. Obviamente, es relativamente fácil concluir sobre la ilegalidad de una orden (en este caso el auto de Garzón, opuesto frontalmente a una disposición inequívoca que prohíbe intervenir las comunicaciones entre recluso y defensor) y también, consecuentemente y dado el personaje, convencerse de que sabía que la estaba contraviniendo. Más difícil, en cambio, es pronunciarse sobre si Garzón pensaba que estaba dictando una orden injusta, al margen de su legalidad. Si aceptamos que un acto puede ser justo aunque sea ilegal, sentenciar a Garzón por prevaricador se hace muy cuesta arriba. Es más, bajo ese prisma, yo me inclinaría por absolverle.
Me estoy imaginando a Vanbrugh con gesto desdeñoso, porque si separamos tan radicalmente la justicia del derecho positivo nos quedamos casi sin agarraderas, salvo recurrir a un buen polígrafo que nos permita descubrir sin asomo de dudas si Garzón, cuando dictó sus dos autos, estaba convencido de verdad de que eran justos aunque supiera que eran ilegales. Pero la distinción entre justicia y legalidad tiene su miga en la historia de la producción legislativa pues, según afirma Palazón, anteriores redacciones de nuestra normativa penal definían como prevaricadores a quienes a sabiendas juzgan contra la ley; también asegura que en la mayoría de los códigos foráneos no se habla de resolución injusta sino ilegal. En el blog referido sostiene que la redacción española es heredera de la evolución del Derecho alemán a partir del Tribunal de Nüremberg, que entendió que los nazis habían delinquido no porque incumplieran las leyes (que no lo hicieron, pues se las habían hecho a medida) sino porque cometieron actos injustos por muy legales que fueran. Claro que este antecedente (sin que entre a discutir su veracidad como antecedente de nuestro código penal) ejemplifica más bien lo contrario –que alguien puede prevaricar aún cumpliendo la letra de la Ley– pero no tanto que alguien puede no prevaricar incumpliendo la Ley. O dicho de otra forma, la "originalidad" de la definición del delito de prevaricación en nuestro código podría entenderse para ampliar su ámbito, siendo más difícil imaginar que es para reducirlo. Claro que para evitar esta disquisición interpretativa, hubiera bastado que el artículo añadiese algo así como que todo acto ilegal se presume injusto.
En todo caso, aunque me ha resultado interesante esta tesis, su única aplicación real, me parece, es dar apoyo moral a quienes piensan que Garzón no prevaricó. Pero difícilmente puede sostenerse (como sí hace Palazón) que los magistrados del Supremo en aplicación del código penal español deberían haber absuelto a Garzón (o incluso no haber admitido a trámite la querella) porque no haya pruebas de que el ex-juez dictara sus autos a sabiendas de que eran injustos. Y es que los magistrados vienen obligados por la abundante jurisprudencia que, como ya he dicho, deja claro que prevarica la autoridad que a sabiendas dicta una orden ilegal. Además, ni siquiera Garzón, que yo sepa, ha esgrimido esta tesis (pero sería muy interesante que lo hiciera en el recurso que ha anunciado).
Signor giudice - Roberto Vecchioni (Robinson, come salvarsi la vita, 1979)
PS: En otro artículo de su blog, José López Palazón sostiene que Garzón estaba "condenado" desde mucho antes incluso de que le empezaran a caer las imputaciones porque había infringido las leyes no escritas pero inexorables de la magistratura española (¿y de todos sitios?). Primero: había atacado a un compañero, dado que su testimonio fue decisivo en la condena a Gómez de Liaño. Segundo: había atacado al poder, incluso a su manifestación más auténtica, el económico. Tercero: había buscado la notoriedad y el poder, del cual los magistrados son vicarios, ha de ejercerse siempre con la máxima discreción. Concluye Palazón que para él Garzón podrá ser todo lo que se quiera (también prevaricador) menos inteligente, al menos si entendemos esta cualidad en la acepción de Jean Piaget (facultad de adaptarse ventajosamente a las circunstancias).
Gesto desdeñoso no, de abierta indignación. Si aceptamos la tesis de Palazón, directamente desaparece el delito de prevaricación, puesto que, si es posible conjeturar con fundamento lo que un ciudadano puede saber si es o no ilegal, es en cambio absolutamente imposible tener el menor atisbo de lo que considerará o no justo. De hecho, no es solo el delito de prevaricación el que desaparece, sino gran parte del derecho positivo, por no decir todo él. Se inventó para objetivar, unificar y volver aplicables y eficaces en el mundo real las particulares ideas y sentimientos de cada uno acerca de lo que es justo y lo que es injusto: si realiza esta indispensable tarea remitiéndose de nuevo a la conciencia de cada cual, estamos aviados, no hacían falta alforjas para ese viaje. Lo legal y lo justo no siempre coinciden, pero la vocación y la obligación del derecho positivo es intentar que coincidan lo más posible, y actuar como si ya coincidieran. Si renuncia a ese objetivo, nos quedamos sin derecho. Y sin civilización.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con la tesis de Palazón que incluyes en tu post scriptum final; sólo añadir que la proclamada 'Independencia del poder judicial' queda también en evidencia: habrá jueces que no, pero entonces son más discretos que Garzón, los demás están en la 'cuadra' del PP o en la del PSOE y así andan protegidos, pero Grazón había tocado la spelotas a ambas cuadras y ambos bandos (GAL, GURTEL, Tumbas...)
ResponderEliminarHombre, Garzón sin duda tendrá sus virtudes, aunque debe de reservarlas más bien para el ámbito privado, y de ahí que yo no sea capaz en este momento de nombrar ninguna; pero decir que es independiente un señor que ha llegado a presentarse a las elecciones generales como número dos de una lista... Una cosa es ser independiente y otra cosa es intentar, sucesiva o simultáneamente, ser dependiente de todos.
ResponderEliminar¿Donde, dónde he puesto que es independiente, Vanbrugh? Yo he dicho que no esta al día de 'hoy' bajo el amparo de ninguna de las dos principales banderías
ResponderEliminarQuizás te ha confundido mi mención con sorna a la 'independencia'del poder judicial
ResponderEliminarNo lo has puesto en ningún sitio, en efecto. Pero como sí dijiste que la independencia queda en entredicho, porque todos están en una u otra cuadra, con posibles excepciones más discretas que Garzón, creí entender que Garzón era una de estas excepciones, menos discreta, y que estaba pagando por ser independiente sin discreción.
ResponderEliminarSi no es porque consideras que la condena de Garzón se ha debido a su independencia ¿por qué consideras, entonces, que esta sentencia deja en evidencia la proclamada independencia del Poder Judicial?
(También yo pienso que no existe tal independencia, pero no me parece que la sentencia contra Garzón tenga especial relación con esa falta de independencia sino, en todo caso, lo contrario).
Entiendo tu posición -aunque no comparto tu odio que presiento desmedido al 'excesivo' Garzón-, pero lo que yo pretendía decir es algo diferente. Hoy por hoy, los puestos claves de los jueces en los tribunales importantes (Supremo, Cosntitucuonal, etc.) se los reparten entre los del PSOE y los del PP (lógicamente ahora más del PP), por lo que para garantizarte una buena carrera si eres juez necesitas el amparo de alguno d elos dos. Garzón hoy por hoy, insito, no lo tiene, y eso explica mucho, no todo, de sus problemas actuales, de su falat de amparo y de la intolerancia con sus fallos, porque puede que la sentencia se atenga a derecho, pero ¿prevaricar? con los que andan por ahñí recibiendo dinero de los narcos, por favor...
ResponderEliminarEl tema este, no se si me preocupa más que aburre o al revés. Yo soy así.
Odio es una palabra muy gorda, y un sentimiento muy solemne. Para odiar a alguien yo necesito, como mínimo, conocerle en persona. No odio a Garzón, ni nada siquiera mínimamente semejante. Me parece un mal juez y un personaje estúpido lindando con lo grotesco, un tipejo ávido de notoriedad y con una imagen infantil de sí mismo, que ha creído poder utilizar su profesión al servicio de esa avidez y de esa imagen, cuando su profesión es una cosa muy seria para ejercerla con esos criterios y esas maneras. Pero odiarle... Me alegro, muy sinceramente, de que ya no sea juez, porque que lo fuera me parece un desprestigio para la Justicia, pero por lo demás le deseo toda clase de bienes y venturas. Que siga dando cursillos por el mundo acerca de lo bueno que es y lo mal que le han tratado por pretender arreglar el mundo desde su juzgado -saltándose un poquito la ley, claro, pero qué importancia tiene eso cuando se trata de ocupar portadas como héroe de la justicia.- Ahora, cuando le paguen sesenta mil euros por conferencia, ya no estará prevaricando. Que los disfrute.
ResponderEliminar(Perdón: tampoco antes prevaricaba por cobrar sesenta mil euros por conferencia. La prevaricación es un delito muy específico que no tiene nada que ver. Pero, sin ser prevaricación, creo que será más honrado andar por el mundo cobrando por un trabajo distinto del de juez ahora que ya no va a ser juez ni a cobrar al tiempo del erario, que antes, cuando sí.)
ResponderEliminarEl odio no es un asunto digital de 0 o 1, ahora sí, ahora no, sino que como toda emoción tiene grados más continuamente cuantitativos, como el amor, el desprecio o el miedo. Para tu información.
ResponderEliminarBien, pues discreta o continua, absoluta o relativa, el odio es una pasión que no experimento en ningún grado ni modalidad hacia Garzón.
ResponderEliminarPues yo cuando he leído el auto del Supremo donde archiva por prescripción la causa de Garzón por cohecho impropio me quedo mucho más tranquilo sabiendo que ese señor no volverá nunca, espero, a ponerse la toga de juez.
ResponderEliminarNo se trata de que haga cosas legales o ilegales, justas o injustas.
¿Cómo os sentirías si mañana recibieseis una carta de un profesor de tu hijo, con sello y membrete de la Universidad en la que se te pidiese amablemente 500 euros para que contribuyeses a la celebración de un congreso sobre la vida de los marsupiales?
por favor....os estáis pasando, veremos qué reserváis para los verdaderos delincuentes, o cuando toda la gurtel acabe en la calle de rositas
ResponderEliminarLa distinción que implica tu expresión -los 'verdaderos delincuentes', como si la prevaricación no fuera de verdad un delito y como si Garzón, que lo ha cometido y ha sido condenado por él, no fuera un delincuente tan verdadero al menos como cualquier otro- es reflejo de una opinión tuya muy respetable, pero que no comparto. Para mí Garzón es tan verdaderamente delincuente como los de la Gurtel, por ejemplo, y, si a mano viene, más peligroso, porque no se limita a mangar el dinero de los ciudadanos, sino que los priva de algo bastante más importante: sus garantías procesales, es decir, sus derechos fundamentales y su libertad.
ResponderEliminarEn cualquier caso, si alguien escribe un post sobre la sentencia Gurtel y algún comentarista argumenta allí a favor de los procesados como aquí se está argumentando a favor de Garzón, ten por seguro que escribiré también allí lo que me parezca oportuno. Si entonces no te parece lo que escriba tan duro como lo que escribo aquí sobre Garzón, será el momento de señalármelo, pero no antes.
Por último: el permanente recurso de todos los más o menos ardientes defensores de Garzón, de comparar su delito: con los de otros jueces, con los de la Gurtel, con los... aparte de evidenciar que no deben de existir muchos más argumentos a su favor -suponiendo que este lo sea- es una táctica que entra de lleno en ese recurso del 'y tú más' que tantas veces hemos criticado, tú el primero. Lo justa o injusta que sea la sentencia sobre Garzón, que es de la que se está tratando ahora, no cambia en nada porque haya otras sentencias, o falta de ellas, más justas o más injustas, ni otros delincuentes más o menos dañinos.
"Para mí Garzón es tan verdaderamente delincuente como los de la Gurtel, por ejemplo, y, si a mano viene, más peligroso,(...)" textual,
ResponderEliminarsí, nunca, pero nunca ni cuando hablamos de la verdadera inexistencia de tu Dios he estado más en desacuerdo contigo, y eso a cuenta de un ex juez que siempre me cayó gordo...ay qué joderse, Vanbrugh, qué cosas.
No entiendo muy bien tu último comentario.
ResponderEliminarSí, esa es mi frase textual. Lo sé bien, puesto que soy quien la ha escrito. Si, como parece, encuentras algo sorprendente en ella, tendrás que decirme qué. Es evidente que, puesto que yo la escribí, no la considero igual que tú y no seré capaz de ver qué te asombra en ella si tú no me lo señalas.
Y tampoco tiene nada de raro que en algunas cosas estemos en desacuerdo. Más, desde luego, en esta que en la existencia o no de Dios y sus consecuencias, cuestión en la que nunca has acabado de creerte que nuestras opiniones no son tan opuestas como te lo parecen a tí. Pero una vez más: en vez de escandalizarte de que no estemos de acuerdo ¿por qué no me esgrimes los argumentos por los que crees que no son correctos los que yo sí te he expuesto?
Vanbrugh:
ResponderEliminarLo de escandalizarse es cosa tuya, yo no lo he mencionado.
Y para acabar, te lo digo con todas las letras: ni acepto ni respeto la sentencia, por copiar la coletilla dichosa, ni siquiera después de leerme la sentencia; ítem más, para mi Garzón no es un delincuente y los de la Gurtel sí, muchísimo. No sólo no los meto en el mismo saco, sino que agradezco a Garzón sus esfuerzos, torpes al parecer, pro meterlos en el trullo, y digo esto como ciudadano respetuoso del espíritu d ela sleyes como Montesquieu y no de la letra de los leguleyos.
Lo que sí le reprocho a Garzón, y mucho, es que no haya sido más hábil (o no haya contado con todas las posibilidades de contraataque de su poderoso enemigo en este y otros casos), porque de buenas intenciones (o de soberbia personal) está empedrado el infierno y los Gurtel se van a librar gracias entre otras cosas a él.
ResponderEliminarLo de escandalizarte, efectivamente, es cosa mía. Me pareció una buena forma de caracterizar la disposición de tu ánimo que te movía a escribir, 'ay que joderse, Vanbrugh, qué cosas'. Evidentemente no elegí bien la palabra, la retiro. Nuestra discrepancia no te escandaliza.
ResponderEliminarYo fundamentalmente le reprocho a Garzón que siendo juez, haya decidido que es quién para decidir si cumple o no las leyes clarísimas que regulan cómo se ejerce su tarea de juez, y haya optado por no cumplirlas, atropellando con ello derechos fundamentales. No me parece más que un caso más, más grave que otros porque vulnera abiertamente la ley y porque, además, ha sido aprovechado -legítimamente- por unos chorizos para dificultar y entorpecer su propio proceso, del modo chapucero y torpe, pero deliberadamente espectacular, con que viene ejerciendo su profesión en los últimos... ¿veinte años? No sé. Desde que tengo memoria hay en los periódicos un asunto en que Garzón suena mucho y que al final se queda en agua de borrajas por estar instruido deprisa y mal. No se puede meter la pata repetida e indefinidamente sin consecuencias, y por fin las ha habido. No puede culpar a nadie más que a él.
Vada vez en más desacuerdo:
ResponderEliminar"aprovechado legitimamemente...por unos chorizos"
No, 'legalmente'.
Precisamente lo esencial de todo este asunto es distinguir entre lo que es legal y lo que es legítimo (y decente)
Cada vez más en desacuerdo, en efecto.
ResponderEliminarLa existencia del derecho positivo se basa en la presunción de que lo que es legal es también legítimo. Tú y yo, y cualquier persona particular, podemos distinguir, en la práctica, cuanto queramos, porque está claro que ese es el horizonte deseable, nunca del todo alcanzado Pero un juez, en ejercicio de su tarea de juez, no. Garzón no puede decidir que algo que es legal no es legítimo, para no aplicarlo; ni que algo que no es legal es legítimo, para aplicarlo. Es decir, puede hacerlo, pero es exactamente a eso a lo que llamamos prevaricación, y acarrea consecuencias penales. Las que justamente ha sufrido, por hacer lo que legalmente no podía hacer. Me resisto a creer que una persona inteligente desee realmente que un juez pueda saltarse la ley sin consecuencias. No puedo entender tu postura.
Y los chorizos lo han aprovechado legal y legítimamente: si un juez interviene, contra la ley, sus comunicaciones con sus abogados, tienen todo el derecho del mundo, legal y moral, a querellarse contra él como lo han hecho. El día que la justicia no sea igual para todos y los chorizos no tengan los mismos derechos que los demás, lo tengo dicho en este mismo blog a propósito de este mismo asunto, será cosa de mudarse de país, si aún se puede.
Claro, ya te he dicho que ni acepto ni acato la sentencia, como la mayoría de la gente sensata -no hablo de esta sentencia en concreto- por otra parte. Sí, tenemos que vivir con semáforos y con derecho positivo, y respetar las leyes para no darnos de leñazos en verde o d eleñazos por disputas de lindes, hasta que se cambien (siempre en favor de los poderosos), pero las leyes como tal me la sudan, unas las cumplo porque las considero justas, otras, como declarar todos mis impuestos, porque soy gilipollas y no soy yerno del rey, y otras porque si no lo hago me empuran. Un desalmado, eso es lo que soy, no como los del Gurtel que s evan a librar 'legítimamente'. Y aprovecho la presencia de oyentes para comunicar que me cisco en el derecho positivo y en los tribunales, las notarias y los secretarios de ayuntamientos los dejo para otro día
ResponderEliminarSolo una aclaración: cuando te invité a que expusieras tus argumentos que se oponían a los míos no me refería exactamente a esto. Pero claro, es usted muy dueño de exponer lo que mejor le parezca...
ResponderEliminarLansky: El caso GURTEL consiste, como bien sabes, en que tres o cuatro chorizos montaron unas empresas para sacarle fondos públicos a varias Administraciones, lo cual implica, obviamente, que funcionarios y cargos políticos se dejaran untar, en distintos grados. ¿Es grave? Sí, por supuesto, gravísimo. Pero también sería bueno dejar de escandalizarnos hipócritamente cuando es más que sabido (al menos por quienes llevamos tiempo en la Administración Pública) que un significativo porcentaje del dinero público se desvía ilegalmente a manos privadas. Según la prensa, la cuantía del dinero defraudado en esta trama se eleva a unos 43 millones de euros; muchísimo, sí, pero apenas el chocolate del loro en comparación con tantos otros asuntos que ni se han sacado a la luz ni se sacarán.
ResponderEliminarEn todo caso, la diferencia de momento entre el caso GURTEL y el de Garzón, es que en el primero, a excepción de la vergonzosa absolución a Camps y Costa (bien es verdad que por un asunto que sería menor si no fueran políticos importantes), no ha habido que yo sepa sentencias y, por tanto, no hay hechos probados. Contamos con lo que nos va informando la prensa que, pese a mi apriorística prevención, parece suficiente para que todos estemos bastante convencidos de que los imputados han delinquido. Pero, aún así, no podemos poner en el mismo plano las valoraciones sobre uno y otro caso.
No le veo demasiado sentido a comparar la gravedad de los delitos de Correa y sus amigos políticos con los de Garzón; a pesar de ello, sí hay algo que para mí hace más preocupante el de Garzón. Que haya chorizos es normal y está asumido, por eso nos dotamos de un sistema judicial. Correa (y hasta Camps) delinquiendo no debilita el ya de por sí imperfecto y débil sistema de justicia. Que un juez delinca, sea Garzón o cualquier otro, sí lo hace, sobre todo si se reclama (no digo que tú lo hagas, por supuesto) que se le debe admitir ese delito porque está "haciendo justicia". Salvando las distancias (pero es una cuestión de grado), al juez del caso Marta del Castillo se le podría haber ocurrido, por el bien de la justicia, ordenar torturar a los imputados para que confesaran dónde estaba el cuerpo de la chica y, probablemente, el método habría sido eficaz y la sentencia más justa (en cuanto al resultado).
Por último, al hilo de tu penúltimo comentario, yo sí creo que Garzón ha delinquido, pero coincido contigo en que lo ha hecho no tanto por mala fe (aunque probablemente la soberbia haya influido) cuanto por torpeza o falta de inteligencia. También como tú le agradezco que se esfuerce en meter en el trullo a los chorizos, agradecimiento que hago extensivo a tantos otros jueces cuyos nombres no conozco. Y también, como Vanbrugh, le reprocho que con su delito haya contribuido (él, no el Tribunal Supremo) a debilitar la causa contra los chorizos.
Me maravillan de verdad vuestros comentarios sobre este juicio y los conocimientos generales que tenéis sobre la ley. Además compruebo que razonáis y explicáis perfectamente los distintos puntos de vista sobre el caso.
ResponderEliminarNo me importa mi desconocimiento sobre el asunto, que no va mucho más allá de lo que pueda saber o entender uno cualquiera de la calle, un ignorantón en ese aspecto.
De hecho, ni siquiera sé qué es eso del 'derecho positivo'...
Pero tengo la sensación y el deseo de que se INDULTE a Garzón total o parcialmente - lo que no deja de ser OTRA posibilidad. Y no lo deseo porque el juez me caiga mejor o peor ni por su mediatismo o por como instruye, sino porque calmaría muchas voces y porque él mismo se daría por satisfecho y no enredaría más aún, ditecta o indirectamente, ya que debe SABER cosas de unos y otros que levantarían una polvareda muy inconveniente en estos momentos.
Espero no haber dicho una majadería muy gorda...
Si Garzón sabe cosas que levantarían polvaredas, por mí que las diga cuanto antes, Grillo. No hay polvareda que me parezca inconveniente, en este ni en ningún otro momento, si viene de que se destapen chanchullos tapados. De modo que me has dado un argumento para desear que NO indulten a Garzón.
ResponderEliminarPor lo demás, siempre que no vuelva a la judicatura, por mí pueden indultarle y hasta nombrarle dama de honor de la infanta. Estaría muy en su línea: así dos meses después podría declarar contra Urdangarín.
Hombre, Grillo, ya puestos a mí me gustaría más que soltara todo eso que tú supones (y yo también) que sabe y calla, por mucha polvareda que levante. Curiosidad morbosa la mía, ya sé.
ResponderEliminarJaaaaaaaaaaaaaaaaaaa !! Vanbrugh (qué cachondo.) Por mí también le pueden hacer fallera mayor o manager de Belén Esteban. O que levante una plovareda de aúpa de una vez.
ResponderEliminarPero atento: el indulto sigue siendo otra posibilidad y no tan dispatatada.
¿Perdón estoy leyendo que hay un JUEZ que sabe y calla? ¿Un juez que, en virtud de lo que sabe y calla se le va a indultar?
ResponderEliminar¿Hablamos de un juez o de Al Capone 2.0?
Miroslav y Vanbrugh:
ResponderEliminarRealmente sois un par de almas de cántaro, qué candidez la vuestra, que sentido más utópico y hasta ucrónico de la justicia. La justicia, ya sois mayorcitos para saberlo, la real NO es igual para todos, y partiendo de esa base, que sin llegar al caso estadounidense (donde puedes matar a alguien con buenos abogados), se le parece bastante es donde yo veo que
esta sentencia es todo un montaje.
Evidentemente yo NO creo en la justicia burguesa, NI creo que seamos todos iguales ante la ley. SÍ creo que ambos estáis profunda e irrevocablemente equivocados, y es inútil hablar más, como discutir con vosotros de la Santísima Trinidad ,cuando creeis en ella... aunque a Vambrugh además le parece (y a mi lo que me dice una grosería)que estos míos no son argumentos.
Me parece bien tu conclusión, Lansky. Pienso, como tú, que estamos en un desacuerdo tan profundo en esta cuestión que seguir discutiéndola no tiene mayor utilidad. Naturalmente en mi opinión eres tú el que está profunda e irrevocablemente equivocado, pero no insistiré en ello porque me parece que a estas alturas ambas partes hemos dejado nuestras posturas suficientemente claras.
ResponderEliminarSolo lamento que te haya parecido una grosería lo que te dije. Probablemente me expresé mal. No pretendía negar la condición de argumentos a todos los tuyos, sino únicamente a esta parte de tu anterior comentario: "Un desalmado, eso es lo que soy, no como los del Gurtel que se van a librar 'legítimamente'. Y aprovecho la presencia de oyentes para comunicar que me cisco en el derecho positivo y en los tribunales, las notarias y los secretarios de ayuntamientos los dejo para otro día". De la que sigo sin considerar que sea un argumento, y, sinceramente, tampoco creo que tú la consideres tal.
Sí, en total desacuerdo, de hecho yo confío más en los semáforos que en los jueces, porque los primeros a veces se estropean, para se basan en una buena intención dw principio (evitar que choquemos) y los segundos se basan en seguir manteniendo los privilegios de los de arriba.
ResponderEliminarDe hecho, a Garzón le han hecho saber que se ha pasado (y no por lo de las escuchas en sí) y que ya no es "uno de los nuestros".
Y claro que cagarse en los jueces es un arguumento partiendo de estas premisas
…Sócrates, aún siendo un gran patriota y un hombre de profundas convicciones religiosas, sufrió sin embargo la desconfianza de muchos de sus contemporáneos, a los que les disgustaba su actitud hacia el Estado ateniense y la religión establecida. Fue acusado en el 399 a.C. de despreciar a los dioses del Estado y de introducir nuevas deidades. También fue acusado de corromper la moral de la juventud, alejándola de los principios de la democracia y se le confundió con los sofistas.
ResponderEliminarUnos días antes a su muerte, aun no teniendo claro cuando llegaría la nave de Delos, que sería la señal de su muerte, fue Critón a ofrecerle una oportunidad para salir de ese pozo sin salida, la muerte. Este intenta darle razones justificadas del porque puede y debe salir de la prisión. Critón, junto con los discípulos de Sócrates, tiene todo pensado: comprado al guardián de la cárcel y también a los delatores; el lugar donde ser bien acogido, fuera de Atenas. Además, Critón, le pone como excusa que dejará huérfano a sus hijos, a los que tiene que alimentar y no abandonar; y que él, si entrega su vida, ¿acaso no dejará en mal lugar a sus discípulos, si el pueblo sabe que pueden ayudarle a salir? Utiliza este tipo de estrategias pero Sócrates no acepta estas proposiciones, dando unas razones: ¿Acaso es más importante la opinión de la mayoría que la opinión más prudente y sensata?, o, ¿Acaso las leyes no han sido las que siempre le han dado seguridad y respeto, con las siempre ha permanecido?
….Pero Sócrates prefirió acatar la leyes y murió por ello y con ellas.
Ya digo: confío más en los semáforos
ResponderEliminarLansky: Creo, desde la cantarina ingenuidad que me atribuyes,que, en efecto, estamos en desacuerdo en cuanto a la justicia de la sentencia a Garzón. Sin embargo, no creo que ese desacuerdo abarque necesariamente a todo lo demás, como te empeñas en hacer. Es esa una falaz técnica "argumentativa" muy habitual: como no coincides conmigo en a y a es una de las premisas de la tesis A, disientes también en todas las premisas que constituyen A. Y no, Lansky, ya te he dicho (pero no haces ni caso) que comparto que han ido a por Garzón, que la nuestra es una justicia burguesa hecha a la medida del poder, que hay una profunda injusticia general que enmarca todos estos procesos ... Que sí. Pero ni yo, ni creo que Vanbrugh, hablábamos de eso, sino simplemente de la legitimidad (que no sólo legalidad) del fallo del TS sobre unos actos concretos de Garzón. Pero no hay manera.
ResponderEliminarOlvida lo de la grosería, Vanbrugh, yo no puedo hablar que soy mil veces más bruto que tú...
ResponderEliminarsí, Llevas parte de razón,Miros, pero es que tu argumentación me parece ante todo una peligrosa retórica inane
ResponderEliminarCon frecuencia me encuentro, cuando discuto, con una reacción que me molesta bastante y en la que espero no incurrir yo, aunque estas cosas se detectan más fácilmente en el prójimo que en uno mismo: consiste en disolver los errores del 'bando propio' que no pueden disculparse decentemente en una condena general de lo mal que está todo, mientras que los del 'bando contrario' se analizan pormenorizadamente como si fueran la única mancha negra en un panorama general de blancura inmaculada. Pondré un ejemplo: un iracundo votante del PP clama contra un caso de corrupción del PSOE, da pelos y señales, cifras y detalles, apellidos y circunstancias agravantes, se recrea en la narración iracunda y justiciera y se escandaliza convenientemente ante tropelía tal. Pero si alguien le señala un caso perfectamente paralelo de su propio partido que no puede negar y que es igualmente escandaloso, se le acaba de súbito la capacidad de análisis: "Son todos unos corruptos, iguales los unos y los otros, chorizos todos. El sistema está podrido, los únicos honrados tú y yo. Vámonos de cañas". Se acabó el análisis y la indignación con nombres y apellidos. Toda su justa y detallada cólera contra el PSOE se disuelve en descontento generalizado, PERO NO encuentra la justa contrapartida en una distriba paralela, igualmente pormenorizada, contra el PP.
ResponderEliminarHago notar que el caso simétrico es tan frecuente o más. Y se da en todos los terrenos: el forofo del Madrid que sostiene con tres ejemplos flagrantes que los árbitros apoyan al Barça, cuando le sacas sin posibilidad de que los niegue otros tres casos flagrantes de apoyo arbitral al Madrid puede llegar a proclamar que todo el fútbol es un montaje y que hay que prohibir la Liga, pero jamás dirá del Madrid las mismas cosas que estaba diciendo del Barça.
Hay una toma previa de postura que de antemano se niega a desalinearse, arguméntese lo que se argumente, y que prefiere suicidarse antes que cambiar de bando o que dejar de militar en alguno.
Dudo si decir esto ahora que dí por cerrada la discusión hace tres comentarios y que estamos todos tan conciliadores, Lansky, pero espero sinceramente que no te lo tomes a mal ni lo consideres una grosería y que, en cambio, sirva para lo que con mi mejor intención estoy escribiéndolo: tu reacción en esta discusión ha incurrido de pleno, a mi juicio, en este mecanismo irritante que acabo de describir.
Si la justicia burguesa es una mierda, pensada para mantener privilegios, y cagarse en ella es un argumento respetable -cosa que no niego, fíjate bien- entonces no entremos a discutir los pormenores legales de un proceso, ni nos leamos una sentencia, ni nos detengamos en examinar sus argumentos: a la mierda con todo en bloque y desde el principio. Me parece respetable.
Pero si se entra en la discusión, Miroslav y yo nos leemos las setenta y tantas páginas de sentencia, argumentamos, distinguimos, pormenorizamos y decimos por qué sí y por qué no; y tú, durante un rato, nos sigues el juego y respondes a nuestros argumentos con otros, no me parece leal para con tus interlocutores, sinceramente, que, cuando se te acaban los argumentos o ya no te interesa darlos, optes por la solución apocalíptica y disuelvas el asunto en el descrédito general de la Justicia, el capitalismo occidental y la economía de mercado. Puede ser verdad, pero no estábamos hablando de eso. Es como proclamar que el futbol es un juego estúpido al que no estás dispuesto a jugar en el minuto ochenta del partido, cuando te van ganando tres a cero. No queda bien.
En efecto, Vanbrugh, sus 'sis' condicionales (si la justicia es una mierda) es lo que define toda tu argumentación y el post de Miros como 'bizantina'. Tampoco tú te lo tomes a mal
ResponderEliminar(Miros tus nuevos verificadores son una tortura insoportable)
Vanbrugh, lo lógico, lo que ordena "la moral" en el caso de que alguien te pidiera quinientos euros aún teniendo autoridad sobre una cuestión de tu inconvencia, es no dárselos. Lo inteligente además es guardarse la prueba de dicha petición por si acaso dicha autoridad ejerciera el posible chantaje velado en dicha carta, para poder demandar y defender.
ResponderEliminarPorque lo que no es normal es aportar los quinientos euros y creer que el único que tiene que dar cuentas a la justicia es quien te los pide, vamos digo yo, si vamos a ser tan "legales" vamos a tener que empezar a no sobrepasar los cincuenta kms por hora que te señala el código de la circulación vial. Y si creemos que hay leyes más importantes que otras a la hora de cumplirlas o pasártelas por el moño, vamos a ser sinceros. Porque hay un derecho que se llama iusnatural que es el que inspira los principios generales del derecho que es el que te dicta el sentido común, que sí que afirma que hay delitos más graves que otros. Aparte de que tenemos un código penal que no establece las mismas penas para todos los delitos.
No todos los delicuentes son iguales y sobre todo no todos son "peligrosos", y en este sentido puedo decir y afirmar que los del caso gurtell son de todas todas más peligrosos que el capullo de Garzón. Y prueba de ello, es que saldrán de rositas mientras a Garzón lo han jubilido prematuramente.
Amaranta.
No, naturalmente que no me lo tomo a mal, pero no puedo estar de acuerdo. La justica es una mierda, pero es lo único que tenemos. No preferiría ninguna justicia a esta justicia. Y no veo otra posibilidad de mejorarla que argumentaciones como la de Miros y mía, bizantinas y leguleyas. La justicia me parece una miuerda, precisamente, porque funciona mal: y llamo que funcione mal a, por un ejemplo entre otros, que un juez aplique sus opiniones en vez de las leyes, y decida por sí cuándo hay que respetar las garantías procesales y no espiar a los abogados, y cuándo no. Por eso, dentro de lo mal que me parece en general, me parece algo mejor cuando veo que graves defectos suyos, como ese, se intentan corregir. Como con esta sentencia. Y ahora sí que lo dejo definitivamente.
ResponderEliminar(No es un problema del verificador de Miros, sino de todos. El tuyo hace lo mismo, y me imagino que el mío también.)
Que no, Vanbrugh, la justicia no es una mierda porque funcione mal (ves como eres una alma de cántaro), precisamente funciona muy 'bien'. La justicia es una mierda porque esta diseñada para no ser justa, o no ser justicia
ResponderEliminar(He comprobado lo de los verificadores, cielo santo)
No había visto tu comentario cuando di por cerrada la discusión, Amaranta. La reabro únicamente para no dejarte con la palabra en la boca.
ResponderEliminarNo, quien me exige los quinientos euros no es el único que tiene que dar cuentas a la justicia, también yo, por dárselos. Pero que no sea el único que tenga que darlas no significa que no tenga que darlas. Y si me los pidió amparándose en un cargo público que le daba una apariencia de autoridad sobre mí, su responsabilidad es mayor que la mía. (Aparte de que no sé a cuento de qué viene este ejemplo, pero bueno).
No creo, desde que a los diecisiete años me enteré de había algo que se llamaba así, en el derecho natural. Para ser exactos no creo que sea un derecho. Opiniones, inclinaciones, gustos y creencias tenemos todos, pero nada de todo eso es derecho, y llamarlo así es no solo inexacto, sino peligrosamente engañoso. Para mí no hay más derecho que el positivo, y si las consecuencias de su aplicación no nos gustan, lo que hay que hacer es cambiarlo.
Y personalmente me sigue pareciendo más peligroso un juez que me priva arbitrariamente de mis derechos que un chorizo que me roba el dinero. Incomparablemente más peligroso. En cuanto a si los de Gurtel se irán o no de rositas, lo veremos cuando se vayan, pero no me parece que tenga nada que ver con su mayor o menor peligrosidad, sino con el mejor o peor funcionamiento de la justicia. Me indignaré si funciona mal y se van de rositas, igual que ahora me alegro porque ha funcionado, en mi opinión, bien y Garzón se ha ido a sus cursillos.
Y ahora sí que doy el asunt opor definitivamente cerrado, nadie se ofenda si no escribo más sobre él. Buen día a todos.
y tu argumento de 'es todo lo que tenemos', el del mal menor, me recuerda el dilema entre recibir una patada en los güevos o en el cielo de la boca, depende del precio del dentista
ResponderEliminarLansky: Eso de que la “justicia es una mierda porque está diseñada para no ser justa” no deja de ser, en mi opinión, una generalización radical válida para movilizar las pasiones populacheras, pero tan poco seria como toda simplificación de la complejidad de la realidad. De entrada, ¿qué es la “justicia”? ¿El inmenso sistema de normas legales que ha ido construyendo el ser humano a lo largo de la historia, las decisiones de los tribunales en cada caso concreto, los mecanismos mediante los cuales las personas e intereses particulares inciden en el funcionamiento de la misma? Estoy completamente de acuerdo contigo en que las mayores “fuerzas” que impulsan y orientan la evolución histórica de la humanidad provienen de los intereses de los poderosos y se pueden enmarcar (en términos generales) en la dinámica de las relaciones de producción, siempre (desde la Edad de Piedra, como sugieres en tu último post) excesivamente desequilibradas hacia un lado. El “sistema” es injusto, desde luego, pero no es un mecanismo de relojería del que derivan, siempre previsible y coherentemente, todas sus producciones, como, por ejemplo, el sistema jurídico y judicial. A pesar de las fuerzas dominantes, van apareciendo progresos en la construcción del sistema de justicia, que, en la medida en que molestan los intereses dominantes, quienes los ejercen procuran con sus poderosos medios, atenuarlos o boicotearlos. Incluso puedo darte la razón en casos concretos en que se promulgan normas que sí están diseñadas para legitimar injusticias. Pero en absoluto que los elementos tangibles (sobre todo el conjunto de normas que conforma el derecho positivo occidental) hayan sido “diseñados” para perpetuar, reforzar, etc, la injusticia. Si hablamos en términos generales (y como soy de ciencias lo hago equivalente a porcentajes), la mayoría de las normas (en especial las del derecho penal) se diseñan para que el sistema en su conjunto sea más justo, no más injusto. Cuestión distinta es que el progreso de la justicia sea muy lento, sobre todo visto desde la miserable escala de nuestras cortas vidas. Pero basta comparar el “estado de la justicia” ahora con el de siglos anteriores.
ResponderEliminarAmaranta: Ya te ha contestado Vanbrugh pero me gustaría repetir algo que ya él dice. No sé por qué (en realidad sí lo presumo), tanto Lansky como tú dais por sentado que los de Gurtel van a irse de rositas. Yo, en cambio, veo muy difícil que Correa y sus secuaces sean absueltos, por mucho que estén del lado de los malvados poderosos. En todo caso, me parece que vincular la justicia de la condena a Garzón con la justicia de la futura sentencia de los Gurtel es un error que no conduce a nada bueno. Por supuesto que atañe a la justicia que se aplique la misma vara de medir para todos pero no es de recibo decir que la sentencia de Garzón es injusta porque hay otros delitos en cuyo juicio (o no juicio) se aplican varas distintas. Lo que habrá que hacer es reclamar que esos delitos impunes se castiguen. En mi opinión, y en contra de lo que se declara mayoritariamente, lo que hizo Garzón (ordenar escuchas en el cubículo reservado para los abogados defensores) contribuye a la impunidad de los Gurtel y la sentencia condenatoria del TS, en cambio, contribuye a que se les aplique una mayor justicia. Pero Lansky me dirá que tal opinión es una ingenuidad aunque yo pienso que los ingenuos son justamente los que piensan lo contrario (cuando no hipócritas).
Ya te digo, Miros, con todo respeto (y no es retórica, como vuestra argumentación: es respeto)Bizancio te ilumina en tu ¿intelectual' y en todo caso procelosa y tediosa indagación, prefiero ser populachero, como me dices.
ResponderEliminarPues con vuestro permiso, y aun pecando de ingenuo, me alineo con Vanbrugh y con Miros, más aún después de haber leído el auto del archivo del caso Botín.
ResponderEliminarAmaranta Cuando dices:
Lo inteligente además es guardarse la prueba de dicha petición por si acaso dicha autoridad ejerciera el posible chantaje velado en dicha carta, para poder demandar y defender
pareces olvidar que el que te ha pedido los 500 euros es, precisamente, un juez que llegado el caso puede juzgarte, o no, según el caso, que fue precisamente lo que pasó.
Por eso, también a mi juicio, Garzón es mucho más peligroso que Correa et al.