Matthias Rath es un médico alemán (Stuttgart, 1955) conocido por su agresiva oposición a la industria químico-farmacéutica que, dice él, impulsada sólo por su insaciable codicia, lleva al menos cien años manipulando hacia sus beneficios económicos la salud de nuestra especie (impidiendo la curación de muchas enfermedades e incluso agravándolas y creando nuevas). Esta radical denuncia proviene en gran medida de la desautorización por la medicina oficial de sus propuestas curativas, basadas primordialmente en la aportación al organismo de micronutrientes vitamínicos que, según él, serían mucho más eficaces para la prevención de enfermedades cardiovasculares, cáncer, diabetes y muchas más. Ciertamente, que se erija a sí mismo como "salvador" de la humanidad y que sus actividades "benéficas" le sean además comercialmente rentables, sin que tales terapias aparentemente hayan demostrado mínimamente su eficacia, nos lleva a desconfiar de sus demoledoras críticas que, al fin y al cabo, no son sino otra particular teoría conspiratoria, según la cual las grandes multinacionales (en este caso, las químico-farmacéuticas) controlan y manipulan el desarrollo de la historia, indiferentes a los sufrimientos de la humanidad y preocupadas sólo de sus egoístas y malvados intereses.
Así, Rath juzga la actual crisis y las políticas económicas de los dirigentes europeos desde sus personales obsesiones, concluyendo con convincente retórica que Merkel, Sarkozy y sus demás secuaces (Rajoy entre ellos, desde luego) son simples marionetas de las multinacionales y que las medidas que impone Bruselas tienen por objeto desactivas casi hasta la esclavitud a la población de la UE a fin de remover todavía más las trabas a la expansión suicida del gran capital financiero. Anuncia que un factor no descartado de esta estrategia es una eventual próxima guerra, del mismo modo que fueron los intereses de las grandes corporaciones financieras las que forzaron las dos guerras mundiales del siglo XX. Rechaza la unidad monetaria y anima explícitamente a los países amenazados por el "politburó" de Bruselas para que se salgan del euro, que ve como un instrumento eficaz de sometimiento de las poblaciones nacionales a los intereses multinacionales.
Por supuesto, no hay que creerse todo lo que dice, ni siquiera asumir la existencia de una eficaz organización de poderosos malvados que, según planes previamente diseñados, van imponiendo a los gobiernos las medidas que les convienen. En mi opinión, la lógica del sistema no hace necesaria la conspiración organizada con mecanismos mínimamente centralizados de toma de decisiones (lo cual no es óbice para que existan múltiples "instrumentos de coordinación" de los que manejan el cotarro, aunque no con alcance totalizador) para que las decisiones vayan en el sentido que le conviene al capital multinacional. Tampoco hay que descartar a priori las denuncias de este señor a causa de las fundadas sospechas de que no sea "trigo limpio". Lo cierto es que, haya o no conspiración, sean o no interesadas las denuncias de Rath, la "música" de éstas (al margen de que pueda haber exageraciones e imprecisiones en la "letra") parece congruente. Que las medidas que están decidiendo los comisarios europeos no van a favor de la ciudadanía a muchos nos resulta bastante claro.
Como curiosidad no meramente anecdótica me ha llamado la atención de la conferencia pronunciada el pasado 13 de marzo en Berlín, la insistencia que hace Rath en la responsabilidad de Alemania (de los grandes consorcios químico-farmacéuticos alemanes), que considera continuidad de la que dio origen a las dos guerras mundiales. De nuevo el asunto de la "culpabilidad" alemana que Rath, ahora, quiere exorcizar reclamando a la ciudadanía de su país a no plegarse borreguilmente esta vez a los intereses de sus capitalistas. En fin, que creo que merece la pena escuchar lo que dice este hombre en el video que enlazo. Con sentido crítico, por supuesto, y que cada uno saque sus propias conclusiones. A estas alturas, creo que es imprescindible que oigamos de todo, pongamos en tela de juicio todo y que, sobre todo, cuestionemos los motivos de las medidas que se están adoptando, que nuestros gobernantes, desde una arrogancia inadmisible y gracias a nuestra estupidez y el seguidismo casi unánime de los medios, ni se molestan en explicar. Hay que preguntar por qué, hay que exigir que nos den razones convincentes de las decisiones "políticas". Y hasta ahora no he oído ninguna; por el contrario me parecen más convincentes los argumentos "antisistema" (término peyorativo que pronto se tipificará como figura delictiva) de que el camino por el que no están metiendo nos lleva a la catástrofe. Desde luego, no puede bastarnos eso de que hay que hacer lo que dice Europa: ¿quién es Europa? Si nos vamos a ir al carajo, por lo menos que no sea con nuestra callada complacencia.
Así, Rath juzga la actual crisis y las políticas económicas de los dirigentes europeos desde sus personales obsesiones, concluyendo con convincente retórica que Merkel, Sarkozy y sus demás secuaces (Rajoy entre ellos, desde luego) son simples marionetas de las multinacionales y que las medidas que impone Bruselas tienen por objeto desactivas casi hasta la esclavitud a la población de la UE a fin de remover todavía más las trabas a la expansión suicida del gran capital financiero. Anuncia que un factor no descartado de esta estrategia es una eventual próxima guerra, del mismo modo que fueron los intereses de las grandes corporaciones financieras las que forzaron las dos guerras mundiales del siglo XX. Rechaza la unidad monetaria y anima explícitamente a los países amenazados por el "politburó" de Bruselas para que se salgan del euro, que ve como un instrumento eficaz de sometimiento de las poblaciones nacionales a los intereses multinacionales.
Por supuesto, no hay que creerse todo lo que dice, ni siquiera asumir la existencia de una eficaz organización de poderosos malvados que, según planes previamente diseñados, van imponiendo a los gobiernos las medidas que les convienen. En mi opinión, la lógica del sistema no hace necesaria la conspiración organizada con mecanismos mínimamente centralizados de toma de decisiones (lo cual no es óbice para que existan múltiples "instrumentos de coordinación" de los que manejan el cotarro, aunque no con alcance totalizador) para que las decisiones vayan en el sentido que le conviene al capital multinacional. Tampoco hay que descartar a priori las denuncias de este señor a causa de las fundadas sospechas de que no sea "trigo limpio". Lo cierto es que, haya o no conspiración, sean o no interesadas las denuncias de Rath, la "música" de éstas (al margen de que pueda haber exageraciones e imprecisiones en la "letra") parece congruente. Que las medidas que están decidiendo los comisarios europeos no van a favor de la ciudadanía a muchos nos resulta bastante claro.
Como curiosidad no meramente anecdótica me ha llamado la atención de la conferencia pronunciada el pasado 13 de marzo en Berlín, la insistencia que hace Rath en la responsabilidad de Alemania (de los grandes consorcios químico-farmacéuticos alemanes), que considera continuidad de la que dio origen a las dos guerras mundiales. De nuevo el asunto de la "culpabilidad" alemana que Rath, ahora, quiere exorcizar reclamando a la ciudadanía de su país a no plegarse borreguilmente esta vez a los intereses de sus capitalistas. En fin, que creo que merece la pena escuchar lo que dice este hombre en el video que enlazo. Con sentido crítico, por supuesto, y que cada uno saque sus propias conclusiones. A estas alturas, creo que es imprescindible que oigamos de todo, pongamos en tela de juicio todo y que, sobre todo, cuestionemos los motivos de las medidas que se están adoptando, que nuestros gobernantes, desde una arrogancia inadmisible y gracias a nuestra estupidez y el seguidismo casi unánime de los medios, ni se molestan en explicar. Hay que preguntar por qué, hay que exigir que nos den razones convincentes de las decisiones "políticas". Y hasta ahora no he oído ninguna; por el contrario me parecen más convincentes los argumentos "antisistema" (término peyorativo que pronto se tipificará como figura delictiva) de que el camino por el que no están metiendo nos lleva a la catástrofe. Desde luego, no puede bastarnos eso de que hay que hacer lo que dice Europa: ¿quién es Europa? Si nos vamos a ir al carajo, por lo menos que no sea con nuestra callada complacencia.
Tengo que verlo con tiempo, aunque ya ayer encontré un rato para los cinco o seis primeros minutos. La soltura con la que atribuye al 'cártel químico farmaceútico alemán' la culpa de las dos guerras mundiales, o con la que reduce al nazismo a simple marioneta de los farmacéuticos, choca un tanto... suena a ese reduccionismo simplificador tan característico de los obsesos. Pero no deja de tener razón en algunas cosas.
ResponderEliminar(Una adolescente desnortada me contó el otro día que un profesor suyo aseguraba que se aproximaba una tercera guerra mundial que, como las anteriores, iba a provocar Alemania. Le pregunté de que frenopático se había escapado su profesor y por qué no leía el periódico de vez en cuando; se ofendió un poco. Ahora ya sé de dónde había salido lo que en aquel momento atribuí a chochera de su profesor o a mal entendimiento suyo.)
Vanbrugh: La importancia de los intereses de las grandes compañías alemanes (no sólo las químicas, aunque eran de las más poderosas, como la tristemente conocida IG Farben) en la llegada de Hitler al poder e incluso en el estallido de la 2ª Guerra Mundial está más que estudiada. Obviamente, estoy de acuerdo contigo en que Hitler y el nazismo no fueron sólo marionetas de los intereses capitalistas, pero este factor fue fundamental. De la misma manera, por cierto, pensar que el nazismo se explica sólo por una ideología absurda o por el antisemitismo alemán, es también reduccionista.
ResponderEliminarYa advierto, en todo caso, que el tipo se me hace sospechoso. No obstante, aunque se diga por motivos espurios, todo debe ser objeto de análisis en cuanto a su veracidad o verosimilitud. Y lo cierto es que se nos oculta cuidadosamente cuáles son de verdad los intereses de "Europa" que las marionetas (ahora sí) políticas que la dirigen van traduciendo en medidas que nos afectan gravemente. De gente menos sospechosa que este señor ya he oído el importante peso que tienen los intereses de los grupos de poder financiero-empresarial alemán. Lo llamativo de este tipo es su vehemencia, que hace desconfiar, sí, pero también puede animar a que escarbemos y nos enteremos lo más que podamos de los tejemanejes que se hacen a nuestra costa.
He de volver aquí para ver el vídeo, pues ahora no tengo tiempo. De todos modos se ponen los pelos de punta imaginando quiénes y por qué causa manejan el mundo a su antojo.
ResponderEliminarUn abrazo