Acabo de acabar el libro El casino que nos gobierna, de Juan Hernández Vigueras (en realidad su primer apellido es, según aparece en todas sus referencias, Hdez. pero como me resulta impronunciable lo sustituyo por otro distinto que probablemente no le gustará). El subtítulo reza "trampas y juegos financieros a lo claro" y me lo compré con la esperanza de que fuera verdad, a ver si lograba entender en qué consisten todos esos productos financieros que provocan orgasmos (y mucho dinero) en los adoradores del mercado y cuchilladas a traición en las economías domésticas –y no tanto– de la ciudadanía (nótese que excluyo a los jugadores del casino del conjunto de los ciudadanos).
La primera desagradable impresión que me deja, que se me fue instalando casi desde las primeras páginas y quedó sólidamente asentada al concluir las más de cuatrocientas, es que soy tonto o, por decirlo menos auto-ofensivamente, que mis limitaciones intelectuales me impiden comprender los mecanismos de funcionamiento de cosas con nombres tan esotéricos como repos, carry trade, hedge funds, exchange traded funds, short selling, derivados, credit default swaps, etc. Aclaro para que no consideren mi tontuna mayor de la que creo que es: "más o menos" he pillado de qué va cada uno de esos productos financieros, me he quedado con la música (bastante sincopada, inarmónica y desasosegante) pero de la letra de cada canción sólo he alcanzado a enterarme del sentido general porque los detalles de la trama me siguen resultando un galimatías indescifrable.
En defensa de mi autoestima quiero creer que parte de la culpa la tiene el propio autor del libro que opino que no ha sabido dotar a sus textos de la calidad didáctica que sería exigible si pretende que sus lectores (se supone que tipos con escasa formación económica) logren entender lo que cuenta. Según la solapa del libro, Juan Hdez. Vigueras es doctor en derecho y ha trabajado como directivo de gran empresa (no dice cuál o cuáles); además es miembro del consejo científico de Attac-España, movimiento con el que simpatizo. Doy por supuesto que sabe de lo que habla, pero le ha faltado explicar los mecanismos de funcionamiento de cada uno de los múltiples juegos de que dispones este enorme casino financiero. Es como si dijera "el blackjack consiste en ir repartiendo cartas y apostando a cada mano esperando conseguir veintiuna", pero sin explicarte lo que es una baraja, las interacciones entre los jugadores, la función del crupier y, mucho menos, los mecanismos (de probabilidades en este ejemplo) subyacentes en el juego. O sea, uno se entera de qué va, pero poco más.
El resultado es que, aunque comparta el mensaje de fondo (que vendría a ser que la hipertrofizada financiarización de la economía, aparte de ser escandalosamente inmoral, nos lleva a la catástrofe) y aprecie el esfuerzo del señor Vigueras por denunciarla, me quedo poco más o menos igual que antes de leer su libro. Y la cuestión es que tenía interés por comprender los cómos, que me desmenuzaran lo más didácticamente posible los detalles. Alguien pensará que es la mía una vana pretensión que, además, no me aportaría conocimientos relevantes para formarme una opinión más sólida sobre el desbarajuste que nos oprime y exprime. No estoy de acuerdo; creo que hay que esforzarse en entender los mecanismos sutiles y tramposos del sistema para estar en condiciones de contribuir, aunque sea mínimamente, a desmontarlos. (También es útil si quieres meterte a especulador, por cierto). La verdad está en los detalles, lo cual no significa que nos perdamos en ellos.
En fin, que no he encontrado en este libro lo que quería. Seguiré buscando. Aunque, como he dicho, simpatizo con el mensaje de fondo y la intención del autor, no puedo recomendarlo. Para colmo, la lectura se hace pesada (casi imposible durante los ratos previos al sueño cuando uno lleva una temporada de trabajo extenuante) sin que el esfuerzo de caminar entre la maleza se compense con satisfacciones intelectuales (de haber comprendido) al final de cada capítulo. En cualquier caso, de todo se obtienen beneficios y, si no respuestas, el libro me ha sugerido bastantes más interrogantes de los que ya tenía y abierto nuevos temas a mi curiosidad. Tal vez eso baste para que haya merecido la pena.
The very thing that makes you rich (makes me poor) - Ry Cooder (Bop till you drop, 1979)
Me ha encantado tu reseña. Y, sin necesidad de leer el libro, que no pienso hacerlo, concuerdo contigo, tanto en las simpatías por Attac (con amigos incluidos en su interior)como con los (buenos) propósitos del libro, pero una mala divulgación hace flaco favor a lo que pretende divulgar, sea mecánica cuántica o podredumbre especulativa. Aunque, siendo un poquito malo, ¿qué podemos esperar de alguien que firma en portada con una abreviatura de su apellido?
ResponderEliminarYo sí te recomiendo, nuevamente, el de Fractales y finanzas de Mandelbrot, donde se explica, desde hace años, cómo es matemáticamente inviable pretender ciertas predicciones económicas (de las crisis, por ejemplo) y también te recomiendo uno que me recomendó Félix de Azúa, y que he leído con provecho y por lo menos está bien escrito y que extiende la culpa a esos pequeños codiciosos (la burbuja inmobiliaria) especulativos que tantos llevan dentro, es de Michael Lewis, se llama Boomerang y lo ha editado en castellano Deusto.El originale n inglés es de una 'University' australiana, creo
Señor:
ResponderEliminarAcabo de leer una entrada a un blog de un profesor de economía que quizás le aclare un poquito más.
http://rolandoastarita.wordpress.com/
Que sus pesares se disipen ya que todo es ilusión, hasta el vívido sufrimiento.
Me admira la capacidad que tienes de embaularte ladrillos semejantes -yo no sería capaz ni aunque resultara ser una maravilla de la divulgación económica y explicara todo lo que uno desearía saber sobre la crisis, sus pompas y sus obras (suponiendo que uno, más bien otro, desee saber algo sobre semejantes cosas)- y me compunge que tanta abnegación no se vea premiada convenientemente por la calidad de lo embutido. El mundo es injusto y el héroe rara vez obtiene la recompensa merecida.
ResponderEliminarY sí, hay que ser verdaderamente protervo para abreviar el propio apellido en "Hdez." Recuérdame que algún día te cuente lo que le escribí yo a un pobre funcionario al que se le ocurrió abreviar, en la dirección de sus oficinas, "callejón" como "Cjón."
Lansky: Me alegro de que te haya gustado esta "reseña" y de que compartamos simpatías. El libro de Mandelbrot lo tengo en mente desde tu reciente recomendación, pero me temo que, interesándome, no es exacramente lo que ahora mismo quiero entender, que es la mecánica de funcionamiento de los productos financieros que inundan y, a mi juicio, contaminan la econmía, especialmente los basados en las "apuestas" a futuro. En cuanto al de Michael Lewis, he leído lo poco que te deja la web de Espasa Calpe y, en efecto, parece bien escrito y ameno. Aunque tampoco creo que entre a los detalles que me intrigan, sí me parece atrayente en este momento, aunque sólo sea para desintoxicarme un poco del de Hdez. En todo caso, esperaré un par de libros de "literatura".
ResponderEliminarChófer: Muy bueno el artículo que me citas. Y sí, alguito más me ha aclarado, aunque persisten mis lagunas "técnicas". En todo caso, te agradezco que me hayas hecho descubrir ese blog, que me ha parecido realmente interesante e instructivo.
ResponderEliminarVanbrugh: Tendré una vena masoquista ... Pero, ahora en serio, lo cierto es que, pese al coñazo que es la economía, me temo que si no se entienden sus entresijos poco lograemos entender lo que mueve a esta especie sucida a la que pertenecemos.
Me imagino por dónde iría tu respuesta al funcionario pardillo con gusto por las abreviaturas, pero seguro que cuando la cuentes (no tardes) superarás mis expectativas.
(No sé por qué no actualiza y muestra mi nuevo post tus enlaces del amrgen derecho)
ResponderEliminarPues no lo sé, Lansky. Yo no he hecho nada, palabrita del niño Jesús. A lo mejor es para compensar que alguna vez (hace unos días, por ejemplo) me aparece el título de un nuevo post tuyo que, al ir a tu blog, resulta que no has publicado. Misterios de Blogger.
ResponderEliminarA mí, en cambio,(estoy repondiendo a un comentario tuyo anterior, Miros, no al último) no me interesan demasiado esos listados de productos tóxicos que a tí te fascinan, he llegado a la conclusión de que son todos un poco el mismo engaño, pero entiendo que a un herpetólogo no le baste con que le digan que todos esos ofidios son venenosos y quiera clasificarlos...Yo busco otra comprensión de lo que está pasando: son víboras y si pican...estás listo
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