Estoy escandalizado. Este gobierno, al cual con tanta ilusión voté (Zapatero, cabrón, que llevaste a España a la ruina), ha asestado una puñalada trapera a nuestra economía. No, no me refiero a esa tontería de las pensiones que tanta alharaca está levantando. Jodidos viejos chupópteros e improductivos. Conste que no me opongo a una razonable solidaridad, no se trata de que los ancianos no tengan donde caerse muertos. Pero cuando el barco se está hundiendo hay que aligerar lastre. Además, alentar esa idea de que al llegar a la jubilación papá estado te va a mantener es infantilizar a la ciudadanía ... Y así nos ha ido. Que cada uno se preocupe por su futuro, que ahorre, que invierta inteligentemente, que guarde para el futuro. No, las pensiones, como todas las subvenciones públicas, las justas y sin pasarse, que sus efectos no son nada buenos para el bien común. Y esto no es más que el principio, por mucho que berreen tantos perroflautas. Porque así tiene que ser, porque es el capital el que crea la riqueza gracias a la cual podéis tener trabajo, panda de vagos impresentables. Por eso la primera y fundamental obligación del Estado es proteger al capital para que siga manteniéndonos a todos a flote (también a vosotros, sanguijuelas parasitarias) y nada de ponerle trabas ni cargas, y menos ahora que la cosa anda chunga. Leo en el Expansión de hace unos días que Rajoy ha desmentido la noticia de Reuters de que el año que viene se congelarán las pensiones. Servidumbres del cargo, nada más, estamos tan mal acostumbrados que no se nos puede hablar sin tapujos. Pues claro que se congelarán, alma de cántaro, si con ello ahorramos 4.000 milloncejos para la deuda. Y corto se queda el Gobierno, que lo que hay que hacer es reducirlas y, por supuesto, postergar la jubilación por lo menos hasta los setenta. Menos mal que estos tipos del PP, aunque me hayan decepcionado, guardan todavía un mínimo de compostura y cuando hay que hacer las cosas las hacen, sin ceder a los reparos absurdos de sentirse obligados por sus propias declaraciones. Hasta ahí podíamos llegar, dónde se ha vista que quien es responsable de gobernarnos haya de verse limitado por las boberías que hay que decir para apaciguar al rebaño.
No, mi cabreo no va por lo de las pensiones ni por las restantes acertadas decisiones que este Gobierno viene adoptando, ésas que con tanta demagogia son denigradas por la mayoría de vagos habituados a vivir de lujo sin dar chapa. Me acabo de enterar (aunque la medida la aprobaron en un Real Decreto a finales de agosto) que se limita a 500.000 euros la retribución fija anual de los directivos de entidades financieras que reciban apoyo del Estado. Por lo menos, parece que no tocan las retribuciones variables. Supongo que coincidirán conmigo en que se trata de una barbaridad metafísica. De entrada, quién coño es el Estado para limitar el sueldo de los que más directamente hacen que el capital crezca y, por tanto, de quienes nos mantienen a todos a flote. El capital tiene su propia lógica que está más que demostrado que funciona de maravilla, así como que cuando el Estado se mete sólo obstaculiza la creación de riqueza. ¿Acaso no hemos aprendido del estrepitoso fracaso de los regímenes comunistas? Ahora va a resultar que un tipo que se preocupa por buscar las inversiones con mejores tasas de ganancia no tiene derecho a ambicionar que las suyas propias aumenten proporcionalmente. Oigo a algunos impresentables, mayúsculos ignorantes, que afirman que la medida se justifica porque tales bancos han recibido dinero público. Pero desgraciados, para qué leches creéis que vale el Estado. Me aburre repetirlo: no es para ofrecer servicios gratis (o casi), que eso sólo conduce a reducir la productividad y robar campo de negocio a la economía privada, la única que crea riqueza (a ver si queda claro de una puta vez). No, la función del Estado es apoyar al capital (de hecho, pardillos, el Estado no es más que una institución del capital) y por eso, cuando el capital está en problemas, se le han de aportar fondos públicos. ¿O es que no sabéis que pasaría en caso contrario? Pues que todos a la mierda, y los primeros los perroflautas.
Así que basta ya de tocármelos mezclando churras con merinas, que nada tiene que ver que algunos bancos reciban dinero del FROB con lo de limitar los sueldos a sus directivos. ¡Medio miserable millón de euros! ¿Saben lo que eso significa? Que se valora el trabajo de todo un señor miembro del Consejo de Administración de un banco en apenas veinte veces más que el de un profesor de primaria. Y encima, esos inútiles acostumbrados a tres meses de vacaciones se quejan de que les han recortado sus salarios. ¡Sólo veinte veces más! Me cuesta creer que hayamos llegado a tal desatino, a tal falta de respeto a los valores más elementales. Como dije antes, confío en que no metan mano a las retribuciones variables y mediante éstas pueda compensarse en parte este atropello. Pero ya se ha hecho un gran daño, un golpe irreversible al prestigio de la que debería considerarse la profesión más sagrada en nuestra sociedad. A partir de ahora, cabe pensar que estas personas que son las que se ocupan de hacer que el sistema funcione (para que cobren sus nóminas los profesores quejosos, entre muchas otras responsabilidades) habrán de complementar sus emolumentos hasta lo que merecen casi a hurtadillas, como si fuera algo vergonzoso. Los cifras justas en esos cargos no pueden bajar del quíntuple de lo que pretende el Gobierno, que son los raseros bajos del sector en nuestro país. Doscientas veces el sueldo de un maestro, qué menos. Y estoy hablando de valores a la baja, pero no para dar pistas a quienes en el Gobierno, rastreramente, hayan impulsado esta norma injusta, que lo que han de hacer es derogarla y no meterse a regular lo que no es necesario (en realidad, poco debería regularse y mejor nos iría a todos). Porque en Estados Unidos, por ejemplo, donde tienen bastantes menos complejos ante los discursos de nostálgicos trasnochados, los números son mucho más altos. Baste decir que 25 gestores de fondos de inversión cobraron en 2009 lo mismo que 680.000 maestros. O sea, el trabajo de un tipo dedicado a mover el capital vale para los gringos lo mismo que el de 27.200 maestros. Eso es sentido común y qué lejos estamos todavía de alcanzarlo.
En fin, que una vergüenza que sólo va a traer daños a la economía. Un grave traspiés en una conducta de gobierno casi intachable hasta ahora (la única pega es que quizá no lo suficientemente enérgica: Rajoy debería dejarse de remilgos y ser más drástico y más rápido). Además, en lo personal, no puedo evitar entristecerme por el agravio que esta medida supone para tantos buenos amigos, que me han prestado grandes servicios y con quienes he compartido muchos enriquecedores momentos de ocio y negocio. Menos mal que casi todos cuentan con blindajes contractuales que pueden ayudarles en estos momentos difíciles. Por último, aunque sea sólo a título menor, no puedo evitar dejar de pensar que, además de terriblemente injusta, esta norma muestra que los del Gobierno se han agilipollado. Rajoy, Guindos, Montoro: que estáis tirando piedras sobre vuestro propio tejado. Hombres de Dios, ¿acaso no tenéis previsto, cuando dejéis la política, seguir sirviendo al capital en alguna de sus múltiples instituciones con retribuciones acordes a vuestros altos merecimientos? Coño, pues no os bajéis el sueldo.
Tryin' to get to heaven - Lucinda Williams (Chimes of Freedom, 2012)
PS: Este tema, que sólo muy indirectamente se relaciona con el del post, es una canción de Bob Dylan de 1997 que canta Lucinda Williams en el disco publicado este año por Amnistía Internacional. Intentando llegar al cielo ... antes de que nos cierren la puerta. Va para Lansky.
¡Completamente de acuerdo, ya era hora de que alguien hable clarito!
ResponderEliminarFirmado: Gerado Diáz Ferrán
Vaya un análisis lúcido y sin pelos en la lengua. Me ha ayudado mucho a entender lo que está pasando. Muchas gracias, es verdaderamente necesario que estas cosas fundamentales queden dichas por una vez claramente, para orientar tanta opinión desnortada como anda por ahí. Claro, que otra solución casi mejor sería prohibir opinar al primer indocumentado que crea tener algo que decir y permitir expresarse solo a gente de fundamento, como el autor de estas líneas. Con lo bien que funcionaba el sufragio censitario... No desesperemos, que todo se andará.
ResponderEliminarPor no hablar de la gran preparación que se necesita para llegar a Consejero de una Caja y ganar solo 300 mil euros
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo. Los pensionistas que dejen de fumar, de beber,de comer en los restaurantes, de tomar café en los bares, de vestirse de moda, de ir a la peluquería, al cine, al teatro, de viaje, de comprar coches, de gastar gasolina, y energía eléctrica para calentarse.¿ Y sus ahorros ?,mejor saben gastarlos los directores de las cajas.¡ Joer!
ResponderEliminarRomi me gusta más que Lucinda.
Lansky, Vanbrugh, Números y C.C, me alegra que compartáis mi indignación. Ya veo que no os dejáis engañar por la palabrería de tanto perroflauta.
ResponderEliminarBuena continuación de tu post "RESPONSABILIDADES 1". Esta es más fina.
ResponderEliminarYa está bien de chupar de la ubre del Estado y de criticar al Gobierno de Rajoy sin opinión autorizada o lúcida.
Tiene razón C.C.: los jubilados que no caigan en gastos y caprichos 'pérfluos': que no fumen ni beban que no se arreglen el pelo ni vayan má al cine, ni viajen ni se calienten cuando tengan frío. Y ya que no tienen nada que hacer podrían barrer su calle y llevar la basura de su bloque a donde sea. No tienen por que chupar del Ayntamiento - que ya tiene bastante con erradicar el menor atisbo de corruptela.
Me voy a empapar otra vez con aquello de los fariseos y terminar de una vez con el estúpido debate sobre si escandaliza más el escandalizado o el escandalizador.
Coño ya !
Grillo
ResponderEliminarJuan Laborda
Digital Vozpópuli
http://www.vozpopuli.com/blogs/juan-laborda
Habrá que rebatir a éste si no acierta en su análisis.
Grillo