Una de las primeras obras del cristianismo es la llamada Didaché o Doctrina de los Doce Apóstoles, una especie de regla para el buen gobierno de la primitiva comunidad judeo-cristiana en unos tiempos (se data hacia la segunda mitad del primer siglo) en los que los originarios jerosimilitanos –los de Santiago, por entendernos– empezaban a ser desplazados por el cristianismo de los gentiles, impulsado por Pablo. La existencia de estos textos era conocida por las referencias de varios Padres de la Iglesia y durante los doscientos primeros años de nuestra era fueron firmes candidatos a incluirse en el canon bíblico (de hecho, son más antiguos que algunos de los que integran el Nuevo Testamento) aunque finalmente se descartaron. La Didaché, sin embargo, se había perdido y fue descubierta por Filoteos Bryennios, un presbítero ortodoxo, en la biblioteca del Monasterio del Santo Sepulcro en Constantinopla. El contenido "moral" de la obra parece que tenía por objeto establecer los preceptos que debían observar los paganos que se incorporasen a esa naciente "secta" del judaismo. Siguiendo una referencia veterotestamentaria (Deut, 30:15) presenta ante el catecúmeno dos caminos: el de la vida con el bien y el de la muerte con el mal, señalando sucesivamente lo que se debe hacer y lo que no. Entre la lista de prohibiciones aparece –creo que es la primera vez en un escrito "cristiano"– la condena del aborto: "no matarás a un niño no nacido ni a un niño recién nacido".
Aunque disto mucho de conocer mínimamente la religión judía, no creo que yerre demasiado diciendo que la actitud ante el aborto de ésta era bastante más intransigente que en la cultura grecolatina. De hecho, la escasa –por no decir nula– tolerancia de los judíos a la laxitud religiosa del paganismo, su extremado celo en observar la literalidad de la Ley, fue probablemente la causa primera de los innumerables conflictos con el poder romano. Y conviene recordar que los romanos no eran nada tiquis-miquis en cuanto a imponer sus creencias o rituales religiosos; al contrario, practicaban un descarado sincretismo que aceptaba casi todo y no daba demasiada importancia a nada. Este contexto permite imaginar el grado de "intransigencia" político-religiosa de los judíos (en especial de los de Palestina) para llegar a colmar la paciencia de Roma hasta el punto de verse obligados a un primer ensayo de la solución final en el primer tercio del siglo II de nuestra era. En lo que se refiere al aborto desde luego los judíos eran también bastante más severos que los grecolatinos. Aunque –que yo sepa– de los textos de la Biblia no se deduce una doctrina clara, parece que la tradición rabínica (y probablemente ya era así en los tiempos de Jesús) sí admitía la "humanidad" del feto, cuestión que los paganos ni se planteaban. Ahora bien, podría decirse que lo consideraban un ser humano pero "no del todo" y, desde luego, no se les ocurriría (ni entonces ni ahora) comparar el aborto con un asesinato. Baste comprobar que el castigo que establece Jehová para los hombres que, peleando entre sí, golpeen a una mujer encinta provocándole el aborto, es una compensación económica al marido (Éxodo 21:22). Una pena bastante más leve que la condena a muerte que implica el homicidio (e incluso otros delitos, como el secuestro o maldecir al padre o a la madre).
Aunque la Biblia (el Tanaj) apenas arroje luz sobre los presupuestos subyacentes a la valoración ética del aborto por los judíos, éstos desde siempre han sido muy aficionados a discusiones filosóficas extremadamente sutiles sobre cualesquiera de los aspectos de su religión. El Talmud es justamente eso: la recopilación de la doctrina religiosa que se ha ido formando a partir de estas discusiones, con frecuencia contradictorias o, al menos, no demasiado homogéneas. A este respecto, es recomendable un libro del rabino argentino Fernando Szlajen, Filosofía judía y aborto (Acervo cultural, Buenos Aires 2008) que profundiza sobre las distintas cuestiones éticas del aborto a la luz, principalmente, de la tradición talmúdica. Ciertamente, nuestra moral, la occidental, se ha construido fundamentalmente desde el cristianismo y, como he escrito al inicio del post, en muchos aspectos –y entre ellos el aborto– las bases éticas son herederas directas del judaísmo. Por eso, quien tenga interés en rastrear la evolución ética ante el aborto, mucho más que en la cultura grecolatina ha de mirar necesariamente a lo que pensaban los judíos de la época de Jesús y años inmediatamente posteriores. Pero tampoco vaya a pensarse en que la moralidad cristiana evolucionó de la mano de la judía. Supongo que durante los primeros cien años desde la muerte de Cristo pocas diferencias habrían, pero poco a poco, la apertura del cristianismo a los gentiles (Saulo de Tarso) y la doble necesidad –imagino– de distinguirse tanto de los judíos como de los paganos, fue acentuando las divergencias doctrinales en lo que a la moral se refiere y dotando a esa secta naciente de personalidad propia. Ese proceso sería –digo yo– bastante errático, lleno de contradicciones y ambigüedades, hasta que a partir del espaldarazo imperial de Constantino empezó el dogmatismo con su consiguiente martillo de herejías.
Como fuera, lo que parece suficientemente claro es que la valoración ética (y, por tanto, religiosa) del aborto se centró desde los primeros escritores cristianos en dilucidar si el feto era o no un ser humano y, en concreto, si tenía alma y, sobre todo, desde qué momento. Naturalmente, la Didaché no expresa a mi juicio más que una regla de comportamiento, propia de los judíos y ajena al paganismo, pero es muy anterior a reflexiones éticas que podamos calificar de cristianas. Dicho de otro modo, los primeros cristianos entendían que el aborto era pecaminoso en congruencia con la Ley la tradición judía y no por los argumentos específicos que se fueron construyendo en los siglos siguientes. De ahí que –en mi opinión– pueda ser útil ahondar mínimamente en la concepción que tenían los judíos contemporáneos de Jesús (y probablemente el mismo Jesús, dado que los Evangelios no ponen en su boca ninguna opinión específica al respecto) del "grado" de humanidad del nasciturus y, consiguientemente, del "grado de homologación" entre al aborto y el asesinato. Tal vez para los primeros cristianos, apóstoles incluidos, abortar no fuera matar, en contra de lo que se afirma con absoluta rotundidad desde muchos foros cristianos.
Sigo encontrando que tus investigaciones historicistas -usted perdone el adjetivo, que parece que le inquieta; pero yo lo encuentro bastante apropiado y no veo que tenga nada de malo- sobre la consideración moral que nos ha ido mereciendo el aborto en distintas épocas son francamente interesantes e instructivas, pero muy poco útiles para formarnos la nuestra.
ResponderEliminarMe agarro, por ejemplo, a tu última frase:Tal vez para los primeros cristianos, apóstoles incluidos, abortar no fuera matar, en contra de lo que se afirma con absoluta rotundidad desde muchos foros cristianos. Entiendo que lo que se afirma desde esos foros es que abortar es matar, no que también los apóstoles lo consideraran así. Como bien dices, es difícil saber qué consideraban los apóstoles, fuera de lo que específicamente se nos cuenta en los Hechos y otras fuentes, y no creo, por tanto, que nadie haga afirmaciones rotundas sobre ello. En cuanto a que abortar es matar, hoy no lo afirman muchos foros cristianos: lo afirman todos. Para hacerlo nos -yo también lo afirmo- es perfectamente indiferente lo que pudieran decir al respecto los apóstoles, del mismo modo que condenamos la esclavitud y la pena de muerte y la tortura, por ejemplo, a sabiendas de que eran instituciones sobre las que la postura de los apóstoles era, lógicamente, muy diferente de la nuestra. ¿No habíamos quedado en que la moral -que viene de mos, costumbre- es necesaria y saludablemente cambiante?
Vanbrugh: Entiendes mal. Las opiniones a que me refiero son las de quienes afirman que los primeros cristianos (y el propio Jesucristo) consideraban que abortar era matar a un ser humano. Aunque tú no lo creas, sí hay muchos (más en el ámbito evangélico que en el católico, por eso dije "cristianos") que si hacen afirmaciones rotundas sobre algo que es difícil de saber. Difícil pero no imposible; al menos se puede uno aproximar al conocimiento de cómo se pensaba en épocas pretéritas. Que ello sea útil para formarse la propia moral es opinable, claro. Como ya te comenté en el anterior post, para mí sí lo es, aunque solo sea para entender que no nos la formamos (al menos, no en gran proporción), sino que nos la forman como resultado de una determinada evolución histórica.
ResponderEliminarDesde luego, sé que actualmente abortar es, para todos los cristianos matar a un ser humano (añado el complemento directo). Lo que decía, repito, es que para muchos cristianos así ha sido considerado siempre.
La opinión más probable de Jesucristo y los apóstoles sobre el aborto NO se sabe, y las investigaciones, históricas o historicistas tanto da, poco pueden aportar cuando las fuentes constatadas (más o menos) contemporáneas a Cristo son una mención de pasada de un historiador romano, Flavio Josefo, también conocido como José ben Matityahu o Josefo ben Matityahu (n. 37-38– Roma, 101) . Yo opino —sólo es una opinión— que lo más probable es que ni se lo plantearan. Todos los pueblos nómadas y ganaderos , como los antiguos palestinos e israelís, cristianos incluidos conocían los remedios abortivos, hierbas en especial.
ResponderEliminarYo también creo que abortar es matar. Matar un feto, no una persona, con lo que volvemos a la casilla del principio en esta larguísima polémica
Vanbrugh y Lansky:Historicista debe predicarse de quien tiende a reducir la realidad humana a su condición histórica. Se me antoja poco pertinente calificar a las investigaciones con este adjetivo, salvo que con el mismo se pretendiera desmerecerlas sugiriendo que no son tanto investigaciones cuanto argumentos más o menos capciosos para reafirmar el reduccionismo intelectual de quien las practica. Por si hiciera falta, hago constar que yo no pienso que lo que somos se reduce a nuestra dimensión histórica (por tanto, no creo que lo poco que pueda de haber de tesis en ello pueda juzgarse de historicista). Sí pienso en cambio que la dimensión histórica es un componente fundamental de lo que somos, incluyendo obviamente lo que pensamos.
ResponderEliminarLansky: Desde luego, saber con seguridad lo que pensaban Cristo y sus apóstoles sobre el aborto no es posible. Y no sólo porque "no haya fuentes constatadas más o menos contemporáneas" (veo, por cierto, que desprecias como tales las de los primeros escritores cristianos), sino porque aunque las hubiera tampoco serían absolutamente fiables en cuanto a los pensamientos de aquéllos. Ello no obstante, sí creo que puede saberse con aceptable probabilidad lo que pensarían si suponemos que sería lo mismo que los judíos, dado que el tema del aborto no fue objeto específico de ninguna "enseñanza" de Jesús que hayan recogido los evangelistas. De ahí que entienda que, si nos interesa indagar sobre el asunto haya que dirigirse a las fuentes judías, lo cual no suele ser frecuente en muchos cristianos.
ResponderEliminarComo sabes de sobra, hay una rama de la historia que es la del pensamiento, la cual justamente trata de aclarar la evolución de las concepciones ideológicas (entre ellas las morales) a lo largo del tiempo y las culturas. Para ella, los hechos son importantes: por ejemplo, que las judías ciertamente abortaban y que conocían multitud de remedios desde hacía siglos, aunque en la época a que me refiero ya no fueran un pueblo nómada. Pero éstos, siendo condición necesaria, no son suficiente: hay que buscar otros indicios, más resbaladizos, para descubrir con suficiente probabilidad lo que pensaban y juzgaban sobre ello. Y a ese respecto, repito, los judíos –con su obsesión por las disquisiciones morales– nos aportan más que otros pueblos abundante literatura.
Tu última frase es innecesaria, por obvia. En efecto, la cuestión radica en qué es lo que se mata. Y, a diferencia de ti, yo sí creo que los judíos de la época de Cristo se lo plantearon (y en cambio los griegos y romanos no, o mucho menos).
Sobre lo que griegos y romanos opinaban acerca del aborto podemos deducir algo si nos leemos el juramento hipocrático:
ResponderEliminarNo accederé a pretensiones que busquen la administración de venenos, ni sugeriré a nadie cosa semejante; me abstendré de aplicar a las mujeres pesarios abortivos.
Números: Conozco la prohibición hipocrática, aunque –ahora no lo tengo a mano– hay matices en la misma. En todo caso, como creo que ya escribí en el post al respecto, estoy convencido de que siempre en todas las culturas el aborto ha sido considerado como un "mal". Lo que no siempre ha sido igual es la valoración ética y las motivaciones que subyacían en ésta.
ResponderEliminarAsí pues, el juramento hipocrático, por sí solo, no nos informa de lo que a mí me interesa. Lo que pienso –como ya escribí– es que para el pensamiento grecolatino (que tampoco fue uniforme) el juicio ético sobre el aborto poco o nada tenía que ver con la consideración del feto como persona.
La moral de una época es siempre la dictada por la clase dominante sobre la dominada.
ResponderEliminarDicho esto, ¿quién puede estar a favor del aborto? Nadie. Ni la mujer más dura de mollera lo está. Para empezar y dejando aparte estimaciones morales, se trata, cuando se hace bien, de una operación, hay que pasar por un quirófano y quíén estás dispuesto a pasar por uno alegremente.
Estos son diálogos de besugos. La cuestión es si una mujer que aborte debe ir a la cárcel o no. En El Salvador, por cierto, ahora que está de actualidad, la pena para la que lo hace es de treinta años de reclusión.
Si no fuéramos tan hipócritas, sin duda también seríamos más indulgentes.
—Yo:"Yo también creo que abortar es matar. Matar un feto, no una persona, con lo que volvemos a la casilla del principio en esta larguísima polémica"
ResponderEliminar—Tú: "Tu última frase es innecesaria, por obvia"
Mi conclusión: una gran y estimulante debate; cerrado en el punto exacto de obviedad y de sal
Recomiendo además del libro Filosofia Judia y Aborto del rabino Szlajen, un paper que él ha publicado y presentado en el Senado de la Nacion Argentina, ayudando a frenar la tentativa de despenalizar el aborto a demanda. Ver en
ResponderEliminarhttp://www.fernandoszlajen.com.ar/wp-content/uploads/2012/03/Aborto-y-Refutacion-de-Derechos-la-restauracion-de-los-postulados-Rab-Dr-Szlajen1.pdf