¿Cuándo descubrirían nuestros ancestros que la gestación es consecuencia del coito? Porque la cosa no es nada obvia; supongo que ninguno la hemos deducido por nosotros mismos, sino que nos hemos enterado porque nos lo han dicho. Hoy ya cualquier crío, mucho antes incluso de la pubertad, sabe de sobra que al acoplarse macho y hembra el primero deja una semillita en el interior de la segunda que crecerá en su barriga hasta convertirse en un bebé. Pero el tiempo que pasa entre el acto sexual y las primeras manifestaciones del embarazo es lo suficientemente largo como para que la relación causa efecto no sea evidente. Llegar a esa conclusión exige además una capacidad deductiva y de generalización que me imagino que no se alcanzaría hasta determinado estadio de evolución de la especie. ¿O no? ¿Lo sabrían ya los homínidos anteriores al sapiens? La pequeña Lucy, que hace más de tres millones de años deambulaba por las sabanas etíopes, ¿pensaría cuando paría a nuestros architatarabuelos que el origen estaba en las sacudidas pélvicas que le propinó meses antes alguno de los australopithecus machos del grupo? Tal vez –no tengo ni idea sea remontarse demasiado atrás atribuir ese conocimiento a los primeros ejemplares del género homo. Supongo, en todo caso, que el neanderthal ya lo sabría y probablemente también algunas especies antecesoras. En fin, digo yo que como mínimo el dato es socialmente conocido desde hace más de un cuarto de millón de años.
Seguro que los paleoantropólogos lo tienen claro, pero aunque he leído unos cuantos libros divulgativos sobre la materia, no recuerdo ahora ninguna referencia explícita a este asunto. Ciertamente, establecer la relación causal entre el coito y el embarazo es un presupuesto básico para el desarrollo y complejización de la organización social y sin duda tuvo que ocurrir bastante antes de que la sedenterización se impusiera en nuestra especie. Me pregunto, por ejemplo, si fue previo al control del fuego, que duró largos siglos desde su descubrimiento hace más de un millón de años y que corresponde al homo erectus. Tengo para mí que los mecanismos intelectuales que permitieron a aquellos homínidos aprender a producir fuego a voluntad son menos complejos que los que les llevarían a concluir que darse el gusto con una hembra conducía a tener hijos. Hasta darse cuenta, supongo que el embarazo y nacimiento del nuevo ser sería algo de naturaleza mágica, un privilegio divino de las hembras (para mí sigue siéndolo) que, gracias al instinto de preservación de la especie, les llevaría a poco menos que adorarlas. A lo mejor, las míticas sociedades matriarcales originarias se mantuvieron mientras el varón desconocía su participación en la gestación.
Desde luego, tuvieron que ser las hembras las que deducirían la relación entre los primeros anuncios que les daban sus cuerpos y el coito de unos días o semanas antes. Puestos a barruntar anacrónicas intencionalidades, me divierte suponer una conspiración de silencio de nuestras abuelas, ya conocedoras de que los causantes de su estado eran los machos, para evitar que éstos se enteraran y les apearan de su estatus privilegiado; pero ciertamente tal hipótesis es absurda y además habría estado condenada al fracaso a cortísimo plazo. Duda relacionada con la central de este post es si el apareamiento monogámico de nuestra especie, aunque fuera por periodos limitados a la gestación y primera crianza, es previo o posterior al conocimiento generalizado de la relación entre coito y embarazo. Uno tiende a barruntar que precedería el saberlo, pero no necesariamente. Al fin y al cabo, es posible que el germen instintivo del sentido de propiedad llevara a los machos a querer disponer en exclusiva de la hembra que más les gustara aún sin ser conscientes de que las crías que paría provenían de sus escarceos con ella. Lo cual lleva a pensar que el sentimiento de paternidad, entendido como la inclinación del macho a proteger y favorecer a sus hijos, no requeriría que éste supiera que son biológicamente suyos; bastaría que los hubiera parido su hembra y él se comportaría atendiendo simplemente al instinto que le venía de fábrica para propiciar la conservación de sus genes, aunque ignorara que fueran suyos.
Naturalmente, en la resolución de este misterio básico por los homínidos que lo hicieran tuvo que influir observación de los apareamientos de los animales que les rodeaban. Otra duda más, ¿cómo fue: dedujeron que los mamíferos cercanos tenían crías como consecuencia de sus apareamientos y de ahí llegaron a la conclusión que lo mismo valía para ellos o a la inversa? Acaso ambos procesos se dieron alternativamente en distintos grupos de homo erectus. En fin, seguro que todos estos interrogantes míos están más que resueltos en el estado actual de la paleoantropología, pero se me ocurrieron el otro día en una conversación de café y me apetecía desbarrar al respecto. Como fuera, de lo que estoy convencido es de que los principios de lo masculino y femenino, asociados a lo activo y pasivo, dador y receptor, respectivamente, tan comunes en la mayoría de las mitologías primigenias de nuestra especie y que siguen subyaciendo en la configuración social que sufrimos desde hace unos cientos de miles de años son necesariamente posteriores a la solución de este enigma, al despojamiento de su carácter milagroso. También ese descubrimiento está en los cimientos de la construcción de la ideología ética ante el aborto. Lo digo para que se vea que este post guarda relación, aunque parezca un paréntesis ajeno, con el anterior que me propongo continuar.
Y para poner el adecuado contrapunto a estas tonterías, recomiendo que disfruten con el divertidísimo humor inglés de Stephen Fry en el video que adjunto.
Recuerdo haber leído hace muuuchos años, cuarenta, probablemente, un relato, o una novela, de William Golding -no recuerdo el título- que sucedía en una sociedad como la que conjeturas, un matriarcado prehistórico en el que las mujeres, depositarias de la sabiduría del clan, eran las únicas conocedoras de la relación entre el coito y la gestación, mientras que los hombres constituían un feliz e inconsciente grupo de machos alborotadores/cazadores/folladores sutilmente gobernados por ellas y desentendidos del cuidado de la prole. La creación y crianza de esta última era uno de los misterios que administraban las hembras y con los que ellos no tenían ni querían tener nada que ver. Resultaba bastante verosímil...
ResponderEliminarMe ha encantado el video. La pareja protagonista -habrás visto que el padre es Hugh Laurie, el Doctor House, unos años más joven- protagonizó también una excelente serie sobre mis personajes favoritos, Wooster y Jeeves. Es una de las mejores adaptaciones de un libro a la pantalla que he visto nunca; basta decir que me encantó a mí, que adoro a Wodehouse y suelo ser bastante poco contentadizo con estos traslados. No es extraño que así fuera: Stephen Fry es un fan confeso de Wodehouse.
Yo creo que la ciencia todavía no sabe cómo ocurrieron esos desarrollos de nuestra consciencia que pones en cuestión, por saber, no se sabe con exactitud (al menos a mí no me consta) que fuera el Homo erectus el descubridor de cómo hacer fuego (quizás la primera habilidad que nos separó definitivamente del resto de los animales). Sin embargo los principios de femenino y masculino seguramente son muy anteriores al descubrimiento de la paternidad, ten en cuenta que además de dar y recibir al hijo, sexualmente también se da y se recibe a través de los genitales durante la cópula, pero si miramos los sentimientos de paternidad que rigen en la sociedad actual, lo biológico no tiene ninguna importancia, no hay más que ver que un intercambio de bebés fortuito no causa ningún efecto en los afectos de los padres, al igual que ocurre con los niños adoptados.
ResponderEliminarVanbrugh: Los herederos (The inheritors)
ResponderEliminarEl video es genial, y Hugh Laurie
Del resto de tu entrada, Miroslav, disiento de tantos de los supuestos que manejas que en realidad para desembrollar un poco el tema, tendría que escribir yo a mí vez un comentario el triple o más de largo que tu post. Así que sólo uno de los muchos detalles, un sólo un apunte: las hembras, mujeres incluidas, debido a los inmediatos cambios hormonales que se les provocan en un coito con fecundación, lo saben desde siempre, animales u homínidas lo mismo en este caso, conocen esa relación. Son precisamente los machos los ignorantes, y de ahí al obsesión por poseer, esto es, por controlar a la hembras, hacerlas de su propiedad para asegurarse que la prole es suya.
ResponderEliminarUf, veo que mi comentario anterior roza la impertinencia de ir de ‘sobrado’, y no era esa mi intención (nunca lo es, o eso procuro). Intentaré brevedad. La hembra humana, como sabemos, es casi la única entre los mamíferos que mantiene una teórica disposición al coito y lo que podríamos llamar –incorrectamente- un celo permanente, a la inversa que el resto del clase zoológica, que tiene una época bien precisa. Tenemos, o ellas tienen, ciclo menstrual, en vez de estral. La mayoría de las mujeres, por ello, hoy por hoy, no saben cuando ovulan y, por tanto, cuando pueden quedar fecundadas, pero una inmensa minoría sí los saben ‘aún; de ahí que se cuente la gestación por nueve meses, el periodo promedio desde la última regla y no el real, que es mayor pero más indeterminado para muchas.. La culturización o antropización ha corrido en los dos sentidos: haciendo que las hembras desconozcan lo que toda hembra de mamífero ‘sabe’, pero sustituyendo esa ignorancia reciente con conocimiento cultural. No sé si he podido explicarlo de tan breve. Cuando más animales (qué incorrección), más alejadas de la hominización hacia el sapiens, más sabían la hembras, cuanto más evolucionan culturalmente, más saben los varones.
ResponderEliminarBastante de acuerdo con los comentarios de Lasnky. Las descubrimientos de la arqueología parecen probar que existió un dilatado periodo de matriarcado, en el que se adoraba a la diosa madre, la tierra, y se veneraba a la mujer por su capacidad reproductiva. En realidad el patriarcado, con sus dioses feroces y malencarados es, siempre según la arqueología, bastante reciente.
ResponderEliminarPor cierto y en relación con el aborto, parece que mujeres prehistóricas ya abortaban voluntariamente. No recuerdo el libro en el que leí. Pero se han encontrado elementos que podía servir, a juicio de los entendidos, para practicas abortivas. Hay que tener en cuenta que en determinadas especies las hembras se tornan transitoriamente estériles en determinadas circunstancias, años de escases de alimentos, por ejemplo, cosa que no les ocurre a las mujeres.
Si bien en los humanos la distancia entre el coito y los efectos del embarazo es dilatada en el tiempo, en otras especies animales no lo es tanto, por lo que establecer la correspondiente relación causa efecto no debió de resultarles complicada.
ResponderEliminarOtra cosa es que supiesen realmente qué se cocía ahí dentro, de hecho hasta no hace mucho, cuando una mujer se quedaba embarazada se tapaban los cuadros donde apareciesen hombres negros, porque el niño podía salir negro.
Los romanos, como en tantas otras cosas, estaban más avezados en estas lides y conocida es la anécdota de Julia, la Mayor, hija del Emperador Augusto.
Vanbrugh >>los hombres constituían un feliz e inconsciente grupo de machos alborotadores/cazadores/folladores sutilmente gobernados por ellas y desentendidos del cuidado de la prole.<< Pues tampoco es que hayamos avanzado mucho desde entonces, no le parece ;-)
Molon En la antigüedad, y hablo de épocas tan recientes como la Edad Media, el método de control de natalidad más empleado era el infanticidio, llegando en épocas de hambruna hasta a comerse a sus propios hijos. La historia de Hansel y Gretel es un buen ejemplo de lo que digo.
Otras culturas, como la antigua Grecia, empleaban directamente la homosexualidad como una forma de aliviar las tensiones sexuales sin que hubiese peligro de embarazo. En cambio en Esparta, siempre falta de guerreros, no estaba tan bien vista. Naturalmente a los niños que salían con alguna tara física los arrojaban desde lo alto del monte Taigeto.
En China e India, como el tener una niña es una desgracia, se las dejaba morir de inanición o, directamente se las asfixiaba con una almohada para que pareciese un accidente. Más recientemente, con el desarrollo de pruebas de determinación de sexo prenatales, las mujeres abortaban cuando estaban embarazadas de niñas, lo que llevo a los gobiernos chino e indio prohibir dichas dichas pruebas. (Me pregunto que opinarán los partidarios del aborto de este tipo de aborto selectivo)
Vanbrugh: A mí, en cambio, no me termina de convencer la hipótesis de una sociedad matriarcal primigenia. No digo que no haya habido ejemplos aislados de ese modelo, pero pienso que más serían la excepción que la regla. Si imaginamos cómo tuvo que ser el larguísimo proceso de construcción de estructuras sociales, por muy rudimentarias que fueran, me es difícil pensar que la administración de los recursos y sobre todo del “poder” lo hubieran ostentado originariamente las mujeres, pese a que conozco de sobra el mito tan repetido de esa “idílica” sociedad matriarcal, aunque –que yo sepa- los descubrimientos de la arqueología no lo hayan probado (cuestión muy distinta es que se veneraran diosas femeninas y a la mujer por su capacidad reproductora, como dice Molón).
ResponderEliminarNo he visto la serie sobre Wooster y Jeeves a que te refieres; a ver si me das más datos para conseguírmela, que seguro que tiene que ser estupenda.
Atman: El desarrollo de la capacidad de nuestros ancestros para “dominar” el fuego fue un proceso larguísimo, pero parece que hay suficientes indicios de que los neanderthales ya lo controlaban. En cuanto a lo de los “principios” de femenino y masculino, no sé muy bien a qué te refieres ni tampoco estoy seguro de entender tu uso de los verbos “dar” y “recibir” en relación al hijo y al coito. Debe ser que hoy estoy más obtuso de lo habitual.
Lansky: No me pareció “impertinente” tu primer comentario, tranquilo; tal vez un poco tu disenso que proclamas abundante y que no termino de comprender dado que todo el post está escrito para expresar no mis certezas sino justamente mis interrogantes. ¿Cabe disentir con una pregunta? Supongo que sí, pero ...
En cuanto al fondo del asunto, quizá es que estemos usando el verbo saber de distinta forma. Cuando dices que las hembras, mujeres incluidas, saben “desde siempre” que están embarazadas como consecuencia del coito que hace poco han realizado, me da la impresión que con ese saber te refieres a un “conocimiento biológico” (no se me ocurre una mejor manera de expresarlo) que las hace “comportarse” en congruencia con ese saber. El saber al que yo me refería equivale a “saber que lo saben”; es decir, que el conocimiento de la relación causal entre cópula y gestación pueda convertirse en objeto de pensamiento, lo cual implica la aparición de lo que, supongo que poco rigurosamente, se da en llamar conciencia. A esa conciencia de la relación causal que me genera dudas ha de llegarse por procedimientos mentales que, en el caso de las hembras, como bien dices, se daría a partir de la constatación y consiguiente procesamiento intelectual de sus cambios biológicos. Hecha esta distinción, no creo que una perra, por poner un ejemplo que conozco bien, sepa que está embarazada porque se la montó unos días antes un perro. Pero, en cambio, me pregunto si un chimpancé hembra (o hasta macho) haya alcanzado ese nivel de “conocimiento consciente”, en cuyo caso habrá sido por procesos muy similares a los de nuestros ancestros, imagino.
En todo caso, te confieso que esperaba que me ayudases a despejar mi duda, la pregunta con la que inicio el post. A lo mejor necesitarás escribir uno al respecto.
Molón Suave: Sí abortaban, sí. Curiosamente, el aborto voluntario no presupone necesariamente el conocimiento consciente de la relación causal entre coito y embarazo, mientras que los métodos anticonceptivos sí (empezando por el que usaba Onán y que tampoco le gustaba al feroz Jehová). De lo cual cabría deducir que, en teoría, es posible que el aborto sea anterior, en la historia de nuestra especie, a la contracepción.
ResponderEliminarNúmeros: Sí, ya había pensado que nuestros ancestros, observando los coitos y posteriores embarazos de los animales, podían llegar a concluir que existía la relación causal y extrapolarla a ellos mismos. Ahora bien, esos procesos deductivos debieron darse en fases ya bastante avanzadas de la hominización (seguramente cuando ya convivían con animales) e intuyo que la conclusión debió ser bastante anterior, probablemente a partir de la reflexión consciente de las propias hembras a partir de la constatación de sus cambios orgánicos. Ahora bien, no sólo me interesa el cómo sino también el cuándo. Estoy convencido que los paleoantropólogos que han investigado y conjeturado sobre el proceso de “autoconciencia” y aculturación de nuestra especie (o sus antecesoras) tienen que tener abordado este asunto; lo que pasa es que no he encontrado hasta ahora datos mínimamente relevantes al respecto.
Del cómo y cuándo tomaron conciencia aquellos primeros hombres de la relación causa (cópula) y efecto, (embarazo y alumbramiento) no tengo ni idea; tampoco me parece un dato fundamental, pero estoy convencido de que lo debieron haber observado en los animales.
ResponderEliminarEs cierto que los animales que entonces pudieran rodearles como de compañía o no, tendrían ciclos y etapas de gestacióm muy diferentes, pero no hay que olvidar que en cientos, miles, o millones de años cualquier ser con 'inteligencia' estaba capacitado para sacar deducciones tan 'vitales' lentamente también, muy poco a poco. Creo que debió ser con esa observación tan lentísima como aprendieron también cómo cosechar, recolectar, 'cocinar', etc.
El video es graciosisimo. Fijáos además los nombres de los personajes: el director del colegio, Mr. Casilingua..., el padre (House) Mr. Smear, que es cono una mancha, un borrón; y el profe de biología Mr. Hent, como de mente obsoleta.
Escribo esto sin todavía haber leído los comentarios. Puede ser que alguien me haya anticipado en lo que voy a decir.
ResponderEliminarMuchos de nosotros habrán observado que la gran mayoría de los seres humanos recién nacidos se parecen a su progenitor. Este fenómeno es el que hace que el hombre acepte su rol de padre aunque más tarde esa semejanza desaparezca. Así me lo explicó un antropólogo que, de paso, me dijo que yo tenía rasgos faciales turcos. Sabiendo que parte de mi familia griega era originaria de Constantinopla, me quedé de piedra. Mi abuela odiaba a los turcos.
P.S. No me ausento, Miros. Leo todo lo que escribes
Por aclarar malentendidos: yo no soy partidario del aborto. No creo que lo sea nadie, especialmente las mujeres, a fin de cuentas, aparte problemas morales, se trata, si hace correctamente, de una operación, no muy complicada, quizás, pero operación. Mi posición, al respecto, es que el problema lo tienen las mujeres (yo no puedo tenerlo, aunque quiera)y que son ellas las que LIBREMENTE deben decidir. Soy, por tanto, absolutamente contrario a su penalización. Como soy más contrario aún a su obligatoriedad, directa o indirecta. Por ello los abortos selectivos chinos me parecen mal, no por abortos, ni por selectivos, sino porque la mujer que se somete a él lo hace obligada, bien que indirectamente, por normas establecidas por el Estado. Item más: creo que el problema mejoraría enormemente con una ampplia, profunda y correcta educación sexual, así como con el uso de anticonceptios. Pero constato que una buena parte de los que condenan el aborto son igualmente contrarios a cualquier tipo de educación sexual. Y una última cosa: al no poder de ningún modo abortar, me parece, como mínimo, una brutal hipocresía condenar a quien sí puede hacerlo.
ResponderEliminarSi suponemos que a los humanos nos llevó algún tiempo descubrir la relación entre cópula y descendencia, es de suponer que nos llevó bastante menos tiempo relacionar el principio masculino y femenino a través de la sexualidad, esto es: el pene es el que se activa y eyacula, mientras la vagina permanece pasiva y receptora. Una vez descubierto “el enigma de la gestación” no cabe duda que el principio masculino y femenino se enriquecerá aún más, pues además de dador y activo, pasivo y receptivo, ahora también será fecundador y procreador.
ResponderEliminarC.C: De acuerdo, pero no me termina de convencer como primer mecanismo para llegar a la deducción consciente de que el parto es consecuencia del coito echado nueve meses antes. Te lo admito (también lo había leído) como un recurso evolutivo para propiciar la identificación afectiva del macho con la cría, pero para mí que puede funcionar independientemente del "conocimiento" de la relación causal que me intriga. Aunque incluso puede que el padre "adopte" la cría como propia antes de "saber" que proviene de sus espermatozoides (sería un mecanismo para reforzar la "relación de pareja" instintiva), supongo que lo normal es que se haya activado con más intensidad una vez que los machos ya conocieran dicha relación causal, con la finalidad de convencerlos de que el niño no es de alguno de los competidores de la tribu que se hubiera podido "beneficiar" a "su mujer".
ResponderEliminarAtman: No te ofendas, pero sigo sin entender tu lenguaje o, si lo entiendo, me parece que no aporta gran cosa a la cuestión. Dices que el principio masculino es el pene erecto y eyaculante y el principio femenino la vagina recibiéndolo. Pues vale, pero prefiero llamarlos, en vez de principios, pene y vagina. En todo caso, con esta aclaración y volviendo a tu comentario anterior, resultaría que lo que dijiste es que el pene y la vagina "seguramente" son muy anteriores al descubrimiento de la paternidad; seguramente no, sin ningún género de dudas. ¿Y?
…no termino de comprender dado que todo el post está escrito para expresar no mis certezas sino justamente mis interrogantes. ¿Cabe disentir con una pregunta? Supongo que sí… (como ves gracias a ti he aprendido a aplicar estas bastardillas y negritas tan útiles, y no es lo único que me has enseñado). Te respondo que, en efecto, se puede disentir de una pregunta si está mal o inoportunamente (hablo del momento histórico de hacerla, no de su contenido en sí) formulada. La ciencia es más el arte de plantea r las preguntas adecuadas, en cada momento además, (al revés que la pseudo y para ciencias)m que la técnica de responderlas. No me extiendo, mira el programa de Punset —no es que te compare con él— hace preguntas tan absurdas a sus excelentes invitados que estos se ven obligados a dar miniconferencias para reconducirlas adecuadamente y entonces sí: responderlas. Recojo tu guante, como mi blog (como el tuyo, supongo) es un desahogo de tareas más tediosas o ingratas, cuando me apetezca haré un post sobre este tema, de hecho, hay bibliografía excelente tanto clásica como muy reciente sobre el tema.
ResponderEliminarTuve una compañera de los primeros años de universidad que en clase de resistencia de materiales acosaba a cada rato al profesor con preguntas que rozaban la obviedad, mientras los demás nos sonreíamos con suficiencia. El profesor, con gran paciencia, interrumpía sus peroratas y se obligaba a explicar con mucho más detalle cómo se funcionaba la flexión, por ejemplo; digamos que "bajaba" considerablemente el nivel de su exposición. Gracias a Vicki Figueroa (así se llamaba, me acaba de venir su nombre y cara a la memoria) todos los que nos considerábamos mucho más "inteligentes" que ella nos dimos cuenta de que no habíamos entendido del todo bien en la primera versión.
ResponderEliminarLas preguntas, incluso cuando están mal o inoportunamente formuladas, se hacen para expresar (acotándolo lo más que se puede) algo que se ignora y se quiere saber (descarto, obviamente, las capciosas). No me parece del todo pertinente el verbo disentir en relación a una pregunta. Ciertamente, una pregunta mal formulada no contribuirá en nada al avance de la ciencia. De hecho, en este post repito más de una vez, creo, que estoy convencido de que mi duda debe haber sido más que resuelta por la paleoantropología. Pero yo no sé la respuesta.
Lo de reconducir las preguntas puede estar muy bien cuando quien las responde se da cuenta de que el interrogador las está expresando mal; o sea, que lo que dice no es lo que quiere saber. Pero, a veces, no deja de ser una suficiencia errónea que sólo conduce a contestar lo que uno quiere y seguir dejando al otro ignorante de lo que le interesa saber. En este caso, la duda que me interesa es cuándo (y cómo) adquirieron los humanos el conocimiento consciente de la relación causa-efecto entre el coito y el embarazo, pregunta que, por muy superada que esté, me parece de lo más específica.
Como te aclaro en mi anterior comentario, el saber al que me refiero no es el biológico que es al que tú te refieres en tu respuesta, sino el consciente que se convierte en objeto de reflexión y transmisión, y también en elemento de socialización. Me es difícil escoger los términos adecuadamente, pero supongo que me entiendes. Tu reconducción de mi pregunta para responderme que las hembras lo saben desde siempre no me la resuelve.
El asunto está obviamente relacionado con el desarrollo mental de lo que los neurólogos llaman conciencia (anoche estuve releyendo unos escritos de Damasio al respecto, pero aunque esclarecedores se centran demasiado en cómo es y funciona esta capacidad cerebral; lo que a mí me interesa es cómo llegó el homínido a desarrollarla. Porque para descubrir la relación causal de que trato en este post tenían que tenerla. Intuyo (ahora no recuerdo un magnífico libro sobre los primates) que seguramente ese conocimiento también lo tienen los chimpancés, pero no los perros.
En todo caso, quedo a la espera de tu post sobre el asunto. Entre tanto, te agradecería que me señalaras alguna de esa excelente bibliografía.
"la duda que me interesa es cuándo (y cómo) adquirieron los humanos el conocimiento consciente de la relación causa-efecto entre el coito y el embarazo"
ResponderEliminarRespuesta: Nunca, —eh aquí una de las falsas presunciones muy repetidas en todas partes por algunos manuales superados de historia y repetidos hasta el día de hoy— puesto que nunca perdieron esa relación al menos en lo que se refiere a la mitad aproximada de los individuos de nuestra especie en cualquier época histórica o prehistórica. (Cf.- mi respuesta del día 23 a las 11.48, hora canaria)
Del emncionado comentario mío deñ 23/11. 48:
ResponderEliminarCuando más animales (qué incorrección), más alejadas de la hominización hacia el sapiens, más sabían la hembras, cuanto más evolucionan culturalmente, más saben los varones.
¿Tan esotérica e insatisfactoria te parece esta repuesta que te dí hace ya un tiempo...?
P.S,.- no tengo al bibliografía a mano para citarla adecuadamente, supongo que sabes que mi biblioteca está en mi casa del pueblo de la sierra y que en la ciudad en la que trabajo vivo 'con lo puesto' es decir, con los libros que estoy leyendo o por leer.
Hola. Muy interesante es el saber cuándo fuimos conscientes. Hay un libro de Lorenzo Mediano que trata una historia con las ideas que mencionabas de una socieedad matriarcal con el secreto guardado y cómo los hombres se hacen con él dominando a las mujeres a partir de entonces. Se llama "el Secreto de la Diosa". También es muy interesante al respecto aunque no lo he leído todavía "el primer Viaje" de Arsuaga. Un saludo.
ResponderEliminarrosacea specialist Los Gatos
ResponderEliminarStop by my weblog - Dryden laser treatment rosacea