Un chiste ya viejo –me lo contaron durante el segundo gobierno de Felipe González, cuando ya a tantos se nos habían desinflado las ilusiones– refiere el intercambio de visitas entre los ministros de obras públicas español y alemán. En la primera es el hispano el que viaja y su colega teutón le organiza una exhaustiva y apabullante gira por las últimas obras de ingeniería civil de su país: fantásticas autopistas, inmensos embalses, puentes de audaz ingravidez, raudos y silenciosos ferrocarriles, modernos y eficientes aeropuertos y más y más infraestructuras fruto del feliz y bien avenido matrimonio entre el Estado y las grandes compañías privadas. Para rematar la agotadora exhibición, el capitoste alemán invita a su anonadado homólogo a una cena en su residencia privada, una mansión elegantemente lujosa (difícil combinación) en las faldas de los Alpes bávaros. A los postres, algo achispados ambos tras unas botellas de vinos del Rin, el tedesco, esbozando una pícara sonrisa de niño travieso, pregunta al celtíbero: ¿ves esa autopista ahí abajo, paralela al río? Sí, contesta nuestro paisano un poco mosca ante lo que prevé que será otra implícita afirmación de la superioridad germana. Pues esta casa en la que estamos es el 5%. Tres o cuatro años después, acontece la devolución de la visita y el ministro español pone todo su empeño en demostrar al teutón lo mucho que aquí hemos progresado: le lleva a ver el reciente AVE, las nuevas y sobredimensionadas autopistas, las obras de los futuros Juegos Olímpicos barceloneses y de la Expo sevillana y cuantas otras infraestructuras estuvieran en curso de ejecución o, al menos, contaran con una maqueta suficientemente presentable. Ciertamente, no podía presumir nuestro paisano de que hubiésemos alcanzado el nivel de la gran potencia europea pero confiaba al menos en que el alemán lo viera como discípulo aventajado y no como un país en el lindero del subdesarrollo. Como en la ocasión anterior, el encuentro se cerró con un convite al ilustre invitado en la residencia privada del político anfitrión. Y ahí sí que, por fin, consiguió éste resarcirse. Una mansión palaciega en la serranía de Málaga, de tropecientos metros cuadrados, diseñada y decorada bajo la inspiración –mejor sería decir copia– de la Alhambra pero con todas las virguerías tecnológicas disponibles para el máximo confort. La cena fue asombrosamente fastuosa, preparada por uno de los mejores chefs del país que expresamente se desplazó desde su restaurante guipuzcoano, y regada con los mejores caldos patrios. Al tiempo de los licores llegó el momento de las confidencias tan esperadas por nuestro ministro. ¿ves esa autopista ahí abajo, paralela al río? Giró la testa el hombre de Helmut Kohl y durante un rato, forzando la vista, intentó divisar lo que le señalaba su colega. Pues no, no la veo, respondió desconcertado. Pues esta casa en la que estamos es el 100%.
He reescrito el viejo chiste con la intención de transcribirlo en el tríptico que se edite para publicitar el máster en corrupción administrativa que, con un amigo, pretendemos organizar bajo los auspicios de la Universidad de La Laguna. La verdad es que en las primeras conversaciones, los responsables de la Cátedra de Derecho Administrativo no nos han puesto muy buena cara e incluso alguno, demostrando corta vista o hipocresía, hasta se hizo el escandalizado. A nosotros, sin embargo, nos parece que perentoriamente deben ser cubiertas las evidentes carencias formativas que sobre esta materia reciben los futuros funcionarios. Es más, nos cuesta entender que hasta ahora –que sepamos– no se haya planteado la urgencia de esta necesidad en el mundo académico (quizá se deba al tan conocido síndrome de "torre de marfil" de los universitarios) así como que los de la de La Laguna no adviertan que se apuntarían un tanto espectacular que, sin duda, incrementaría en grado sumo su prestigio institucional. En fin, confiamos todavía en convencerlos y no tener que recurrir al patrocinio privado, ámbito en el cual la lógica apunta a que tendríamos menos probabilidades de éxito, toda vez que pocas grandes empresas (bancos, constructoras fuertes, etc) estarían muy dispuestas a colaborar para que los futuros gestores de la administración pública entren en ésta con conocimientos firmes de las muy diversas y sutiles prácticas de la corrupción.
Porque, de entrada, es imprescindible desterrar los tópicos genéricos sobre la corrupción que, desgraciadamente, enseguida encuentran fácil eco en los medios de comunicación. El profano, poco avisado de la inconmensurable ignorancia de los periodistas, llega a creer que cualquier cosa es corrupción y que ésta, además, es una especie de nube perennemente asentada en las instituciones y que, por tanto, empapa casi todos los actos administrativos. Además, también se tiende a pensar, quizá como corolario de su presunta abundancia, que cometer un acto corrupto es muy fácil. Metiendo pues todo en el mismo saco y no ocupándose en "aburridas" distinciones ni esforzándose en alcanzar un mínimo de rigor conceptual, los ignorantes que se proclaman expertos nos regalan artículos de opinión que no son más que diatribas condenatorias. Como toda diatriba, no voy a negar la que es su virtud específica: denunciar estentóreamente un problema –¿y quién duda que lo es?– pero, al mismo tiempo, contribuyen en no poca medida a enturbiar el conocimiento del mismo, facilitando indirectamente que la corrupción prosiga y los corruptos (salvo los más tontos) se sientan cómodos e impunes en esa confusión. Nuestro objetivo con el máster es justamente disipar esas nieblas de tópicos e ignorancia, probablemente inducidas desde intereses inconfesables. Viene a cuento recordar eso de que la corrupción es el aceite del sistema, que dicen que dijo Felipe González, aunque no me consta –ma se non è vero ... No negaré la pertinencia de la metáfora grasienta, pero ello no excusa, más bien al contrario, de conocer todos los tipos de aceite y sus distintas peculiaridades.
Mi amigo, que lleva muchos años en la administración pública y ha conocido de primera, segunda y tercera mano multitud de casos de corrupción, será el encargado de la parte práctica del máster. A mí me ha tocado, complementariamente, la clasificación y teorización a partir de los ejemplos reales. Claro es que se trata de un trabajo en equipo en el que debemos coordinarnos estrechamente. Ayer por ejemplo, discutíamos las distintas variantes de las adjudicaciones de contratos públicos, la necesidad de contar con la complicidad solidaria de los concursantes privados para lograr el amaño y las formas en que esta estrategia podía llevarse a cabo en la práctica. Al hilo de esto, comento que durante el curso procuraremos distinguir en cada modalidad de actuación corrupta los distintos papeles y grados de implicación de los agentes necesarios. Naturalmente –la actualidad manda– hemos previsto todo un bloque lectivo dedicado a la interrelación corrupta entre las instituciones administrativas y los partidos políticos; a este respecto el caso Bárcenas lo usaremos como muestra chapucera, tan burdamente distante de praxis mucho más sofisticadas y, por ello, apenas conocidas. Tampoco podrá faltar un análisis específico sobre el sistema judicial, concebido como riesgo evidente de estas técnicas, sin duda, pero también como acicate de su evolución y, aunque a primera vista no se entienda, como oportunidad de negocio (corrupto) nada desdeñable. Pero bueno, tampoco se trata ahora de desgranar deslavazadamente el programa. Además, para definirlo en toda su extensión, aún nos queda confirmar la participación de algunos profesores invitados, todos ellos verdaderas autoridades en este asunto; las negociaciones son complejas ya que no pocos plantean curiosas exigencias poco habituales en eventos académicos de esta naturaleza (por ejemplo, que les garanticemos el anonimato).
No me enrollo más. Como podréis comprobar, estamos tremendamente ilusionados ante este aventura, tanto por lo que supone de innovación pedagógica como por la incuestionable utilidad pública que puede resultar de ella. En cuanto tengamos cerrado el programa y las condiciones prometo anunciarlo en el blog. Quizá a alguno el precio que estamos tanteando podrá parecerle caro, mas que piense que la calidad cuesta (y hay que pagarla) y que, al fin y al cabo, es de sobra sabido que esto de los masters es un sacaperras desvergonzado; al menos en este caso lo que aprenderá el alumno será útil para su futuro profesional. Me atrevo a garantizar que quienes asistan con provecho saldrán estupendamente preparados para moverse en el proceloso y escurridizo mundo de la corrupción. Además, para evitar overbooking, las plazas serán estrictamente limitadas, asignándose mediante un complejo algoritmo que yo mismo he desarrollado (a partir de una ingeniosa combinación de los más sofisticados que conozco para la adjudicación de contratos públicos y para la valoración medioambiental) que sopesará adecuadamente los diversos factores relevantes para la selección de los alumnos. Va a ser un éxito, seguro, y estamos convencidos de que habrá ulteriores ediciones y nos copiarán la idea todas las universidades del país.
Cambalache - León Gieco (La Historia Esta 2, 1998)
Tu chiste, que no conocía admite variantes, como que en la visita a España el alemán no vea el río porque vaya seco debido no sólo a nuestra proverbial sequía pertinaz —en realidad clima mediterráneo y punto— sino a la mala gestión y despilfarro de nuestra escasa agua.
ResponderEliminarMe parece muy acertado vuestro enfoque, aunque darle rango académico de máster me parece innecesario frente a un curso teórico práctico o serie de conferencias. Supongo que es exigencia de la propia institución que os ampara el curso. De hecho, la corrupción sirve también paradójicamente de cortina de humo de otros vicios del sistema quizás más ‘esenciales’. Ya lo decía Valery, la política es el arte de mantener a la gente apartada de los problemas que les conciernen, o la política es el arte de impedir que la gente se entrometa en lo que le atañe, algo así, porque cito de memoria, pero para eso está Internet como ya hemos comentado. Ahora bien, la política parece que atrae a pre-corruptos, y eso es muy interesante. Pre-corruptos que luego se hacen corruptos, cuando consiguen estar en disposición de, o tienen la ocasión, como aquel Zaplana que tan ingenuamente confesó que él estaba en política para forrarse. En fin, que destripar corrupciones y corruptelas de forma sistemática y organizada, resaltando quizás sus formas más discretas y tal vez habituales, será una gran aportación que espero no se quede en lo efímero de un curso de plazas limitadas, sino en una publicación más perdurable.
Más enigmático, para mí, que la atracción que la práctica política tiene sobre los corruptos (dinero público hasta hace poco abundante y poco fiscalizado) me resulta la ausencia de meritocracia que define la abundancia de mediocres que no se da, creo yo, en otras actividades, como la agricultura o la medicina, pongamos por caso.
Para lo que soy yo en mis comentarios, me he extendido mucho. Suerte y al toro.
Lo malo, o bueno según se mire, de sus post es que uno no sabe si van en serio o en broma. Del último párrafo deduzco que es una coña, aunque para ser sinceros no me parce tan mal idea, siempre y cuando se enfoque a como prevenir la corrupción y no a como fomentarla.
ResponderEliminarEn cuanto a la corrupción en sí, no creo que los españoles seamos más o menos corruptos que el resto. En lo que si creo que nos diferenciamos es que mientras en otros países el corrupto es lapidado socialmente aquí se le eleva a la categoría de héroe, véase a Ana Rosa Quintana, o de presidente de comunidad autónoma, como al Sr. Zaplana.
Supongo que al ser un curso sobre corrupción, su aprendizaje, sino he entendido mal, será un curso completamente corrupto, quiero decir que los alumnos pagarán el triple de lo que vale una matrícula normal, pero, eso sí, en negro; la comida, que debéis incluir, será a base de avena de la destinada a los caballos del rey, que, al parecer, va fileteada de oro, etc. Será un curso de lujo, no me cabe duda. Aunque yo creo que la corrupción es como mamar de la teta materna, se nace sabiendo.
ResponderEliminarOtro sí: En Ronda, no era necesario que viniera un chef nada menos que desde Vasconia. La cena podría haber sido servida por el restaurante Tragabuches(buen nombre, ¿eh?, pero verdadero), sito en la misma ciudad y unos de los mejores de Andalucía y por ende de España.
Discrepo de Ozanu: creo que la corrupción, como cualquier otra técnica, hay que aprenderla, y me sorprende que hasta ahora un área tan importante de la formación se hubiera descuidado tan notoriamente, dejándola al azar y a la iniciativa particular y espontánea. Me parece la vuestra una iniciativa estupenda. Solo siento que vuestros precios, con toda probabilidad, quedarán fuera de mi alcance. Treinta años ya de funcionario y no he catado ni de lejos ni una mala astillita, qué sé yo, un mísero jamón por favorecer al aspirante de una adjudicación de pastos... Estoy urgentemente necesitado de formación... (¿No podríais hacerme un precio de amigo, un trato de cariño..?)
ResponderEliminar¿Ozanu? Vanbrugh
ResponderEliminarCierto, tengo una pésima tendencia, que espero que ambos me perdonen si creen que se trata de algo que necesita ser perdonado, de confundir a Ozanu con Molón. Exclusivamente los nombres, ninguna otra cosa. Quería decir que discrepo de Molón. Gracias, Lansky.
ResponderEliminarNo he necesitado llegar hasta el último párrafo para entender que se trata de una humorada bastante ácida. Por el mismo tono 'biendicho' del discurso se está viendo lo untoso de la idea, lahipocresía y el choteo.
ResponderEliminarEn cualquier caso, un master o curso de iniciación a la corrupción se está haciendo preciso. Y no estaría mal que en él mismo hubiera algo de corrupción para que los no iniciados entiendan que se trata de eso. Sugiero que los ponentes lleven todos unas gafas negras de las que cuelgue el bigotón de Groucho Marx.
Suerte!
Yo me apunto. ¿ Hay que pagar algo ? Bueno, nada. Dime qué quieres a cambio.
ResponderEliminarUn abrazo, Miros.
Lansky: Si vieras el programa que estamos preparando y la diversidad de temas que abordamos, que tocan prácticamente todas las facetas de la práctica administrativa, creo que cambiarías de opinión y no considerarías excesiva la categoría de "máster".
ResponderEliminarEn otro orden de cosas, me parece interesante eso que apuntas de que la corrupcíon puede servir de cortina de humo para desviar la atención de otros vicios más "esenciales" del sistema. Cuestión a meditar, sin duda. Lo que sí es cierto es que la corrupción que se airea sí puede cumplir esa función respecto de otra corrupción más radical y grave.
Igualmente interesante, tanto que merece un tratamiento monográfico, es tu señalamiento a los "pre-corruptos". ¿Un corrupto nace o se hace?
Números: Allegro ma non troppo. O sea, que va de coña, sí, pero podría ir de veras. Lástima que no tengo tanto conocimiento como debiera de los entresijos de estas prácticas, aunque sí bastante más que los periodistas que los reseñan.
¿Que Ana Rosa Quintana es corrupta? Por Dios, hombre, menudo disgusto me has dado.
Molón Suave: No, en absoluto, que el curso sea sobre corrupción no quiere decir que nosotros lo seamos, aunque no descarto que sí alguno de los ponentes invitados pero es que, ya sabes, a veces hay que pactar con el diablo.
ResponderEliminarY, como Vanbrugh, disiento de tu opinión del que corrupto nace sabiendo. Como mucho, te admitiría que se nace con inclinaciones y hasta aptitudes para la compleja práctica de la corrupción. Pero, como en todo, hay que formarse. La pueba es que hay corruptos torpes y corruptos hábiles.
Vanbrugh: Como habrás leído en mi comentario al de Molón, estoy de acuerdo contigo en cuanto a la necesidad de formarse. Te agradezco las felicitaciones que haré extensivas a mi colega y, de paso, le plantearé la posibilidad de una política de becas a las que seguro podrás acceder dada tu evidente necesidad formativa tras llevar treinta años sin haber aprendido nada. Lo digo para que veas que, aunque nada me agradaría más que darte un trato de favor, prefiero que accedas por tus propios méritos, no vayan a acusarme de corrupto.
Grillo: No me cabe duda de que coges al vuelo mis inocentes choteos. Como le dije a Números, por mucho que sea broma, sí que pienso, en serio, que no estaría nada mal tomar el asunto de la corrupción como tema de estudio, desgranando sus múltiples modalidades y factores.
ResponderEliminarC.C.: Estáte atenta, que ya avisaré la apertura del plazo de inscripción y las formas de pago. Otro abrazo, sobre todo porque hace tiempo que no tenía veía por aquí.
Ana Rosa Quintana... Aggg. Me cae remal. La tengo que ver a veces por Tostongrande porque cerca, (en Manilva) vive uno de mis hermanos y quieras o no la vemos en algún buen restaurante o en una inmunda venta de carretera. Ella come de todo sin ampacharse...
ResponderEliminarMás bien que corrupta yo diría que es una TREPA muy lista. Es cierto que se curró todos los medios de comunicación y que aprendió un güevo, pero su gran pelotazo fue crear productora propia cuando nadie lo hacía y bajo esa marca vendía al precio que le salía del bolo su programa matinal cuando ya se consolidó como líder de audiencia en las mañanas de Tele5. La cadena ha tenido que tragar apoquin´nndole una barbaridad. Desde entonces todos los exitosos presentadores de la cadena de Vasile intentaron hacer lo mismo y el italiano los mandó a la eme: J.J. Vázquez, la nefanda Mª Teresa Campos, y otros.
Luego llegó a un acuerdo con la cadena que hizo firmar continuidad por unos años más... que deben cumplir muy pronto.
En el ínterin sacó su revista AR; intentó poner una galería de arte, un restaurante y qué sé yo.
La tía es megaconocida, tiene buenas agarraderas, está forrada, pero no parará. No creo que su vocación se quede ahora en cuidar de los gemelos que ha tenido con el último marido. No lo creo; es muy ambiciosa, (no en lo político.)
Miros, invítala a tu master. Ella le echaría cojones de ir, porque el tema es muy seductor y daría mucho juego. No te traicionaría, y ya sabes que el que a buen árbol se arrima...
Esta sí que es PIJA que te cagas, pero audaz como ella sola; y, aunque me cueste decirlo, bastante amena en lo conversacional.
Grillo se te olvida que contrata a un negro para que le escriba un libro, y le paga tan poco que lo único que hace es un mal copia y pega.
ResponderEliminarLa pillan, y lo que en cualquier país le hubiese supuesto la ruina profesional y el desprecio social aquí la elevo a categoría de heroína.
Es verdad, olvidé que contrató un negro para el libro. Qué morro, la tía...
ResponderEliminarPero corrobora lo que he dicho, la gente, su público objetivo, no se lo ha tenido en cuenta. De modo que incluso a esa noticia negativa supo darle la vuelta y si me apuras le sacó partido a su favor cuando pedía excusas...
Repito: no la defiendo, me cae mal y admito que en el trato superficial puede ser amable.
En cualquier caso no pondría yo una Ana Rosa así en mi vida, ni jarto de cazalla.