Clemens Brentano (por Emilie Linder) |
Hansel y Gretel, sí, uno de los más famosos cuentos infantiles de siempre. Estaba recogido en una colección de relatos heredada de mi madre, un libraco con ilustraciones a plumilla en blanco y negro publicado, calculo, entre los treinta y los cuarenta. Lo leí muy niño, no creo que tuviera más de ocho años. Había más relatos de los hermanos Grimm, pero también de Perrault y de otros cuentistas antiguos. Como es natural, durante mucho tiempo pensé que los dos hermanos de Hesse (no sabría entonces que eran de Hesse, ni siquiera qué era Hesse) eran los autores de tantísimos cuentos, admirándome de su portentosa imaginación. Me imaginaba a ambos sentados junto a una rústica mesa de madera, al calor de una chimenea y rodeado de chiquillos (si no, de qué iban a dedicarse a esto) improvisando cuentos fantásticos por los que pululaban ogros, brujas, animales parlantes y demás seres maravillosos. Pasaron varios años (estaba ya acabando la universidad) hasta enterarme de que los Grimm habían sido unos afamados lingüistas del romanticismo alemán, el agitado caldo sociocultural que llevaría hasta unificación germánica. Y que sus cuentos eran relatos orales de la tradición alemana que ellos se dedicaron a recopilar con gran entusiasmo desde muy jóvenes. Leo que la "afición" que tan fecundos frutos dio les fue sugerida ni más ni menos que por Clemens Brentano, uno de los más ardorosos impulsores de la recuperación de la tradición popular en la que los románticos veían la verdadera literatura alemana, la que contenía el alma de la nación que ansiaba unificarse.
Madame d'Aulnoy (por Pierre-Francois Basan) |
Hansel y Gretel se publica en 1812 en Kinder-und Hausmärchen (Cuentos de niños y del hogar), libro que contenía 86 relatos. Los hermanos vivían entonces en Kassel, ciudad natal de la madre, a la que se había mudado la familia tras el óbito inesperado del padre. En 1808, a la muerte de la madre, Jacob y Wilhelm, los mayores, trabajaban en la biblioteca de Kassel para mantener al resto de los hermanos. Para 1810 ya tenían redactados 53 cuentos que enviaron a Brentano a fin de que los incluyera en el tercer volumen de Des Knaben Wunderhorn (El cuerno mágico de la juventud) recopilación de cantos populares alemanes que aquél llevaba a cabo junto con Achim von Arnim, otro romántico empedernido de su cuerda. Comento de pasada que estos lieder fueron materia prima para numerosos compositores germanos, románticos la mayoría, pero también posteriores (Mahler y el nefasto Schönberg). La cosa es que el alocado de Brentano se olvidó el ejemplar manuscrito (del que afortunadamente habían hecho copia los hermanos), que no aparecería hasta 1920 en la abadía de Ölenberg, Alsacia (Abbaye Notre-Dame d'Oelenberg), cuando ya los Grimm eran probablemente los más famosos cuentistas occidentales. Conviene señalar que los dos hermanos se introdujeron en los círculos patrióticos románticos al poco de entrar, con un año de diferencia, en la universidad de Marburgo, uno de los focos de más activa oposición al afrancesamiento cultural de la Confederación del Rin, el protectorado napoleónico. Estaban por entonces en los inicios de sus veintenas, unos críos convencidos casi religiosamente de la importancia de su labor filológica. Así que desde 1806 o 1807 se dedicaron frenéticamente a buscar depositarios de la tradición oral, sobre todo mujeres ancianas de los campos de Hesse. No deja de ser irónico, sin embargo, que no fueron las campesinas las mejores fuentes de sus investigaciones, sino señoronas mayores de la burguesía, muchas de origen hugonote, lo que explica que tantos de esos cuentos alemanes remitan a sus originales franceses, varios de los cuales habían sido ya recopilados por escritoras del XVII como Madame d'Aulnoy.
Dortchen Wild (por Ludwig Emil Grimm) |
No he logrado descubrir si entre esos cuentos que se perdieron en Alsacia estaba el de Hansel y Gretel. En todo caso, parece que quien les contó la trama a los Grimm fue Dortchen Wild, la que sería la esposa de Wilhelm, pero que por entonces apenas era la hija adolescente de un boticario de Kassel especialmente severo. La historia de amor de Henriette Dorothea –tal era su nombre– y el segundo de los famosos hermanos daría para una novela romántica de época (de hecho, Kate Forsyth, una australiana de fama en la literatura juvenil y de la que no he leído nada, acaba de publicar este año su versión The Wild Girl; habré de esperar a que la traduzcan). La familia Wild vivía muy cerca de los Grimm, en una gran casa en cuya planta baja estaba la farmacia de Rudolf, el padre. Mientras los hijos de los Wild eran casi todo niñas un solo varón), en el caso de los Grimm sucedía lo contrario: la única chica, Lotte (Charlotte Amalie) era casi de la misma edad que Dortchen, así que es natural que se hicieran amigas. Y a partir de esta amistad los Grimm empezaron a frecuentar la vivienda del boticario para descubrir allí más que abundante material. Cuando los hermanos mayores conocieron a Dortchen ésta contaba apenas doce años; fue en 1807, al inicio de sus labores recopilatorias. De ella provienen no sólo Hansel y Gretel, sino también El rey sapo, El enano saltarín, Los seis cisnes y El hueso cantarín, además de versiones algo distintas de muchos otros. Es sorprendente que entre los doce y los quince años (la edad que tendría Dortchen cuando los Grimm acaban la versión que envían a Brentano) se convirtiera en una de las mejores "portavoces" del alma popular que, en este caso, no era otra que Marie, la doncella principal de los Wild, una de cuyas funciones era ocuparse de las revoltosas chiquillas (y, obviamente, contarles los tremebundos relatos que luego los Grimm suavizarían).
Pero basta ya de antecedentes y comencemos con Hansel y Gretel (en el siguiente post, claro).
Des Antonius von Padua Fischpredigt (Des Knaben Wunderhorn) - Gustav Mahler
Sehr gut und interessant, Miros. Aquí me tienes, pendiente de lo que seguirá. Beso.
ResponderEliminarNo puedo - ni en realidad quiero-evitar ver con una profunda hostilidad todo el romanticismo en general, y en particular este primer romanticismo alemán, que con tanto fervor cultivó e hizo crecer lozanos y frondosos los viscosos mitos de 'el alma nacional',el pueblo' y demás parentela, que no iban a tardar ni un siglo en dar sus sangrientos frutos. Y no hablo solo del más sangriento de todos, el nacionalsocialismo alemán, sino de todos los nacionalismos conocidos, desde principios del XIX hasta ahora mismo, todos herederos de estos deliquios decimonónicos, todos emparentados y todos partícipes de ese pringoso, incestuoso e irracional pecado original. Aunque entonces pasaran por progresistas y aunque ahora mismo vuelvan a alinearse -con la incomprensible complicidad de la izquierda- entre los movimientos 'liberadores', como si sus notorios rasgos comunes con el nazismo no fueran más que una lamentable casualidad, los nacionalismos son en realidad, todos ellos, una de las expresiones más puras de la irracionalidad humana, de nuestro lado más oscuro, peligroso y dañino. Cualquier tolerancia con ellos es peligrosa, y hasta diría que culpable.
ResponderEliminarSe empieza con Sturm und drang y se acaba con Nacht und nebel.
Ea, qué a gusto se queda uno diciendo de vez en cuando las barbaridades exactamente como las siente. Un abrazo, erudito.
Magnífico post/reseña.
ResponderEliminarEstoy bastante de acuerdo con Vanb en cuanto a lo pernicioso de los nacionallismos a ultranza que acabaron como sabemos... tan perniciosos para Alemania, pare el resto de Europa y para el mundo entero. Pero eso es 'otra cosa' tangencial.
De modo es que, como C.C. espero ansioso la segunda parte.
Y fuera de menú también voy a comentar sobre unos libros gordotes que leía en Alemania (regalo de una novieta), perfectamente ilustrados, que se llamaban las 'Aventuras de Max und Moritz', dos jóvenes traviesos, pero que a mi entender era otra versión más suavizada que algunos de los cuentos de los H.H. Grimm y un poco lo de Perrault.
Una vez más cuento esto a voleo, porque de esto hace más de medio siglo y ya no tengo oportunidad de repasar ese libraco, (perdido)
Grillo despistado
He leido a Andersen en uno de aquellos bonitos tomos que se editaban antes con los cuentos completos, pero aun no he leido ni a los Grimm ni a Perrault. Me habian contado la historia de Hansel y Gretel cuando era pequeno y me parecio muy cruel, no solo por como empieza, con los ninos abandonados en el bosque por su padre, sino sobre todo por como termina, por la forma en que se libran de la bruja que los tienen prisioneros para comerselos, si mal no recuerdo. Lo veremos en el siguiente post, supongo.
ResponderEliminarEntonces, Antonio, que no se te ocurra leer la versión de la Cenicienta de los hermanos Grimm. La madrastra le ordena a su propia hija que se corte los dedos del pie con un hacha para que quepa en el zapatito.
ResponderEliminarLa hostia...
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