Los anglosajones usan la expresión "novena nube" (cloud nine o cloud number nine) como sinónimo de un estado de felicidad, dicha y júbilo máximos. En nuestro idioma, en cambio, "estar en las nubes" viene a significar abstraerse, distraerse. En principio, no guarda mucha relación con la felicidad y normalmente se usa con intención recriminatoria (que estás en las nubes, coño, pon atención). Claro que, en el estresante zafarrancho cotidiano, escaparse por un rato a las nubes suele ser una forma de felicidad. De hecho, esas nubes de la expresión castellana serían el estado mental en el que los pensamientos vagan a sus anchas y la imaginación se libera, un estado propicio para que nos visiten las musas con nuevas ideas, aunque no parezcan a primera vista muy pertinentes a lo que nos ocupa a ras de suelo. Así que, pese a su mala fama, quizá haya que reivindicar lo de estar en las nubes, incluso desde ópticas miserablemente productivistas.
Veo la relación entre la expresión castellana y su referente. Al fin y al cabo, las nubes son masas gaseosas (o casi) que se deshacen y recomponen, cambian de forma y posición rápidamente, poco consistentes en suma, como los pensamientos de las mentes que allí se han ido. No acierto en cambio a explicarme el porqué del emparejamiento entre la cloud nine y la felicidad. Dice la página del wiktionary que según la etimología popular (¿qué es eso?) hace referencia a una clasificación de las nubes en diez tipos publicada en un atlas de 1896; el noveno tipo se corresponde con los cúmulonimbos. Ahora bien, estas nubes son tormentosas lo cual no casa bien con asociarlas a ningún estado de felicidad. Eso aparte de que no me convence en absoluto que el origen de una expresión se halle en un libro del tipo del que alude el wiktionary. Pero no encuentro más pistas, ¿alguien las tiene?
El equivalente español de la novena nube sería, digo yo, el séptimo cielo. En este caso, sí es sobradamente conocida la referencia: la cosmología cristiana medieval de la escolástica. Para los teólogos de entonces, máximos detentadores de la verdad oficial, la tierra estaba en el centro de unas esferas celestes que en su conjunto conformaban el Empíreo. Cada uno de los primeros siete cielos sucesivos se asociaba a la órbita de un "planeta": Luna, Mercurio, Venus, Sol, Marte, Júpiter y Saturno; en octavo lugar venía el cielo de las estrellas fijas y finalmente estaba la esfera del Primer Móvil, cuya rotación, impulsora a su vez de las de las inferiores, era causada directamente por Dios. Esta concepción geocéntrica de la realidad material era llevada por los tomistas también a la espiritual, de modo que el cielo –o los cielos, si se prefiere– tenían una localización física precisa. Probablemente por ello en nuestro idioma, a diferencia del inglés, la misma palabra sirve para designar el espacio atmosférico y el paraíso religioso.
Por supuesto, para conocer estos cielos concéntricos nada mejor que la Divina Comedia de Dante, quien guiado por Beatriz (y San Bernardo en las últimas etapas) nos cuenta su viaje ascendente hasta llegar hasta la mismísima Santísima Trinidad. Ahora bien, lo que me pregunto es por qué es precisamente el séptimo cielo el que ha cuajado en la expresión que, por cierto, se repite en casi todas las lenguas occidentales. El séptimo cielo, correspondiente a Saturno (que astrológicamente no representa el júbilo sino más bien todo lo contrario), es habitado por las almas contemplativas que pasan el tiempo subiendo y bajando una escalera de luz mientras meditan. No es que me parezca actividad aburrida, conste, pero sorprende que se haya escogido como paradigma de la felicidad. Ya puestos me parecería más congruente que dijéramos "estar en el noveno cielo", el de lo ángeles, ya al ladito de Dios. O incluso –por pedir que no quede– en el Empíreo, por encima de las nueve esferas celestes, donde Dante se vio envuelto por la luz y, cegado, pudo ver a Dios. Pues no, el ordinal que ha prevalecido en el lenguaje es el séptimo; no es que esté mal, pero si de lo que se trata es de una hipérbole se me antoja algo modesta.
En resumen, que no sé por qué el séptimo. Buceando un rato por la red encuentro un italiano que afirma que este cielo es el más alto al que se puede llegar en cuerpo y alma. No me convence y, aunque tendría que repasar mis viejas lecturas de geografías escatológicas, no recuerdo que en la vida eterna cristiana haya una región cuyo acceso exige el desnudamiento del alma. Más intuyo que va la cosa por la tradición talmúdica (copiada en este aspecto por el Islam) que cuenta sólo siete cielos. Pero si así fuera, quienes usaran esta expresión en tiempos pasados (pongamos, por ejemplo, en la España del XVI) podrían ser sospechosos de judaizar y buscarse no pocas desventuras. Pues nada, que aquí lo dejo, no sin confesar que me subsiste la doble intriga etimológica, tanto en lo referente a la novena nube como al séptimo cielo. A ver si algún alma caritativa practica conmigo la loable obra de misericordia de enseñar al que no sabe.
En resumen, que no sé por qué el séptimo. Buceando un rato por la red encuentro un italiano que afirma que este cielo es el más alto al que se puede llegar en cuerpo y alma. No me convence y, aunque tendría que repasar mis viejas lecturas de geografías escatológicas, no recuerdo que en la vida eterna cristiana haya una región cuyo acceso exige el desnudamiento del alma. Más intuyo que va la cosa por la tradición talmúdica (copiada en este aspecto por el Islam) que cuenta sólo siete cielos. Pero si así fuera, quienes usaran esta expresión en tiempos pasados (pongamos, por ejemplo, en la España del XVI) podrían ser sospechosos de judaizar y buscarse no pocas desventuras. Pues nada, que aquí lo dejo, no sin confesar que me subsiste la doble intriga etimológica, tanto en lo referente a la novena nube como al séptimo cielo. A ver si algún alma caritativa practica conmigo la loable obra de misericordia de enseñar al que no sabe.
Cloud nine - George Harrison (Cloud Nine, 1987)
PS: En un comentario a este post, Números comparte un enlace en el que se discute sobre el origen de la expresión cloud nine. Aunque no llega a ser definitivo (¿algo lo es?) me parece lo más atinado que he leído hasta ahora. Parece que en la popularización de la expresión, durante los ochenta, intervino la canción de George Harrison que acompaña este post.
Tu similitud entre la novena nube anglosajona y el sétimo cielo latino está muy bien traída y hay puede estar una genérica clave del origen de la expresión. Es costumbre en fenómenos naturales repetitivos aplicarles cierta numerología de más o menos base. Por ejemplo, en la ermita gallega de San Andrés de Teixido y en playa adjunta, las mujeres que quieren quedar embarazadas, además de utilizar una práctica previa y normalmente placentera, se bañan en la quinta ola. Muchos sufistas me advierten que la tercera y la quinta ola son mayores que las intermedias, y en cualquier caso hasta el observador más despistado verá que el oleaje llega a la playa por ‘trenes’ o grupos de varias con intervalos calmos (hablo sin tormenta con mar con oleaje normal). Las nubes en frentes habituales no tormentosos se dice que también llegan en grupos, especialmente los cúmulos, la novena nube, es un dicho marinero, es la que trae el agua…En fin, ni yo mismo me lo creo, pero lo de la numerología aplicada a fenómenos naturales repetitivos sí que lo considero un hecho universal.
ResponderEliminar'ahí', no 'hay' puede estar...
ResponderEliminarPor lo que yo sé, simbólicamente hablando, siete y nueve son números de plenitud. El siete representa, espacialmente, las seis direcciones del espacio más el centro, asunto sobre el que escribí un post que no sé si leíste en su momento (a quién pueda interesar: http://elatman.blogspot.com.es/2011/04/siete-puntos-en-el-espacio.html), y también representa los siete planetas, los siete días de la semana, los siete colores y las siete notas musicales. Y el nueve es el último de la primera serie de números a partir del cual se llega nuevamente a la unidad, el diez; es decir, el nueve representa la totalidad y el diez un nuevo comienzo desde la primera decena.
ResponderEliminarLa numerología esotérica del comentario anterior demuestra cómo la vieja cábala no ha hecho más que deteriorarse, con todos mis respetos, y lo de seis direcciones del espacio...y siete planetas, a estas alturas...en fin.
ResponderEliminarEn cualquier caso, y sea cual sea su origen en inglés, en español "la novena nube" es una bonita aliteración, sobre todo para los no maniáticos que, al contrario que yo -mi hijo se ríe de mí por ello; bueno, y por muchas otras cosas- pronuncian la uve y la be como si fueran el mismo sonido, y no los dos bien diferentes que en realidad son.
ResponderEliminarNovena nube, novena nube... suena realmente bien. A partir de ahora me propongo cambiar mis numerosos séptimos cielos particulares por otras tantas novenas nubes. Aunque por una vez deba hacer la concesión de pronunciar la uve como si fuera una be. Me costará, pero vale la pena.
Por cierto, y con referencias literarias más excelsas: la Divina Comedia de Dante: los nueve círculos del infierno y las siete terrazas del purgatorio. 9 y 7 otra vez
ResponderEliminarY los siete enanitos, y el candelabro de los siete brazos, y nueve novias para nueve hermanos -¿o eran nueve? Bueno, es igual- y los matasietes, y estar más... lo que sea que siete...
ResponderEliminarLa intervención de Atman a mí me parece muy acertada, con permiso de Lansky. Que las seis direcciones del espacio o los siete planetas no sean, a estas alturas, descripciones racionales de nada no impide que la mentalidad que las concibió y las usó haya podido dejar su huella en nuestros séptimos cielos y nuestras novenas nubes.
y las siete...y media
ResponderEliminarAcepto lo que dices en defensa aleloesotérica, pero nunca hubo siete planetas en ningún momento histórico, salvo en el esoterismo sagrado, precisamente, lo que no invalida...etc., etc.,
ResponderEliminarLa simbología, Lansky y Vanbrugh, es una rama del conocimiento tan racional como lo puedan ser las matemáticas, pero con unas reglas desgraciadamente ya en desuso (excepto en el campo esotérico y en el de algunas escuelas psicológicas). Personalmente me interesa mucho y es una clave fundamental para entender el misticismo y el arte, los sueños y la realidad más próxima a lo que somos, nuestros sentimientos, deseos e ilusiones.
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ResponderEliminarEl siete es, según nos cuenta la Biblia, el número perfecto. Tenemos desde que Dios descansó el séptimo día, hasta que había que perdonar las ofensas siete veces, si bien luego Jesús lo amplió:
ResponderEliminarNo te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete (Mt. 18:22)
Es un número recurrente en la numerología y aparece desde los siete días de la semana hasta los siete mares, pasando por los siete enanitos o por James Bond 007.
Aquí más concurrencias del número 7
Ahora dejemos paso a mi yo pedante. A mi también me llamaba la atención la diferencia entre sky y heaven que hacen los ingleses. Así que me puesto a buscar la etimología de ambas palabras (aquí la de sky y aquí la de heaven) y ¡sorpresa!, al principio también los ingleses utilizaban el mismo término, heofen, para indicar tanto al paraíso como a la parte superior de la atmósfera.
Vanbrugh Sintiéndolo mucho el sonido en español de la v y de la b es idéntico.
Números, sintiéndolo yo también mucho, no estoy de acuerdo.
ResponderEliminarLa página de tu enlace hace una excelente descripción de cómo pronuncian las letras los españoles de la Península -en su mayoría, claro, no todos; yo vivo en la Península y no las pronuncio así- que, efectivamente, pronuncian la be y la uve de modo idéntico, cosa que yo ya sabía sin necesidad de documentación.
Lo que yo digo es mi opinión sobre cómo deberían pronunciarlas.
De modo que, en general, sí: los sonidos de la be y la uve, en español, son idénticos.
Pero yo creo que no deberían serlo.
Me alegra que este post dé para tantas desviaciones. Ahora bien, de momento nadie me ha dado una pista de por qué el séptimo cielo o la novena nube, pues lo que me intriga no es la simbología de estos números (sobre todo la del 7, no tiene tanta el 9), máxime cuando, como explico en el post, el séptimo cielo no era para los cristianos el último. Así que de momento mantendré provisionalmente la hipótesis del origen judío de la expresión. Y en cuanto a lo de la novena nube, sigo todavía más en albis.
ResponderEliminarY como no me resisto a aportar mi opinión en algunos asuntos concretos tocados en los comentarios:
ResponderEliminarSí hubo un largo periodo histórico en que hubo 7 planetas, tanto para la "ciencia" como para la astrología, si es que cabe diferenciarlas nítidamente en la antigüedad. A saber: tierra, luna, mercurio, venus, marte, júpiter y saturno. Ya, la luna no es un planeta, pero los antiguos lo tenían en igualdad de naturaleza con los restantes.
Estoy con Vanbrugh en que la b y la v deberían pronunciarse diferenciadamente (yo no lo hago, para desespero de K). Pero aunque los penínsulares no lo hagan me atrevo a decir que en otros países hispanoparlantes sí se distinguen fonéticamente. Así que, salvo que Números considere que el español es sólo el idioma hablado en la península.
A mí también me interesa mucho la simbología, Atman, pero me parece cuando menos exagerado considerarla tan racional como las matemáticas.
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ResponderEliminarContra lo que dices, Miroslav ,yo sí te había dado una posible explicación genérica que reclamabas (recurrencia de periodos fijos en oleajes, nubes, etc.) Otro asunto es que lo desdeñes, aunque a mí me parece muy verosimil
ResponderEliminarColocar la simbología al mismo nivel epistemológico que las matemáticas, Atman demuestran un cacao mental alucinante, idependiemntemente del valor en sí de la simbología (Panofsky), algo así como colocar la improbabilidad cuántica al mismo nivel que el juego de la ruleta
No la desdeño, Lansky, pero, como bien dices, tu explicación es genérica. No me vale pues para saber por qué se "eligió" el séptimo como el cielo que el culmen de la felicidad (en la tierra), sobre todo cuando para los cristianos había otros superiores.
ResponderEliminarDe otra parte, que los fenómenos naturales suelan producirse por ciclos y de ahí la prevalencia de ciertos números puede haber influido en cierto grado en la "sacralización" simbólica de algunas cifras. Aunque me temo que sólo "en cierto grado", porque me parece que la explicación de los simbolismo numerológicos más obedece a pajas mentales de nuestra especie. Pero, en todo caso, esa discusión volvería a situarse en el plano de lo genérico y me sigue dejando in albis.
En efecto, 'sólo' sugería una vía verosimil que suele ser el primer paso para dar con respuestas sensatas
ResponderEliminarAquí he encontrado una explicación acerca del origen de la expresión On cloud nine.
ResponderEliminarEn el enlace que puse en mi anterior comentario hablaba del posible origen de la santidad del siete. Copio y pego:
En Hebreos, la palabra "siete" es "chevah" que viene de la raíz "Sabah", que quiere decir lleno o satisfecho, tener suficiente. Por lo tanto, el significado de la palabra "siete" es denominado por esta raíz, pues, en el séptimo día, Dios descansó del trabajo de la Creación. Estaba pleno y completo, bueno y perfecto. Siete veces Dios hizo el comentario sobre sus obras: "Es bueno". Él estaba satisfecho y entonces descansó. El siete, por lo tanto, sella con PERFECCIÓN y cabalidad aquello en relación a lo cual es usado.
También la expresión séptimo cielo aparece en el Apocalipsis de Pablo (Gracias Santa Wikipedia)
Entonces me abrió y ascendimos al séptimo cielo. Vi un anciano ... de luz cuya vestidura era blanca. Su trono, que se halla en el séptimo cielo, resplandecía más que el sol, siete veces más. 23 El anciano tomó la palabra y me dijo: ¿A dónde vas, Pablo, el bendecido, el que fue separado desde el vientre de su madre?. Ahora bien, yo miraba al Espíritu, y él movía la cabeza diciéndome: Habla con él. Yo hablé y dije al anciano: Regreso al lugar del cual procedí. El anciano me contestó: ¿De dónde procedes? Yo le respondí diciendo: Desciendo al mundo de los muertos para llevar cautiva a la cautividad que fue cautivada en la cautividad de Babilonia. El anciano me contestó diciendo: ¿De qué manera podrás apartarte de mí? Mira y ve a los principados y a las potestades. El Espíritu intervino diciendo: Entrégale la señal que está en tu mano, y te abrirá. Entonces yo le di la señal. Él volvió el rostro hacia abajo, hacia su creación y los que son sus potestades.
De acuerdo con esta descripción el séptimo cielo es el lugar donde habita Dios.
Una pequeña corrección: Los siete planetas de la antigüedad no incluían a la propia tierra y sí al sol. La lista por tanto es: Sol, Luna, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno, que a su vez le dieron nombre a los días de la semana.
ResponderEliminarNúmeros: Mira que traer a colación un apócrifo (es broma, me encantan). En todo caso, ese texto entronca con la doctrina talmúdica: para los judíos son siete los cielos; la ampliación en dos o tres más será por tanto culpa de la escolástica cristiana medieval. Sumas puntos a la tesis de que el origen de la expresión se debe a la religión judía, probablemente entonces popularizado en el tardoimperio y pasado del latín a las lenguas romances. Pero seguimos sin pruebas firmes.
ResponderEliminarYou're right, Atman.
ResponderEliminar¡Pruebas firmes!¿Por favor! Esto es un blog no un paper científico.- En cualquier caso, las respuestas de los 7 cielos judíos no hace más que aplazar el problema: ¿y por qué 7 cielos los judios? etc.
ResponderEliminarLansky: Todas las respuestas generan nuevas preguntas; creo que es algo que repites tú mismo con frecuencia. Confírmemos en primer lugar que la expresión del séptimo cielo deriva de los siete cielos de los judíos y luego preguntémonos porque en el Talmud se cuantifican en siete los cielos.
ResponderEliminarPodria ser que la expresion inglesa de la novena nube proviniese de una expresion anterior que podria ser algo asi como estoy en la nube del noveno cielo, que vendria a ligar con la cultura medieval europea de los nueve cielos y que con el tiempo se ha simplificado a la novena nube, al igual que lo han hecho expresiones como. Se armo la de Dios, o se armo un Cristo, que provienen de la expresion Se armo la de Dios es Cristo y que hace referencia al Concilio de Nicea y las discusiones, al parecer acaloradas, sobre la divinidad de Jesus.
ResponderEliminarGerman
Que articulo tan interesante sobre el origen de la expresion estar en la novena nube.
ResponderEliminarTengo una tienda online con este nombre, lanovenanube, y lo que me inspiró fue la lectura de un libro de Luanne Rice llamado Nine Cloud (novena nube) en la cual la protagonista es la propietaria de una tienda de edredones, una historia de coraje y superación que me impactó mucho, por esto decidí llamar a la tienda por este nombre:
https://www.lanovenanube.com/97-edredones
Escribí un libro con esta expresión. En realidad me encontré por casualidad cuando iba avanzando en la trama. Mucho tuvo que ver Harrison y una banda mexicana llamada Caifanes. Fui tejiendo en palabras y de a poco salió "Una vuelta al cielo" Considero que esa mistica reforzó la historia de amor. Me di cuenta que no se ve el alma como en la época de Harrison. Para la movida hippie nada tenia que ver el alma con la religión. Su canción habla de encontrar el amor ideal. Ese amor que te hace tocar el cielo 😊
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