a Vanbrugh y a Grillo
Hoy se celebra San Francisco de Javier. Los más jóvenes, con notables carencias educativas en historia religiosa (católica, of course), desconocen casi todo de este santo del XVI. De hecho, en la actualidad, bastantes personas que se llaman Javier ignoran incluso que su nombre no es de persona sino de lugar, de una villa navarra de la antigua merindad de Sangüesa junto a la histórica frontera con el reino aragonés. Por eso, todos los javieres de mi generación (y anteriores), cuando el nombre que te imponían había de constar en el santoral, se llaman Francisco de Javier. Desde hace un tiempo, sin embargo, el Javier se usa solo o incluso unido a otros nombres absolutamente ajenos (conozco a un Pedro Javier y a un Javier Antonio, entre otros). Se trata de una evolución normal y que no censuro, aunque no estaría mal que los afectados supieran que portan la denominación de una villa, lo cual –que yo sepa– no es frecuente entre los nombres españoles masculinos (así, de pronto, se me ocurre el de Borja, también Francisco de, que se refiere a una localidad zaragozana y era el patronímico de otro santo, también jesuita y contemporáneo del de Javier). Mucho más habituales, en cambio, son los nombres de mujer que se refieren a lugares pero la explicación es evidente: se corresponden en su inmensa mayoría con sedes de apariciones marianas que son numerosísimas (cabe pensar que esa inagotable afición de la Virgen a mostrarse en cualquier rincón del mundo tenga por motivo justamente el ampliar el elenco de nombres femeninos en el santoral católico, aunque algunos resulten muy poco afortunados, como Pilar, por ejemplo, pues mira que llamar columna a una niña).
San Francisco de Javier se llamaba pues Francisco (Francisco Jasso Azpilicueta Atondo y Aznares), aunque rara vez habría firmado con tantos apellidos ni tampoco usando en su nombre el de su lugar de origen. De hecho, al menos desde que se hizo jesuita (fue del reducido grupo fundador de la Orden, bajo la férula de Iñigo de Loyola), firmaba simplemente como Francisco, tal como se ve en las imágenes que adjunto. El nombre Francisco ya era bastante popular por el siglo XVI (el de Javier nace en 1506), gracias a la devoción al de Asís. Viene a cuento advertir que San Francisco, el original, había sido bautizado como Giovanni (Juan) y que el nombre por el que fue conocido en vida y con el que se le santificó apenas dos años después de su muerte, no era más que un apodo que significaba "el francesito", debido a los frecuentes viajes de su padre, comerciante, a las ferias francesas. Así que el Santo que hoy se conmemora fue bautizado bajo la advocación del que había nacido en Asís tres siglos antes, mientras que distinto es el protector de quienes se llaman Javier. El desconocimiento de esta diferencia lleva a algunos a dirigirse a javieres que no conocen más que de leer su nombre completo en el DNI como franciscos (situación frecuente en llamadas telefónicas de índole comercial en las que el pesado de turno dice que desea hablar con don Francisco). Pero más grave me parece la ignorancia de algunos que, llamándose Francisco de Javier, creen tener dos nombres y optan por el apelativo de Paco (que parece derivar de PAter COmunitatis, como era conocido San Francisco cuando fundó los franciscanos).
Otra cuestión curiosa relacionada con los javieres es la grafía del nombre. Actualmente en castellano es, de forma generalizada, Javier, por lo que cuando nos encontramos con alguno que escribe Xavier o Xabier deducimos enseguida que se trata de un catalán o de un vasco respectivamente. Sin embargo, por la época del Santo la grafía castellana era con X y con V y conozco algún Xavier que de esa forma escribe su nombre no para reivindicar adscripciones lingüísticas (y de paso nacionalistas) ajenas al castellano –que es su idioma propio– sino, simplemente, porque así, en homenaje al santo original, le bautizaron e inscribieron en el Registro Civil sus padres. Es más que sabido que el fonema /x/ se representa en nuestra lengua con la letra J, pero eso no ocurrió hasta el siglo XVIII. Antes, a este fonema correspondía la letra X y algunos residuos quedan en el idioma, como México o Texas, que confío que mis lectores pronuncien con J y escriban con X. Pues lo mismo este Xavier citado, que no empieza la dicción de su nombre con el fonema /ʃ/. Aunque lo cierto es que parece ser que en el español medieval la X se pronunciaba como fricativa postalveolar sorda (como el sonido "sh" del inglés) y el fonema evolucionó hacia la fricativa velar sorda de la actual J. Es decir, que aunque tengo claro que Javier se escribía Xavier en el XVI, no tanto que lo pronunciaran con nuestro sonido J; quizá lo hicieran parecido a como lo hacen los catalanes o vascos (en una gama que va desde la ch hasta la sh).
Ya que las he aludido, paso a las connotaciones nacionalistas de la grafía (y pronunciación) del nombre Javier. San Francisco de Javier es patrono (junto con San Fermín) de Navarra y figura muy querida de muchos nacionalistas vascos (yo diría que más de los peneuvistas que de la izquierda abertzale, que éstos, a diferencia de los primeros, no comulgan demasiado con las devociones católicas). Así, por ejemplo, el padre de Francisco, Juan de Jaso, era un navarro de San Juan de Pie de Puerto (Donibani Garazi, en euskera), bonita villa –en el Camino Francés de Santiago– de la Baja Navarra, parte del antiguo Reyno que no llegó a ser conquistada por Castilla. Jaso casó con María de Azpilicueta, de familia originaria del Valle de Baztán. Es decir, cabe suponer que euskaldunes y que el vasco debió ser la lengua materna del futuro santo, como así lo refiere él mismo en alguna de sus cartas; incluso, según testimonio del fraile portugués que lo veló en su agonía, sus últimos rezos fueron en una lengua desconocida que se ha querido suponer que era el euskera. En todo caso, que Francisco hablara vascuence en sus primeros balbuceos (y últimos) tampoco quiere decir gran cosa, a mi juicio, salvo para quienes pretenden lecturas interesadas. Lo cierto es que los idiomas que usó de adulto, aparte de las lenguas asiáticas que hubo de aprender, fueron sobre todo el castellano, el latín y el portugués.
Desde escritos nacionalistas se le suele pintar como un ferviente antiespañol por tradición familiar. Es verdad que su padre era presidente del Consejo Real de Navarra y perteneciente a los agramonteses que se oponían a Castilla y miraban más hacia Francia. Pero también lo es que tras la invasión de los castellanos (con tropas levadas mayoritariamente en las vecinas provincias vascas) reconoció a Fernando el Católico, aunque luego se volviera en su contra, pero no parece que debido tanto a motivos "patrióticos" como al resentimiento por las medidas de aquél que lo privaban de muchos de sus derechos feudales. Y es que –no nos engañemos– es un tremendo error trasponer simplonamente los "sentimientos nacionales" como ahora los entendemos a los de los hombres del XVI, preocupados los nobles, como es el caso, en la preservación de sus privilegios, y los del "pueblo llano" en subsistir como fuera, sin importarles mucho la corona de la cual pasaban a ser súbditos.
También se cuenta que cuando conoció en París a San Ignacio le manifestó inicialmente gran antipatía, lo cual es explicable porque el de Loyola había guerreado en las tropas castellanas contra sus hermanos mayores, enrolados en los ejércitos franco-navarros que desde el otro lado de los Pirineos pretendieron sin éxito la reconquista. Pero, si esto es cierto, no deja de ser una reacción natural, más de apegos familiares que patrióticos y que, en todo caso, tampoco tendría hondas raíces dada la rápida amistad y profunda devoción que pronto sintió hacia el guipuzcoano. Por último, otro argumento que se esgrime en cuanto a la hispanofobia del de Javier era que se negó a hacer sus viajes evangelizadores bajo bandera española (habría que aclarar que, para entonces, no existía tal bandera, sino la castellana y la aragonesa). Sin embargo, lo cierto es que si, en efecto, la misión apostólica estuvo patrocinada por la corona lusa fue, sencillamente, porque Juan III (que bajo la visión actual sería considerado un fanático religioso) tenía mucho interés en enviar jesuitas a las Indias Orientales y así se lo pidió a San Ignacio; éste decidió mandar a dos correligionarios portugueses, pero uno de ellos enfermó y fue sustituido por Francisco.
En fin, que hasta aquí. Felicidades a los Javieres, Xavieres y Xabieres.
Yo no me llamo Javier - Los Toreros Muertos (30 años de éxitos, 1986)
Qué interesante.
ResponderEliminarSupongo que sabes que me llamo Javier y que me he interesado bastante por ese nombre, por su historia y por tantas cosas relacionadas a él y/o con él. Pero tú cuentas cosas que ignoraba.
En mi partida de bautismo figuro como Francisco Javier, sin el 'de'. Supongo que en los distintos arzobispados o Registros de algunas ciudades (yo nací en Madrid) lo encargados actuaban un tanto a su antojo. Digo yo que se permitirían ciertos 'lujos' (si a eso se la puede llamar un lujo)o despistes.
Cuando en la mili, en cualquier formación o acto, me llamaban Francisco no atendía porque no creía que fueran conmigo y eso me procuró más de una bronca o castigo. Me explicaba buenamente pro a los sargentos eso les tenía sin cuidado, En mi cartilla militar ponía FRANCISCO Javier y con eso bastaba.
Andando el tiempo conseguí que en el DNI mi nombre de pila fuera solo Javier.
Respecto a lo que dices , muy apropiadamente, que llamen a una mujer 'columna', es decir Pilar, se me viene a la cabeza la cantidad de veces que algunos jefes americanos o ingleses me decían : ¿En qué están pensando algunos padres españoles para llamar a sus hijitas Soledad, Martirio, Angustias y otros nombres más bastante 'desagradables'?
(Cuando mi santa ex decidió llamar Javier a nuestro hijo ya no existían esos problemas.
Y sí: pronunciar 'mexicano o 'texano', insistiendo en la equis es impropio. A los 'mejicanos' no les gusta un pelo y reivindican que incluso esa jota se se pronuncie como una hache aspirada. Mi 1ª mujer mexicana me daba clases de cómo decirlo bien.
¿Te felicito 'por tu día' o no es mester?
Perdona, tocayo.
ResponderEliminarMe detuve tanto viendo el primer retrato del santo, con esas pinceladas tan valientes (mira el trazo blanco descarado de la ceja), que no vi arriba que nos lo dedicabas a Vanbrugh y a mi.
Mil gracias.
Muchas gracias por la dedicatoria, Miroslav. Me ha encantado el post. No sabía yo que los nacionalistas le adjudicaran sentimientos antiespañoles al pobre San Francisco de Javier. Pero podía habérmelo imaginado, es una estupidez, como bien explicas, muy dentro del tipo de las numerosas pero poco imaginativas estupideces con que se arma el meollo de su Estupidez Fundamental. Poco imaginativas, digo, porque se basan todas en lo mismo: proyectar sus delirios sobre la historia, falseándola sin el menor escrúpulo.
ResponderEliminarTambién me ha aliviado un tanto enterarme de que los castellanos que escribían Xavier probablemente pronunciaban esa X como SH. Pensaba que la pronunciaban como la J actual, y me resultaba imposible comprender que los vascos actuales se empeñaran en pronunciar mal una palabra de su propio idioma solo porque los castellanos la hubieran escrito alguna vez con X.
(Un inglés me aseguró una vez que le resultaba imposible imaginar que pudiera pronunciar alguna vez Javier como yo lo hacía. Me rogó que le excusara de intentarlo, siquiera, no se sentía capaz. A mí no me parece tan difícil...)
Muchas felicidades a los tres!
ResponderEliminarUno de los patrones del proselitismo. Nunca sería un 'santo' respetado entre los judíos. Felicidades, Miros
ResponderEliminarMenudo elemento este Paco Javi. Yo vi su avanzado estado de descomposición perpetua en Goa. Imagino que seguirás contando sus aventuras por Asia, adonde llevó la persecución de los judíos. Los que vivían desde hacía diez siglos atrás en Kerala tuvieron que emigrar a las montañas para evitar que Javi y sus secuaces los quemaran. García de Horta, el botánico judío portugués fue una de sus víctimas. Eso alguien que consideraba al inofensivo Buda el mismísimo Diablo y nunca se supo de un budista que quemara a alguien vivo por ser pillado tomando un alucinógeno y que, como decía Xabier Zabaltza en un lejano artículo: "¿Construyó escuelas y hospitales? No consta. ¿Se preocupó por elevar el nivel de vida de la gente? Tampoco. ¿Escribió grandes tratados llenos de tolerancia sobre las costumbres de los países que visitaba? Pues se han debido perder, porque no queda ni rastro de ellos. ¿Se distinguió por combatir la esclavitud, que conoció de cerca? Pues más bien no.
ResponderEliminar¿A qué se dedicó entonces? A predicar el Evangelio y a bautizar, convencido de que si no lo hacía irían todos al Infierno."
Un abrazo Miros, aunque ando un poco perdido...
Permíteme, Miros, que añade que Xavier es una palabra del vasco etcheberri que significa "casa nueva".
ResponderEliminarFelicidades a todos los Javier.
Siento mucho que vuestro santo haya sido un hijo de p...(según Harazem). Que ese detalle no os estropee la fiesta.