En la cuenta que pasa a Fernando II de los retratos que pintó entre 1530 y 1535, la nota 14 la dedica Seisenegger al que nos ocupa; dice así: «Mas la majestad imperial romana que retraté en Bolonia, así como su majestad real todavía la tiene delante, en un ropón blanco plateado, forrado de piel de cebelina y con una cuera de cordobán que está acuchillada sobre el pecho y ribeteada con cordones dorados, con un jubón de raso blanco acuchillado, también ribeteado con cordones dorados, con calzas blancas de tela y zapatos de terciopelo acuchillado, una espada y un puñal dorado con una borla blanca al lado, en la cabeza un birrete de terciopelo negro con una plumita blanca, a su lado un gran perro de aguas inglés, de pie en una solería de mármol, detrás y al lado de él una cortina verde de tafetán. Pido por esto sólo 50 florines] renanos». Tan prolija descripción no parece pertinente para una copia, ni tampoco que pida por el cuadro la misma cantidad que por cada uno de los retratos previos del emperador a los que ya me he referido; salvo que Seisenegger fuera un desvergonzado y confiara en que el archiduque no se iba a enterar de que la autoría original de Tiziano, hipótesis ambas poco verosímiles. De otra parte, la composición del cuadro es un argumento que apunta directamente al austriaco. No hay más que colocar los dos retratos anteriores junto al del perro para comprobar la continuidad, casi sin variaciones, de la estructura compositiva: prácticamente idénticas las posturas (figura completa, la misma disposición de los pies, casi iguales brazos y manos, orientación de los rostros, etc), siempre suelos de mármol en mosaico, la espada ... Tanto parecido sólo puede entenderse desde el supuesto de que Carlos y su entorno quedaron encantados con el retrato primero hecho durante la Dieta de Augsburgo de 1530 y ha habrían decidido encargarle uno nuevo a Seisenegger basándose en ese modelo (que es el que más se parece al de Bolonia; téngase en cuenta que el segundo fue pintado a petición de Fernando a la moda española para obsequio de su hermano y éste, de verlo, lo haría durante su estancia en Viena justo antes de viajar por segunda vez a Italia y es seguro que no le gustó tanto). Por eso tiene sentido que se le pidiera al austriaco desplazarse a Bolonia, ya que allí dispondría de tiempo para hacer la nueva versión del natural (en la capital del Danubio Carlos sólo estuvo una semana).
Retratos de Carlos V por Seisenegger (1530 - 1531 - 1532) |
Estos mismos argumentos que conducen a pensar que fue Seisenegger el autor del original chirrían desagradablemente en la hipótesis contraria. Tiziano hasta entonces no había hecho retratos de cuerpo entero –como tampoco, creo, ningún italiano contemporáneo–. No es plausible que se le ocurriera una composición prácticamente idéntica a la del cuadro de Augsburgo, salvo que los imperiales lo llevaran consigo, se lo enseñaran y le pidieran que hiciera su propia versión. Pero tal suposición no cuadra con haber llevado en el séquito al pintor austriaco, aparte de que me imagino que el de Venecia se habría sentido ofendido. Quizá –por rizar el rizo– podríamos imaginar que, aunque el plan oficial fuera que Seisenegger pintara un nuevo retrato, alguno de los nobles del emperador (De los Cobos o Del Vasto, por ejemplo) que tenían interés en ganar el favor de éste hacia Tiziano –recordemos la anécdota del ducado que hace pensar que Carlos no había quedado muy contento dos años antes– llamara al cadorino y le propusiera hacer una versión propia de aquel primer retrato para sorprender al César con un resultado muy superior. Pero, si así fue, ¿para qué estaba ahí Seisenegger, qué hacía mientras tanto? No, definitivamente cualquier respuesta al por qué Tiziano pintaría un retrato tan similar al que hizo dos años antes el austriaco resulta mucho más forzada a suponer que fue al revés. En resumen, si tratamos de imaginar cómo pudieron desarrollarse los acontecimientos en esos días a caballo entre 1532 y 1533, la navaja de Occam nos inclina poderosamente a conceder la precedencia a Seisenegger.
Vayamos ahora al asunto de las radiografías, que constituyen el motivo principal por el que Checa cambió de opinión para pasar a considerar que es Tiziano el pintor original y Seisenegger el copista. Los rayos X revelan en la tela del austriaco una cuadrícula de 3x7 mientras que en la del cadorino se aprecian varios cambios (el hombro izquierdo, la pierna derecha, la parte inferior de la nariz la cabeza del perro). De estos datos ocultos concluye el experto español que fue Tiziano quien hizo el primer retrato y, a medida que lo hacía, corregía las partes con las que no quedaba muy satisfecho, mientras que Seisenegger, que simplemente se habría limitado a copiar el lienzo acabado del veneciano, como "demostraría" el que, para hacerlo, hubiese cuadriculado previamente su tela. Sin embargo, que uno dibujara una malla y otro introdujera cambios es igualmente compatible con que –como los demás datos sugieren– la precedencia de Seisenegger. En efecto, la cuadrícula parece sugerir una copia, pero también es un recurso habitual para una obra original, a fin de esbozar las líneas maestras de la composición, especialmente en artistas de marcado carácter "dibujístico", como era el caso del austriaco. Más todavía si, como es probable, Seisenegger se apoyara en las proporciones de su retrato de 1530. Quiero decir que, dadas las marcadísimas equivalencias compositivas entre el cuadro de Augsburgo y el del perro (véanse ambos más arriba), se me antoja altamente plausible que, antes de ponerse delante del emperador a hacerle el nuevo retrato –cuyas características básicas habrían sido ya acordadas previamente entre pintor y cliente–, el austriaco hubiera "preparado" su tela con el cuadriculado y probablemente las líneas esbozadas básicas a fin de facilitarse la tarea pictórica. De otra parte, que se hagan correcciones durante la ejecución de la obra vale tanto si lo que se está haciendo es retratando del natural o copiando un cuadro; simplemente demuestra que el artista cambia de opinión, lo que puede ocurrir en ambos supuestos. Es significativo además que los mayores cambios que hace Tiziano sean para adecuarse a las proporciones del retrato de Seisenegger, no para corregirlas (se nota claramente en la cabeza del perro: la que ha revelado la radiografía está orientado hacia abajo). Esto apunta justamente hacia la conclusión contraria a la de Checa, que el veneciano estaba copiando el cuadro del austriaco y, de primera intención, hace algunas variaciones compositivas como para dejar claro la forma en que él lo habría hecho (por ejemplo, podría haber pensado que si el perro simboliza la fidelidad pero también la sumisión, mejor estaría mirando hacia abajo); sin embargo, luego se habría corregido a sí mismo para volver a ajustarse al original. Tan estrecha correspondencia entre las disposiciones de las dos figuras en ambos cuadros sólo puede obedecer a la voluntad disciplinada del copista de sujetarse estrictamente a los límites del original para, dentro de éstos, demostrar cuánto se podía mejorar. Y esta interpretación no cuadraría con las que habrían sido las intenciones de Seisenegger, quien, al fin y al cabo, no tenía más encargo que repetir en otro escenario y con otro atuendo un modelo de retrato que ya había tenido éxito dos años antes (y por eso le hacían el nuevo encargo), sin tener que cuestionarse nada (para lo que, de otra parte, no contaba con la capacidad técnica y artística necesaria). En cambio, sí me parece muy congruente con lo que le pasaría a Tiziano por la cabeza al ver el cuadro acabado del austriaco; algo así como: "o sea, que éste es el modelo que le gusta al emperador (y no el de tres cuartos con armadura que le hice en la ocasión anterior); pues voy a atenerme a él y demostrarle cuanto soy capaz de mejorarlo". En resumen, que de los datos revelados por las radiografías no se sigue obligadamente que Seisenegger fuera el copista ya que son compatibles con la hipótesis contraria y que éstos incluso, poniéndolos en relación con otras consideraciones, apuntan justamente a que el copista fue Tiziano.
En su texto "La definición de la imagen imperial: Carlos V y Tiziano en Bolonia (1530 y 1532)" (incluido en el libro colectivo "España y Bolonia, siete siglos de relaciones artísticas y culturales", 2006), Fernando Checa mantiene que los pentimenti ("arrepentimientos" que se traducen en correcciones) que han desvelado las radiografías, el tratamiento más "creativo" de la imagen del emperador (idealizando sus proporciones y algunos rasgos) y la bastante mejor técnica pictórica –todas ellas notas diferenciales del cuadro de Tiziano respecto del de Seisenegger– son indicios que deben llevar a concluir que fue el cadorino el pintor original. No estoy de acuerdo. En primer lugar, como ya he dicho, todas esas "mejoras" son perfectamente compatibles con que Tiziano copiara el cuadro acabado de Seisenegger. No sólo eso, como apuntaba Panofsky en la obra a la que ya me referido, "los que copian generalmente suelen simplificar sus modelos; y el retrato de Seisenegger es más elaborado que el de Tiziano en los detalles, como el suelo de mármol o la hebilla que adorna el collar del perro". En segundo lugar, si suponemos que es el de Tiziano el primer cuadro, no se entiende por qué habría de copiarlo posteriormente Seisenegger y, sobre todo, por qué habría que copiarlo empeorándolo. Se me dirá que porque no era capaz de hacerlo tan bien como el veneciano, y tal objeción me parece válida en el dominio del color; incluso podría aceptar a regañadientes que el austriaco fuera tan torpe como para creer que insistir en detalles ajenos a la figura del emperador (la cortina, el suelo, etc) mejorarían la composición cuando la empeoran. Pero lo que no es de recibo es que, después de ver que la idealización de los rasgos y las proporciones se había convertido en una de las claves del éxito de la pintura de Tiziano se empeñara en copiar "mal" para, con el absurdo prurito del rigor naturalista, recuperar los rasgos y proporciones de sus cuadros anteriores: no tiene sentido. Por último, el propio Checa, ante la dificultad de defender que el veneciano inventara la composición, supone que fue el emperador o alguien de su séquito quien le dijo que tomara como modelo el cuadro de Augsburgo. Tal hipótesis es posible, pero resulta mucho más forzada para Tiziano que para Seisenegger. Si así hubiera sido, dudo mucho que el italiano se hubiese ajustado tanto al cuadro original (si, en cambio, el austriaco); aún representando a Carlos de cuerpo entero, habría planteado variaciones bastante mayores, propias de su creatividad. No, todas las notas que le hacen pensar a Checa que fue Tiziano el original a mí me llevan, por el contrario, a inclinarme que fue el copista.
Llegados a este punto es relevante la pregunta retórica que se hace Checa para descartar la tesis que planteara inicialmente Gluck: ¿Acaso se iba a desplazar Tiziano a Bolonia en 1532 para realizar una copia de un pintor oficial de segunda fila llegado desde Viena? De entrada, conviene aclarar que Seisenegger no era un pintor de segunda fila, aunque el cadorino, si es que conocía su obra (de lo que no hay ninguna constancia y, en principio, me extrañaría mucho) seguro que así lo consideraría. Pero lo cierto es que, antes del cuadro del perro que significó la consagración de Tiziano ante Carlos, todo parece indicar que éste tenía en más estima al austriaco (por más que nobles de su séquito, con más sensibilidad artística que él, prefirieran acertadamente al veneciano y se hubieran "movido" para convencer al emperador de que volviese a retratarlo). Pero, en todo caso, tiene razón Checa: no es concebible que el emperador llamara a Tiziano a Bolonia para que copiara un cuadro que acababa de realizar Seisenegger. Ni a Carlos y a su gente se les hubiese ocurrido ni, más que probablemente, el pintor más célebre de Italia lo hubiese aceptado. No, yo creo que Tiziano copió la pintura de Seisenegger sin que nadie se lo dijese, fruto de una táctica intencionada muy inteligente para lograr multiplicar, gracias a la sorpresa y a la comparación, la admiración general por la muy superior calidad de su obra. Desde luego, entramos en el terreno de las elucubraciones, que contaré con algo más de detalle en la siguiente entrada.
En su texto "La definición de la imagen imperial: Carlos V y Tiziano en Bolonia (1530 y 1532)" (incluido en el libro colectivo "España y Bolonia, siete siglos de relaciones artísticas y culturales", 2006), Fernando Checa mantiene que los pentimenti ("arrepentimientos" que se traducen en correcciones) que han desvelado las radiografías, el tratamiento más "creativo" de la imagen del emperador (idealizando sus proporciones y algunos rasgos) y la bastante mejor técnica pictórica –todas ellas notas diferenciales del cuadro de Tiziano respecto del de Seisenegger– son indicios que deben llevar a concluir que fue el cadorino el pintor original. No estoy de acuerdo. En primer lugar, como ya he dicho, todas esas "mejoras" son perfectamente compatibles con que Tiziano copiara el cuadro acabado de Seisenegger. No sólo eso, como apuntaba Panofsky en la obra a la que ya me referido, "los que copian generalmente suelen simplificar sus modelos; y el retrato de Seisenegger es más elaborado que el de Tiziano en los detalles, como el suelo de mármol o la hebilla que adorna el collar del perro". En segundo lugar, si suponemos que es el de Tiziano el primer cuadro, no se entiende por qué habría de copiarlo posteriormente Seisenegger y, sobre todo, por qué habría que copiarlo empeorándolo. Se me dirá que porque no era capaz de hacerlo tan bien como el veneciano, y tal objeción me parece válida en el dominio del color; incluso podría aceptar a regañadientes que el austriaco fuera tan torpe como para creer que insistir en detalles ajenos a la figura del emperador (la cortina, el suelo, etc) mejorarían la composición cuando la empeoran. Pero lo que no es de recibo es que, después de ver que la idealización de los rasgos y las proporciones se había convertido en una de las claves del éxito de la pintura de Tiziano se empeñara en copiar "mal" para, con el absurdo prurito del rigor naturalista, recuperar los rasgos y proporciones de sus cuadros anteriores: no tiene sentido. Por último, el propio Checa, ante la dificultad de defender que el veneciano inventara la composición, supone que fue el emperador o alguien de su séquito quien le dijo que tomara como modelo el cuadro de Augsburgo. Tal hipótesis es posible, pero resulta mucho más forzada para Tiziano que para Seisenegger. Si así hubiera sido, dudo mucho que el italiano se hubiese ajustado tanto al cuadro original (si, en cambio, el austriaco); aún representando a Carlos de cuerpo entero, habría planteado variaciones bastante mayores, propias de su creatividad. No, todas las notas que le hacen pensar a Checa que fue Tiziano el original a mí me llevan, por el contrario, a inclinarme que fue el copista.
Llegados a este punto es relevante la pregunta retórica que se hace Checa para descartar la tesis que planteara inicialmente Gluck: ¿Acaso se iba a desplazar Tiziano a Bolonia en 1532 para realizar una copia de un pintor oficial de segunda fila llegado desde Viena? De entrada, conviene aclarar que Seisenegger no era un pintor de segunda fila, aunque el cadorino, si es que conocía su obra (de lo que no hay ninguna constancia y, en principio, me extrañaría mucho) seguro que así lo consideraría. Pero lo cierto es que, antes del cuadro del perro que significó la consagración de Tiziano ante Carlos, todo parece indicar que éste tenía en más estima al austriaco (por más que nobles de su séquito, con más sensibilidad artística que él, prefirieran acertadamente al veneciano y se hubieran "movido" para convencer al emperador de que volviese a retratarlo). Pero, en todo caso, tiene razón Checa: no es concebible que el emperador llamara a Tiziano a Bolonia para que copiara un cuadro que acababa de realizar Seisenegger. Ni a Carlos y a su gente se les hubiese ocurrido ni, más que probablemente, el pintor más célebre de Italia lo hubiese aceptado. No, yo creo que Tiziano copió la pintura de Seisenegger sin que nadie se lo dijese, fruto de una táctica intencionada muy inteligente para lograr multiplicar, gracias a la sorpresa y a la comparación, la admiración general por la muy superior calidad de su obra. Desde luego, entramos en el terreno de las elucubraciones, que contaré con algo más de detalle en la siguiente entrada.
Dices: "Tiziano hasta entonces había hecho retratos de cuerpo entero –como tampoco, creo, ningún italiano contemporáneo–.[...]" . Me parece que a esa oración le falta un 'no'.
ResponderEliminarYo creo que el austriaco Arnold Seisenegger era mejor culturista que pintor, pero también creo que tanto él como Tiziano copiaron ambos aun tercer pintor hoy desconocido, el auténtico inventor del retrato de cuerpo entero (¡que le den a la dichosa navajita de Occam, ta está bien!). vale, es broma, pero podría ser, como poder...
Por cierto, para esos 'arrepentimientos' y correcciones de Tiziano que revelan las radiografías, como la del cambio de la posición de la cabeza del perro (muy sugerente tu hipótesis) me llama la atención que no utilices la preciosa palabra italiana castellanizada de (Un pentimento (el plural sería la también forma italiana pentimenti) es una alteración en un cuadro que manifiesta el cambio de idea del artista sobre aquello que estaba pintando. Se trataría, por tanto, de un término sinónimo de arrepentimiento.
Apabullantes tus indagaciones, por cierto Checa y los otros, en su afán por 'demostrar' sus tesis iban un poco ligeros de fundamentos, en ciencias duras los hubieran puesto a caldo sus colegas.
Tienes razón, falta un no: corregido.
ResponderEliminar¿Culturista? No lo capto. Seisenegger era sobre todo "dibujante" (aunque dudo que mejor Tiziano). La diferencia es que la fase "dibujo" es demasiado obvia en el austriaco mientras que el italiano la trasciende magníficamente.
Ya cuento en un post anterior de esta serir que retrato de cuerpo entero tiene un origen medieval (hay un libro de María Kuche muy interesante sobre el asunto) pero que había caído en desuso, aunque desde finales del XV estaba volviendo a ponerse de moda entre los enriquecidos burgueses alemanes, especialmente en Augsburgo (no es casual que Seisenegger pintara en Augsburgo su primer retrato de Carlos, tan parecido al del perro). Sin embargo este modelo no había usado todavía entre los italianos.
Y sí utilizo el término pentimento. Has de leer más despacio.
En defensa de Checa –a quien no conozco– hay que decir que sus hipótesis no son "imposibles". Mi crítica es que llega a conclusiones que no derivan necesariamente de sus premisas, y tiende a sobrevalorar las radiografías, como si demostraran algo que no demuestran. A mí, como cuento, me parecen más verosímiles las interpretaciones contrarias de los mismos datos. Pero, sí, no parece que Checa superara un examen "científico".
Arnold Swarzeneger = Culturista
ResponderEliminarconfundido con
'Arnold' (?)Seisenegger
"un poco ligeros de fundamentos",eso he dicho sobre Checa, no que sus hipótesis sean imposibles.
ResponderEliminarTu uso del término pentimento, que estoy absolutamente seguro de que lo conoces, no lo encuentro en este post en concreto
P.S.- Culturista, no culterano es alguien vigorésico obsesionado con muscularse hasta extremos deformes., como el Arnold de marras
Seisenegger ---> Schwarzenegger, no había caído (tenía que haberme dado cuenta por el nombre que le ponías al pintor). La terminación negger o egger es relativamente común en el alemán de Austria.
ResponderEliminarpentimenti (en plural) está en la quinta línea del cuarto párrafo (el de la foto de Fernando Checa).
Ya sé lo que es culturista, claro (y también culterano, que nada tiene que ver). Si no lo cogí fue por lo que ya te he dicho arriba, no por ignorancia del término.