Como todo el mundo conoce, el viernes pasado a las 23:59 finalizó el proceso electoral interno de Podemos para configurar sus cargos organizativos, a saber: secretario general, los 62 miembros electos –porque hay 18 que acceden por otras vías, además del secretario general– del consejo ciudadano (el órgano ejecutivo de dirección política), y los 10 –5 titulares y 5 suplentes– de la comisión de garantías democráticas (una especie de órgano de fiscalización interna). Las votaciones se desarrollaron a través de la web del partido durante los cinco días laborables de la pasada semana y podía votar cualquiera que se hubiera inscrito. Pese a que había más de 250.000 inscritos, sólo votaron 107.488, o sea, en torno al 42%. Bien es verdad que difícilmente puede decirse que haya habido casi un 60% de abstención, porque inscribirse no significa ningún tipo de compromiso con el nuevo partido. Más significativo a efectos de aproximar el número de "miembros" (por analogía con los partidos tradicionales) me parece el de colaboradores económicos, que asciende a sólo 15.364 personas (con una media de 25,28 €). Desde luego, cifras muy inferiores al número de afiliados que pagan cuota en el PP (unos 100.000), el PSOE (unos 200.000) o incluso Izquierda Unida (36.000), pero ya veremos como evolucionan las cosas a medida que se vaya consolidando como partido político.
Si comparamos este proceso electoral con las primarias del PSOE del pasado julio –sólo votaron los militantes: unos 128.300, apenas un 20% más que los que han votado en el proceso Podemos– parece lícito concluir que, como afirmó Pablo Iglesias, el número de los que han participado es significativo, y mucho más si tenemos en cuenta el escaso tiempo que llevan en la escena política. Otro aspecto relevante es lo fácil que era presentarse como candidato: bastaba con el aval de alguno de los círculos, que es la el elemento mínimo de la organización territorial del nuevo partido, muchos de ellos poco más que un grupito de gente más o menos ilusionada. Así se presentaron unos 1.300 candidatos para 73 puestos, una barbaridad. El votante podía chequearlos todos, uno a uno, e incluso conocer algunos breves datos de su biografía y motivaciones. No es que se sacara mucha información, pero hay que tener en cuenta que la práctica totalidad de los candidatos carecían de todo antecedente "político", caras nuevas y como tales, hojas casi en blanco. Por supuesto, si bien la mayoría de los candidatos se presentaban agrupados en listas (había 30), éstas eran abiertas; es decir, uno podía "desplegar" una lista y elegir a los candidatos de la misma que quisiera o también (mucho más cómodo) dar el voto a la lista, lo que equivalía a seleccionar a todos los incluidos en la misma.
En teoría pues todo muy democrático, aunque los resultados no han reflejado la diversidad que cabía esperar ante la multiplicidad de listas y candidatos. La lista "Claro que Podemos - Equipo Pablo Iglesias" ha conseguido los tres plenos: secretario general, los 62 miembros del consejo ciudadanos y los 10 del comité de garantías. Y no sólo eso, sino que por una abrumadora mayoría de votos. Pablo Iglesias ha conseguido casi cien veces más votos que el siguiente candidato a secretario general (95.311 frente a 995); el que menos votos de su lista ha conseguido para el consejo ciudadano ha logrado el 73,62% frente al 5,23% del más votado de cualquier otra lista; y algo mayor todavía es la distancia entre el menos votado del equipo de Pablo Iglesias para el comité de garantías y el que le sigue. La conclusión es bastante obvia: aunque algunos pocos han votado a candidatos sueltos, la inmensa mayoría ha votado listas (en concreto la de "Claro que Podemos"). Es decir, se daban todas las posibilidades para que fuera una elección abierta pero lo cierto es que ha resultado cerradísima.
Desde luego, sería injusto echar la culpa al modelo electoral diseñado. Estaba cantado que iba a ganar el equipo de Pablo Iglesias por la sencilla razón de que los pocos que se conocían eran de esa lista (recuérdese que algunos otros con cierta popularidad, como Echenique, optaron por no presentarse). En mi opinión, existiendo tanto desequilibrio de partida, habría sido una buena (y democrática) medida que se hubiera puesto alguna limitación al número de personas que podían presentarse en una lista (por ejemplo, no más del 50% del total de miembros del órgano colegiado correspondiente). Así, el equipo de Pablo Iglesias habría sacado sin duda la mitad del consejo ciudadano y del comité de garantías, pero las otras dos mitades las habrían cubierto personas de otras listas (de hecho, sólo la lista de "Claro que Podemos" presentó 62 y 10 candidatos). Creo que más o menos de ese tipo eran las críticas al proceso de Echenique. Sin embargo, aunque existe la posibilidad (y tentación) de que rodeado exclusivamente de sus fieles Pablo Iglesias tienda hacia el autoritarismo interno (lo que ya se han apresurado a declarar algunos maledicentes hablando de "elecciones a la búlgara", comparación absolutamente fuera de lugar), lo cierto es que el propio sistema organizativo interno cuenta con muchos más mecanismos que en cualquier partido tradicional para evitar que eso ocurra (aparte del propio modelo electoral, la posibilidad de consultas revocatorias con sólo el 20% de los inscritos en Podemos).
En fin, veremos cómo evolucionan. De momento, ya son un partido con organización central y un equipo suficiente para empezar a trabajar en la elaboración de propuestas concretas, de medidas de gobierno que puedan defenderse ante el futuro electorado (porque, ciertamente, en la entrevista que le hizo Ana Pastor el domingo por la noche, Pablo Iglesias no fue capaz de dar una sola respuesta concreta). Parece que es verdad que están ello e imagino que durante los próximos meses empezarán a aparecer estas medidas. Les es imprescindible porque decir que "podemos" vale durante un tiempo, pero hay que completarlo explicando "cómo podemos". A una música que parece que ha ilusionado a muchos hay que ponerle pronto la letra.
Disculpe el señor - Joan Manuel Serrat (Utopía, 1992)
Los círculos se están volviendo muy impopulares, especialmente en Twitter. Creo que Iglesias sabía eso y le ha motivado por este sistema, que aseguraba su preponderancia.
ResponderEliminarHablando de círculos, me gusta el logo de esta gente, los círculos que sin ser concéntricos se las arreglan para señalar un centro. Me parece un buen diseño, ojalá sus diseñadores políticos sean tan buenos como los gráficos.
ResponderEliminar(Me parece también que mal mirado podría entenderse como metáfora de vaya usted a saber qué. Mejor no sigo por ahí, que luego pensáis que es que les tengo manía).
Metáfora, ¿eh? A mí también, como a Vanbrugh, me gusta mucho ese logo que no es exactamente concéntrico, pero casi, y al revés que a Vanbruhgh, no es lo único que me agrada de Podemos. Y ahora que estoy jubilado, mira por donde, me recuerda uno viejo tinglado relacionado con la Planificación y la urbanística. La teoría del Círculo Concéntrico, una de las primeras en sociología, predice que las estructuras sociales urbanas se desarrollan en círculos concéntricos alrededor del centro de una ciudad. Con la aplicación de esta teoría, los urbanistas, empresas e incluso los individuos pueden utilizar mejor los recursos de una ciudad. El sociólogo Ernest Burgess propuso por primera vez la teoría del círculo concéntrico en 1925. La Teoría del Círculo Concéntrico establece cinco zonas: el distrito central de negocios, la zona de transición con los usos residenciales y comerciales, el centro urbano (clase baja), los suburbios exteriores (clase media), y la zona de pasajeros (clase alta). El distrito central de negocios se compone de la administración de la ciudad y las zonas de negocios. Los radios de los sistemas de trayecto se encuentran aquí. El más valioso de bienes raíces tiende a estar aquí. ¿Significará que el ‘arriba’ y ‘abajo’, o los de arriba y los de abajo se empieza a perfilar…?
ResponderEliminarA mí no es que me gusten sin más, es que me encantan y sé que van a ganar, que ya están cambiando el país y quién sabe, el mundo. Se ve todo tan vetusto desde que ellos arribaron al panorama político español… Ánimo muchachos, que si no se podía vosotros estáis demostrando que Sí Se Puede. Ellos sí que me representan, mi voto incondicional es suyo y espero que, si la ilusión tiene fecha de caducidad, el producto sea lo suficientemente duradero como para no quitarme demasiado pronto este tan buen sabor de boca que me han dejado. En cuanto a las dudas de Vanbrugh, pienso que el equipo de Podemos va a ser tan bueno como todo lo mejor que tiene España. Tal como están las cosas, solo buenos profesionales con ánimo de recomponer este país destrozado por años de bipartidismo y descompuesto hasta la náusea por la corrupción, se acercarán sin ánimo de lucro a la formación. ¿Se puede pedir más? A veces las cosas son tan sencillas como hacerlas bien, barrer y fregar a fondo y desinfectar, medidas urgentes de primeros auxilios para salvar a un paciente en estado de shock.
ResponderEliminarOzanu: No sé si los círculos se están volviendo impopulares, pero de lo que estoy convencido es de que lograr que sean activos es muy difícil y requerirá que a lo largo de toda España (presencialmente y en las redes) personas concretas se vayan involucrando (dedicando tiempo y esfuerzo) para lograrlo. Si eso no ocurre, Podemos, pese a todas sus declaraciones (honestas o cínicas) irá convirtiéndose en un partido de "aparato" en el mal sentido de la palabra (o sea, como los demás). Y aclaro, eso sí, que el aparato siempre es necesario. En todo caso, creo que vale la pena el intento y –como digo en el post– al menos han creado los mecanismos internos para que los círculos, de funcionar, puedan ejercer un poder mucho más efectivo que en otras formaciones políticas.
ResponderEliminarVanbrugh:Me temo que tal vez los diseñadores de Podemos no sean tan buenos. El logo de los circulitos parece que tiene sus casi calcados antecedentes en otro que apareció en carteles de la Unión de juventudes comunistas de España (UJCE) hace poco más de un año en varios barrios madrileños. La cosa es que la escasa originalidad en cuanto a diseño gráfico de los de Podemos viene de la campaña a las europeas, en la que presentaron un cartel que era exactamente igual al realizado por el diseñador Alfredo León para el Festival de jazz de San Sebastián de 2012, también basado en círculos, pero esta vez rellenos de distintos colores. Ese cartel no fue el elegido por la organización donostiarra, con lo cual no era apenas conocido y menos dos años después, pero parece que el artista denunció el plagio y los de Podemos se disculparon ("Pedimos disculpas de parte del equipo de diseño de Podemos por el uso indebido de un cartel de Alfredo León") y lo retiraron.
En otro orden de cosas, los tres círculos, al no ser concéntricos, obviamente no señalan un (mismo) centro, aunque tienes razón en que aparentan hacerlo (simplemente porque sus tres centros están bastante próximos). Quizá también podrías inferir de esa multiplicidad de centros pero no excesivamente separados entre sí alguna consecuencia metafórica. En cuanto a la elección de los círculos (más bien circunferencias, diría yo) en el logo, parece inmediato concluir que es una referencia directa a sus espacios organizativos, sobre los que –al menos declarativamente– sustentan sus pretensiones de democracia interna, aunque ciertamente esta voluntad "de abajo hacia arriba" no se ha traducido en los resultados de estas primeras primarias. Y conste que no lo digo como crítica, porque creo que es demasiado pronto para esperar que el contenido ideológico y propositivo del nuevo partido (y de sus órganos centrales) sea realmente resultado de lo que bulla en sus círculos de base.
Lansky: Simpática tu evocación del viejo modelo de Burgess (te vas a tener que hacer mirar tus asociaciones mentales), que durante una época –yo diría que hasta los sesenta– y sobre todo en los USA, fue empleado con profusión en varios trabajos incluso predictivos de comportamientos sociales en las ciudades. Como todo modelo, es una simplificación y, éste en concreto, me temo que no sólo bastante obsoleto sino que nunca fue demasiado ajustado para la generalidad de "mapas urbanos". De hecho, el sprawl y otros fenómenos asociados a la metropolinización se lo cargaron hace tiempo. Lo que se me hace arduo es sacar de él conclusiones –siquiera metafóricas– que aplicar a Podemos.
ResponderEliminarAtman: ¡Cuánto entusiasmo y confianza ciega! Quizá te convendría moderarlo un poco por eso de no perder una saludable dosis de pensamiento crítico. Están ciertamente demostrando algunas cosas, pero están lejos todavía de que sean suficientes. Y en cuanto a tu seguridad de que van a ganar ... Tampoco creas que las cosas son tan sencillas, como tu entusiasmo te lleva a afirmar, ¿o es que crees que quienes han montado el sistema que padecemos (y viven de él) son tontos o débiles?
Miroslav, mamonazo, que no me lo hago mirar, hombre. Por supuesto que está obsoleto, el modelo que mencionaba y las ciudades pensadas así.
ResponderEliminarEn otro orden de cosas, me dan un poco de repelús, esos entusiasmos tipo Atman (mi post iba de lo contrario, sin denigrar a Podemos, reivindicaba las razones de cierto escepticismo crítico), en cierto modo, pueden ser más perjudiciales que los ataques desaforados, que yo creo que reclutan más que desactivan. Creo que la ciudadanía es lo opuesto a la masa, y a la necesidad de tantos, al parecer, por encontrar acogida en cualquier grupo, sea un equipo de fútbol o un partido, y es que somos animales sociales, pero se supone que también racionales.
Lo sé, lo sé. Soy muy enamoradizo, qué le voy a hacer. Para mí, los partidos y partidarios de "la casta" están más anticuados que las cabinas telefónicas, de eso se han dado cuenta las masas y un partido sin curriculum alguno se ha convertido de golpe en tercera fuerza política e in crescendo. Si no podemos cambiar la Constitución, salir de la OTAN, encerrar a los chorizos, hacer consultas a la ciudadanía o conservar los derechos que tanto costaron y que fundamentan el Estado del bienestar; la política no me interesaría, y España y los españoles tampoco.
ResponderEliminarQue los círculos no son concéntricos -que quiere decir, exactamente, que el centro de cada uno de ellos es distinto que el de los otros dos- ya lo había dicho yo. Pero entre los tres forman una nueva figura, ya no un círculo, naturalmente, y esta nueva figura tiene, no solo aparenta tener, un nuevo centro -no hace falta ser un círculo para tenerlo- que no es el de ninguno de los tres círculos que la forman. Por ahí iban mis abortadas interpretaciones metafóricas, que cada uno puede desarrollar o no como más le pete.
ResponderEliminarLamento enterarme de que lo único que hasta ahora me había parecido atractivo de Podemos es plagiado. También sobre esto me abstendré de hacer ninguna clase de inferencia. De un prudente que da asco, estoy.
Atman ¿debo entender, de tu último comentario, que si Podemos no gana las próximas elecciones; o si, ganándolas, no cambia la Constitución, o no nos saca de la OTAN, o no encierra -espero que no Podemos, sino quien puede y debe hacerlo en un estado civilizado, esto es, los jueces- a los chorizos, o no articula el modo de hacer consultas a la ciudadanía -¿sobre qué cosas, exactamente: las que a tí te parezca que deben ser consultadas? ¿Las que se lo parezca a quién?- o no conserva -para quien los disfrute actualmente; hay mucha gente para la que esos derechos están aún por conquistar- los derechos que fundamentan el Estado de bienestar; que si se da alguna o varias o todas de esas circunstancias, entonces la política y los españoles dejarán de interesarte? Porque si esa es la actitud de un votante potencial medio de Podemos, acabas de añadirme un nuevo motivo para no ser uno de ellos. O sea, que espero que la base social en que se pretende sustentar tenga un poco más de consistencia teórica y viabilidad práctica que las que tu comentario me permite suponerte a ti.
ResponderEliminarTe doy la razón. Vanbrugh. Esa última coletilla parece la de un niño malhumorado. Al poco de escribirla ya supe que no estaba bien del todo, y ahora leyéndote me doy cuenta ya del todo. El contenido del resto de mis dos comentarios tampoco son tan acertados como yo quisiera, pero en ellos me mantengo un poco más seguro de poder estar en lo cierto.
ResponderEliminarMe alegro de saberlo, Atman. Uno de mis problemas con Podemos es que cuanto más entusiasta se muestra uno de sus partidarios, más resulta, hechas las averiguaciones a mi alcance, que el entusiasta en cuestión es a efectos prácticos un niño malhumorado. Si en torno a este movimiento detectara más actitudes como la de Miroslav o la de Lansky, y menos como la que reflejaba tu anterior comentario, tendría algunas menos prevenciones contra él. Pero me encuentro con diez de estas por cada una de aquellas. Y no me parece un buen síntoma, la verdad.
ResponderEliminar(Decía un refrancillo moral de mi infancia: "Si el sabio censura, malo. Si el necio aplaude, peor"...)
Te contestaré con otro refranillo, Vanbrugh: "El que no tiene felicidad, de sabio no tiene ná". Porque al fin y al cabo quién no es capaz de ilusionarse con algo, puede terminar inmobilizado, amargado y morir de mortal aburrimiento.
ResponderEliminarLa verdad, tener que recurrir a Podemos -o a cualquier otro proyecto político, me da igual cuál- para encontrar la necesaria ración de ilusión, felicidad, disfrute... que le impida a uno inmovilizarse, amargarse y morirse de aburrimiento, personalmente me parece una buena descripción de uno de los últimos grados de la desesperación. Y casi exactamente lo contrario de la sabiduría.
ResponderEliminarPero en fin, tú mismo.