Los ocho treinta y unos de diciembre que anteceden al de hoy he escrito un post en este blog y, como romper tan ya larga racha sería sin duda de mal augurio, me apresto a hacer lo mismo, a respetar esta pequeña y personal tradición. He de confesar de entrada (apartando todo asomo de falsa modestia) que me asombra y enorgullece llevar tanto tiempo garabateando estas boberías blogueras; en solo cincuenta días esta web cumplirá nueve añitos, tiempo en el que ha ido acumulando una considerable cantidad de textos que me sirven, al releerlos y evocarme cuando los escribía, como película autobiográfica. De las más de mil entradas, las más explícitas a estos efectos son justamente las fechadas en cada último día de año, con el juicio crítico de lo que aquél me había deparado y mis vagos propósitos para el siguiente, cumplidos siempre en muy breve medida.
A finales de 2013 certificaba que –como ya había previsto el último día de 2012– aquél había sido un mal año y, en un autoimpuesto optimismo, aseguraba que 2014 iba a ser la leche, un tiempo de cierre y cambios a mejor. Ahora que también el 14 se ha acabado he de rebajar a su justa realidad las desmesuradas expectativas, lo que no obsta para que este año haya sido –para mí– mejor que el funesto decimotercero. En el terreno laboral, ciertamente arribamos a la tierra que oteaba hace un año, aunque sigo en la tarea eterna –desde 2008– si bien en otras condiciones mucho más soportables. Por otro lado, se han presentado nuevos trabajos que, con los inevitables sinsabores, me han ofrecido no pocas satisfacciones. En todo caso, pese a que mi vida laboral ha sido bastante más gratificante (sobre todo durante el segundo semestre), queda aún pendiente la decisión que me proponía haber adoptado en este año que acaba y que probablemente no se producirá hasta mediados de 2015. Ese es el plazo que me concedo ahora, siendo el hito cronológico no esta nochevieja sino la fecha de las próximas elecciones autonómicas y municipales, cuyos resultados habrán de ser necesariamente datos imprescindibles para resolver mi inmediato futuro.
En todo caso, la significativa disminución del agobio laboral ha supuesto que haya empezado a recuperar un mínimo nivel de calma anímica que se extiende a todas las facetas de mi vida. En tal sentido, me siento en fase de recuperación, con muy pocas ganas de ajetreo y también con muy pocas prisas. Es como si me estuviera "dando tiempo", reordenándome por dentro para lo que haya de venir, sin ninguna preocupación por dilucidar de momento ese futuro. Supongo, no obstante, que esta cierta apatía personal, aflojamiento de la tensión interior, irá poco a poco remitiendo y, en todo caso, los acontecimientos que inevitablemente se avecinan me exigirán cargar de nuevo las pilas, en una u otra dirección. Simplemente, creo yo, estoy preparándome, sin querer acelerar las cosas, aceptando –espero que inteligentemente– el ritmo que me marca la vida.
He de decir que no me disgusta este estado de ánimo, que no es el propio de mi carácter. De hecho, ha contribuido a mejorar varias de mis relaciones personales, a poner más atención y dedicación hacia aquellos a quienes quiero, algo que desde luego es mucho más importante que matarse haciendo un plan de urbanismo. Y aunque el año ha sido tacaño en vivencias "singulares" (pocos viajes, pocos espectáculos "memorables", pocas "aventuras"), algunas ha habido. De todas ellas tendría que resaltar especialmente una decisión adoptada a finales de octubre que no estaba para nada entre mis previsiones. No diré de que se trata pero sí que está ya implicando –e implicará más en el futuro inmediato– un cambio relevante en mi forma de vivir, que aporta un elemento importante de mejora. En fin, que para mí 2014 no ha sido la leche, no, pero sí un periodo de transición necesaria hacia una etapa mejor de mi vida.
¿Y cómo será 2015? Pues espero y confío en que bastante mejor y no sólo para mí, sino para la mayoría, al menos en este malhadado país en el que vivimos. Estoy convencido de que el sistema político-económico que nos gobierna requiere urgentemente desmontarse o, como mínimo, reformarse en profundidad. Y me parece además que a ese convencimiento ha llegado ya –a través de la obvia indignación– una importante parte de la ciudadanía. Algo está cambiando –creo– en la percepción social y eso inevitablemente ha de provocar respuestas, incluso entre los que defienden (y se aprovechan) del indecente montaje, por más que sus comportamientos se me antojen suicidas. Pienso que este va a ser un año muy interesante, en el que tendremos que abrir bien los ojos, aunque sólo sea para ser testigos de nuestra época. Estaría bien, además, que fuéramos un poco actores. Por supuesto, no me atrevo a predecir en qué sentido se decantará la historia en la que estamos inmersos; sé, claro, lo que yo querría, pero no se me oculta que mis deseos (y los de muchos) son de difícil realización y contra ellos se oponen muy poderosas fuerzas. Pero en este último día de 2014 lo que sobre todo siento es que quiero vivir este próximo año. Por eso, mi deseo para todos quienes se pasan por este blog es que 2015 sea un año, sobre todo, de renovaciones y de alegrías. Ojalá.
The times they are a-changin' - Flogging Molly (Chimes of Freedom, 2012)
The times they are a-changin' - Medeski Scofield Martin & Wood (Juice, 2014)
En congruencia con mis deseos para el año nuevo, uno de los grandísimos temas de Dylan, compuesto hace ya 51 años –otra época, muy distinta y sin embargo puede que no tanto–. Las dos versiones que pongo son en cambio bastante recientes. La primera, de un grupo rockero y punk de Los Ángeles, proviene del disco de Amnistía Internacional de 2012 al que ya me referí en su día; la segunda, instrumental y con un cierto aire navideño, de un trío de jazz de Brooklyn, tomada de su último disco, publicado apenas hace un par de meses.
¡Feliz 2015!
ResponderEliminar¡A cambiar de piel!
Y gracias por las versiones de Dylan :-)
¡Igualmente! Yo también espero que este año me sea no ya mejor, sino que sea algo laboralmente. También espero que el sistema cambie, porque en caso contrario sólo iremos a peor.
ResponderEliminarDe corazón te deseo lo mejor y ya era hora que los tiempos cambiaran, seguro que en 2015 daremos un pasito hacia delante o hacia atrás, pero un movimiento al fin de al cabo, mucho mejor que estar quietos, como dice La Mala Rodríguez en su canción "Lluvia": si te mueves no cala,
ResponderEliminarsi te paras to (todo) sigue". Y buena música siempre para curar el alma.
Un abrazo,:)
Gracias por Mafalda (que deja a Santo Tomás a la altura de los crédulos). Gracias por la música, y ojalá que se cumpla ese cambio que canta. Y gracias al incansable, altruista y exhaustivo Miroslav, que si no existieses habría que inventarte, aunque nos faltaría, seguro, algún ingrediente.
ResponderEliminarSPB: A renovarse, sí, aunque no sea la piel (con que la conserve, me doy por satisfecho). Y versiones de Dylan, las que quieras. Feliz año.
ResponderEliminarOzanu: Pues nada, que encuentres curre y a ser posible con un salario decente. Y a ver si el sistema cambia, aunque solito no va a cambiar, te lo aseguro.
Babe: También lo mejor para ti y, en efecto, nada de estarse quieto: a moverse para que cambien las cosas.
Lansky: Muchas "de nadas" con sus agradecimientos anejos. Muy feliz año.
Pues buen año también para ti, es mi deseo. Y ojalá se cumplan las expectativas que tú y muchos de nosotros tenemos y consigamos sacudirnos algo, siquiera algo de la mierda que nos inunda.
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