– Pues justamente te he llamado para que hablemos de Gino Pezzi, Aquilino, porque, en efecto, la noticia de su presunta empresa off-shore panameña no es nada buena; esto puede hacer mucho daño, no sólo al Trifón Atlético, sino a la causa chipuna.
– Me alegra que digas eso, Amando, porque significa que tú, como yo, eras consciente de la importancia de Pezzi para el nacionalismo chipuno. Pero ahora, sospechoso de evasión fiscal, pierde su potencialidad, no podemos empañar la causa con la sombra de delitos.
– Adivino que estás pensando en Joan Formol, el ex-presidente de Lacetania. No es lo mismo: Formol era el fundador de su partido y el máximo referente moral, mientras que a Pezzi nadie lo puede situar aún en la órbita del PICHi. Pero, sobre todo, Formol confesó que tenía dinero fuera de Cascaterra sin declarar, mientras que Gino de momento guarda silencio. Entre otras razones porque yo mismo me he ocupado de ordenarle que así lo haga, hasta que decidamos qué es lo que conviene.
– Pero, Amando, ¿es verdad o no que Pezzi tiene una sociedad off-shore en Panamá?
– ¿Verdad? ¿Qué es la verdad, Aquilino? ¿Cuántos filósofos se han hecho esta pregunta sin llegar a una única respuesta? ¿Podemos acaso, pobres de nosotros, saber lo que es la verdad? Pero, sobre todo, ¿tiene realmente importancia la verdad? ¿Interesa saber la verdad o, más bien, depende del precio que haya que pagar?
– ¿Precio? No estoy seguro de entenderte, de comprender a dónde quieres llegar.
– Pues es muy sencillo, Aquilino. Admitamos que la veracidad de un enunciado no sea algo objetivo en sí mismo, sino resultado de un proceso dialéctico. De hecho, tal es la “verdad judicial”, la conclusión tras un enfrentamiento en el tribunal entre defensor y fiscal. Si Pezzi fuera juzgado, sólo al final del proceso, sabríamos la verdad: delincuente si el acusador logra convencer al jurado, inocente si quien se lleva el gato al agua es el abogado. Y estaremos de acuerdo en que, si se llegara a una causa penal, todos los chipunos querríamos que la tesis del abogado triunfase, que la verdad fuera que Gino es inocente.
– Sí, claro, pero la verdad no resulta ser siempre la que queremos. A veces no podemos convencer al fiscal porque los hechos son tozudos, incuestionables.
– Tienes razón, a veces los hechos son tan evidentes que te imposibilitan creer la verdad que quieres que sea. Pero no olvides que, en las más de las ocasiones, los hechos se perciben tal como te los presentan. Es más, la mayoría de la gente no tiene acceso a lo que convenimos en llamar hechos. Dejémonos de abstracciones y volvamos a lo que nos importa: ¿cuál es el hecho? De momento la filtración de unos documentos de los que se desprende que Pezzi tiene una sociedad en Panamá en la que oculta algunos milloncejos de euros. Pero, ¿cómo sabemos que no son burdas mentiras? ¿Qué valor como prueba tiene la firma de Gino en azul y una copia de su pasaporte en esos papeles, cuando hoy en día disponemos de software de reproducción y tratamiento de imágenes que permiten que hasta el más torpe logre excelentes falsificaciones?
– Entonces, ¿esos papeles son falsos?
– Coño, Aquilino, no terminas de entender; ¿para qué vuelves a preguntar si son falsos? Serán verdaderos o falsos según resulte del consiguiente proceso dialéctico. Lo relevante es cómo queremos que acabe ese proceso y, por tanto, en qué lado vamos a estar, qué papel vamos a jugar: ¿el de fiscal o el de defensor?
– Vale, lo capto. Hemos de ser defensores, claro; la verdad debe ser que esos papeles son falsos, que Pezzi no es un evasor fiscal.
– Así es, en efecto. Y fíjate que si nos erigimos en defensores es porque hay fiscales que acusan, que quieren que la verdad sea la contraria, que están interesados en que Gino Pezzi sea declarado un evasor fiscal, e incluso que sea arrebatado a Chipunia para encerrarlo en una cárcel cascaterrana.
– Por supuesto, ahora sí que comprendo el sentido completo de lo que me dices. Son ellos, quienes quieren que Gino sea culpable, los que se han ocupado de filtrar las pertinentes falsificaciones. Y ese interés obedece al miedo del centralismo cascaterrano a que Pezzi se convierta en un símbolo de la soberanía chipuna. Se trata, sin ninguna duda, de una nueva campaña del colonialismo para cercenar las apiraciones de libertad de nuestro pueblo.
– Muy bien, Aquilino, muy bien. Exactamente ése es el núcleo del discurso; en esa línea has de trabajar. Te darás cuenta de que estamos ante una gran oportunidad para conseguir que el porcentaje de chipunos partidarios de romper amarras con Cascaterra se multiplique vertiginosamente. El fútbol se ha convertido en la más eficaz argamasa nacionalista, tanto que casi todos los chipunos preferirán la desconexión con el Estado si eso garantiza la inmunidad de su ídolo. El propio Surquillo está de acuerdo. Ya ha comprobado que la política conciliadora no lleva a ninguna parte o más bien lleva al menoscabo del CHIPi. Pezzi hará mañana, en vísperas del partido contra el Águilas, una rueda de prensa en la que declarará que los datos que aparecen en los papeles de Panamá son falsos, medias verdades en realidad, que son mentiras aún peores; presentará certificados sobre sus ganancias en los últimos dos años –desde que está sometido a la fiscalidad cascaterrana– justificando que ha pagado todos los impuestos que obliga la Ley. El lunes, el presidente, en horario de máxima audiencia, dirigirá un mensaje televisado en el que informará de que el gobierno está convencido de la inocencia de Pezzi y además de que cuenta con indicios sólidos de que las filtraciones aparecidas en los medios son falsificaciones interesadas en dañar el prestigio y la dignidad de los chipunos. A partir de ahí empezará tu trabajo. A través del Chifún y de Hoy, del que mañana serás nombrado director, habrás de acometer una intensa campaña para enardecer a los chipunos, para hacerles ver que estamos siendo atacados y que es necesario rebelarse, independizarse. En un plazo máximo de tres meses, las encuestas deben reflejar un porcentaje del 80% como mínimo de partidarios de la independencia. Estaremos entonces ante un nuevo escenario pleno de posibilidades.
– ¿Director de Hoy? Amando, me dejas sin palabras, es un altísimo honor, no sé qué decir ...
– Ni falta que hace que digas nada, Aquilino. Nadie como tú merece ese cargo que sabrás desempeñar tan bien o mejor que el difunto Gobelio. Y no te preocupes que, como él, contarás con el apoyo en cuerpo y alma de Malena, mi excelente secretaria, mujer altísimamente eficaz y de mi absoluta confianza. David ya está al tanto y ha dado su visto bueno más entusiasta.
– Vaya, creo que he sido injusto con el presidente ...
– Estamos juntos en el mismo barco, no lo olvides. Ahora tenemos que ponernos a trabajar, supeditarlo todo a nuestro gran objetivo, para cuya consecución hemos de estar dispuestos a pagar el más alto precio, mucho más, por ejemplo, del que tiene una verdad siempre resbaladiza.
– Te estoy muy agradecido, Amando, no sabes cuánto. Ten por seguro que trabajaré incansablemente, que me volcaré sin desmayos en este esfuerzo patriótico. Debería ya mismo hacerle una entrevista a Pezzi que sea portada de Hoy en cuanto ocupe la dirección del periódico, ¿no crees?
– No, Aquilino. Gino debe permanecer de momento alejado de los medios hasta su rueda de prensa. De hecho, lo tengo secuestrado en el Hedonia Park, hasta le he quitado el móvil aunque por el momento ni lo echa en falta. Advierte que debo prepararlo, es demasiado ingenuo, infantil incluso.
– Ya, comprendo. Imagino que estará dolido, indignado con estas infames calumnias. Tienes que hacerle ver que él no es más que una víctima propiciatoria de nuestros poderosos enemigos.
– No, no creo que le tenga que hacer ver eso precisamente. Me parece que vuelve a escapársete la naturaleza de la verdad. Recuerda, Aquilino, ésta es irrelevante y, por tanto, también lo es que se trate realmente de una conspiración contra Chipunia. Será una conspiración contra Chipunia porque nosotros, tú sobre todo, haremos que lo sea.
– Tienes razón, me cuesta estar a tu altura. La verdad es, en efecto, la que tiene que ser, la que exige la necesidad histórica. El Destino ha hecho que nuestros enemigos nos den las armas para nuestra libertad, unas armas que no habrían sido mejores si nosotros mismos las hubiésemos escogido.
– Así es, Aquilino, así es.
Los dos hombres, muñidores de una patria naciente, se fundieron en un abrazo dando por acabado el encuentro. Y Aquilino Jambón salió pletórico del despacho de Kalinas, henchido de gozo e ilusión, rejuvenecido.
Ese final feliz es conmovedor. De rodarse una película, la mejor manera de expresar cinematográficamente el sentido de las últimas reflexiones de Jambón y Kalinas sería por medio de un plano rodado con grúa ascendente que recogiera al primero saliendo del despacho del segundo.
ResponderEliminarEn francés jamón se dice jambon, con acento y sin tilde. Curiosamente, chorizo se dice igual que en español, como si eso fuera algo propio de nuestra tierra.
¿Es ingenuo por mi parte sentirme decepcionado porque uno de los nombres que se mencionan en el tinglado de los papeles panameños es el del reciente premio Nobel peruano?
Ese final no es más que el viejo recurso de repetir la frase inicial del relato (véase post anterior) para cerrar el círculo. Te agradezco, no obstante, que te parezca conmovedor así como tu rápida intuición cinematográfica.
Eliminar¿Ingenuo de tu parte? Quizá un poco sí. Pero no por Vargas Llosa en particular. Llámame cínico, pero tengo la sensación de que casi cualquiera, si le ofrecieran esconder su dinero sin riesgos para no pagar impuestos caería en la tentación.
Yo en cambio, veo coherente la aparición de Vargas Llosa en ese listado. Me hubiera parecido incomprensible en el mismo hace décadas como autor de Conversación en la catedral o La Casa Verde, pero no en este que novela usando oficio y sin nada ya que contar -legible y entretenido como la Corín Tellado que defiende tanto-, y me parece coherente porque recuerdo el adalid del capitalismo en que se ha convertido, donde impera la doble moral como muestra de educación, no sé si me explico.
EliminarMe ha hecho mucha gracia, en especial que el antiguo director de Hoy se llame, ¡Gobelio! ¡Jajaja!
ResponderEliminarGobelio Gil, sí, alias Seeñor Burns; puedes saber más sobre él en el post que le dediqué. ¿Y por qué te ha hecho tanta gracia ese nombre?
EliminarObviamente, porque hace referencia a cierto personaje que dijo algo sobre repetir una mentira muchas veces para que se vuelva "verdad". Después de toda la discusión entre los personajes sobre qué es la verdad, sólo puede hacer gracia.
EliminarAh, ya caigo. Te aseguro que ni se me había ocurrido esa referencia cuando le puse el nombre (¡en 2009!). Va a ser verdad que el subconsciente funciona por su cuenta sin que nos demos cuenta de sus influencias ocultas en nuestras acciones.
EliminarPues ha sido genial la coincidencia.
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