Try (just a litlle bit harder) - Janis Joplin (I Got Dem Ol' Kozmik Blues Again Mama!, 1969)
A principios del 70, Taylor conoció en una de las discotecas de moda de Beverly Hills a una jovencita preciosa llamada Marcia Lynne. Tenía diecinueve años, hacía algunos trabajillos de modelo pero lo que realmente quería era ser actriz. Su única experiencia había sido un papel secundario en un episodio de la popular serie Ironside. Chip quedó deslumbrado, fue amor a primera vista, confesaría más tarde; la chica era diez años menor, incluso demasiado joven, pero inmediatamente decidió que tenía que conquistarla, que había de ser la mujer de su vida. No le costó demasiado presentarse y resultarle interesante a esa muchacha ambiciosa, muy consciente de su atractivo y dispuesta a usarlo. A los pocos días empezaron a salir juntos y Marcheline (el nombre que enseguida adoptaría) se convirtió en la musa indispensable de sus composiciones. Aquellos primeros meses de 1970 fueron su winter of love, pero sin llegar nunca a definirse como pareja formal. Era la época del amor libre y, al menos en los círculos bohemios de músicos y actores, no se trataba sólo de palabras. Pero pese a los mutuos escarceos, parecía que algo se iba fraguando; al menos así lo sentía Chip. Y entonces sobrevino la tragedia, pero cómo haberla previsto, cómo pensar que asistir a la gala de los Óscar podría traer esas consecuencias. Fue Jon, naturalmente, quien los invitó; Midnight cowwboy había sido nominada a seis estatuillas, entre ellas el propio Voight como mejor actor principal (también Dustin Hoffman). Es fácil imaginar la ilusión que embargó a Marcheline al saber que conocería a Jon, quien podría introducirla en los ambientes más selectos del cine. El sábado 4 de abril, tres días antes de la ceremonia, los dos hermanos con sus respectivas parejas se reunieron a cenar en un restaurante chino en el centro de Los Ángeles. La impresión que Marcheline produjo en Jon fue brutal y por más que intentó disimularla quedó en evidencia ante Chip y la que era por entonces su chica, Jennifer Salt (esa noche hubo bronca en el hotel en que se quedaban y a punto estuvo Jennifer de largarse; pero al final hicieron las paces aunque solo fuera por las apariencias: el padre de la chica era el guionista de la película y también estaba nominado al Óscar).
En la noche de los Oscars (el martes 7 de abril) Midnight cowboy se consagró como la mejor película del año, además de recibir el premio al mejor director (John Schlesinger) y al mejor guión adaptado (Waldo Salt, el padre de Jennifer). Pero ni Dustin ni Jon obtuvieron el galardón por el mejor actor (tampoco Sylvia Miles el de mejor actriz de reparto). Hoffman se cogió un rebote de cuidado. Llovía sobre mojado: el año anterior, pese al espectacular éxito de El Graduado, su primer papel protagonista, la Academia ni se había dignado nominarlo. Y ahora le mangoneaban el Óscar para dárselo a ... ¡John Wayne! por un puñetero western; no había derecho. Jon, en cambio, lo asumió con bastante más calma; al fin y al cabo, él no estaba, como Dustin, en terapia psiquiátrica para sobrellevar la popularidad pero, sobre todo, en esos momentos más que su carrera profesional (que, en todo caso, parecía haberse encauzado por fin) le interesaba ligarse a esa preciosidad que salía con su hermano pequeño. Así que, acabados los fastos californianos pasó unos días en Nueva York pero enseguida se volvió a California, con la excusa de negociar un contrato con la Paramount para participar en una sátira bélica, Catch-22; era verdad, pero lo que realmente le empujaba era ver a Marcheline y probablemente Jennifer lo sabía. Nada más llegar a Los Ángeles, y aprovechando que su hermano Chip estaba de viaje, la invitó a tomar el te en un hotel de lujo de Beverly Hills. Después de unas fresas con nata, bollos y algo de charla intrascendente, sin que vniera muy a cuento, Jon le soltó que quería tener dos hijos con una jovencita que estuviera a punto de cumplir los veinte (el cumpleaños de Marcheline, el 9 de mayo, era dos días después). Las palabras salieron de mi boca, ni siquiera fui realmente consciente de lo que estaba diciendo, contó años después Jon, pero ella ni pestañeó, así que no me achiqué.
De modo que, de forma natural, Marcheline cambió de hermano; como había dicho unos años antes Joan Baez, eran casi iguales, pero aparentemente tenía más en común con Jon. Cuando Chip regresó a Los Ángeles su puesto había sido ocupado y esta vez no se admitían los tríos. La chica se negó a hablar con el ex-novio y éste, desolado primero, muy cabreado después, rompió con ella y con su propio hermano. A pesar de todo, la relación se consolidó. Jon descubrió que Marcheline, detrás de su apariencia casi infantil y su belleza lánguida, guardaba un carácter fuerte que le ofreció valioso apoyo en esos primeros años de su carrera profesional. Fue decisiva, por ejemplo, para que Voight se animara a rodar Deliverance en 1971, un thriller de violencia en entorno natural. Durante ese rodaje, Marcheline vivió una intensa aventura dramática con Al Pacino, a quien había conocido por el propio Jon. Cuando éste le propuso casarse, ella le pidió un poco de tiempo, a la espera de que el futuro Michael Corleone se decidiese a hacer lo mismo. Pero Pacino, aunque ciertamente estaba enamorado de la bella, era tímido y, sobre todo, se sentía incapaz de traicionar a un amigo que, además, le había ayudado económicamente con su grupo de teatro. De modo que finalmente, poco antes de las navidades de 1971, Jon y Marcheline se casaron en la casa de él en Los Ángeles, y empezaron su vida marital. La felicidad duró poco, pero sí lo suficiente para que nacieran dos niños, James y Angelina. En 1976, cuando todavía no habían cumplido cinco años de casados, se separaron; Marcheline se había hartado de las continuas infidelidades de Jon.
One of us must know (sooner or later) - Bob Dylan (Blonde on Blonde, 1966)
La "traición" de su chica con su propia hermano destrozó a Taylor. En Junio del 70 se mudó a Nueva York y coincidió en un par de ocasiones de nuevo con Dylan. Cinco años después de su último encuentro, Bob era ya casi un Dios mientras Chip seguía sin haber publicado un disco propio. En ese momento, sin embargo, la crítica musical abundaba en blasfemias a causa del último álbum de Dylan, Selfportrait, y el cantante estaba de bastante mala leche. Aún así, se mostró muy receptivo ante las penas y quejas de su amigo (en unos años le tocaría vivirlas a él). ¿Sabes? Le dijo de pronto Chip, describiste perfectamente lo que he vivido en una de tus canciones, en One of Us Must Know (Sooner or Later). Yo, con Marcheline, tampoco me di cuenta de lo joven que era; embelesado por su voz, creí todo lo que me decía; cegado por su belleza, no fui capaz de ver lo que me estaba mostrando; y, sin darme cuenta hacia donde íbamos, la creí cuando me aseguraba que ella sí lo sabía, aunque en realidad iba a arrancarme los ojos. Bueno, contestó Bob, si es así, entonces antes o después ella tendrá que saber que lo intentaste todo para estar a su lado. Y sí, ella llegó a saberlo. Ambos se encontraron y reconciliaron tres años después; la madre de Marcheline había muerto de un fulminante cáncer de ovario y Jon la había dejado sola (representaba en teatro Un tranvía llamado deseo). Para entonces, Chip ya había publicado tres discos y el último, de ese mismo 1973, había obtenido elogios unánimes en el mundo del country. El tiempo todo lo cura, y más si las cosas se enderezan.
One of us must know (sooner or later) - Chip Taylor (Blonde on Blonde Revisited, 2016)
Creo que ya se ha hablado antes, pero estos "odds and ends" en torno a la figura y la obra de Dylan, tan bien narrados además, convenientemente recopilados formarían un magnífico libro sobre el genio de Minnesota.
ResponderEliminar(Como dato curioso, decir que Waldo Salt fue uno de los represaliados cuando el tinglado inquisitorial de Joseph McCarty, y que en los años cincuenta había escrito el guión de la maravillosa "El halcón y la flecha", uno de los clásicos del cine de aventuras.)
Gracias, Antonio, pero me temo que todo lo que cuento ya está contado (y mejor) por otros. Aunque a veces –como es este caso– nunca se haya contado por razones que desvelo en el post que acabo de publicar. Me conformo con ir desgranando mis escenas sobre Dylan en este blog (aunque creo que abuso un poco del de Minnesota).
EliminarNo sabía la anécdota que cuentas de Waldo Salta. De hecho, hasta hace unos días ni siquiera sabía de su eistencia. A cinéfilo me das mil vueltas.