Estaba en un bar de Miami bebiendo un cóctel letal de coco y me abordó su recuerdo, la escena de aquella habitación del hotel Chelsea, tan cutre, tan austera. Ahí estábamos los dos, en una cama destartalada, sin hacer, bajo una bombilla desnuda. Hablabas con entusiasmo, apasionadamente nos desnudamos, luego me la mamaste. Y mientras la veía, me veía, veía nuestros dos cuerpos enlazados, sentía la pena estéril de su marcha, las palabras me venían a la boca y las escribí en una servilleta.
Más o menos así contó Leonard Cohen cómo nació la canción que se titularía Chelsea Hotel #2, en la que narra su encuentro sexual con Janis Joplin. Años más tarde, en una entrevista para la BBC en 1994, diría que se arrepentía profundamente de haber asociado la canción con Janis. Incluso pidió perdón al espíritu de la rockera por haber sido indiscreto y grosero. La canción se publicó en agosto de 1974, en su disco New Skin for the Old Ceremony, cuando la Joplin llevaba casi cuatro años difunta. Pero, conociendo algo el carácter de Janis, no creo que de seguir viva se hubiese ofendido y lo mismo pensaba el propio Leonard, como confesó al año siguiente (lo que dudo es que en tal caso hubiese escrito y publicado la canción). Así que tengo para mí que esa petición de disculpas no era sincera; más bien intuyo que Cohen estaba preocupado por limpiar la que le parecía una mancha en su imagen, en convertirla incluso en algo positivo (pecador arrepentido).
De otra parte, la canción tampoco es indiscreta. De hecho, cuando por primera vez la escuché y me traduje la letra (sería hacia el 76 o 77) ni se me ocurrió pensar que aludía a Janis Joplin. Del texto solo cabe deducir que la mujer era famosa y probablemente música, y si me hubiera puesto a elucubrar sobre quién podría haber sido supongo que habría agotado el listado de las folkies de la época antes de siquiera pensar en la texana. ¿Cohen y Joplin? No pegaban ni con cola. De hecho, fue el propio Cohen quien descubrió la identidad de la amante del Hotel Chelsea. Empezó dando una pista en la nota de la contraportada de sus Greatest Hits del 75; allí dice: “La escribí para una cantante americana que murió hace un tiempo. Se alojaba en el Chelsea también”. Esa nota era, a mi juicio, para avivar la curiosidad, como diciendo “eh, que lo que cuento ocurrió de verdad, ¿os imagináis quién era ella? No he buscado prensa musical de la época, pero no es aventurado suponer que se mencionaría el nombre de la white lady of blues. No tardó demasiado Cohen en zanjar los rumores.
Fue durante la gira europea entre abril y julio de 1976. Antes de cantar el Chelsea Hotel hacía una breve introducción, cada vez más explícita, lo que revela que no fue nada improvisado. En Mainz, el 4 de mayo, dijo: “Este hotel era de los más veteranos de Nueva York. En aquellos días lejanos, una gran cantante solía alojarse en él, con muchos otros músicos muy buenos. Yo me la encontré una noche en el ascensor, muy tarde, alrededor de las tres de la mañana. No me buscaba y yo no la buscaba. Pero no había nadie más en ese momento. Creo que estaba buscando a Kris Kristofferson. Yo admiraba su actitud hacia el público, cantaba entregándose sin ambigüedades. Algo que pocos han logrado como ella, quien se entregó por completo hasta que decidió dejar de darse y entonces se acabó. Así que escribí esta canción para ella, para Janis Joplin”. Un mes después, el 6 de junio, contó más o menos la misma historia con algunos pequeños añadidos, que ya se había fijado en ella: solía verla en una hamburguesería enfrente del hotel, en el bar del Chelsea fijándose en si la gente ponía sus canciones en la gramola; repitió que admiraba su entrega al público pero que a quien él buscaba esa noche era a Brigitte Bardot (supongo que una broma fácil aprovechando que estaba en Francia); que otra vez se encontraron en la calle 24 y ella le preguntó si había ido a Nueva York para recitar poesía a las ancianas … En todo caso fue claramente explícito: “Ninguno de los dos buscaba al otro pero, por algún proceso de eliminación, caímos en brazos el uno del otro; me refiero a ese tipo de procesos mediante los cuales todo sucede”. Más o menos lo mismo dijo el 25 de junio en Montreaux, Suiza (aunque el encuentro en la calle fue esta vez en la 23). El discursito con sus variantes lo tuvo que repetir en varias ocasiones; una de ella es ésta que he encontrado en Youtube para quien entienda bien el inglés, aunque el sonido es pésimo.
Varias de las afirmaciones que hizo Cohen durante esa gira de 1976 no terminan de encajar, como tampoco algunas frases del texto de la canción. Parece bastante seguro que el encuentro de los dos cantantes tuvo que ser en la primavera de 1968, cuando los Big Brother and the Holding Company fueron a Nueva York a grabar su fantástico segundo álbum Cheap Thrills. No puede decirse que para entonces Janis fuera famosa y mucho menos en la Costa Este; tan solo la conocerían quienes siguieran el rock psicodélico californiano y hubieran escuchado el disco de una banda que tampoco es que estuviera en primera fila. Así que cuando en la canción se dice que “eras muy famosa y tu corazón una leyenda” o que “las limusinas esperaban en la calle” Cohen está exagerando. En realidad ambos eran dos músicos emergentes, promesas si se quiere; los dos con un único disco (el de Janis, además, ni siquiera a su nombre) con audiencias cuantitativamente no muy distintas (aunque de muy distintos tipos). Tampoco me resulta muy creíble que en esa madrugada neoyorkina Leonard ya hubiera desarrollado un gran admiración por la forma en que Janis se entregaba al público durante sus actuaciones, porque se me antoja muy poco probable que hubiera asistido a un concierto de los Big Brother; más me parece que eso ocurriría después y lo que hace ocho años después cuando da sus explicaciones (y también tres años después cuando escribe el tema) es retrotraer emociones posteriores.
Tampoco cuadra que la Joplin estuviera buscando a Kris Kristofferson. Se trata de una ocurrencia fácil para Cohen, dado que el mayor éxito de Janis fue Me and Bobby McGee, compuesta por Kris y, además, era sabido que ambos habían vivido un romance. El fallo es que los dos texanos se conocerían en la primavera de 1970, por lo que es poco probable que Janis lo estuviera buscando dos años antes en el Greenwich. En fin, que cuando hace unos veinte años más o menos me enteré (con bastante retraso) de que la mujer del Chelsea Hotel era Janis Joplin primero me sorprendí (ya he dicho antes que no me pegaban ni con cola, mero prejuicio por tener estilos musicales tan distintos), luego me admiré del éxito de Cohen como seductor (pura envidia, aunque he de confesar que la Joplin no me resultaba atractiva) y finalmente, cuando me fijé un poco más detalladamente en lo que él mismo había contado al respecto, empecé a desconfiar. ¿No se trataría de una fanfarronada del viejo Leonard, aprovechando que la interfecta no podía desautorizarlo? Ahora, con motivo de la muerte de Cohen, me he acordado de esas dudas mías y me he propuesto zanjarlas; pero será en el próximo post.
Chelsea hotel #2 - Leonard Cohen (New Skin for the Old Ceremony, 1974)
Es cierto que Leonard y Janis no 'pegaban ni con cola', por eso eran tan complementarios
ResponderEliminarMe temo que mucho no se complementaron, que fue un simple polvete que, para más inri, no resultó demasiado satisfactorio a ninguno. Pero ya hablaré de ello ...
EliminarEl gusto es libre, desde luego. A mí, en cambio, Janis me encanta; me gusta su voz, la forma en que interpreta las canciones, el tipo de música que hacía. Mucho más, ya puestos, que Emerson and company (quizá porque la electrónica en esa época no me atraía tanto aunque posteriormente me he reconciliado) y también más que Hendrix, que es quien seimpre me ha parecido algo sobrevalorado. Y Cohen, ya lo he dicho, me gusta mucho, no solo un par de canciones.
ResponderEliminarEn cuanto a alardear de amores y amoríos, tampoco yo soy muy dado a ello, y desde luego un polvete con la Merkel no lo anunciaría ni loco (si hubieras puesto otra); me parece una perversión sexual rayana en lo patológico :)
Cohen me cae muy bien, pero esta historia hace que un poco menos. En principio, esas cosas no se cuentan. Pero si a uno le da por hacer una canción contando el encuentro, sin dar nombres ni demasiadas pistas, puede pasar. Hasta ahí bien. Lo que no es de recibo es ir dando nuevas pistas cada vez que se vuelve a interpretar la canción, para acabar revelando el nombre de la interesada. Es feo y poco caballeroso en cualquier caso, pero más aún si la interfecta -nunca mejor dicho- lo está de veras y no puede desmentirlo o matizarlo. Y rematar la faena pidiendo disculpas, a mi modo de ver, no lo remedia, sino que lo empeora. Es querer añadir, a los presuntos laureles de conquistador exitoso, los póstumos de caballero escrupuloso. Tío, si te has pasado años recreándote en la anécdota en cada concierto, y dando pistas para que a la audiencia no le quepa la menor duda de que fue la Joplin la que te tiraste, no juegues después al arrepentido pundonoroso. Vamos, digo yo.
ResponderEliminarHas expresado casi exactamente lo mismo que yo pienso.
EliminarNo soy tan rápido, Joaquín. Cuando he ido a sacarlo he visto que estaba lloviendo y, como a los dos nos desagrada mojarnos, he decidido esperar un rato y me he vuelto al ordenata.
ResponderEliminar(Como no ha dejado de llover en toda la tarde, al final nos hemos mojado, en un paseo como Dios manda, como los que siempre le doy, de al menos media hora, salvo el de la noche, que es de una hora entera).