Los que vivimos en lugares remotos nos quejamos con frecuencia de que no disponemos de tanta oferta de actos culturales o espectáculos como la que hay en ciudades más centrales. De hecho, hace unas semanas viajamos a Madrid y planificamos los breves cinco días que allí pasábamos para ocuparlos con varias visitas y asistencia por las noches a varias representaciones teatrales. Por cierto, en casi todos los sitios los aforos estaban a rebosar: somos demasiados y, además, parece que la gente va disponiendo de algo más de recursos y tiene ganas de ver y escuchar, de asistir a espectáculos. También he de decir que me sorprendió el enorme número de turistas que todos los días ocupan la capital, probablemente porque en este viaje yo era uno de ellos (me he criado en Madrid, creo conocer bien la ciudad y voy todos los años al menos un par de veces, pero esta vez iba de otra forma). Me pregunto cuántos de los que llenaban los teatros, las exposiciones u otros espacios en los que estuve eran residentes. Porque a lo mejor, la gran mayoría de los madrileños está embebida en su cotidianeidad monótona y, pese a tener al alcance de la mano una abundante oferta cultural, no la aprovecha. Y es que, algo así aunque sea a escala mucho menor, nos ocurre en esta isla. Desde luego no traen todas las obras de teatro, el número de exposiciones que se organizan es muchísimo menor, pocos son los personajes relevantes que vienen a pronunciar conferencias … Pero, a lo largo de una temporada, si uno está atento a la programación de los distintos centros que hay, sobre todo en Santa Cruz y en La Laguna, tiene la oportunidad de asistir a varios actos de notable interés. Sin embargo, lo normal es que los dejemos pasar, embebidos también en nuestras propias rutinas. Así sucede que poco a poco nos vamos desconectando de lo que ocurre a nuestro alrededor, desperdiciando múltiples oportunidades de enriquecer nuestras vidas; y seguramente a muchos nos pasa esto independientemente de la ciudad en la que vivamos.
Esta semana que hoy acaba, sin embargo, he tenido la suerte de enterarme a tiempo de que algo interesante iba a suceder en Santa Cruz. Fue una absoluta casualidad: me telefoneó una persona a quien quería ver (le había dejado recado hacía unos días y ya pensaba que no me llamaría) y quedamos en vernos la tarde del jueves en los alrededores del edificio central de Cajacanarias (ahora de Caixabank), porque en su auditorio se iba a celebrar el primer debate de un ciclo denominado “Enciende la Tierra” que se celebra anualmente desde 2011 (y yo no tenía ni idea). En esta primera sesión intervenían El Chojín y Susan George. Del primero carecía de toda noticia, pero no así de la segunda, a quien conozco desde principios de este siglo, cuando quedé epatado con la lectura del fantástico Informe Lugano. A partir de ahí rastreé otras obras suyas anteriores y procuré mantenerme al día con las que fue posteriormente publicando (entre ellas la segunda parte del Informe, con el expresivo subtítulo: “Esta vez vamos a liquidar la democracia”). Sin duda, esta mujer, nacida en Ohio en 1934 y que desde los 22 años reside en Francia, contribuyó muy significativamente a mejorar mi comprensión del tramposo y cruel sistema económico del que somos víctimas. También a través de ella conocí la existencia de ATTAC (Asociación por la Tasación de las Transacciones financieras y por la Acción Ciudadana), surgida en Francia para impulsar la famosa tasa Tobin pero cuya labor enseguida trascendió ese objetivo concreto, convirtiéndose en una de las organizaciones más activas (y más pedagógicas) en contra del capitalismo global. Era pues evidente que no podía dejar de asistir a ese acto para verla y escucharla en persona.
En cuanto a El Chojin ya he dicho que no sabía ni que existía; es explicable, ya que se trata de un compositor e intérprete de hiphop, género éste que nunca me ha atraído. El tipo debe andar rozando los cuarenta, aunque parece más joven, por su vestimenta informal, muy en la onda rapera. Lo cierto es que me gustó su charla: primero explicó resumidamente el origen del hiphop (y de elementos vinculados como el graffitti o el breakdance) y defendió que de lo que se tratba era de reforzar la valía individual frente a una sociedad cosificadora. El discurso, al margen de informarme sobre usos culturales ajenos, tampoco es que fuera muy original, pero lo contaba bien, convincentemente, remarcando que, al fin y al cabo, si rascamos en cada uno de nosotros, somos todos casi iguales. De ahí que su mensaje –sabido pero aún así no superfluo– fuera el de rechazo a las identidades grupales (nacionales, raciales, sexuales, religiosas, etc), toda vez que siempre que se remarca cualquiera de ellas se está a la vez despreciando a los que no son como nosotros, los que no se pegan la etiqueta con la que nos identificamos. Me cayó bien, ya digo, tanto que luego, esa noche, pasé un rato oyendo temas compuestos e interpretados por él: no conseguí cogerle el gusto a ese recitado sobre una ritmo machacón, pero sí me parecieron buenas las letras. Ahora, el tío debe tener su gancho, a la vista de la cantidad de público muy joven que llenaba el auditorio de Cajacanarias y le aplaudía con entusiasmo. No pude evitar sentirme un viejales.
En fin, que pasé un rato agradable, enriquecedor y, sobretodo, inesperado (que algo ocurra sin tenerlo previsto da un plus de satisfacción). Los tres próximos jueves hay nuevas sesiones (véase el cartel que ilustra el primer párrafo), y cada una de ellas, a priori, parece sugerente. Así que ya tengo plan para esos días y a ver si estoy más atento a lo que ocurre por este rinconcito atlántico: no es demasiado pero tampoco nada. Como no podía ser de otra forma, el post ha de completarse con un tema de El Chojín, en concreto el titulado Cara sucia, al cual se refirió en su charla.
Esta semana que hoy acaba, sin embargo, he tenido la suerte de enterarme a tiempo de que algo interesante iba a suceder en Santa Cruz. Fue una absoluta casualidad: me telefoneó una persona a quien quería ver (le había dejado recado hacía unos días y ya pensaba que no me llamaría) y quedamos en vernos la tarde del jueves en los alrededores del edificio central de Cajacanarias (ahora de Caixabank), porque en su auditorio se iba a celebrar el primer debate de un ciclo denominado “Enciende la Tierra” que se celebra anualmente desde 2011 (y yo no tenía ni idea). En esta primera sesión intervenían El Chojín y Susan George. Del primero carecía de toda noticia, pero no así de la segunda, a quien conozco desde principios de este siglo, cuando quedé epatado con la lectura del fantástico Informe Lugano. A partir de ahí rastreé otras obras suyas anteriores y procuré mantenerme al día con las que fue posteriormente publicando (entre ellas la segunda parte del Informe, con el expresivo subtítulo: “Esta vez vamos a liquidar la democracia”). Sin duda, esta mujer, nacida en Ohio en 1934 y que desde los 22 años reside en Francia, contribuyó muy significativamente a mejorar mi comprensión del tramposo y cruel sistema económico del que somos víctimas. También a través de ella conocí la existencia de ATTAC (Asociación por la Tasación de las Transacciones financieras y por la Acción Ciudadana), surgida en Francia para impulsar la famosa tasa Tobin pero cuya labor enseguida trascendió ese objetivo concreto, convirtiéndose en una de las organizaciones más activas (y más pedagógicas) en contra del capitalismo global. Era pues evidente que no podía dejar de asistir a ese acto para verla y escucharla en persona.
En cuanto a El Chojin ya he dicho que no sabía ni que existía; es explicable, ya que se trata de un compositor e intérprete de hiphop, género éste que nunca me ha atraído. El tipo debe andar rozando los cuarenta, aunque parece más joven, por su vestimenta informal, muy en la onda rapera. Lo cierto es que me gustó su charla: primero explicó resumidamente el origen del hiphop (y de elementos vinculados como el graffitti o el breakdance) y defendió que de lo que se tratba era de reforzar la valía individual frente a una sociedad cosificadora. El discurso, al margen de informarme sobre usos culturales ajenos, tampoco es que fuera muy original, pero lo contaba bien, convincentemente, remarcando que, al fin y al cabo, si rascamos en cada uno de nosotros, somos todos casi iguales. De ahí que su mensaje –sabido pero aún así no superfluo– fuera el de rechazo a las identidades grupales (nacionales, raciales, sexuales, religiosas, etc), toda vez que siempre que se remarca cualquiera de ellas se está a la vez despreciando a los que no son como nosotros, los que no se pegan la etiqueta con la que nos identificamos. Me cayó bien, ya digo, tanto que luego, esa noche, pasé un rato oyendo temas compuestos e interpretados por él: no conseguí cogerle el gusto a ese recitado sobre una ritmo machacón, pero sí me parecieron buenas las letras. Ahora, el tío debe tener su gancho, a la vista de la cantidad de público muy joven que llenaba el auditorio de Cajacanarias y le aplaudía con entusiasmo. No pude evitar sentirme un viejales.
En fin, que pasé un rato agradable, enriquecedor y, sobretodo, inesperado (que algo ocurra sin tenerlo previsto da un plus de satisfacción). Los tres próximos jueves hay nuevas sesiones (véase el cartel que ilustra el primer párrafo), y cada una de ellas, a priori, parece sugerente. Así que ya tengo plan para esos días y a ver si estoy más atento a lo que ocurre por este rinconcito atlántico: no es demasiado pero tampoco nada. Como no podía ser de otra forma, el post ha de completarse con un tema de El Chojín, en concreto el titulado Cara sucia, al cual se refirió en su charla.
Me he tenido que reír un rato, y advierto a quien lea mi siguiente explicación que se abstenga si está en el trabajo: "Chōjin" era el nombre que recibía una criatura terrible, un "superdiós" (literalmente) que iba a arrasar con el mundo en Urotsukidōji, aquel manganime que le dio mala fama al resto como nicho de pornografía grotesca (que tampoco está ausente sin contar el anterior, pero eso sería otra historia). El caso es que me he figurado que su nombre artístico no tenía por qué ver con esta historia, pero es que tanto la Wikipedia en inglés como la que está en español reconocen que sí, que su nombre artístico procede de esa misma historia... ¡Qué chocante!
ResponderEliminarPero en fin, nada de eso le impide ser buen orador y me alegro de que sepa hablar. ¡Más quisiera yo!
En efecto, parece que el nombre artístico proviene de ese manga. Lo cierto es que él no se refirió a este asunto. En fin, veo que tampoco eres seguidor del hiphop porque, si lo fueras, ya lo habrías sabido.
EliminarSusan George estuvo unas semanas antes en Madrid, en una reunión de Atacc. Esta viejita pero lucida
ResponderEliminarSí, lo sabía. De hecho, en la página de attac está colgada la entrevista que le hicieron durante esa estancia reciente.
EliminarVeo que sabes de hiphop ... Para mí, como cuento en el post, este tipo ha sido el primer acercamiento mínimamente con contenido al asunto.
ResponderEliminarSolo me gustan tres o cuatro. Y todos de EEUU los demás me parecen unos pretenciosos macarras que saben manejar platos y tienen acceso a copiar a otros. Scott es el mejor. De hecho el FBI le consideraba el músico más peligroso de EEUU. Iba armado con letras aceradas... Fdo. Joaquín.
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