Los Bracquemont eran una familia proveniente de la aldea del mismo nombre, casi pegada a la costa normanda, a solo 5 kilómetros al noreste de Dieppe. Hace quince años, cuando recorrí Bretaña y Normandía, tuve que pasar al lado del pueblo, pues después de dormir en Dieppe seguimos por la D925; quizá hasta nos detuviéramos, pero no lo recuerdo. Ese territorio es una inmensa planicie agraria, por lo que sorprende que el topónimo se forme con el sufijo mont. En una obra del XIX leo que la primera parte del nombre –bracque– sería una derivación de una palabra nórdica que significa paso o puente, y que la explicación sería que a través del pueblo se descenderían los acantilados para alcanzar las playas de la Mancha (se me antoja bastante cogido por los pelos). Más me convence la hipótesis de François de Beaurepaire (en la wikipedia) de que pueda provenir del nombre franco Bracho. En todo caso, se desconoce su origen preciso, y las primeras referencias seguras son ya de la Baja Edad Media. Bien es verdad que un tal Renaud de Braquemont aparece en una relación de cruzados de finales del siglo XI, pero según los entendidos no se trata de un dato fiable. Así, siguiendo a Cioranescu (la segunda edición de su biografía de Juan de Bethencourt, de 1982), el primer miembro conocido de la familia que ostentaba el dominio feudal de esa villa (por lo visto hubo un castillo construido en el siglo XII) fue otro Renaud, de quien sólo se sabe que sirvió en el ejército del rey entre 1340 y 1353. (¿De qué rey? Uno diría, de entrada, que del francés, Felipe VI, el primer Valois. Normandía era francesa desde 1214, pero estamos en los inicios de la Guerra de los Cien Años y muy pronto la región fue ocupada por los ingleses). En todo caso, lo que importa resaltar que este primer Renaud era hombre de armas, y tal será el oficio y vocación de sus descendientes; estamos ante una familia que labrarían sus fortunas vendiendo sus servicios militares.
Renaud I tuvo tres hijos –Renaud II, Richard y Mathieu– y dos hijas (Marie se llamaba una, la que casaría con Jean III de Bethencourt, el padre del primer conquistador de Canarias). Los tres varones alcanzarían cierta celebridad a causa de sus estrechas relaciones con Carlos el Malo, rey de Navarra (1332-1337). Aunque es de sobra conocido, me permito recordar que la Guerra de los Cien Años tiene su origen en la extinción de la dinastía de los Capeto y la reclamación del trono francés por Eduardo III, rey de Inglaterra y nieto, por vía femenina, de Felipe IV el Hermoso. La ley sálica hizo que la corona recayera en Felipe de Valois, llamado “el rey encontrado”. Pues bien, Carlos también descendía por vía materna de un rey Capeto y, al igual que el inglés, también consideraba que tenía más derecho que el Valois a ceñirse la corona gala. Durante el reinado de Felipe VI la guerra se decantaba claramente a favor de los intereses ingleses, lo que generaba la impopularidad de la nueva dinastía. A la muerte de Felipe en 1350, el rey navarro dedicó todo su empeño a hacerle la vida imposible a Juan II, su sucesor. Téngase en cuenta que Carlos era el jefe de la poderosa familia Evreux con enormes propiedades en el Valle del Sena y en Normandía, de modo que, gracias a sus maquinaciones, supo levantar contra Juan II a numerosos cabecillas normandos, incluyendo a los poderosos Harcourt. A estos conspiradores se sumaron con entusiasmo los tres hermanos Bracquemont. Según cuenta un documento de la época, se dedicaron a “hacer varias violencias, pillajes, robos; han preso y matado a varias personas, y a los demás los han puesto en rescate; y han exigido rescate de varias ciudades … han robado y violentado mujeres … y han robado iglesias y otros lugares”. Buenos pájaros estaban hechos los muchachos. No obstante, cuando finalmente se logro restablecer (más o menos) el orden en Normandía, los tres recibieron cartas de perdón.
Acabadas las correrías juveniles los hermanos sientan la cabeza. Mathieu se casa en 1358 nada menos que con Ysabeau de Saint-Martin, que acababa de enviudar de Jean II Bethencourt, abuelo del que vendría a Canarias. Esta Ysabeu descendía de la muy ilustre familia normanda de los Martel (reténgase el nombre porque aparecerá más adelante) y se crió en el castillo de Saint-Martin-le-Gaillard. Este pueblo del cantón de Eu (hoy con poco más de trescientos habitantes) está muy cerca de Bracquemont, así que quiero suponer que Mathieu conocía desde niño a Ysabeau; quizá hasta mantuvieron un romance adolescente que interrumpió la boda de ella con Bethencourt. Lo cierto es que al muy poco de enviudar Ysabeau, casándose con ésta, Mathieu se mudó al castillo de Grainville convirtiéndose, al menos durante la minoría de Juan III Bethencourt, en el señor feudal del lugar. De todos modos, el chico no era tan niño, porque para esas fechas había ya cumplido los veinte (la mayoría de edad se alcanzaba a los veinticinco). De hecho, en 1358, el mismo año en que su madre se casa con Mathieu, Jean III se une a Marie de Bracquemont, la hermana pequeña de su padrastro (de modo que pasan a ser también cuñados). En esos cuatro o cinco años en que el gobierno de Grainville recae en Mathieu hubo algunos enfrentamientos con el partido del rey. Así, por aquel tiempo debió ser cuando Mathieu asesinó a Pierre d’Auxy, uno de los leales a Juan II, sin que esté del todo claro si fue para expulsarle del castillo de Saint-Martin, que había confiscado el rey, o como venganza ya que este Auxy había secuestrado a Ysabeau (es decir, la habría probablemente forzado). Lo que parece es que las relaciones entre Mathieu y Jean III debían ser muy buenas, ya que el heredero del feudo deja hacer al padrastro, imagino que prefiriendo de momento disfrutar de los placeres de la vida sin tener que cargar con las responsabilidades del jefe del clan familiar. Eso ocurriría, más o menos, hacia 1362, cuando Jean III hace su entrada en la vida pública francesa, poniendo sus armas claramente al servicio de la monarquía francesa, separándose claramente de las preferencias partidistas de los Bracquemont. De hecho, su primera gran batalla –y última– fue la de Cocherel, en las tropas del famoso Bertrand du Guesclin (volveremos a hablar de él), en la que el recién coronado Carlos V derrotó definitivamente a Carlos el Malo. Pero Jean III de Bethencourt murió allí, dejando dos niños muy pequeños, nuestro Jean IV y su hermano Regnault IV.
Volvamos ahora al mayor de los hermanos Bracquemont, Renaud. Tuvo una vida larga (aún vivía en 1399) y dedicada casi siempre a la carrera militar, al servicio de distintos nobles y jefes. No he descubierto con quién casó pero sí sé que tuvo al menos cuatro hijos varones –Guillaume, Jean, Lyonnel y Robert–, y cada uno de ellos alcanzó fama destacada. No obstante, obviaré referirme a los tres primeros porque el que nos interesa es Robert, más conocido por su apodo Robin de Bracquemont o, entre nosotros, como Mosén Rubí de Bracamonte. Debió nacer hacia 1355, algunos años mayor por tanto que su primo Jean IV Bethencourt, y sería fundamental en la vida de éste y, en particular, en la empresa de la conquista de las Canarias. Pero, independientemente de su papel en ese asunto, la biografía de Robin es apasionante, la de un aventurero que jugó un papel protagonista en no pocos episodios de la historia política de los reinos de Francia y España, aparte de fundar una familia castellana (los Bracamonte) de noble y larga estirpe. Merece pues la pena repasar la vida de este hombre que murió con sesenta y pico años en su tierra de Mocejón, Toledo, el 4 de abril de 1419.
Renaud I tuvo tres hijos –Renaud II, Richard y Mathieu– y dos hijas (Marie se llamaba una, la que casaría con Jean III de Bethencourt, el padre del primer conquistador de Canarias). Los tres varones alcanzarían cierta celebridad a causa de sus estrechas relaciones con Carlos el Malo, rey de Navarra (1332-1337). Aunque es de sobra conocido, me permito recordar que la Guerra de los Cien Años tiene su origen en la extinción de la dinastía de los Capeto y la reclamación del trono francés por Eduardo III, rey de Inglaterra y nieto, por vía femenina, de Felipe IV el Hermoso. La ley sálica hizo que la corona recayera en Felipe de Valois, llamado “el rey encontrado”. Pues bien, Carlos también descendía por vía materna de un rey Capeto y, al igual que el inglés, también consideraba que tenía más derecho que el Valois a ceñirse la corona gala. Durante el reinado de Felipe VI la guerra se decantaba claramente a favor de los intereses ingleses, lo que generaba la impopularidad de la nueva dinastía. A la muerte de Felipe en 1350, el rey navarro dedicó todo su empeño a hacerle la vida imposible a Juan II, su sucesor. Téngase en cuenta que Carlos era el jefe de la poderosa familia Evreux con enormes propiedades en el Valle del Sena y en Normandía, de modo que, gracias a sus maquinaciones, supo levantar contra Juan II a numerosos cabecillas normandos, incluyendo a los poderosos Harcourt. A estos conspiradores se sumaron con entusiasmo los tres hermanos Bracquemont. Según cuenta un documento de la época, se dedicaron a “hacer varias violencias, pillajes, robos; han preso y matado a varias personas, y a los demás los han puesto en rescate; y han exigido rescate de varias ciudades … han robado y violentado mujeres … y han robado iglesias y otros lugares”. Buenos pájaros estaban hechos los muchachos. No obstante, cuando finalmente se logro restablecer (más o menos) el orden en Normandía, los tres recibieron cartas de perdón.
Acabadas las correrías juveniles los hermanos sientan la cabeza. Mathieu se casa en 1358 nada menos que con Ysabeau de Saint-Martin, que acababa de enviudar de Jean II Bethencourt, abuelo del que vendría a Canarias. Esta Ysabeu descendía de la muy ilustre familia normanda de los Martel (reténgase el nombre porque aparecerá más adelante) y se crió en el castillo de Saint-Martin-le-Gaillard. Este pueblo del cantón de Eu (hoy con poco más de trescientos habitantes) está muy cerca de Bracquemont, así que quiero suponer que Mathieu conocía desde niño a Ysabeau; quizá hasta mantuvieron un romance adolescente que interrumpió la boda de ella con Bethencourt. Lo cierto es que al muy poco de enviudar Ysabeau, casándose con ésta, Mathieu se mudó al castillo de Grainville convirtiéndose, al menos durante la minoría de Juan III Bethencourt, en el señor feudal del lugar. De todos modos, el chico no era tan niño, porque para esas fechas había ya cumplido los veinte (la mayoría de edad se alcanzaba a los veinticinco). De hecho, en 1358, el mismo año en que su madre se casa con Mathieu, Jean III se une a Marie de Bracquemont, la hermana pequeña de su padrastro (de modo que pasan a ser también cuñados). En esos cuatro o cinco años en que el gobierno de Grainville recae en Mathieu hubo algunos enfrentamientos con el partido del rey. Así, por aquel tiempo debió ser cuando Mathieu asesinó a Pierre d’Auxy, uno de los leales a Juan II, sin que esté del todo claro si fue para expulsarle del castillo de Saint-Martin, que había confiscado el rey, o como venganza ya que este Auxy había secuestrado a Ysabeau (es decir, la habría probablemente forzado). Lo que parece es que las relaciones entre Mathieu y Jean III debían ser muy buenas, ya que el heredero del feudo deja hacer al padrastro, imagino que prefiriendo de momento disfrutar de los placeres de la vida sin tener que cargar con las responsabilidades del jefe del clan familiar. Eso ocurriría, más o menos, hacia 1362, cuando Jean III hace su entrada en la vida pública francesa, poniendo sus armas claramente al servicio de la monarquía francesa, separándose claramente de las preferencias partidistas de los Bracquemont. De hecho, su primera gran batalla –y última– fue la de Cocherel, en las tropas del famoso Bertrand du Guesclin (volveremos a hablar de él), en la que el recién coronado Carlos V derrotó definitivamente a Carlos el Malo. Pero Jean III de Bethencourt murió allí, dejando dos niños muy pequeños, nuestro Jean IV y su hermano Regnault IV.
Volvamos ahora al mayor de los hermanos Bracquemont, Renaud. Tuvo una vida larga (aún vivía en 1399) y dedicada casi siempre a la carrera militar, al servicio de distintos nobles y jefes. No he descubierto con quién casó pero sí sé que tuvo al menos cuatro hijos varones –Guillaume, Jean, Lyonnel y Robert–, y cada uno de ellos alcanzó fama destacada. No obstante, obviaré referirme a los tres primeros porque el que nos interesa es Robert, más conocido por su apodo Robin de Bracquemont o, entre nosotros, como Mosén Rubí de Bracamonte. Debió nacer hacia 1355, algunos años mayor por tanto que su primo Jean IV Bethencourt, y sería fundamental en la vida de éste y, en particular, en la empresa de la conquista de las Canarias. Pero, independientemente de su papel en ese asunto, la biografía de Robin es apasionante, la de un aventurero que jugó un papel protagonista en no pocos episodios de la historia política de los reinos de Francia y España, aparte de fundar una familia castellana (los Bracamonte) de noble y larga estirpe. Merece pues la pena repasar la vida de este hombre que murió con sesenta y pico años en su tierra de Mocejón, Toledo, el 4 de abril de 1419.
Me recuerda esto a una película, no recuerdo ahora el título, en la que a un posible espía alemán lo interrogan los ingleses en el contexto de la Primera Guerra Mundial. El susodicho se defiende diciendo que él es tan británico como la Reina Victoria, a lo que el interrogador le responde, entre otras cosas, que su nieto debe de ser el mismísimo káiser.
ResponderEliminarPor aquella época, ese asunto de la nacionalidad no estaba tan calro como hoy (en que lo está demasiado). Lo que había era dependencias, se estaba al servicio de alguien pero las lealtades cambiaban.
Eliminarhola me gustaria saber si los Bracamonte de Zalamea de la serena son descendiente de ese Mosén Rubí de Bracamonte. he podido remontar hasta principio del siglo 18. pero como los archivos parroquiales fueron destruidos durante la guerra civil ya no me queda fuente por ese lado. tal vez alguien tenga mas información.
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