Se ha levantado la veda, la cacería de políticos con títulos falsos será por un tiempito el deporte de moda entre periodistas profesionales y aficionados. Las piezas a cobrar están en muchas instituciones aunque de momento el campo más batido va siendo el Parlamento madrileño. Los espacios de búsqueda, claro está, son las universidades; por ahora, qué duda cabe, la Rey Juan Carlos es la más fértil en trofeos (me pregunto si algo tendrá que ver el nombre que le pusieron, el de un rey que no cabe vincular precisamente con el esfuerzo honesto). Ayer, los de OKdiario anuncian como gran exclusiva que José Manuel Franco Pardo, un lucense de 60 años que es actualmente el secretario general del PSOE de Madrid y parlamentario de la Asamblea de dicha Comunidad, falsificó su currículum oficial y se inventó una licenciatura en Matemáticas. Como es obvio, enseguida no pocos han puesto el grito en el cielo, acusando a los socialistas de doble moral. Valgan como muestra las declaraciones del más desaforado de los vates peperos, el ínclito Rafael Hernando. En los pasillos del Congreso ha manifestado con su desparpajo habitual que está absolutamente perplejo ante la cara dura de un tipo que va a pedir la dimisión de Cifuentes cuando él ha falsificado. Añade Rafa que lo de Franco es mucho más grave que lo de Cristi porque el primero ha falsificado toda una carrera mientras que la segunda ha sido simplemente víctima de una mala praxis de la universidad.
La Asamblea de Madrid, cada legislatura, elabora un fichero con los datos básico de cada diputado: foto, nombre, fecha y lugar de nacimiento, estudios, cargos profesionales. En las fichas de Franco correspondientes a la IV (1995-1999) y V (1999-2003) Legislaturas consta “Licenciado en C.C. Matemáticas”. Esas fueron las dos primeras legislaturas en las que fue parlamentario (Cifuentes empezó en la anterior, en 1991); a partir de la siguiente (de la VI a la X actual) no aparece ya esa falsa licenciatura. Preguntado por los periodistas, Franco ha reconocido que es cierta la noticia, añadiendo que no fue él quien dijo que era licenciado en Matemáticas y que, al darse cuenta, en 2003, ordenó que se corrigiera. Hay aquí ya una primera diferencia entre los dos casos: uno reconoce la veracidad de la información, la otra la niega. Como Cristina niega que haya falsificado su máster, Hernando (y el partido en su conjunto de momento) puede decir que no lo ha falsificado (es una víctima de una universidad chapuza), mientras que como Franco no lo niega, puede acusarle de falsificador. Es decir, el cinismo del portavoz del PP llega al extremo de convertir una virtud –decir la verdad– en agravante, a costa de cerrar filas en torno a la que incuestionablemente es una mentirosa. Es posible –probable dirán algunos– que Franco también haya mentido. Pero de momento ha dado una explicación (que él sólo había contado que había sido profesor de matemáticas y alguien le añadió lo de licenciado) que no resulta imposible de creer (quizá alguno de su partido que quiso darle más categoría). Y, ante la ausencia de más argumentos hemos de partir de que dice la verdad. Nada que ver con lo que ha ocurrido con Cristina Cifuentes que no es capaz de hacer ningún relato de inocencia (ni siquiera pido pruebas) que sea congruente, ante la cantidad de datos que apuntan a la conclusión contraria.
De otra parte, hay otras varias y obvias diferencias entre los casos Franco y Cifuentes. El del PSOE puede haberse arrogado una titulación que no tenía, pero eso no alcanza ni de lejos a conseguir fraudulentamente un título con la complicidad de la Universidad aprovechándose de su cargo. El del PSOE pudo haber mentido pero enmendó la falsedad hace ya quince años, mientras que la presidenta madrileña se mantiene en sus trece. Este comportamiento de la Cifuentes es el que me parece más grave, porque trasluce su convencimiento –compartido por muchos dirigentes políticos– de que da igual lo que se haga porque en poco tiempo lo olvidaremos. Así demuestran una vergonzosa arrogancia que les lleva a sentirse impunes, a insinuar subliminalmente que su cargo electo (a mí me han votado los madrileños) les otorga una singular carta de impunidad. Y lo malo es que, hasta determinados límites, aciertan en esa manera de pensar, lo que desde luego dice bien poco de nosotros, sus votantes. No obstante, digo que “hasta determinados límites” porque en el caso de Cristina ésos han sido sobrepasados; no creo que a estas alturas le quede ninguna opción de supervivencia.
Esa arrogancia a la que me refería también lleva a muchos políticos a suponer que los españoles somos tontos (y de nuevo, en gran proporción, aciertan) tratando de vincular argumentativamente los dos casos. Es la aburridísima por repetida técnica del “y tú más”. Pero la machaconería pareciera que funciona; dicho de otra forma: pareciera que gran parte de la población admite que si se imputa una culpa a A, la posterior imputación de una culpa similar a B, exime a A. Se trata de extender la mierda lo más posible de modo que el enmerdado inicial ya no destaque. Sí, A es un corrupto, pero si todos lo son no lo es nadie, ni siquiera A. A este método sofista recurrió ayer Hernando (la propia noticia de OKdiario responde a las mismas intenciones). Por eso, por honestidad intelectual, porque se debe denunciar a quienes buscan la idiotización de la ciudadanía (cuanto más idiotas más manipulables seremos), debe dejarse claro que en nada, en absolutamente nada, influye la supuesta mentira de Franco en “el caso Cifuentes”. Todo aquél que ahora, justo ahora, se cebe en este nuevo asunto es sin ninguna duda un deshonesto intelectual. Como lamentablemente van a insistir en ese camino, lo que habría de hacer José Manuel Franco es dimitir de su escaño. No porque haya mentido (que sería irrelevante si no hubiera estallado el caso Cifuentes) sino para desmontar el recurso al sofisma y dejar más desnuda aún a la presidenta madrileña. No ocurrirá, me temo; como tampoco que se siga intentando esparcir mierda y rebajar a niveles ínfimos el debate político. Esto expresa la calidad de nuestra democracia.
De otra parte, hay otras varias y obvias diferencias entre los casos Franco y Cifuentes. El del PSOE puede haberse arrogado una titulación que no tenía, pero eso no alcanza ni de lejos a conseguir fraudulentamente un título con la complicidad de la Universidad aprovechándose de su cargo. El del PSOE pudo haber mentido pero enmendó la falsedad hace ya quince años, mientras que la presidenta madrileña se mantiene en sus trece. Este comportamiento de la Cifuentes es el que me parece más grave, porque trasluce su convencimiento –compartido por muchos dirigentes políticos– de que da igual lo que se haga porque en poco tiempo lo olvidaremos. Así demuestran una vergonzosa arrogancia que les lleva a sentirse impunes, a insinuar subliminalmente que su cargo electo (a mí me han votado los madrileños) les otorga una singular carta de impunidad. Y lo malo es que, hasta determinados límites, aciertan en esa manera de pensar, lo que desde luego dice bien poco de nosotros, sus votantes. No obstante, digo que “hasta determinados límites” porque en el caso de Cristina ésos han sido sobrepasados; no creo que a estas alturas le quede ninguna opción de supervivencia.
Esa arrogancia a la que me refería también lleva a muchos políticos a suponer que los españoles somos tontos (y de nuevo, en gran proporción, aciertan) tratando de vincular argumentativamente los dos casos. Es la aburridísima por repetida técnica del “y tú más”. Pero la machaconería pareciera que funciona; dicho de otra forma: pareciera que gran parte de la población admite que si se imputa una culpa a A, la posterior imputación de una culpa similar a B, exime a A. Se trata de extender la mierda lo más posible de modo que el enmerdado inicial ya no destaque. Sí, A es un corrupto, pero si todos lo son no lo es nadie, ni siquiera A. A este método sofista recurrió ayer Hernando (la propia noticia de OKdiario responde a las mismas intenciones). Por eso, por honestidad intelectual, porque se debe denunciar a quienes buscan la idiotización de la ciudadanía (cuanto más idiotas más manipulables seremos), debe dejarse claro que en nada, en absolutamente nada, influye la supuesta mentira de Franco en “el caso Cifuentes”. Todo aquél que ahora, justo ahora, se cebe en este nuevo asunto es sin ninguna duda un deshonesto intelectual. Como lamentablemente van a insistir en ese camino, lo que habría de hacer José Manuel Franco es dimitir de su escaño. No porque haya mentido (que sería irrelevante si no hubiera estallado el caso Cifuentes) sino para desmontar el recurso al sofisma y dejar más desnuda aún a la presidenta madrileña. No ocurrirá, me temo; como tampoco que se siga intentando esparcir mierda y rebajar a niveles ínfimos el debate político. Esto expresa la calidad de nuestra democracia.
Desde luego, el caso de Franco tiene toda la pinta de haber sido un error. No le veo demasiado sentido a mentir primero para, a continuación, corregirlo. De todos modos, el "y tú más" no es aplicable, porque recordemos que Cifuentes no sólo habría mentido, sino que para ocultarlo habría falsificado unas actas universitarias, lo cual es un delito. Se ha metido en el cieno de tal manera que, si su actitud fuera de un personaje de ficción, nos parecería el retrato inverosímil de una política mediocre. Pero claro, tales sutilezas no llegan a los sesos de los mandriles que explotan el panfleto de Inda.
ResponderEliminarPor otro lado, una opinión: lo que buscan los políticos es hacernos idiotas, pero idiotas útiles. Si algo me ha confirmado Twitter, es que si bien es cierto que un tonto es más perjudicial que un malvado, el colmo a nivel social viene del tonto útil: ese tipo de imbécil que es un fanático, sin importar la causa, con tal de sentirse importante. Un tonto inútil puede ser peligroso a nivel personal, pero a nivel social es el tonto útil quien debe preocuparnos.
Bastante de acuerdo con ambos párrafos de tu comentario. Tan solo un matiz en el segundo: un tonto útil es, primero, un tonto. Ergo, lo primero es idiotizarnos para luego fanatizarnos. En ese proceso de idiotización juega una función muy relevante el desprecio o la manipulación de la correcta argumentación, que es lo que más quería resaltar con este post.
EliminarCifuentes y Franco, Franco y Cifuentes deben dimitir e irse para no volver jamás por el mismo motivo: SON UNOS MENTIROSOS.
ResponderEliminar¿Alguien se cree que se pudo tirar OCHO AÑOS con semejante "error" en el CV? Ahora lo cambia por "Profesor de Matemáticas" porque ha dado clases particulares. Claro y yo soy cirujano, porque ayer le extraje una astilla a mi hijo pequeño.
En cualquier caso la culpa no la tienen ellos. La culpa la tienen sus votantes porque "lo suyo no es tan grave" y "lo de los otros es peor". Mientras no haya TOLERANCIA CERO con estos engaños iremos de culo, cuesta abajo y sin frenos; porque si no tienen vergüenza en mentir y engañar de cara al público, que no harán cuando estén a solas en sus despachos.
También habría que suprimir de los CV las expresiones "Tiene estudios de ...". El estar matriculado en una facultad no es ningún mérito ni certifica haber adquirido ningún tipo de conocimiento.
Vaya, vienes a ejemplificar lo que digo: que la táctica del ventilador funciona. De otra parte, te lo creerás o no (a mí, la verdad, me cuesta creérmelo), pero Franco ha dado una explicación que es congruente con la "imputación". Es quien acusa que tiene que probar que es un mentiroso.
EliminarDe otra parte, sí es creíble que se tire ocho años con semejante error, simplemente si no mira el fichero de la Asamblea de Madrid. A favor de esa hipótesis y de que no fue él quien mintió, está que sin que (que se sepa) nadie le hubiera descubierta, ordena que se corrija (a lo mejor es verdad que se dio cuenta). Ah, y no lo cambió por profesor de matemáticas; eso estaba desde el principio y por lo visto es verdad (hizo hasta tercero de Matemáticas, lo dejó y se puso a dar clases).
En todo caso, aún admitiendo que ambos son unos mentirosos (e insisto en que eso en Franco no está aún probado), espero que coincidas que ni la mentira es igual de grave, ni lo que hacen para sostenerla tiene la misma gravedad (Franco nada, Cristina delitos) ni la forma en que mienten es la misma. Ponerlos en el mismo saco es un ejercicio de simplismo cómodo y que a lo que conduce es a banalizar las cosas.
Y que conste que también pienso que Franco debe dimitir, pero probablemente no por las mismas razones que tú.
Estoy de acuerdo con el fondo del post: no son casos comparables. Pero sí tienen algo en común, como señala, excediéndose luego al equipararlos Numeros, la manía viciosa de adornarse con plumas ajenas y títulos que no tienen, aunque no es lo mismo falsificar un título en connivencia con el centro académico que lo expide que decir que se tiene (o nivel alto de inglés, o estudios de tal...).
ResponderEliminarAhora acaba de saltar a la prensa un diputado gallego de Podemos que decía que era ingeniero y no lo era. Podemos, con su propio estilo, ha dicho que el pobre no pudo acabar la carrera porque se tuvo que poner a trabajar para ayudar a su familia.
Se me olvidaba y es importante: el diputado de Podemos ha dimitido inmediatamente de divulgarse la noticia.
EliminarY algo bien cínico, insuperable, Cifuentes ha dicho que ella no ha falsificado nada, que eso lo habrá hecho la Universidad. En efecto.
Es ciertamente una de las muestras más descaradas de cinismo que he visto en mucho tiempo.
EliminarLo de "Franco" y "Pardo", no parece una predestinación, pero tiene su gracia.
ResponderEliminar¿Franco y Pardo? ¿No estarás confundiendo a Cristina CIFUENTES con Cristina PARDO?
EliminarEl del psoe se llama Manuel Franco Pardo. Lee tu propio post
EliminarTienes razón, ni me había dado cuenta. Y sí, tiene su gracia
EliminarNo había oîdo nunca eso de la estromatología. Veo que se trata de un concepto acuñado recientemente en la literatura filosófica (fenomenología); a ver si en algún momento leo sobre el tema.
ResponderEliminarY en cuanto a los niveles de mentiras, pues sí, claro. Desde niños sabemos que hay mentirijillas y trolas descaradas.
Pfff!! Todo esto debe ser porque a la política se la supone adscrita a las Humanidades, es decir, aquello que no puede hacer daño a la humanidad, en lugar de a la ciencia, que es lo que es, o sea, algo que puede doler mucho.
ResponderEliminarPues parece que la Cifuentes con su fraude daño anímico sí ha hecho a más de un estudiante de esa universidad.
EliminarMiroslav. Con todos mis respetos, a mí eso de la estromatología, desde la primera vez que oí hablar de eso, me parece la típica y lamentable consecuencia del consabido complejo de inferioridad que una filosofía apaleada y en retirada tiene de la ciencia y en particular de la física. Conceptos trasvasados sin cuidado, como denunciaba Sobre en su libro de imposturas intelectuales.
ResponderEliminarQuise escribir Sokal, Alan Sokal
EliminarErrejón, Casado, Colau, Echenique, Espinar, Rajoy, Cospedal ... (Poned en los puntos suspensivos los nombres de uno y otro lado que se me han olvidado) son personajes que en cualquier otro país con un mínimo de cultura democrática habrían dimitido por sus comportamientos carentes de toda ética aunque no hayan sido delictivos.
ResponderEliminarAquí no solo no dimiten, no solo siguen en sus puestos, no solo se ponen a sí mismos como ejemplos de regeneración democrática... Aquí lo peor es que hay gente que les defiende y encima les vota.
Por ceñirnos a los dos susodichos (Cifuentes y Franco). Los dos han mentido y han inflado sus currículum. Solo por esa razón los deben de irse y eso no quita que Cifuentes se aún más impresentable y haya mentido mucho más y, puede, que hasta haya cometido un delito (tráfico de influencias).
Respecto a Franco. ¿Tiene OCHO años una licenciatura en su CV y dice que no se da cuenta y resulta que ahora somos los demás los que tenemos que probar que NO miente?
Estoy de acuerdo que la carga de la prueba recae en quien hace la afirmación, de manera que si yo afirmo que soy Ingeniero Nuclear soy yo el que tiene que probar el que tiene el título. Si posteriormente reconozco que es mentira, nuevamente tengo que ser yo el que demuestre que ha sido "un despite".
Luego está lo que estudio tres años Matemáticas. ¿Hizo primero, segundo y tercero o estuvo tres años matriculado en primero y no aprobó ni el recreo?
Para terminar insisto en lo de ser profesor de matemáticas cuando lo único que has hecho es dar clases particulares. Dar clases particulares de Biología, de Inglés, de Dibujo o hacerles una casa en el árbol a tus hijos no te hace ser "profesor de Biología", de "profesor de Lengua y Literatura Inglesa" o "profesor de Bellas Artes" o Arquitecto.
Mde parece que de momento no iniciaré ninguna investigación estromatológica. Otros asuntos me urgen más.
ResponderEliminarInsisto, Números, también yo opino que lo más recomendable es que Franco dimita. Pero varias cosas:
ResponderEliminar1. La carga de la prueba recae en quién acusa; al acusado le basta con explicarse. Franco ha admitido su "mentira" y ha dado una explicación, difícil de creer pero no imposible. Ahora compete a los acusadores demostrar que miente. En cambio, Cifuentes no ha explicado muchas de las acusaciones.
2. No creo que sean comparables las mentiras de Cifuentes con la de Franco (sí, ya sé que lo dices).
3. Que haya muchos mentirosos no reduce en un ápice la gravedad de las mentiras de Cifuentes. Por eso, que ahora los periodistas afines al PP empiecen a airear otros casos forma parte de una táctica que sólo contribuye a esta ceremonia de la confusión y al "crimen" añadido de pretender idiotizar a la población.
Ya se ha dicho, pero me parece el meollo del asunto: desde ningún punto de vista es comprable decir que se tiene un título que no se tiene, con obtener verdaderamente un título com métodos fraudulentos, recurriendo a firmas falsas en documentos públicos y asegurando haber comparecido ante tribunales que nunca se existieron. La diferencia es abismal y obvia, y tratar de equiparar ambas cosas, un cinismo desvergonzado y manipulador.
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