En el escrito de la Fiscalía del Tribunal Supremo presentado el pasado viernes 2 de noviembre en la Causa especial 3/20907/2017 se considera que Oriol Junqueras y diecisiete acusados más, en distintas formas, dirigieron, promovieron y/o participaron activamente en la ejecución de una estrategia previa y detalladamente planificada que, orillando la aplicación de la legalidad e impidiendo el cumplimiento de las resoluciones administrativas y judiciales, tenía como objetivo declarar la independencia de Cataluña y obligar al Estado a aceptar la separación del referido territorio, finalidad que estuvieron a punto de lograr.
Yo, como los cuatro fiscales que firman el escrito (y como casi todo el mundo, supongo), también creo que los actos sucedidos en Cataluña al menos desde 2013 responden a una estrategia previa y detalladamente planificada y también creo que orillaron manifiestamente la legalidad y desobedecieron descaradamente las resoluciones administrativas y judiciales que se dictaron. Lo que no tengo tan claro es que el objetivo fuera hacer efectiva la independencia de Cataluña, al menos para cuando se hizo su declaración formal. Creo más bien que los estrategas del procés lo que pretendían era ir consolidando entre los catalanes y resto de españoles una sensación de irreversibilidad en el enfrentamiento y, en paralelo, conseguir los máximos apoyos en los tres ámbitos relevantes (interno catalán, español e internacional principalmente europeo). Visto así, el procés no acabó con la aplicación de las medidas adoptadas por Rajoy al amparo del 155 sino que, simplemente, entró en la siguiente fase que, me temo, también estaba prevista por los estrategas catalanes.
Naturalmente, esta opinión mía puede no ser compartida por muchos y, desde luego, no lo es por los fiscales, que parecen pensar que con la declaración de independencia del 27 de octubre culminó el objetivo de la estrategia. No entraré a discutir esa apreciación pero sí quiero una contundente afirmación de la fiscalía: que esa declaración formal de independencia estuvo a punto de hacerse realidad; es decir, que el Estado español estuvo a punto de aceptar la separación real de Cataluña. Tal como se relatan los hechos (y también las intenciones) en el escrito de la fiscalía, lo que hicieron los acusados podemos calificarlo como un intento de secesión. Supongo que la severidad del castigo de todo intento de delito está relacionada con las probabilidades de éxito del mismo; no merece la misma pena quien intenta matar a alguien sin apenas posibilidad de lograrlo que quien, en cambio, ha estado a punto de lograrlo. Decir por tanto que la estrategia secesionista estuvo a punto de lograr la separación real de Cataluña, de lograr que el Estado la aceptara, sólo puede entenderse por el afán de la fiscalía de agravar el delito y consiguientemente endurecer las penas que merece.
En la página 43 de su escrito, la Fiscalía aclara porqué la intentona secesionista estuvo a punto de lograr sus objetivos, porqué la declaración de independencia “no era meramente simbólica”: “las autoridades de la Generalitat tenían preparado –para su aprobación inmediata– todo un paquete de normas que desarrollaban el nuevo marco jurídico de la República, el despliegue de las estructuras administrativas necesarias para el funcionamiento del nuevo estado, y un plan para garantizar que los Mossos d’Esquadra asumiesen la seguridad de todas las infraestructuras y el control efectivo de todo el territorio de la Comunidad Autónoma”. Es curioso que la fiscalía sostenga esto cuando en otros documentos de este procedimiento judicial se constata repetidas veces que para esas fechas los “golpistas” ni tenían “estructuras de estado”, ni el más mínimo apoyo internacional, ni ningún mecanismo (ni siquiera los mossos) para asumir el control real de la teórica República independiente; y eso lo reconocían entre ellos los propios acusados.
Y es que una cosa es declarar la independencia (acto evidentemente ilegal) y otra muy distinta ser independiente de facto. Imaginemos que el Estado no hubiese aplicado el 155; ¿alguien se cree en serio que al día siguiente la Generalitat habría realizado actos efectivos de ejercicio de su pretendida soberanía como, por ejemplo, mandar a los mossos a ocuparse del control de pasaportes en el aeropuerto del Prat? Por supuesto que, en las circunstancias de esos días, no se habría adoptado ni una sola medida de ejercicio real de la independencia. Simplemente, sabían de sobra que no podían y, además, así lo han declarado. Nadie puede creer de verdad lo contrario y mucho menos que nadie los fiscales del Supremo. Porque si lo creyeran, se habrían ocupado de aportar alguna prueba a esa afirmación fantasiosa de la página 43.
No obstante, hagamos un esfuerzo de ingenuidad (todo sea por la unidad de España) y creamos en la palabra de los fiscales, imaginemos que los “golpistas catalanes”, en un alarde de estupidez, estaban dispuestos a desplegar inmediatamente una batería de medidas que hicieran que la independencia de Cataluña fuera real y no una mera declaración simbólica. Ahora bien, en ese supuesto de acciones reales (como ocupar con fuerzas de seguridad propias instituciones públicas del Estado, por ejemplo) el Estado habría estado obligado a reaccionar por la vía de la fuerza. ¿Acaso alguien lo duda? Ahí sí habríamos estado ante actos golpistas de verdad, no retóricos. Ciertamente, la situación habría subido un nivel cualitativo de gravedad y los riesgos de desgracias personales (incluso muertes) habrían sido muy altos. Pero, insisto, al Estado en ese supuesto no le habría quedado más remedio que reconducir la situación por la fuerza. Y yo pregunto: ¿piensan los fiscales que las fuerzas de la nueva República podrían haber “vencido” a las del Estado español?
Pero hay más: si tan a punto estaban los independentistas de hacer efectiva la secesión, ¿cómo es posible que la mera destitución formal de gobierno y parlamento catalanes fuera acatada tan dócilmente y deshiciera en un instante cualquier acto efectivo de soberanía (que, según los fiscales, estaban ya preparados)? No, yo no creo en absoluto que se hubiera llegado a esa situación y, por lo tanto, tampoco creo que los catalanes hubiesen hecho ningún ejercicio real de soberanía después de la declaración (que, no se olvide, no fue el detonante del 155 sino consecuencia de que la aplicación de éste ya se había decidido, aunque el escrito de la fiscalía parece contarlo al revés). Tampoco creo que los fiscales lo crean. Y, sin embargo, para decir que los independentistas estuvieron a punto de obligar al Estado a aceptar la secesión de Cataluña hay que creerse que acontecimientos de ese cariz estaban a punto de ocurrir. Escritos como éste me parece que poco favor hacen a la credibilidad de nuestro Poder Judicial. Y, si no, al tiempo …
Nota: Las tres fotos posteriores a la de Junqueras son de los tres primeros firmantes del escrito de la fiscalía: Javier Zaragoza Aguado, Consuelo Madrigal Martínez-Pereda y Jaime Moreno Verdejo. Del cuarto, Fidel Cadena Serrano, no he encontrado ninguna fotografía.
En la página 43 de su escrito, la Fiscalía aclara porqué la intentona secesionista estuvo a punto de lograr sus objetivos, porqué la declaración de independencia “no era meramente simbólica”: “las autoridades de la Generalitat tenían preparado –para su aprobación inmediata– todo un paquete de normas que desarrollaban el nuevo marco jurídico de la República, el despliegue de las estructuras administrativas necesarias para el funcionamiento del nuevo estado, y un plan para garantizar que los Mossos d’Esquadra asumiesen la seguridad de todas las infraestructuras y el control efectivo de todo el territorio de la Comunidad Autónoma”. Es curioso que la fiscalía sostenga esto cuando en otros documentos de este procedimiento judicial se constata repetidas veces que para esas fechas los “golpistas” ni tenían “estructuras de estado”, ni el más mínimo apoyo internacional, ni ningún mecanismo (ni siquiera los mossos) para asumir el control real de la teórica República independiente; y eso lo reconocían entre ellos los propios acusados.
Y es que una cosa es declarar la independencia (acto evidentemente ilegal) y otra muy distinta ser independiente de facto. Imaginemos que el Estado no hubiese aplicado el 155; ¿alguien se cree en serio que al día siguiente la Generalitat habría realizado actos efectivos de ejercicio de su pretendida soberanía como, por ejemplo, mandar a los mossos a ocuparse del control de pasaportes en el aeropuerto del Prat? Por supuesto que, en las circunstancias de esos días, no se habría adoptado ni una sola medida de ejercicio real de la independencia. Simplemente, sabían de sobra que no podían y, además, así lo han declarado. Nadie puede creer de verdad lo contrario y mucho menos que nadie los fiscales del Supremo. Porque si lo creyeran, se habrían ocupado de aportar alguna prueba a esa afirmación fantasiosa de la página 43.
No obstante, hagamos un esfuerzo de ingenuidad (todo sea por la unidad de España) y creamos en la palabra de los fiscales, imaginemos que los “golpistas catalanes”, en un alarde de estupidez, estaban dispuestos a desplegar inmediatamente una batería de medidas que hicieran que la independencia de Cataluña fuera real y no una mera declaración simbólica. Ahora bien, en ese supuesto de acciones reales (como ocupar con fuerzas de seguridad propias instituciones públicas del Estado, por ejemplo) el Estado habría estado obligado a reaccionar por la vía de la fuerza. ¿Acaso alguien lo duda? Ahí sí habríamos estado ante actos golpistas de verdad, no retóricos. Ciertamente, la situación habría subido un nivel cualitativo de gravedad y los riesgos de desgracias personales (incluso muertes) habrían sido muy altos. Pero, insisto, al Estado en ese supuesto no le habría quedado más remedio que reconducir la situación por la fuerza. Y yo pregunto: ¿piensan los fiscales que las fuerzas de la nueva República podrían haber “vencido” a las del Estado español?
Pero hay más: si tan a punto estaban los independentistas de hacer efectiva la secesión, ¿cómo es posible que la mera destitución formal de gobierno y parlamento catalanes fuera acatada tan dócilmente y deshiciera en un instante cualquier acto efectivo de soberanía (que, según los fiscales, estaban ya preparados)? No, yo no creo en absoluto que se hubiera llegado a esa situación y, por lo tanto, tampoco creo que los catalanes hubiesen hecho ningún ejercicio real de soberanía después de la declaración (que, no se olvide, no fue el detonante del 155 sino consecuencia de que la aplicación de éste ya se había decidido, aunque el escrito de la fiscalía parece contarlo al revés). Tampoco creo que los fiscales lo crean. Y, sin embargo, para decir que los independentistas estuvieron a punto de obligar al Estado a aceptar la secesión de Cataluña hay que creerse que acontecimientos de ese cariz estaban a punto de ocurrir. Escritos como éste me parece que poco favor hacen a la credibilidad de nuestro Poder Judicial. Y, si no, al tiempo …
Nota: Las tres fotos posteriores a la de Junqueras son de los tres primeros firmantes del escrito de la fiscalía: Javier Zaragoza Aguado, Consuelo Madrigal Martínez-Pereda y Jaime Moreno Verdejo. Del cuarto, Fidel Cadena Serrano, no he encontrado ninguna fotografía.
Creo que llevas toda la razón, simplemente. Como mucho, añadir que todos estos números de circo incrementan la sensación de vivir en un país de chiste. Por supuesto que en otros países habrá asuntos políticos simplemente ridículos, pero lo de Cataluña amenaza con hacerse eterno.
ResponderEliminarLo de Cataluña lleva siendo eterno, al menos, desde el siglo XIII.
EliminarMás que en un país de chiste, en uno en el que el Poder Judicial no tiene la suficiente independencia.
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