Me dice hnh en un comentario a mi post de ayer que en una relación amorosa es el que ama el que obtiene beneficio amando (no le supone coste), mientras que el amado sólo recibe beneficio en el caso de que sea también amante; en ese caso, además, el beneficio es incalculable. La verdad es que, con sólo estas notas, hnh se ha aproximado mucho a lo que yo intuía sobre las relaciones amorosas. Voy a hacer el ejercicio de modelizarlas en el esquema del post anterior, aunque ello exija mayores complicaciones.
Tomemos pues el amor como la "sustancia" de la relación entre dos personas A y B. Según la opinión de hnh (que comparto) si A ama a B es A quien está beneficiándose, porque creo que el amor, cuando sale de uno (porque estás lleno de él) te aumenta tu felicidad interior (lo contrario que ocurre con el rencor). Como tenemos que dar valores, digamos que A "obtiene" 2 unidades positivas. Digo 2 porque creo que B, aunque no haya pedido nada, algo positivo recibe, si bien de menor cuantía que el beneficio de A; así que pongamos que B obtiene 1 unidad. Por tanto, en una relación en que sólo uno de los dos ama, ambos salen beneficiados (más el que ama que el que es amado). Creo que puede defenderse que el amor, incluso aunque no sea correspondido, aumenta el bienestar social.
¿Y qué pasa si A y B se aman mutuamente? Dice hnh que entonces los beneficios de recibir el amor del que uno ama son incalculables. Es decir, que para ser capaz de "maximizar" los efectos benéficos de quien te ama has de amarlo; creo que es verdad. Como el modelo no admite valores incalculables, supongamos que en una relación de amor mutuo A, amando a B, gana 2 unidades y B gana 3; y B, amando a A gana 2 unidades y A gana 3. Así que, cada uno obtiene del amor mutuo 5 unidades (2 de uno mismo y 3 recibidas) y el bienestar social pasa a valer 10 unidades. ¡Espectacular incremento respecto a una relación de amor no correspondido! Conclusión: amémonos todos mutuamente y el mundo elevará desmesuradamente su nivel de felicidad.
Tal como lo he modelizado, lo bueno del amor respecto a otras relaciones humanas no románticas, es que nunca hay costes; es decir, toda relación amorosa supone un aumento del bienestar, tanto para el amante, el amado y la humanidad en su conjunto. En teoría pues, los seres humanos deberíamos tender a amar, y a amar cada vez más. Pero eso no ocurre siempre (ni siquiera con la frecuencia adecuada, diría yo). ¿Por qué?
En primer lugar, pienso yo, porque el comportamiento amoroso no es algo que se pueda adoptar voluntariamente. Creo que todos sabemos que cuando amamos nos estamos beneficiando (y, si además nos aman ... como jugar al póker y ganar), pero no podemos decidir amar así, por las buenas. Sin embargo, no creo que el que amemos o no dependa fundamentalmente de la persona que encontremos para amar. Vamos a ver, no digo que sea indiferente, que cualquiera pueda ser el amado. No, de lo que cada vez estoy más convencido es que uno ama (o está en condiciones de amar) en función de su estado emocional propio, que depende más de uno mismo que del otro. Con lo que llego a otro comentario de hnh que también comparto; dice hnh que el amor es algo más que intentar que el otro esté pendiente de nosotros, es llevar a alguien en el corazón independientemente de que ese alguien te lleve a ti en el suyo; y que el amor no tiene limite de sujetos: se puede amar a tantas personas como capacidad de amar uno tenga.
La conclusión a mi juicio sería que hay que buscar el amor dentro de uno mismo (alimentarlo) y eso hará que las relaciones con los otros sean de amor y, consecuentemente, aumentaremos nuestra felicidad, la del otro y la del conjunto de la humanidad (¡qué maravilla! Me está saliendo un post new age a tope; debería soltar alguna bestialidad a modo de anticlímax).
También, volviendo al tema de por qué las relaciones amorosas no son tan frecuentes como debieran, podríamos suponer que el amor es un rango dentro de la emotividad hacia el otro. Es decir, lo que hay es una relación afectiva, afectividad. Si esa afectividad está entre unos determinados valores convenimos en llamarla amor; en otro rango la llamamos amistad, simpatía, etc; luego podría denominarse indiferencia, después tirria, al final rencor u odio a muerte. Si fuera así, tendríamos que complicar mucho el modelo de medida de las relaciones entre A y B y, desde luego, aparecerían valores negativos, tanto para cada uno de los individuos como globalmente.
En un modelo sobre las relaciones afectivas (en el que el amor fuera sólo una situación particular, una medida de la "sustancia" que fluye en uno u otro sentido en la relación entre dos personas), podría comprobarse fácilmente cómo el amor del amante se va transformando como consecuencia de la reacción del amado. Es decir, que A ama a B pero, si B es indiferente a A, poco a poco A va dejando de amar a B. Y si B, no sólo es indiferente a A, sino que ama a C (y A se entera), el amor de A cambia de signo (rencor) sin pasar por los estados intermedios. En fin, que necesitaríamos un ordenador con bastante capacidad de cálculo para simular los comportamientos afectivos. Y mucho me temo, que todos estos modelos tenderían poco a poco a resultados muy similares al anterior tan simple de los benéficos y abusones. Es decir, que es fácil intuir que en las relaciones amorosas (o afectivas, para ser más amplio) también se propicia el amante/amado abusón que, a su vez, contamina a los amantes/amados benéficos haciéndoles que, en el futuro, tiendan a comportamientos también abusones.
Claro que hnh diría que un amor que se ve influido por la reacción del amado no es un verdadero amor. Y estoy de acuerdo. Pero entonces, hemos de convenir que usamos el término amor para abarcar otros sentimientos (no tan puros, desde luego). O, lo que viene a ser lo mismo, que pocas personas saben amar con ese amor. Y esto último también lo ha dicho hnh, así que he escrito un post sólo para redundar, gastando inútilmente palabras.
Tomemos pues el amor como la "sustancia" de la relación entre dos personas A y B. Según la opinión de hnh (que comparto) si A ama a B es A quien está beneficiándose, porque creo que el amor, cuando sale de uno (porque estás lleno de él) te aumenta tu felicidad interior (lo contrario que ocurre con el rencor). Como tenemos que dar valores, digamos que A "obtiene" 2 unidades positivas. Digo 2 porque creo que B, aunque no haya pedido nada, algo positivo recibe, si bien de menor cuantía que el beneficio de A; así que pongamos que B obtiene 1 unidad. Por tanto, en una relación en que sólo uno de los dos ama, ambos salen beneficiados (más el que ama que el que es amado). Creo que puede defenderse que el amor, incluso aunque no sea correspondido, aumenta el bienestar social.
¿Y qué pasa si A y B se aman mutuamente? Dice hnh que entonces los beneficios de recibir el amor del que uno ama son incalculables. Es decir, que para ser capaz de "maximizar" los efectos benéficos de quien te ama has de amarlo; creo que es verdad. Como el modelo no admite valores incalculables, supongamos que en una relación de amor mutuo A, amando a B, gana 2 unidades y B gana 3; y B, amando a A gana 2 unidades y A gana 3. Así que, cada uno obtiene del amor mutuo 5 unidades (2 de uno mismo y 3 recibidas) y el bienestar social pasa a valer 10 unidades. ¡Espectacular incremento respecto a una relación de amor no correspondido! Conclusión: amémonos todos mutuamente y el mundo elevará desmesuradamente su nivel de felicidad.
Tal como lo he modelizado, lo bueno del amor respecto a otras relaciones humanas no románticas, es que nunca hay costes; es decir, toda relación amorosa supone un aumento del bienestar, tanto para el amante, el amado y la humanidad en su conjunto. En teoría pues, los seres humanos deberíamos tender a amar, y a amar cada vez más. Pero eso no ocurre siempre (ni siquiera con la frecuencia adecuada, diría yo). ¿Por qué?
En primer lugar, pienso yo, porque el comportamiento amoroso no es algo que se pueda adoptar voluntariamente. Creo que todos sabemos que cuando amamos nos estamos beneficiando (y, si además nos aman ... como jugar al póker y ganar), pero no podemos decidir amar así, por las buenas. Sin embargo, no creo que el que amemos o no dependa fundamentalmente de la persona que encontremos para amar. Vamos a ver, no digo que sea indiferente, que cualquiera pueda ser el amado. No, de lo que cada vez estoy más convencido es que uno ama (o está en condiciones de amar) en función de su estado emocional propio, que depende más de uno mismo que del otro. Con lo que llego a otro comentario de hnh que también comparto; dice hnh que el amor es algo más que intentar que el otro esté pendiente de nosotros, es llevar a alguien en el corazón independientemente de que ese alguien te lleve a ti en el suyo; y que el amor no tiene limite de sujetos: se puede amar a tantas personas como capacidad de amar uno tenga.
La conclusión a mi juicio sería que hay que buscar el amor dentro de uno mismo (alimentarlo) y eso hará que las relaciones con los otros sean de amor y, consecuentemente, aumentaremos nuestra felicidad, la del otro y la del conjunto de la humanidad (¡qué maravilla! Me está saliendo un post new age a tope; debería soltar alguna bestialidad a modo de anticlímax).
También, volviendo al tema de por qué las relaciones amorosas no son tan frecuentes como debieran, podríamos suponer que el amor es un rango dentro de la emotividad hacia el otro. Es decir, lo que hay es una relación afectiva, afectividad. Si esa afectividad está entre unos determinados valores convenimos en llamarla amor; en otro rango la llamamos amistad, simpatía, etc; luego podría denominarse indiferencia, después tirria, al final rencor u odio a muerte. Si fuera así, tendríamos que complicar mucho el modelo de medida de las relaciones entre A y B y, desde luego, aparecerían valores negativos, tanto para cada uno de los individuos como globalmente.
En un modelo sobre las relaciones afectivas (en el que el amor fuera sólo una situación particular, una medida de la "sustancia" que fluye en uno u otro sentido en la relación entre dos personas), podría comprobarse fácilmente cómo el amor del amante se va transformando como consecuencia de la reacción del amado. Es decir, que A ama a B pero, si B es indiferente a A, poco a poco A va dejando de amar a B. Y si B, no sólo es indiferente a A, sino que ama a C (y A se entera), el amor de A cambia de signo (rencor) sin pasar por los estados intermedios. En fin, que necesitaríamos un ordenador con bastante capacidad de cálculo para simular los comportamientos afectivos. Y mucho me temo, que todos estos modelos tenderían poco a poco a resultados muy similares al anterior tan simple de los benéficos y abusones. Es decir, que es fácil intuir que en las relaciones amorosas (o afectivas, para ser más amplio) también se propicia el amante/amado abusón que, a su vez, contamina a los amantes/amados benéficos haciéndoles que, en el futuro, tiendan a comportamientos también abusones.
Claro que hnh diría que un amor que se ve influido por la reacción del amado no es un verdadero amor. Y estoy de acuerdo. Pero entonces, hemos de convenir que usamos el término amor para abarcar otros sentimientos (no tan puros, desde luego). O, lo que viene a ser lo mismo, que pocas personas saben amar con ese amor. Y esto último también lo ha dicho hnh, así que he escrito un post sólo para redundar, gastando inútilmente palabras.
CATEGORÍA: Reflexiones sobre emociones
POST REPUBLICADO PROVENIENTE DE YA.COM
Es que esto es muy complicado, estoy de acuerdo con hnh y contigo que el amor puro es aquel que sólo busca la felicidad del amado independientemente de sus sentimientos hacia ti. Sin embargo el amor es interacción, que no puede ser nunca unilateral, porque en el ejemplo de una madre con un hijo, el hijo debe estar predispuesto a recibir ese amor y lo recibe y acepta las exigencias de la madre por tener una edad diferente a la de la madre. Otra cosa es cuando los hijos crecen y esa misma relación de amor también cambia.
ResponderEliminarComentado el Lunes, 11 Septiembre 2006 14:00
Considero que el sentir amor hacia alguien siempre es beneficioso, independientemente si la otra persona siente lo mismo (o parecido) hacia ti o no. Y yo, siempre lucharé por las personas a las que quiero, y si para eso tuvieran que estar alejadas de mí, lucharía con el mismo ímpetu que si fuera para mantenerlas a mi lado.
ResponderEliminarY, llamemos amor al amor que cada uno siente, al amor que uno siente cuando su amado es feliz, al amor que tenemos en nuestro interior... Sí, estoy de acuerdo que tenemos que buscar el amor en nosotros mismos, alimentarlo, cuidarlo, sentirlo sin miedo...
Besos
Comentado el Martes, 12 Septiembre 2006 08:26 (Web)