Imaginemos las relaciones humanas desde la óptica de la teoría de juegos. Por ejemplo, midamos la interactuación de dos personas en términos de la ayuda que una le da a la otra (o que se dan ambas mutuamente). Aunque naturalmente es difícil de valorar y, si se puede, cada caso sería distinto, como primera aproximación supongamos que hay dos situaciones: que una persona (A) le hace un favor a la otra (B) o que no se hacen ningún favor; no vamos a considerar de momento que se hagan daño. El hacer un favor a otro dígamos que, por término medio, tiene un coste de 1 unidad para el que lo hace y un beneficio de 2 unidades para el que lo recibe; por supuesto el no hacer nada tiene coste 0 y beneficio 0.
Parece lógica una escala de valores como la anterior (insisto, por término medio). Ayudar a alguien tiene que ser peor para el que ayuda que no hacer nada (le supone un esfuerzo, un gasto) pero, al mismo tiempo, ese coste debe ser menor que el beneficio que recibe el destinatario de la ayuda. Pues bien, si una persona ayuda a otra diremos que es benéfico; si, en cambio, no ayuda (esperando recibir ayuda sin dar nada a cambio) le llamaremos abusón. Nótese que es indiferente que en una relación la interacción se produzca en los dos sentidos o en uno solo; lo único importante es que, dadas dos personas A y B haya entre ellas el total de interacciones de cada sentido sea más o menos equilibrado.
En una doble interacción entre dos benéficos la valoración es como sigue. A ayuda a B, lo que le supone 1 unidad de coste al primero y 2 de beneficio al segundo. B ayuda a A y salen los mismos valores al revés. Resultado final: tanto A como B tienen 1 unidad de beneficio neto (ambos han salido ganando de la cooperación). Además, el beneficio conjunto ha aumentado en 2 unidades; podríamos decir que la cooperación aumenta el bienestar social (¡vaya descubrimiento!)
Ahora veamos qué pasa cuando se relacionan un benéfico y un abusón. A ayuda a B, pero B no hace nada; resultado: A se queda con 1 unidad de coste (-1) mientras que B tiene 2 unidades de beneficio. A está peor que antes, mientras que B está el doble de mejor que si hubiera devuelto el favor. Socialmente también aumenta el bienestar, pero sólo en una unidad (la mitad que antes). Es decir, aumenta el bienestar global (menos de lo que podría de haber cooperado), pero más aumenta el bienestar del abusón (obviamente a costa del malestar del benéfico).
El último supuesto es la relación entre dos abusones. Obviamente no pasa nada: A no ayuda a B y B no ayuda a A; balance 0. Desde el punto de vista conjunto es la peor solución.
Hay que suponer que una persona no es benéfica o abusona de forma constante. Puede que en su naturaleza predomine una u otra actitud, pero a medida que va viendo los resultados de sus interacciones parece razonable que cambie o no en función de éstos. Así, los abusones, en principio, no tienen motivos para cambiar. Si se encuentran con benéficos salen mejor no devolviendo los favores que haciéndolo. En cambio, la tendencia de un benéfico, después de haber experimentado una relación con un abusón, será a comportarse como tal en su próxima relación (al menos, evitemos costes, se diría). La dinámica de las relaciones evolucionaría pues de modo que irían desapareciendo los comportamientos benéficos y todos se volverían abusones. Resultado a largo plazo: balance 0, tanto para los individuos como para el bienestar social.
Ahora bien, esta situación no sería estable a largo plazo. Los abusones, a medida que no recibieran nada, empezarían a añorar los viejos tiempos en los que obtenían 2 unidades de beneficio de cada relación con un benéfico. Hay que pensar que se darían cuenta de que los benéficos han desaparecido por culpa de su comportamiento abusivo. Así que, incluso por egoísmo, podría convenirles empezar a ser benéficos a ver si logran que los otros se comporten así. También hay que pensar que un grupo humano, en su conjunto, no puede sobrevivir desde la autonomía de sus individuos (eso es lo que significa el balance 0), lo cual obliga a la cooperación.
Por tanto, la dinámica del comportamiento de los individuos evolucionaría como un resorte, buscando el punto de equilibrio: aumentan los abusones y disminuyen los benéficos hasta que se invierte la tendencia. En teoría de juegos, la "estrategia" más estable a largo plazo es la el comportamiento del toma y daca. Es decir, uno se comporta abusiva o benéficamente según se comporte el otro. En una situación de homogeneidad relativa en la relación costes / beneficios (algo imposible en la práctica), se supone que este comportamiento tiende al aumento de los benéficos y a la reducción de los abusones, con la consiguiente optimización del bienestar social.
Pero incluso en ese modelo "ideal", sigue presente la tentación individual al comportamiento abusivo y, por tanto, siempre aparecerá cuando un individuo calcule, egoístamente, que puede resultar beneficiado sin que la reducción de bienestar social redunde directamente sobre él. Y esa tentación (es fácil deducirlo) aumentará a medida que el grupo sea mayor y mayor la proporción de personas benéficas.
Y no hay que olvidar, además, que todo lo dicho vale en el supuesto (también ideal, por desgracia) de que los individuos tienen libertad para adoptar el comportamiento que prefieran. Pero, si un individuo (o grupo social) tiene la capacidad (la fuerza) de imponer su comportamiento abusivo impidiendo a los benéficos que lo adopten, es obvio (la puñetera naturaleza humana) que lo hará. Sáquense las conclusiones pertinentes (conste que no estoy hablando expresamente de la política internacional de los Estados Unidos).
Bueno, menudo rollo. Pues a partir de esta introducción quería ponerme a aplicar la teoría de juegos a las relaciones reales entre las personas, incluso a las de pareja. Pretendía hasta complicar un poquillo los sistemas de medición (podríamos suponer que cuando se ama el comportamiento benéfico no tiene coste para el benéfico, al menos al principio) y simular las distintas evoluciones. Pero como parece que hay una regla no escrita sobre la longitud máxima de los posts, vamos a dejarlo aquí, por el momento ....
Parece lógica una escala de valores como la anterior (insisto, por término medio). Ayudar a alguien tiene que ser peor para el que ayuda que no hacer nada (le supone un esfuerzo, un gasto) pero, al mismo tiempo, ese coste debe ser menor que el beneficio que recibe el destinatario de la ayuda. Pues bien, si una persona ayuda a otra diremos que es benéfico; si, en cambio, no ayuda (esperando recibir ayuda sin dar nada a cambio) le llamaremos abusón. Nótese que es indiferente que en una relación la interacción se produzca en los dos sentidos o en uno solo; lo único importante es que, dadas dos personas A y B haya entre ellas el total de interacciones de cada sentido sea más o menos equilibrado.
En una doble interacción entre dos benéficos la valoración es como sigue. A ayuda a B, lo que le supone 1 unidad de coste al primero y 2 de beneficio al segundo. B ayuda a A y salen los mismos valores al revés. Resultado final: tanto A como B tienen 1 unidad de beneficio neto (ambos han salido ganando de la cooperación). Además, el beneficio conjunto ha aumentado en 2 unidades; podríamos decir que la cooperación aumenta el bienestar social (¡vaya descubrimiento!)
Ahora veamos qué pasa cuando se relacionan un benéfico y un abusón. A ayuda a B, pero B no hace nada; resultado: A se queda con 1 unidad de coste (-1) mientras que B tiene 2 unidades de beneficio. A está peor que antes, mientras que B está el doble de mejor que si hubiera devuelto el favor. Socialmente también aumenta el bienestar, pero sólo en una unidad (la mitad que antes). Es decir, aumenta el bienestar global (menos de lo que podría de haber cooperado), pero más aumenta el bienestar del abusón (obviamente a costa del malestar del benéfico).
El último supuesto es la relación entre dos abusones. Obviamente no pasa nada: A no ayuda a B y B no ayuda a A; balance 0. Desde el punto de vista conjunto es la peor solución.
Hay que suponer que una persona no es benéfica o abusona de forma constante. Puede que en su naturaleza predomine una u otra actitud, pero a medida que va viendo los resultados de sus interacciones parece razonable que cambie o no en función de éstos. Así, los abusones, en principio, no tienen motivos para cambiar. Si se encuentran con benéficos salen mejor no devolviendo los favores que haciéndolo. En cambio, la tendencia de un benéfico, después de haber experimentado una relación con un abusón, será a comportarse como tal en su próxima relación (al menos, evitemos costes, se diría). La dinámica de las relaciones evolucionaría pues de modo que irían desapareciendo los comportamientos benéficos y todos se volverían abusones. Resultado a largo plazo: balance 0, tanto para los individuos como para el bienestar social.
Ahora bien, esta situación no sería estable a largo plazo. Los abusones, a medida que no recibieran nada, empezarían a añorar los viejos tiempos en los que obtenían 2 unidades de beneficio de cada relación con un benéfico. Hay que pensar que se darían cuenta de que los benéficos han desaparecido por culpa de su comportamiento abusivo. Así que, incluso por egoísmo, podría convenirles empezar a ser benéficos a ver si logran que los otros se comporten así. También hay que pensar que un grupo humano, en su conjunto, no puede sobrevivir desde la autonomía de sus individuos (eso es lo que significa el balance 0), lo cual obliga a la cooperación.
Por tanto, la dinámica del comportamiento de los individuos evolucionaría como un resorte, buscando el punto de equilibrio: aumentan los abusones y disminuyen los benéficos hasta que se invierte la tendencia. En teoría de juegos, la "estrategia" más estable a largo plazo es la el comportamiento del toma y daca. Es decir, uno se comporta abusiva o benéficamente según se comporte el otro. En una situación de homogeneidad relativa en la relación costes / beneficios (algo imposible en la práctica), se supone que este comportamiento tiende al aumento de los benéficos y a la reducción de los abusones, con la consiguiente optimización del bienestar social.
Pero incluso en ese modelo "ideal", sigue presente la tentación individual al comportamiento abusivo y, por tanto, siempre aparecerá cuando un individuo calcule, egoístamente, que puede resultar beneficiado sin que la reducción de bienestar social redunde directamente sobre él. Y esa tentación (es fácil deducirlo) aumentará a medida que el grupo sea mayor y mayor la proporción de personas benéficas.
Y no hay que olvidar, además, que todo lo dicho vale en el supuesto (también ideal, por desgracia) de que los individuos tienen libertad para adoptar el comportamiento que prefieran. Pero, si un individuo (o grupo social) tiene la capacidad (la fuerza) de imponer su comportamiento abusivo impidiendo a los benéficos que lo adopten, es obvio (la puñetera naturaleza humana) que lo hará. Sáquense las conclusiones pertinentes (conste que no estoy hablando expresamente de la política internacional de los Estados Unidos).
Bueno, menudo rollo. Pues a partir de esta introducción quería ponerme a aplicar la teoría de juegos a las relaciones reales entre las personas, incluso a las de pareja. Pretendía hasta complicar un poquillo los sistemas de medición (podríamos suponer que cuando se ama el comportamiento benéfico no tiene coste para el benéfico, al menos al principio) y simular las distintas evoluciones. Pero como parece que hay una regla no escrita sobre la longitud máxima de los posts, vamos a dejarlo aquí, por el momento ....
CATEGORÍA: Política y sociedad
POST REPUBLICADO PROVENIENTE DE YA.COM
pongamos que el benéfico se da cuenta de que al que ayuda es un abusón y decide no ayudar más al abusón pero si ayuda a otros benéficos como él.
ResponderEliminarLos benéficos se reconocen entre sí y pasan del abusón al que todo el mundo señala como abusón.
Resultado: el abusón queda aislado o se convierte en benéfico a regañadientes hasta que pueda volver coger confianza para poder volver a ser abusón.
No había oido nada sobre lo de la longitud máxima de los post. ¿qué tamaño es el máximo?
Cuando se ama no existe transación. dar al ser amado produce beneficio al que da, el que recibe no ha pedido por lo tanto solo le produciría beneficio en caso de que fuera recíproco, en cuyo caso los beneficios son incalculables.
Y no hablo de parejas, sino del amor en todos los ámbitos.
Comentado el Sábado, 9 Septiembre 2006 01:36
De acuerdo. En una sociedad como la nuestra el exito de los abusones se produce porque son minoria, y en general se mantienen porque se mueven en el anonimato, porque se benefician del comportamiento social de otros sin que nadie se entere. Cuando los abusones son mayoritarios se produce un colapso que no siempre genera en una conversión a benéficos, la mayoria de las veces las estructuras sociales con mayoria de abusones se deterioran hasta su degeneración.
ResponderEliminarComentado el Lunes, 11 Septiembre 2006 10:05
Creo que las personas que dan tampoco se plantean que debe haber una transacción o que eso tenga necesariamente fecha de caducidad para su devolución. Pero tampoco estoy de acuerdo con que no existan las transacciones. A las personas nos duele que no nos traten con el mismo cariño con el que nosotros obsequiamos y eso a la larga resiente las relaciones. Somos humanos no dioses y no creo que debamos de tener una especie de remordimiento por decidir cortar una relación que no nos compensa porque estamos en nuestro derecho. No somos más egoistas por cortar algo que no nos compensa que aquellos que nunca se esfuerzan en ayudarnos o complacernos.
ResponderEliminarComentado el Lunes, 11 Septiembre 2006 13:43
Una teoría sumamente interesante. Creo que es necesario que existan los abusones, tanto como los que ganan dando.
ResponderEliminarEn mi caso (bicho raro donde los haya), prefiero siempre ayudar y no recibir nada a cambio. Cuando doy, siento que gano, que gano "muchos puntos", pero que igual que los gano en un momento determinado, se desvanecen en cuestión de segundos, que no vale acumularlos, y que necesito seguir adquiriendo nuevos puntos para sentirme bien.
Sin embargo, me cuesta mucho dar un primer paso para que la otra persona me ayude... Ya ves, todos tenemos nuestras debilidades y miedos.
Comentado el Martes, 12 Septiembre 2006 08:19